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Bible Commentaries
1 Samuel 13

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

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Versículos 1-23

1 Samuel 13:1 . Un a�o dos a�os. Los Setenta no han traducido este vers�culo. Algo quiere llenar el sentido; y se supone que Sa�l ten�a tantos a�os cuando comenz� a reinar sobre Israel, (probablemente unos cincuenta) y cuando hab�a reinado dos a�os, Sa�l eligi� tres mil guardias, como fue el caso de otros reyes. Estos fueron disciplinados para la guerra, as� como para asistir al rey.

1 Samuel 13:5 . Treinta mil carros. Las versiones sir�aca y �rabe dicen tres mil, que es m�s que el n�mero de carros mencionado en el ej�rcito de cualquier otro rey antiguo. Los tirios estaban aliados con ellos.

1 Samuel 13:8 . Seg�n el tiempo establecido. Perfecto es Jehov� en cumplir la promesa con el hombre, pero el coraz�n carnal no tiene paciencia con la providencia. Aar�n deb�a tener un becerro antes de que cumplieran los cuarenta d�as. Este fue el pecado de Sa�l. Samuel no vendr�; y cuando lleg�, Sa�l ech� toda la culpa al pueblo. El Se�or vio que se necesitaban siete d�as para la prueba y purificaci�n de Sa�l y su ej�rcito. Al estar desarmados, excepto los guardias, ahora debe esperarse la liberaci�n �nicamente del Se�or.

1 Samuel 13:14 . Un hombre conforme al coraz�n de Dios. El coraz�n de David era perfecto con el Se�or, en el est�mulo y la preservaci�n de la religi�n verdadera. Sus errores morales eran temporales y se elev� por encima de ellos con todos los frutos del arrepentimiento. �Qu� es un tono oscuro, comparado con toda una vida de virtudes brillantes? Se debe alentar a los hombres ca�dos a que se levanten de nuevo.

REFLEXIONES.

Los filisteos, aunque derrotados por el trueno del Se�or en Mizpa, no hab�an renunciado a sus pretensiones de soberan�a sobre Israel; ni hab�an prestado mucha atenci�n a la unci�n de Sa�l. A�n conservaban su antigua guarnici�n en lugares fuertes; y en el l�mite occidental de la tierra se llevaron a todos los herreros y desarmaron al pueblo. Mientras tanto, Samuel parece haberse retirado a sus deberes privados de profeta y juez, o m�s bien haber disfrutado del retiro de la edad, al ver que un rey estaba ahora en el trono.

Israel estaba as� circunstanciada cuando Jonat�n, por orden de su padre, dio el primer y muy ilustre golpe hacia la emancipaci�n de su pa�s, golpeando a la guarnici�n filistea en la colina de Geba. Esta fue la se�al para la reanudaci�n de la guerra. Provoc� al enemigo a invadir la tierra con todas sus fuerzas. La gente tembl� y huy� en todas direcciones. Pero a Sa�l se le orden� que fuera a Gilgal y esperara el tiempo establecido de siete d�as.

Aqu� estaba la prueba de su fe: aqu� estaba la prueba de su obediencia. Dios vio que este per�odo preciso era necesario para la formaci�n del ej�rcito y para su purificaci�n. Pero aqu�, como en el desierto, la paciencia de Saulo y del pueblo se acab� por completo. Lleg� la s�ptima ma�ana; pero Samuel no hab�a venido. �Y luego que? El d�a no hab�a expirado; a�n no era el momento del sacrificio vespertino.

S�, pero la incredulidad sugiri� que Samuel no vendr�a; que no se pod�a confiar en la palabra de Dios, y que el enemigo vendr�a y los har�a pedazos. Entonces Sa�l, no creyendo en Dios por su profeta, le ofreci� sacrificios sobre su altar. Pero apenas se hab�a humeado el intempestivo altar, cuando apareci� el profeta. En consecuencia, el pecado de Saulo fue mayor de lo que parece en la primera lectura de su caso. Fue un acto total de desconfianza e incredulidad.

Aprende, pues, alma m�a, a temer al Se�or en todo. Aprenda la fidelidad a su palabra; porque la falta de fidelidad lo provocar� a ira y te privar� de la confianza en su misericordia y protecci�n. �Y este flagrante acto de incredulidad e impaciencia, relacionado con los otros pecados de Sa�l, les quit� el reino a �l y a sus herederos? Entonces deja que la iglesia cristiana sea santificada por el pensamiento. Cada pacto, como hemos visto en el caso de El�, 1 Samuel 2:30 , tiene sus condiciones, y cada promesa tiene impl�cita su correspondiente obediencia.

Se admite que Sa�l y su compa��a que se desmayaba, mientras estaban en Gilgal, se encontraban en una situaci�n muy dif�cil. Pero los hombres, cuando lo intentan, nunca deben renunciar a su confianza. Las promesas de apoyo divino son el ancla del alma; y si el ancla se hunde en el d�a de la tempestad, sin un milagro de misericordia, el naufragio debe ser la consecuencia.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 13". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/1-samuel-13.html. 1835.
 
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