Bible Commentaries
1 Timoteo 3

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

Versículos 1-16

1 Timoteo 3:1 . Este es un dicho verdadero, una palabra indudable: si un hombre desea el oficio de obispo, desea una buena obra, una esfera loable de trabajo y utilidad. Pero por la idea de un obispo primitivo no debemos transmitir una noci�n del palacio de Lambeth, ni la del cardenal Wolsey en Bishopthorpe, sino m�s bien la de un pastor humilde, deseando y ardiendo con ardor por la salvaci�n de las almas, y en el riesgo de ataduras, de destierro y de martirio. Al d�a de las peque�as cosas le sucede ahora el esplendor; y la iglesia muestra a sus obispos con frente mitrado en la casa del senado.

1 Timoteo 3:2 . El obispo, entonces, debe ser irreprensible en lo que respecta a su matrimonio, que es el primer v�nculo de la sociedad; el marido de una sola mujer, un precepto que se repite en Tito 1:6 . Jer�nimo en su ep�stola a Oceanus, exponiendo este lugar, afirma que no pod�an crear un obispo que se hubiera casado con dos esposas; uno antes de su bautismo, y estando ella muerta, otro despu�s del bautismo.

Unam ante baptismum, et ea defuncte, altera post baptismum. SIXTUS de Siena, p�g. 704. Los cr�ticos se detienen en esta palabra, porque a las naciones orientales se les permiti� la poligamia, una pr�ctica desaprobada por Cristo y desaprobada por la iglesia. Ambrosio, Cris�stomo y Epifanio se citan aqu� como advertencia a los ministros contra los segundos matrimonios, que Pablo permiti� al pueblo, Romanos 7:1 , para que no tuviese la apariencia de concupiscencia.

Sed ut inquiunt Epiphan. Chrysost. et Ambros. ne assumatur qui alteram uxori mortu� superinduxerit, quod illud incontinenti� suspicione non careat. Aunque tales eran las ideas de muchos en la iglesia primitiva, como aparece en Lucas 2:36 y 1 Timoteo 5:9 ; y aunque no se pueden probar los segundos matrimonios en el clero; sin embargo, como muchos ministros pierden a la esposa de su juventud por consumos, y de lo contrario, despu�s de una debida consideraci�n a la modestia, nadie desear�a cargar sobre ellos la carga del celibato durante todos sus a�os futuros.

Un obispo debe estar atento, siempre con la mirada puesta en su trabajo. Debe mejorar las ocasiones, evitar peligros y, en todo, ser un padre para la familia de Dios.

Tambi�n debe ser sobrio . Sedado y sabio, lleno de urbanidad en los modales; dado a la hospitalidad, seg�n sus medios privados, y como limosnero de la iglesia. Apto para ense�ar. Tener una comprensi�n cultivada, un conocimiento profundo de la naturaleza humana, acompa�ado de una disposici�n y fluidez del habla en la conversaci�n y una aptitud para transmitir instrucci�n. En el p�lpito debe ser un hombre que posea todos los adornos para el santuario.

Debe ser semejante a un dios en sabidur�a, contundente en sus argumentos, lleno de facilidad y gracia, y tan concluyente que sus oyentes no necesiten pedir m�s luz. "Cuando hab�a juzgado una causa", dice Job, "nadie habl� despu�s de m�".

1 Timoteo 3:3 . No dado al vino. Una palabra para toda la templanza, porque se observa a un ministro en una fiesta y en todas las dem�s ocasiones en las que existe alg�n peligro de autocomplacencia.

Sin delantero. Seg�n las leyes del rey Ina, parecer�a que nuestros padres sajones lucharon a menudo en la corte; y la lucha era bastante com�n entre los griegos. En los eclesi�sticos especialmente, no se permiten concursos de este tipo. Al contrario, el amor fraternal es estrictamente necesario.

No codiciosos de ganancias deshonestas. Contento con lo acostumbrado, justo y equitativo, en todos sus tratos; conceder el centavo en disputa a los contenciosos, en lugar de entrar en contienda.

No es un luchador. Un hombre dotado de sabidur�a consciente puede ser comunicativo, libre y f�cil en la conversaci�n y el discurso, pero no puede ser locuaz. La mansedumbre y la sencillez son las caracter�sticas de la verdadera religi�n y deben adornar especialmente la profesi�n ministerial.

No codicioso. En el desarrollo del car�cter, si parece que el coraz�n del pastor est� puesto en la tierra, en las mansiones o en el engrandecimiento de su familia, y que al mismo tiempo ha sido deficiente en los deberes de caridad y beneficencia, la gente eviten su compa��a, ya que detestan sus faltas.

