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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar Comentario Crítico Sin Abreviar
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Romans 9". "Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jfu/romans-9.html. 1871-8.
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Romans 9". "Comentario Crítico y Explicativo sobre Toda la Biblia - Sin abreviar". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-33
CAPITULO 9LA APLICACION DE LAS VERDADES PRECEDENTES A LA CONDICION Y EL DESTINO DEL PUEBLO ELEGIDO-LA ELECCION-LA VOCACION DE LOS GENTILES. Bien consciente del hecho de que se le ten�a por traidor de los intereses m�s caros de su pueblo (Act 21:33; Act 22:22; Act 25:24), el ap�stol da comienzo a esta divisi�n de su tema, protestando sus sentimientos verdaderos con extraordinaria vehemencia.
1, 2. Verdad digo en Cristo-como embebido del esp�ritu de aquel que llor� sobre la impenitente Jerusal�n condenada (comp. cap. 1:9; 2Co 12:19; Phi 1:8) d�ndome testimonio mi conciencia en el Esp�ritu Santo-es decir, �mi conciencia, ahora vivificada, iluminada y bajo el directo influjo del Esp�ritu Santo.� Que tengo gran tristeza-o �que tengo mucha pena e incesante angustia de coraz�n�, por cuanto la amarga hostilidad de su naci�n hacia el glorioso Evangelio, y la terrible consecuencia de su incredulidad, est� pesando continuamente sobre su esp�ritu.
3. Porque deseara yo mismo ser apartado de Cristo por (en favor de] mis hermanos � parientes seg�n la carne-Al sentirse tan separado de su naci�n, parece darse cuenta aun m�s clara de la relaci�n natural entre �l y ellos. Para explicar el aparente deseo aqu� expresado como demasiado fuerte para que lo diga o piense un cristiano, algunos traducen el verbo por �deseaba,� haci�ndolo referir a su anterior estado no iluminado: sentido de la frase demasiado suave; otros sin raz�n suavizan el sentido de la palabra �apartado,� que en el original griego, significa �ser maldecido.� Esta traducci�n da el verdadero sentido del original, y la dificultad se desvanece cuando se entiende que el lenguaje debe expresar �emociones fuertes e indistintas m�s bien que ideas definidas� [Hodge], para revelar c�mo las emociones embargaban al ap�stol en su anhelo por la salvaci�n de su pueblo, lo cual nos hace recordar la idea similar tan noblemente expresada por Mois�s, en Exo 32:32.
4. Que son israelitas-V�ase el cap. 11:1; 2Co 11:22; Phi 3:5. de los cuales es la adopci�n-Es verdad que, en comparaci�n con la nueva dispensaci�n, en la antigua se inclu�a una minor�a en proceso de aprendizaje, que a�n estaba bajo servidumbre (Gal 4:1-3); sin embargo, comparada con el estado de los paganos circunvecinos, la elecci�n de Abrah�n y su simiente fu� una verdadera separaci�n de ellos para formar una familia de Dios (Exo 4:22; Deu 32:6; Isa 1:2; Jer 31:9; Hos 11:1; Mal 1:6). y la gloria-significando aquella �gloria de Jehov�,� �la se�al visible de la presencia divina en medio de ellos,� que reposaba sobre el arca y llenaba el tabern�culo durante todas sus peregrinaciones por el desierto; la que en Jerusal�n sigui� dej�ndose ver en el tabern�culo y en el templo, y s�lo dej� de aparecer cuando, con el cautiverio, el templo fu� derribado y empez� a ponerse el sol de la antigua dispensaci�n. Esta era lo que los jud�os llamaban la �shekinah.� y el pacto-Mejor dicho, �los pactos de la promesa� (Eph 2:12), a los cuales los gentiles antes de Cristo eran extranjeros; lo que significa el pacto hecho con Abrah�n y sus renovaciones sucesivas (v�ase Gal 3:16-17). y la data de la ley-o �d�diva de la ley� en el monte Sina�, y su posesi�n de ella desde entonces, lo que los jud�os consideraban con raz�n su peculiar honra (Deu 26:17, Deu 26:19; Psa 147:19-20; Rom 2:17). y el culto [de Dios]-o del santuario, denotando todo el servicio religioso divinamente constitu�do en la celebraci�n del cual se sent�an tan acercados a Dios. y las promesas-las grandes promesas abrah�micas, sucesivamente desenvueltas, y que tuvieron su cumplimiento s�lo en Cristo; v�ase Heb 7:6; Gal 3:16, Gal 3:21; Act 26:6-7.
