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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento Comentario de Sutcliffe
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 24". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/1-samuel-24.html. 1835.
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 24". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/
Versículos 1-22
1 Samuel 24:1 . En-gedi estaba junto al mar muerto. Estrab�n, hablando de las cavernas de Siria e Iturea, dice que hay una que tendr� capacidad para cuatro mil hombres. Lib. diecis�is.
1 Samuel 24:3 . Sa�l entr� para cubrirse los pies; una frase modesta para aliviar la naturaleza; y dejando a un lado su t�nica, David se acerc� y cort� una peque�a parte.
1 Samuel 24:4 . Entregar� a tu enemigo en tus manos. El rabino Lyranus dice que Samuel le hab�a dicho esto cuando su esposa lo ayud� a escapar de los verdugos enviados por Sa�l.
1 Samuel 24:20 . Seguramente ser�s rey. La opini�n general en el ej�rcito y en la naci�n era que David deber�a suceder al trono.
REFLEXIONES.
Siendo la destrucci�n de David la principal pasi�n de Sa�l, apenas se permiti� tiempo para detener a los filisteos, antes de volver a la persecuci�n m�s deshonrosa del mejor de los hombres. La malicia, cuando est� arraigada en el coraz�n, es la m�s terrible de las pasiones humanas.
Sa�l era tan sutil como malicioso; y tanto es as�, que el vigilante David se sorprendi� de alguna manera por segunda vez. Pero he aqu� que �l, que puso lazo a otro, cae en un lazo mortificante que ning�n hombre hab�a puesto a sus pies. Mientras el ej�rcito avanzaba, Sa�l solo se acerc� a la cueva, siendo observado por David y sus amigos. El rey, sin sospechar la presencia de un enemigo, se aventur� a entrar y disfrutar de la sombra.
Y los amigos de David, al acercarse a Sa�l, no hab�an querido recordarle que la promesa de Samuel o Gad, ahora se hab�a cumplido, de que Dios entregar�a a su enemigo en sus manos. S�, el mismo David no pudo olvidar la lanza dos veces lanzada para atravesarlo; ni querr�a Abiatar suplicar por la justa venganza de la sangre de su padre y de la sangre de todos sus hermanos. Pero un siervo de Dios nunca debe realizar una acci�n que no sea digna de su santo nombre. Un hijo nunca debe conspirar contra un padre. Ninguna corona se convierte en un pr�ncipe virtuoso, sino una corona de justicia.
Saulo, Saulo inconsciente, apenas se hab�a retirado de la cueva, cuando una voz grit� tras �l: �Se�or m�o, padre m�o! Se volvi� y vio a David, a veces postr�ndose en tierra y, a veces, levantando los jirones de su manto. Se pregunt� y escuch� la defensa de su hijo. Golpeado por el momento por el riesgo que hab�a corrido, y asombrado de encontrar en David un protector, su alma se abland�; las l�grimas fluyeron y la verdad elev� su voz por encima del prejuicio y la pasi�n.
Reconoci� sus errores y la superior rectitud de su hijo. Ahora los amigos de Sa�l y de David se re�nen para escuchar la extraordinaria conversaci�n; ahora los dos ej�rcitos se acercan, pero no para luchar. No es para destruir a David, sino para hacer un pacto con �l y rendirle homenaje como rey de Israel.
Pero, �c�mo mostrar� Doeg su rostro en esta entrevista? �C�mo encontrar� los ojos de David y de Abiatar? �C�mo levantar�n la cabeza todos los mentirosos y todos los lisonjeros de Sa�l, que hab�a susurrado al o�do real mil traiciones contra David? Los jirones del manto asustan a todos, y los ojos de un hombre inocente cubren de confusi�n el rostro de mil reos. Y, adem�s, podemos preguntarnos �c�mo se atrever� este mundo culpable, que ha despreciado a Cristo y su evangelio, y que ha ofrecido diez mil indignidades a su nombre y a su iglesia, a verlo en su trono? Poco a poco sus pies caer�n en la cueva; y felices si encuentran a un David que deje ir a sus enemigos.
Dejemos que el cristiano sea instruido por esta entrevista acerca de las armas de su guerra; no son carnales, sino poderosos mediante la gracia. Ayer fue el rebelde David, el traidor David, y se le puso precio a su cabeza. Hoy es "mi hijo David". El carb�n encendido hab�a derretido el coraz�n de Sa�l.
Saulo, defectuoso en virtud y a menudo imprudente, no era defectuoso en el sentido com�n. Reconoci� a David como el sucesor de la corona; y sabiamente estipulado para la protecci�n de su casa. Esta fue una medida de pol�tica consumada y feliz en sus efectos. As� que se separ� de David agradecido de haber derramado l�grimas, no sangre. Regres� realmente humillado y marcado en su t�nica, pero eso era mucho mejor que mancharla con sangre inocente.
Si Sa�l fue prudente, David lo fue a�n m�s. Segu�a prefiriendo su agarre, que le aseguraba una seguridad parcial, y un retiro a placer al desierto, a una mansi�n en la corte. Prefer�a las cabras y las ovejas como vecinos en lugar de los cortesanos de Sa�l; conoc�a demasiado bien el temperamento variable del rey. Sab�amente tem�a que las l�grimas de Sa�l fueran solo como el regalo de un d�a helado, cuando el calor del mediod�a actuaba sobre ellas; por la tarde predomina el fr�o con mayor fuerza que antes.
Por lo tanto, debemos esforzarnos por vivir en paz, si es posible, con hombres malvados, pero no ponernos en su poder. Tambi�n debemos aprender que las l�grimas pasajeras por faltas pasadas no son se�ales de arrepentimiento genuino, a menos que sean seguidas por los frutos correspondientes de fe, obediencia y amor.