Bible Commentaries
2 Reyes 6

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

Versículos 1-33

2 Reyes 6:1 . Hijos de los profetas. Ver com. 2 Reyes 2:3 ; 2 Reyes 2:5 . Evidentemente, su n�mero hab�a aumentado, aunque en tiempos dif�ciles. Su universidad era una sencilla casa construida en casa.

2 Reyes 6:5 . Prestado. ????, esta ra�z, como en �xodo 11 , No tendr� otro sentido que pedir prestado o pedir. La p�rdida de un hacha fue casi irreparable, donde las forjas de acero eran escasas y lejanas. La recuperaci�n de este hacha por milagro fue una se�al especial del favor divino, hacia la nueva ampliaci�n de la escuela. La gente, aunque los tiempos eran hostiles, secretamente apoy� esas escuelas, para que la gloria morara en la tierra.

2 Reyes 6:18 . Ceguera. La LXX dec�a, ???????, no ver o no ver claramente; viendo algunas cosas y no viendo otras, como podr�a ser el caso de los hombres de Sodoma.

2 Reyes 6:25 . La cabeza de un asno. Los siclos eran de distinto peso y valor; el menor de quince, y el mayor algo m�s de media corona. La cabina, una peque�a medida para el grano. Bochart parece tener raz�n en su afirmaci�n de que una especie de pulso se llama esti�rcol de paloma.

2 Reyes 6:32 . Este hijo de asesino. Joram lleva una mano ensangrentada en su escudo de armas, porque su madre Jezabel hab�a asesinado a Nabot y a los profetas. Los fantasmas de los m�rtires y los hombres asesinados asedian el trono del cielo por las visitaciones de la justicia divina.

REFLEXIONES.

Este pasaje, m�s que ning�n otro, nos abre la situaci�n de los hijos de los grandes y altamente inspirados profetas. A veces se les llama j�venes, candidatos al ministerio. Viv�an en soledad y retiro, pero con frecuencia los encontramos ayudando a los profetas superiores en su ministerio; y cuando fueron a entregarles algunos de los mensajes importantes del cielo, evidentemente fueron empleados como profetas, aunque todav�a continuaron viviendo en o cerca de su amado retiro.

Los seminarios pueden introducir a los j�venes al lenguaje y la literatura, pero no pueden hacer predicadores. Deben tener el Esp�ritu y todas las dotes naturales del cuerpo y la mente para el santuario, antes de irse, de lo contrario se mal aplica la educaci�n. Tenemos a continuaci�n un descubrimiento m�s lejano de uno de los mayores errores y pecados de Acab, al perdonar la vida de Ben-adad, a quien Dios hab�a sentenciado a morir por haber invadido Israel dos veces, inmediatamente despu�s de la terrible sequ�a.

Este hombre vivi� mucho para ser el enemigo constante y el azote de Israel. Era inveteradamente malvado, ni se asustaba con los juicios ni se ablandaba con la misericordia. Entonces, tengamos cuidado, porque el perdonar un pecado puede ocasionarnos calamidades todos nuestros d�as.

En esos tiempos malos, cuando Israel era d�bil y sus enemigos muchos, qu� bendici�n fueron El�as y Eliseo para la tierra. Eran los padres de la iglesia y los guardianes de su pa�s. Se pararon solos como los altos monumentos que dominan las colinas, y desafiaron individualmente las tempestades. Eliseo le dio al rey consejo y consejo sobre los planes de los enemigos; golpe� con ceguera al destacamento que vino a apoderarse de �l, y no se puede decir qu� habr�a hecho si el pueblo hubiera seguido el consejo divino. En Samaria salv� la ciudad durante el hambre, asustando a todo el ej�rcito extranjero; porque Dios no negar�a nada bueno a sus oraciones.

Vemos a continuaci�n la enemistad inveterada de la casa de Acab contra el Se�or y sus profetas. Cuando la mujer llor� por el incumplimiento del pacto al esconder a un hijo, una triste prueba de que la predicci�n de Mois�s de comerse ni�os durante la estrechez del sitio se hab�a cumplido en parte, el rey se sinti� profundamente afectado y tan desprevenido durante la guerra. momento de pasi�n, que jur� destruir a Eliseo, y envi� inmediatamente a ejecutarlo, porque con otro milagro no aliviar�a a la ciudad en su angustia.

Los ministros de Baal estaban bastante ocupados, sin duda, en echar toda la culpa a Eliseo; pero, �c�mo podr�a el profeta orar por ellos, hasta que el hambre en todos sus horrores los llev� a clamar al Se�or? La bondad mostrada a los justos por los consumadamente malvados se debe simplemente a que son populares o porque tienen inter�s en su amistad; todav�a odian tanto a Dios como a sus siervos en su coraz�n.

A trav�s de todos esos tiempos horribles, vemos una mano protectora sobre los fieles. La brillante hueste de �ngeles protegi� a Eliseo ya su pueblo en Dot�n; y ahora, el temor del pueblo y el terror de la conciencia lo proteg�an del juramento del rey. Entonces, �qu� tiene que temer un buen hombre en las calamidades? El Se�or puede librarlo; y si lo abandona al martirio, es para cumplir un prop�sito m�s glorioso en su iglesia.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre 2 Kings 6". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/2-kings-6.html. 1835.