5. Cuyos son los padres-aqu� se hace referencia, probablemente a los tres grandes padres del pacto, Abrah�n, Isaac y Jacob, cuyos nombres Dios condescendi� a usar unidos al suyo para identificarse. (Exo 3:6, Exo 3:13; Luk 20:37). y de los cuales [el privilegio m�s eminente de todos, y como tal, nombrado al �ltimo] es [el] Cristo seg�n la carne (v�ase nota, cap. 1:3), el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos, Am�n-Para deshacerse del brillante testimonio aqu� dado en favor de la suprema divinidad de Cristo, se han adoptado varios expedientes: (1) O colocando un punto ortogr�fico despu�s de �carne,� haciendo que la frase que lo sigue sea una doxolog�a tributada al Padre, o bien, poni�ndolo despu�s de �cosas,� con el mismo fin. [Erasmo, Locke, Fritzsche, Meyer, Jowett, etc.] Pero es fatal para esta opini�n, como Socino mismo admite, el hecho de que en otras doxolog�as de las Escrituras la palabra �bendito� precede al nombre de Dios en quien se invoca la bendici�n (como �Bendito el Dios de Israel,� Psa 68:35; �Bendito el Se�or Dios, el Dios de Israel,� Psa 72:18). Adem�s, cualquier doxolog�a semejante en este pasaje ser�a �sin sentido y fr�a en extremo;� por cuanto el tema triste que est� por tratarse sugerir�a todo menos una doxolog�a, aunque fuese en relaci�n con la encarnaci�n de Cristo. [Alford.] (2) o haciendo que el pronombre relativo �de los cuales� se refiera a �los padres,� y no a los israelitas, es decir: �de los cuales los padres es Cristo seg�n la carne.� [Crellius, Whiston, Taylor, Whitby.] Pero �ste es un expediente sin fundamento, frente a toda la autoridad de los manuscritos. Tambi�n es conjetura de Grocio y de otros que la palabra �Dios� debiera ser omitida del texto. Resulta pues que no tenemos nada de doxolog�a, sino una mera declaraci�n de una verdad: que mientras que Cristo es �de� la naci�n israelita �seg�n la carne,� �l es en otro respecto �Dios sobre todos, bendito por los siglos.� (En 2Co 11:31 la misma frase griega que aqu� se traduce �el cual es,� se usa en el mismo sentido; y v�ase el cap. 1:25, en el griego.) En esta interpretaci�n del pasaje, como un testimonio de la suprema divinidad de Cristo, adem�s de los padres ortodoxos, est�n de acuerdo algunos de los m�s eruditos cr�ticos modernos. [Bengel, Tholuck, Stuart, Olshausen, Philippi, Alford, etc.] No empero que la palabra de Dios haya faltado-�ca�do por tierra� �fracasado;� v�ase Luk 16:17, griego. no todos los que son de Israel son Israelitas-Aqu� el ap�stol emprende el profundo tema de la ELECCION, cuyo desarrollo sigue hasta el fin del cap�tulo once. Vale decir: �No pens�is que yo llore la p�rdida total de Israel; porque eso significar�a que Dios falt� a la promesa que le hizo a Abrah�n; pero no todos los que pertenecen a la simiente natural de �Israel�, y llevan dicho nombre, son el Israel de la irrevocable elecci�n de Dios.