1 Timoteo 3:4 . Uno que gobierne bien su propia casa. Ver Efesios 6:1 .

1 Timoteo 3:6 . No soy un novato. Un hombre inexperto en su trabajo y lleno de s� mismo, y por lo tanto apresurado por su orgullo a la condenaci�n del diablo. Tal maestro es una plaga para su auditorio y una verg�enza para su profesi�n.

1 Timoteo 3:7 . Debe tener un buen informe de los que est�n afuera, de lo contrario no lo escuchar�n con reverencia ni recibir�n su mensaje con cordialidad. Una reputaci�n intachable es esencial para la aceptaci�n y el �xito en el trabajo del ministerio.

1 Timoteo 3:9 . Manteniendo el misterio de la fe en conciencia pura. Su mente debe ampliarse en el conocimiento de la verdad; tambi�n debe retenerlo y ense�arlo, teniendo en cuenta todos los dem�s deberes ministeriales. Debe ser como su modelo, "en labores m�s abundantes".

1 Timoteo 3:15 . Sepa comportarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y baluarte de la verdad; como los santos sacerdotes y levitas conduc�an la adoraci�n del tabern�culo antiguo, porque la palabra hebrea kahal, o congregaci�n, concuerda con la palabra iglesia. Las piedras del templo antiguo se llaman "piedras de fuego", Ezequiel 28:14 ; y tales ministros deber�an estar siempre en el santuario.

Tanto m�s, ya que el templo cristiano es la iglesia del Dios vivo; y su sumo y ungido sacerdote es el mismo Hijo de Dios. Sobre esta roca est� construida la iglesia, y las puertas del infierno no prevalecer�n contra ella. Todas sus doctrinas deben ser permanentes, pues sus fundamentos son seguros.

La iglesia tambi�n es llamada columna y baluarte de la verdad; el pilar sobre el que se inscribe la verdad en caracteres legibles y la base sobre la que descansa. "La iglesia del Dios viviente", dice Cris�stomo, "es la columna y la estabilidad de la verdad"; como los cimientos de la tierra, permanece inm�vil. Este monumento de la verdad, levantado por la mano de Dios, exhibe a todas las generaciones futuras la doctrina y la disciplina de la era apost�lica, grabadas como en la roca para siempre.

1 Timoteo 3:16 . Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad, es decir, de la encarnaci�n. Dios fue manifestado en carne. ???? ????????? ?? ????? . As� leyeron Cris�stomo y Teofilacto; tambi�n Erasmo y Heinsius: ed. Cantab. 1640, p�g. 488. Pero la palabra Dios falta en el griego de Syrus y en el lat�n.

Por supuesto, Griesbach lo omite en su testamento griego unitario. Erasmo se queja del lat�n Quod manifestum est in carne, porque lo que sigue se refiere a Dios; por tanto, esta lectura le parece seca o ins�pida, y equivale a lo manifestado, lo justificado, etc. La autoridad de Cris�stomo para esta lectura sobrepasa con creces la de Syrus, en cuya copia se entiende la divinidad como manifiesta en la carne.

Esta lectura concuerda con todas las promesas de la manifestaci�n de Cristo, o que la gloria del Se�or deber�a ser revelada. Isa�as 40:4 ; Isa�as 45:8 ; Isa�as 52:6 ; Hageo 2:7 .

Tales son las ideas de los profetas, cuyas palabras nunca fueron entendidas en ning�n otro sentido. Pero la expresi�n "manifestado en carne" coincide especialmente con la promesa de que Cristo ser�a la Simiente de la mujer, el heredero de Abraham, y del linaje de David, la ra�z de Isa�, todo ello correspondiente a las escrituras cristianas. El Verbo se hizo carne y habit� entre nosotros. Dios envi� a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley.

G�latas 4:6 . El Hijo de Dios fue manifestado. 1 Juan 3:8 .

El Dr. Doddridge sobre este texto permite que la deidad habit� encarnada en la humanidad de nuestro Se�or; y luego agrega generosamente que �l era "la persona divina que profesaba ser". Harmer, en su traducci�n del nuevo testamento, hace lo mismo. Juan 1:1 . "Y el Verbo era una persona divina". Los �ngeles tambi�n son personas divinas, si conocemos el significado de la palabra.

Pero yo preguntar�a si los ap�stoles en alguna parte llaman Dios a los �ngeles, y anteponen, como en el griego, un art�culo enf�tico antes de la palabra. Quisiera preguntar si en alg�n lugar desean misericordia y paz para los que invocan el nombre de un �ngel, como lo hacen para los que invocan el nombre del Se�or Cristo: e invocar el nombre del Se�or era el acto m�s elevado del hebreo devoci�n. Comp�rese con Joel 2:32 ; Hechos 7:52 ; Hechos 9:14 ; 1 Corintios 1:2 ; 2 Timoteo 2:22 .

