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Bible Commentaries
Colosenses 1

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

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Versículos 1-29

Colosenses 1:1 . Pablo, ap�stol de Jesucristo. Esto se nota en 1 Corintios 1:3 ; 2 Corintios 1:2 . Por lo general, abre sus discursos a las iglesias con la misma forma de bendici�n, porque todos bebemos de la misma fuente de vida.

Esta ep�stola, tan llena de sabidur�a divina, ayudar�a a su fe y aumentar�a su gozo. Tambi�n los preparar�a de antemano para la tremenda visita de un terremoto, a punto de destruir su ciudad y el pa�s adyacente.

Colosenses 1:3 . Damos gracias a Dios, y [incluso] al Padre de nuestro Se�or Jesucristo, orando siempre por ti, desde que o�mos de tu fe y amor. Y qu� tema m�s grande de gratitud podr�a inspirar el coraz�n, que ver una iglesia en ascenso formada en Colosas, la capital de la provincia, y que promete extenderse por toda Frigia; una iglesia celebrada desde su infancia por la fe y el amor; una iglesia rescatada de las tinieblas, la densa oscuridad de los gentiles, el poder de Satan�s, y ahora bendecida con todas las bendiciones espirituales en Cristo Jes�s.

El reino de la gracia exige una alabanza incesante y, m�s especialmente, la esperanza que les ha sido guardada en el cielo. Ver 2 Timoteo 1:10 .

Colosenses 1:5 . El evangelio ha llegado a ustedes, como en todo el mundo. Los romanos en lenguaje com�n llamaron a su imperio "el mundo"; y San Pablo a menudo adopta la frase, como en Colosenses 1:27 . Eusebio tambi�n dice que el evangelio era como el sol, iluminando al mundo de una vez.

Los quince mil que hab�an huido de Judea a la muerte de Esteban, viajaron por todas partes predicando al Se�or Jes�s, como se indica en el cap�tulo octavo de los Hechos. �l llama a este evangelio la palabra de verdad, el cumplimiento del Se�or de sus antiguas promesas. �Entonces dar� al pueblo un lenguaje puro, para que invoquen el nombre del Se�or, para que le sirvan de un solo consentimiento, desde el otro lado de los r�os de Etiop�a.

Sofon�as 3:9 ; Isa�as 55:1 . As�, el Redentor fue predicado a los gentiles y cre�do en el mundo. 1 Timoteo 3:16 .

Colosenses 1:7 . Como tambi�n vosotros [incluso] aprendido de Epafras, el ministro amada que hab�a predicado primero a ellos, y formaron las iglesias de Colosas, y de otros lugares.

Colosenses 1:9 . Por eso deseamos que se�is llenos del conocimiento de su voluntad, con toda sabidur�a y entendimiento espiritual. Pablo usa las mismas palabras para los Efesios, cap. Colosenses 1:15 ; Colosenses 1:18 ; porque cuando la gloria de la persona de Cristo y la grandeza de la redenci�n humana se presentan una vez a la mente con justicia, se postran todos los dem�s esquemas de salvaci�n y se transporta el alma a considerar todas las cosas excepto las p�rdidas por la excelencia del conocimiento. de Cristo. Pero pocos de nuestros j�venes bien instruidos se unen alguna vez a los clubes del ate�smo.

La energ�a interior de la gracia se corresponde con la gloria intelectual del evangelio en la regeneraci�n del coraz�n; nos hace id�neos para ser part�cipes de la herencia de los santos en luz. Y aunque todav�a estamos en progreso y avanzando hacia la marca de la perfecci�n, el Se�or completar� la obra que ya comenz�. No podemos llegar a nuestra herencia sin una educaci�n para el cielo; la cruz debe prepararnos antes para la corona.

Colosenses 1:13 . Quien nos liber� del poder de las tinieblas, de los dientes del le�n y de las garras del oso, y nos traslad� al reino de su amado Hijo. �l ha perdonado nuestros pecados y completado nuestra justificaci�n en el don de la justicia por la fe. Termin� la transgresi�n, borr� nuestras iniquidades y las cubri� con su gracia, como hab�a prometido, diciendo: �Eliminar� la iniquidad de la tierra en un d�a.

Zacar�as 3:9 . Salvos, y vencidos por la confusi�n por el peso de la gloria, levantemos los ojos de la fe y miremos al que nos am� y nos lav� con su propia sangre, haci�ndonos reyes y sacerdotes para Dios y su Padre. Al mirar as� al trono mediador, contemplamos al Se�or de gloria.

Colosenses 1:15 . Qui�n es la imagen del Dios invisible. La palabra ???????, no se refiere a imagen, sino a Dios invisible. Invisibilis, non refertur ad imaginem, sed ad Deum. ERASMUS. Como el hombre fue creado en conocimiento, en justicia y verdadera santidad, as� Cristo es la Sabidur�a de Dios, pose�da por el Padre antes de todos los mundos.