� Las dificultades que rodean este tema no se hallan en la ense�anza del ap�stol, la que es bien clara, sino en las verdades mismas, la evidencia de las cuales, tomadas por s� solas, es aplastante, pero cuya armon�a perfecta est� m�s all� de la comprensi�n humana en su actual condici�n. El gran origen de error aqu� reposa en la inferencia apresurada (como de Tholuck y otros) de que, por cuanto el ap�stol toma en consideraci�n, al fin de este cap�tulo, el llamamiento de los gentiles en conexi�n con el rechazo de Israel, continuando este tema al trav�s de los dos siguientes, la elecci�n de que se trata en este cap�tulo es la nacional, y no la personal, y por consiguiente, es una elecci�n solamente para gozar de ventajas religiosas y no de eterna salvaci�n. En tal caso, el argumento del v. 6, donde comienza el tema de la elecci�n, ser�a �ste: �La elecci�n de Abrah�n y su simiente no ha fracasado, porque aun cuando Israel ha sido rechazado, los gentiles han ocupado el lugar de �l; y Dios tiene el derecho de elegir a la naci�n que �l quiera para que goce de los privilegios de su reino visible.� Pero en lugar de que sea as�, los gentiles ni se mencionan sino hacia el fin del cap�tulo; por lo tanto, el argumento es, que �no todo Israel es rechazado, sino s�lo una porci�n de �l, siendo el remanente el Israel que Dios ha escogido en el ejercicio de su soberano derecho.� Y que la elecci�n no es para gozar de privilegios externos, sino para eterna salvaci�n, aparecer� de lo que sigue.
7-9. Ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos-Es decir, �no corre la elecci�n por la l�nea de la descendencia f�sica; de otro modo, Ismael, el hijo de Agar, y aun los hijos de Cetura, ser�an inclu�dos, lo que no es el caso.� mas [la verdadera elecci�n son aquellos de la simiente de Abrah�n que Dios incondicionalmente escoge, as� como est� ejemplificado en la promesa]: En Isaac te ser� llamada simiente-(Gen 21:12).
10-13. Y no s�lo esto; mas tambi�n Rebeca, etc.-Se podr�a pensar que hab�a raz�n natural por qu� preferir al hijo de Sara, por ser ella la verdadera y la primera esposa de Abrah�n, excluyendo as� el hijo de la esclava, y los hijos de Cetura, su segunda esposa. Pero no pod�a haber tal raz�n en el caso de Rebeca, esposa �nica de Isaac, porque se eligi� a Jacob en lugar de Esa�, siendo los dos hijos de la misma madre, y se eligi� el menor en preferencia al mayor, y antes del nacimiento de los dos, y en consecuencia antes que hubiesen hecho bien o mal ni el uno ni el otro, para que hubiese tal base de preferencia: y todo fu� para demostrar que la sola base de la distinci�n estaba en la incondicional elecci�n de Dios: �No de obras, sino del que llama.�
14. �Pues qu� diremos? �Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera-Esta es la primera de dos objeciones hechas a la doctrina que se acaba de exponer, de que Dios escoge a uno y rechaza al otro no a causa de las obras de ellos sino en el ejercicio de su propio benepl�cito: que �esta doctrina es incompatible con la justicia de Dios.� La respuesta a esta objeci�n sigue hasta el v. 19, donde hallamos una segunda objeci�n.
