Bible Commentaries
1 Samuel 5

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

Versículos 1-12

1 Samuel 5:1 . Ashdod, luego llamado Azotus. Hechos 8:40 .

1 Samuel 5:2 . El arca y la coloc� junto a Dag�n. Ver Jueces 10:6 ; Jueces 16:23 . Algunos hacen que Dagon sea lo mismo que Nereid, Triton y los Syrens. Virgilio, en varios lugares, habla de la destrucci�n de los templos como una gran calamidad.

Eneida. 7. Es una costumbre de gran antig�edad depositar en los templos los trofeos tomados en la guerra, y m�s tarde en las iglesias. Durante la �ltima guerra con Francia, tuvimos muchas banderas y estandartes suspendidos en la Catedral de St. Paul, en Whitehall, etc.

1 Samuel 5:4 . Solo el mu��n. En hebreo, el dag�n, la parte inferior de un pez, que dio el nombre al �dolo: las formaciones superiores eran las de una mujer.

1 Samuel 5:6 . La mano del Se�or fue pesada sobre ellos. Tanto la LXX como la Vulgata contienen la siguiente adici�n a este vers�culo. Y las ciudades y los campos en toda esa regi�n fueron destruidos, y se produjeron ratones, y la confusi�n de una gran mortalidad prevaleci� en la ciudad. Esto explica, probablemente, 1 Samuel 6:4 , donde se menciona a los ratones de oro como parte de la ofrenda por la culpa enviada con el arca.

1 Samuel 5:12 . Emerods. Los cr�ticos aqu� generalmente dicen fur�nculos o llagas. Las im�genes plateadas, 1 Samuel 6:5 , parecen insinuar algunas especies de alima�as. Sin embargo, los cr�ticos de la Sinopsis de Poole y Stockius sostienen que aqu� se entienden las pilas y las disenter�as; enfermedades frecuentes en los campamentos y guerras por fatiga excesiva.

REFLEXIONES.

Acabamos de ver regresar los fragmentos dispersos de Israel; pero sin la compa��a de arca o sacerdote. El o�do del que o�a hormigueaba, y I-chabod estaba escrito en cada rostro. Al contrario, Filistea grit� de alegr�a; y m�s por la toma del arca y sus querubines de oro, que por la derrota de Israel; porque ahora pod�an jactarse profanamente de que Dag�n hab�a vencido al Dios de Israel, que hab�a llenado a Egipto con los terrores de su nombre.

Pero la guerra del arca pronto les ense�� una mejor sabidur�a. Dagon cay� dos veces ante �l; y dos veces sus sacerdotes se vieron obligados a ayudar y ayudar a su dios a recuperar su posici�n; la �ltima vez no pudieron disimular su cuerpo desmembrado. El Se�or, que se hab�a vengado de los dioses de Egipto, de los dioses de Cana�n y ahora de Dag�n, luego se veng� del pueblo. Muchos en Asdod se enfermaron de la pestilencia y fueron consumidos; y mientras estas calamidades prevalec�an en la ciudad, las alima�as consum�an el aumento del campo.

Por fin, el pueblo, afligido por todos lados, sin atreverse a retener la causa de todas sus calamidades, envi� el arca a Gat. Pero aqu�, como en Ashdod, en Askelon y Ekron, se repitieron las plagas del cielo.

De la grandeza y variedad de castigos infligidos a las ciudades y tierras de los filisteos, debemos inferir la grandeza de su pecado. Sab�an, conoc�an bien el car�cter del Dios de Israel y los milagros que hab�a realizado su brazo, tanto en Egipto como en la tierra de Cana�n. Por tanto, deb�an haber rodeado el arca con devoci�n, no con insultos en la casa de sus �dolos. De ah� que tambi�n, como esta arca y su pacto eran figurativos de Cristo, del evangelio y de la gloria eterna, el mundo cristiano deber�a aprender a reverenciar una religi�n revelada desde el cielo.

No ofrezcamos nunca en pensamiento, palabra u obra el m�s m�nimo insulto al Dios vivo, ni a la palabra de verdad, que es el �nico fundamento de toda nuestra esperanza. Especialmente, cuid�monos de hacer esto cuando estamos en compa��a de los malvados. Un insulto en la casa de Dag�n, el cielo no lo pasar� por alto.

Si la religi�n llegara a estar oprimida, como ahora estaba en Israel; si, como en nuestra propia �poca y naci�n, encontramos que los c�rculos m�s alegres de la sociedad se inclinan a ignorar las cosas sagradas; y los pobres, a ejemplo de los ricos, tom�ndose una licencia que deshonra el nombre de pila; o si, como ha sido el caso a menudo, encontramos al pueblo de Dios en el exilio y la aflicci�n, tengamos cuidado de no reprocharlo nunca, ni adular a los enemigos del Se�or; porque �l vengar� toda humillaci�n ofrecida a su nombre.

Por m�s bajo que encontremos al pueblo de Dios, �l ha afligido su santuario para purificarlo y para instruir al mundo. Si�n a�n se levantar� y resplandecer� en toda la gloria de su pacto y promesas; y los que menospreciaron su nombre ser�n confundidos.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 5". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/1-samuel-5.html. 1835.