Harmer, Peirce y Priestley eran hombres honestos; pero mientras Doddridge fingi� la ortodoxia, hizo un da�o indecible a la verdad, que no puede admitir indecisi�n y duplicidad de expresi�n. �l hace una peque�a enmienda, o al menos una variaci�n con una expresi�n relativa al Santo de Dios, al llamarlo "�la persona ilustre que profesaba ser!" �Es de extra�ar que despu�s los estudiantes de doctor resulten ser casi todos arrianos?

Fue justificado en el Esp�ritu, fue declarado el Santo y el Justo, porque fue al Padre. Todos sus milagros, realizados por el poder del Esp�ritu Santo, testificaron que �l era el Cristo de Dios.

Visto de �ngeles. Los santos �ngeles lo acompa�aron durante todo su ministerio y lo adoraron como al unig�nito del Padre, para quien todas las cosas fueron creadas.

Predic� a los gentiles, y no solo a los jud�os, porque �l era la salvaci�n de Dios hasta los confines de la tierra; y en �l ser� justificada y se gloriar� toda la simiente de Israel.

Cre�do en el mundo. La conversi�n de multitudes en todas las naciones atestigu� la eficacia de su sacrificio y el poder de su resurrecci�n. Esto tambi�n es parte del misterio de la piedad, que la doctrina de la encarnaci�n y el sacrificio de Cristo sea acompa�ada con un �xito tan amplio y poderoso.

Recibido arriba en la gloria, donde los cielos esperaban para recibirlo, con las puertas eternas abiertas de par en par, para que entrara el Rey de gloria. All� est� sentado el Conquistador, a la diestra de la Majestad en las alturas; all� el Abogado ante el Padre, el Sacerdote en su trono, intercediendo por todos los que por �l se acercan a Dios, y ofreciendo las oraciones de los santos. Tal es la consumaci�n del gran misterio de la piedad, que llena el cielo y la tierra con infinitas maravillas y deleites.

REFLEXIONES.

Los ministros son la gloria de Cristo, el gozo y la gloria de la iglesia. Pero deben ser santos, como su profesi�n implica plenamente. Ning�n ministro de estado puede actuar en nombre de su soberano a menos que est� autorizado, y a menos que tenga relaciones sexuales con �l y conozca el placer real. Debe vestirse con el traje del estado y apoyar la dignidad del alto cargo que sostiene. Lo mismo ocurre con el pastor cristiano, el padre de la iglesia.

Si es dado al vino, a la violencia de la pasi�n, o se apega s�rdidamente a ganancias deshonestas, el Rey de reyes ocultar� su rostro y se negar� a revelar su voluntad. El evangelio en ese caso, como dice Ostervald, se congelar� en sus labios.

Aunque Timoteo hab�a sido educado durante mucho tiempo por un gran maestro, y era en s� mismo otro Pablo, aun as�, incluso Timoteo necesitaba consejo y consejo paterno en la alta e importante posici�n que estaba llamado a ocupar. Por tanto, que todos los hombres, al entrar en un cargo pastoral, busquen la sabidur�a y la ayuda del Se�or, y que lean y estudien el impresionante lenguaje de esta ep�stola.

La idea que nos da aqu� San Pablo de la Iglesia, columna y baluarte de la verdad, es verdaderamente sublime y hermosa. All� el gran misterio de la piedad erigi� su monumento y eligi� su morada. All� el Verbo hecho carne ha manifestado su gloria, la gloria del unig�nito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Sin lugar a dudas, este misterio de la encarnaci�n es la maravilla del cielo y el gozo de la tierra.

El Eterno nacido en el tiempo. El Hijo, gozando desde la eternidad de la gloria con el Padre, est� acunado en un pesebre, con todas las enfermedades inocentes de nuestra naturaleza. Todos los eventos concomitantes justifican las palabras de los profetas; la gloria del Se�or es revelada, para que toda carne la contemple juntamente. Los �ngeles ven la escena con admiraci�n, asisten con alegr�a a su advenimiento y acompa�an a su Se�or a la gloria. M�s a�n: el mundo cree en el Redentor crucificado y multitudes est�n dispuestas a morir por su nombre. Canta, oh cielos, y al�grate, oh tierra. Pero que la iglesia, construida sobre la roca, retenga la fe que una vez fue entregada a los santos.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 1 Timothy 3". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/1-timothy-3.html. 1835.