15. Mas [�porque�] a Mois�s dice (Exo 33:19): Tendr� misericordia del que tendr� [�tengo�] misericordia, y me compadecer� del que me compadecer� [�me compadezco�]-Es decir: �No hay injusticia en el hecho de que Dios escoja a quien quiere, porque a Mois�s le dice expresamente que �l tiene derecho a hacerlo.� Pero es digno de notar que esto se expresa en forma positiva m�s bien que en la negativa: no se dice: �no tendr� misericordia sino de los que quiero�; sino �tendr� misericordia de quien quiero.�
16. As� que no es del que quiere [de quien tiene el deseo interno], ni del que corre [de quien hace el esfuerzo activo]-(comp. 1Co 9:24, 1Co 9:26; Phi 2:16; Phi 3:14). Estas dos cosas son indispensables para la salvaci�n; pero la salvaci�n no se debe ni a la una ni a la otra, sino que depende �de Dios, quien tiene misericordia.� Comp. nota, Phi 2:12-13 : �Desarrollad vuestra salvaci�n con temor y temblor, porque es Dios el que en vosotros obra tanto el querer como el hacer, seg�n su buena voluntad.�
17. Porque la Escritura dice de Fara�n [n�tese aqu� en qu� luz contempla el ap�stol la Escritura]: Que para esto mismo te he levantado [te levant�]-El ap�stol hab�a demostrado que Dios reclama para s� el derecho a escoger a quien quiere; aqu� usa un ejemplo para ense�ar que Dios tambi�n castiga a quien quiere. Pero �Dios no hizo malo a Fara�n; solamente se retuvo de hacerlo bueno haciendo uso de su gracia especial. [Hodge.] para mostrar en ti mi potencia-No fu� porque Fara�n fuese peor que otros por lo que se le trat� de esta manera, sino �para que �l llegase a ser un monumento de la justicia penal de Dios, y con este prop�sito Dios dispuso que el mal que estaba en �l fuese manifestado en esta forma determinada.� [Olshausen.] y que mi nombre sea anunciado por toda la tierra-�Este es el principio sobre el que se aplica todo castigo, para que sea conocido el verdadero car�cter de Dios como Legislador. Esta es de todas las finalidades, en lo que a Dios toca, la suprema, la m�s importante; en s� misma la m�s digna, y en sus resultados la m�s ben�fica.� [Hodge.]
18. De manera que [el resultado es entonces que] del que quiere tiene misericordia, y al que quiere, endurece-abandon�ndolo judicialmente a la influencia endurecedora del pecado mismo (Psa 81:11-12; Rom 1:24, Rom 1:26, Rom 1:28; Heb 3:8, Heb 3:13), y de los incentivos que le rodeaban para obrar el pecado (Mat 24:12; 1Co 15:38; 2Th 2:17).
19. La segunda objeci�n a la doctrina de la soberan�a divina: Me dir�s pues: �Por qu�, pues, se enoja [�se queja�]? �qui�n resistir� [�resiste;� es el tiempo perfecto con fuerza del presente] a su voluntad?-Es decir: �Esta doctrina es incompatible con la responsabilidad humana.� Si Dios escoge y rechaza, perdona y castiga, a quienes le place, �por qu� se culpa a aquellos que, rechazados por �l, no pueden menos que pecar y perecer? Esta objeci�n demuestra tan conclusivamente como la anterior, la verdadera naturaleza de la doctrina objetada, a saber, que la elecci�n y la no elecci�n a la eterna salvaci�n viene antes que toda diferencia de car�cter personal. Esta es la �nica doctrina que pudiera sugerir la objeci�n aqu� dictada, y a esta doctrina la objeci�n es plausible. �Cu�l es pues la contestaci�n del ap�stol? Es doble. Primero: �Es una irreverencia y presunci�n de parte de la criatura acusar al Creador.�
20, 21. Mas antes, oh hombre, �qui�n eres t�, para que alterques [�t� que altercas�] con Dios? Dir� el vaso de barro al que le labr�: �Por qu� me has hecho [�me hiciste�] tal [Isa 45:9]? �O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro para verg�enza?-�La objeci�n se funda en la ignorancia o mala comprensi�n de la relaci�n existente entre Dios y sus pecaminosas criaturas, quienes suponen que �l est� bajo obligaciones de extender su gracia a todos, en vista de que no est� bajo obligaciones para con ninguno. Mas por cuanto todos son pecadores y han perdido todo derecho a la misericordia de Dios, compete perfectamente pues a Dios perdonar a unos s� y a otros no, hacer un vaso para honra y otro para deshonra. Pero hay que tener en cuenta que Pablo no habla aqu� del derecho de Dios sobre sus criaturas como criaturas, sino como criaturas pecaminosas: como �l mismo intima claramente en los siguientes vers�culos. El contesta a la cavilaci�n de una criatura pecaminosa contra Dios, y lo hace demostrando que Dios no est� obligado a dar su gracia a nadie, sino que es tan soberano como quien forma el barro.� [Hodge.] Pero segundo: �No hay nada injusto en tal soberan�a.�
22, 23. �Y qu�, si Dios, queriendo [pensando] mostrar la ira [su santo desagrado contra el pecado], y hacer notoria su potencia [de castigarlo], soport� con mucha mansedumbre los vasos de ira-es decir, �destinados a la ira;� as� como la expresi�n �vasos de misericordia,� que se usa en seguida, significa �vasos destinados a la misericordia;� v�ase Eph 2:3, �hijos de la ira.� preparados para muerte [�destrucci�n�]-Fu� bien observado por Stuart que �las dificultades que tales palabras envuelven no han de desaparecer con s�lo suavizar el lenguaje de un texto, ya que nos encontramos con otros muchos que son del mismo tenor; y aun cuando nos deshici�ramos de la Biblia misma, mientras reconozcamos a un Dios omnipotente y omnisciente, no podr�amos aminorar en absoluto las dificultades que tales textos plantean.� N�tese, sin embargo, que si Dios, como el ap�stol ense�a, expresamente �se propuso manifestar su ira y dar a conocer su poder� (haciendo uso de la ira), no podr�a hacerlo sino castigando a algunos y perdonando a otros; y si la elecci�n entre las dos clases no hab�a de basarse, como nuestro ap�stol ense�a, en las obras propias de ellos sino en el benepl�cito de Dios. la decisi�n debi� corresponder finalmente a Dios. Con todo, aun en el necesario castigo de los malos, como Hodge observa, lejos de proceder con indebida severidad, el ap�stol quiso que se notase que Dios �soport� con mucha mansedumbre� a aquellos que fueron objeto de su justo desagrado. Y para hacer notorias las riquezas de su gloria � para con los vasos de misericordia-Aqu� se describe aquella �gloriosa exuberancia de la misericordia divina� que se manifest� en escoger y en hacer los preparativos eternos para la salvaci�n de los pecadores.
24. Los cuales tambi�n ha llamado � a nosotros-No s�lo nos prepar� de antemano, sino que tambi�n oportunamente en realidad �nos llam�. no s�lo de los Jud�os �-Mejor: �No de entre los jud�os solamente, sino tambi�n de entre los gentiles.� Aqu� por vez primera en este cap�tulo se introduce la vocaci�n de los gentiles; todo lo anterior ten�a que ver, no con la sustituci�n de los gentiles llamados en lugar de los jud�os rechazados, sino con la elecci�n de una porci�n y con el rechazo de otra porci�n del mismo Israel. Si el rechazo de Israel hubiese sido total, la promesa de Dios a Abrah�n no hubiera sido cumplida por haber sido sustitu�dos los gentiles en lugar de ellos; pero siendo s�lo parcial el rechazo de Israel, la conservaci�n de un �residuo�, en la que la promesa se confirm�, no fu� sino �de acuerdo con la elecci�n de gracia.� Y ahora, por primera vez, el ap�stol nos dice que junto con este electo remanente de Israel, es el prop�sito de Dios �sacar de entre los gentiles un pueblo para su nombre� (Act 28:14); y dicho tema, ahora propuesto, contin�a hasta el fin del cap�tulo once.
25. Como tambi�n en Oseas dice: Llamar� al que no era mi pueblo, pueblo m�o; y a la no amada, amada-Este pasaje es citado, pero no literalmente, de Hos 2:23, y se relaciona inmediatamente, no a los gentiles, sino al reino de las diez tribus; pero como �stos se hab�an sumido al nivel de los paganos que no eran �pueblo de Dios,� y en tal sentido �no amados,� el ap�stol l�citamente lo aplica a los gentiles, como �alejados de la rep�blica de Israel y extranjeros a los pactos de la promesa� (as� 1Pe 2:10). Y ser� [otra cita de Hos 1:10], que en el lugar donde les fu� dicho: Vosotros no sois pueblo m�o, all� ser�n llamados hijos del Dios viviente-La expresi�n, �en el lugar � all�,� parece indicada para dar mayor �nfasis al ben�fico cambio aqu� anunciado, de la exclusi�n divina a la admisi�n divina para gozar de los privilegios del pueblo de Dios.
27-29. Tambi�n [�pero�] Isa�as clama-La expresi�n �clama� denota un testimonio solemne dado con claridad [Joh 1:15; Joh 7:28, Joh 7:37; Joh 12:44; Act 23:6; Act 24:41]. tocante a Israel: Si fuere el n�mero de los hijos de Israel como la arena de la mar, las reliquias [esto es, el residuo solamente] ser�n salvas: Porque palabra [�cuenta�] consumadora y abreviadora en justicia-El ajuste de cuentas est� por terminarse y acortarse en justicia.� porque palabra [�cuenta�] abreviada, har� el Se�or sobre la tierra-Isa 10:22-23 seg�n la Versi�n de los Setenta. El sentido dado a estas palabras por el ap�stol, podr� parecer diferente del que quiso darle el profeta. Pero la identidad de su sentimiento de ambos lugares aparecer� en seguida, si entendemos aquellas palabras del profeta, �la destrucci�n acordada (�decretada�) rebosar� justicia,� en el sentido de que mientras que un residuo de Israel ser�a conservado para volver del cautiverio, �la consumaci�n decretada� de la impenitente mayor�a ser�a �repleta de justicia�, o manifestar�a ilustremente la justa venganza de Dios contra el pecado. La �cuenta abreviada� parece significar el r�pido cumplimiento de su palabra, tanto en desechar una porci�n como en salvar la otra. Y como antes dijo Isa�as-Esto es, probablemente, en una parte anterior de su profec�a, a saber Isa 1:9. Si el Se�or de los ej�rcitos-o �de Sabaot.� El vocablo es hebreo, pero aparece as� en la ep�stola de Santiago (Jam 5:4), y de all� se ha naturalizado en nuestra fraseolog�a cristiana. no nos hubiera dejado simiente-que significa un �residuo�; peque�o al principio, pero que en su debido tiempo ser�a simiente abundante (comp. Psa 22:30-31, Isa 6:12-13); Como Sodoma habr�amos venido a ser-Si no fuese por la preciosa simiente, el pueblo escogido hubiera sido como las ciudades de la llanura, tanto en la degeneraci�n de car�cter como en el destino merecido.
30, 31. �Pues qu� diremos?-��Cu�l pues es el resultado de todo esto?� El resultado es muy diferente de lo que uno hubiera pensado: Que los gentiles que no segu�an justicia, han alcanzado (�alcanzaron�) la justicia � la justicia que es por la fe-Como hemos visto que la justicia que es por la fe es la justicia que justifica (v�ase nota, cap. 3:22), este vers�culo debe significar que �los gentiles, siendo extra�os a Cristo, eran indiferentes en cuanto a su relaci�n con Dios, y habiendo abrazado el evangelio tan luego como les fu� predicado, experimentaron la bienaventuranza de la condici�n de justificados.� Mas Israel que segu�a la ley de justicia, no ha llegado a la ley de justicia-La palabra �ley� se usa aqu�, pensamos, en el mismo sentido como en el cap. 7:23, para denotar �un principio de acci�n:� es decir, que �Israel, aunque sincera y constantemente trat� de alcanzar la aceptaci�n de Dios, sin embargo fall�.�
32, 33. �Por qu�? Porque la segu�an no por fe, mas como por las obras de la ley-Creyeron que as� se obtendr�a pero estaban errados; y puesto que se alcanza solamente por la fe, fracasaron en su empe�o. por lo cual [es dudoso que la part�cula as� traducida estuviese en el texto original] tropezaron en la piedra de tropiezo-Mejor dicho: �contra la piedra de tropiezo,� la cual es Cristo. Pero en esto hicieron solo Como est� escrito (Isa 8:14; Isa 28:16). He aqu�,� etc.-En este vers�culo hallamos dos predicciones mesi�nicas combinadas, cosa no poco com�n en las citas del Antiguo Testamento. La predicci�n as� combinada, re�ne en una las dos clases de personas de las que trata el ap�stol: aquellos para los cuales el Mes�as no es sino una piedra de tropiezo, y aquellos que lo tienen por la principal Piedra del Angulo de todas sus esperanzas. As� interpretado, este cap�tulo no presenta dificultades serias, a no ser que surjan del tema mismo, cuyas profundidades son insondables; mientras que con respecto a toda otra interpretaci�n del mismo, la dificultad de darle alguna explicaci�n compatible y digna es a nuestro juicio insuperable. N�tese (1) Hablar y obrar �en Cristo�, con la conciencia no s�lo iluminada sino tambi�n bajo la operaci�n eficaz del Esp�ritu Santo, no es cosa extra�a a los sobrenaturalmente inspirados, y debiera ser una experiencia apetecida de todo creyente (v. 1). (2) La gracia no destruye los sentimientos naturales, sino que los eleva e intensifica, y esto los cristianos debieran tratar de demostrarlo (vv. 2, 3). (3) El pertenecer a la iglesia invisible de Dios y gozar de sus santas prerrogativas, es un don de la soberana misericordia de Dios, y debiera ser considerado con gratitud reverente (vv. 4, 5). (4) Sin embargo, las m�s sagradas distinciones y privilegios externos nada valdr�n para la salvaci�n si el coraz�n no se somete a la justicia de Dios (vv. 31-33). (5) �Qu� clase de personas debieran ser los �elegidos de Dios�: en humildad, al recordar que �l los ha salvado y llamado, no conforme a sus obras, sino conforme a su prop�sito y gracia para con ellos en Cristo Jes�s, antes de que el mundo fuese (2Ti 1:9); en gratitud, porque ��Qui�n te distingue? o �qu� tienes que no hayas recibido?� (1Co 4:7); en santo celo por nosotros mismos, recordando que �Dios no puede ser burlado; y que todo lo que sembrare el hombre, eso tambi�n segar� (Gal 6:7); en diligencia, para �hacer segura nuestra vocaci�n y elecci�n� (2Pe 1:10); pero en la confianza de que �a los que Dios predestina, y llama, y justifica, oportunamente tambi�n los glorifica� (cap. 8:30). (6) En cuanto a todos los temas que por su naturaleza est�n m�s all� de la comprensi�n humana, ser�a sabio de nuestra parte el asentar como indisputable lo que Dios dice en su palabra y su proceder para con los hombres, aun cuando ello contradiga las conclusiones del mejor ejercicio de nuestro limitado juicio (vv. 14-23). (7) La sinceridad en la religi�n, o el deseo de ser salvo, acompa�ado de esfuerzos asiduos para hacer lo bueno, resultar� fatal como base de nuestra confianza delante de Dios, a menos de que se acompa�e con un sometimiento impl�cito a su plan revelado de salvaci�n (vv. 31-33). (8) Al rechazar una gran masa del pueblo elegido y al introducir a multitudes de gentiles extranjeros, era la voluntad de Dios que los hombres conociesen el proceder divino, el cual el juicio del gran d�a revelar� m�s claramente: cuando �los �ltimos ser�n primeros y los primeros �ltimos� (Mat 20:16).