Proverbios 8:22 . �l, siendo uno con el Padre, plane� y form� toda la obra de la creaci�n. �l es la imagen del Eterno en poder, porque todo lo que hace el Padre, eso tambi�n lo hace el Hijo. Juan 5:19 .

En cada vista, �l es el resplandor o el resplandor de la gloria del Padre, y la imagen expresa de su persona. Por una expresi�n equivalente en las escrituras antiguas, se le llama "el rostro de Dios" y el �ngel de su presencia. Gu�rdese de �l, dice el Se�or, y obedezca su voz. No lo provoques, porque �l no perdonar� tus transgresiones, porque "mi nombre est� en �l". �xodo 23:20 .

Sobre estas palabras no podemos tener mejor comentario que el de nuestro Salvador, en Mateo 11:27 . �Todas las cosas me fueron entregadas de mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo le revelar� �.

El primog�nito de toda criatura. Esta palabra es de ocurrencia constante, como, "el primog�nito" entre muchos hermanos. Y cuando trae a su "primog�nito" al mundo, dice: Ad�renlo todos los �ngeles de Dios. Tambi�n es el "primog�nito" de entre los muertos. Romanos 8:29 ; Hebreos 1:6 ; Apocalipsis 1:5 .

Otros textos se asocian aqu�, como, T� eres mi Hijo; hoy te he engendrado. Salmo 2:7 . Agur, un hombre muy ilustre, cuyos dichos los siervos del rey Ezequ�as agregaron a los proverbios de Salom�n, hablando de la creaci�n, pregunta: �Cu�l es su nombre, y cu�l es el nombre de su Hijo, si puedes decirlo? El nombre del padre y del hijo es un nombre, un nombre indecible.

Otras palabras ocurren en conexi�n con la persona de Cristo, quien est� investido con la gloria, como "el unig�nito del Padre". Juan 1:14 . Fue hecho de la simiente de David seg�n la carne, y declarado Hijo de Dios con poder, por su resurrecci�n de entre los muertos. Romanos 1:3 .

Estas voces son los or�culos vivientes, no los dictados de la filosof�a, porque el mundo por sabidur�a no conoci� a Dios. Los m�dicos no pueden darnos comentarios. El arca no debe ser tocada con manos humanas, sin embargo, se nos permite comparar las cosas espirituales con las espirituales, como lo hace Pablo en las siguientes palabras.

Colosenses 1:16 . Por �l fueron creadas todas las cosas, las que est�n en los cielos y las que est�n en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados o potestades; todas las cosas fueron creadas por �l y para �l; y �l es antes de todas las cosas, y por �l todas las cosas subsisten. Ver notas sobre Efesios 1:20 .

Sobre este gran tema, los arrianos sostienen que el Padre cre� el Verbo o la Sabidur�a, o el Mes�as, antes de haber creado los principados y potestades, para que �l pudiera ser la cabeza de todas las inteligencias creadas. Presumen probarlo de Proverbios 8:22 , donde siguen la lectura err�nea de la Septuaginta, que tiene la palabra �creado�.

�Es err�nea esta aceptaci�n del hebreo, cuyo significado en este lugar es pose�do, no creado, como se prueba de la misma palabra usada por Mois�s en G�nesis 4:1 . Cuando Eva abraz� a su primog�nito, exclam�: Kaniti, tengo un hombre, el Se�or o del Se�or. Ahora, Eva posey� a su hijo en su seno; ella no pudo crearlo; y esta idea, en lo que respecta a Cristo, coincide con Juan 1:18 . "El Hijo unig�nito, que est� en el seno del Padre, �l le ha dado a conocer".

Otros, si llamarlos m�dicos cristianos o no, parece dudoso, limitan los t�rminos, primog�nito y primog�nito, totalmente a la resurrecci�n de nuestro Salvador de la tumba. Seg�n ellos, esto le dio, como primog�nito, un t�tulo para ser Se�or, tanto de los muertos como de los vivos. Romanos 14:9 . Intentan justificar la idea por la efusi�n del Esp�ritu y por el poder del evangelio.

Todo esto es cierto, pero no es toda la verdad. Pablo es breve aqu�, habiendo sido completo en Romanos 1:3 , donde declara que Cristo fue ciertamente la simiente de David seg�n la carne, pero declarado Hijo de Dios con poder, cuando resucit� de entre los muertos. . En consecuencia, su resurrecci�n s�lo �declar� su gloria increada, que hab�a estado escondida bajo la forma de un siervo.

�Qu� conexi�n puede subsistir entre la carne mortal de Cristo, ayer en la tumba, y su ser el Creador de tronos, principados y potestades en los lugares celestiales? Cuando dice: T� eres mi Hijo, significa que �l es, que siempre fue y siempre ser� el mismo.

La glosa de esos cristianos m�s fr�os est� en plena disputa con los padres de Nicea, que creyeron �en un solo Se�or Jesucristo, el unig�nito Hijo de Dios, engendrado de su Padre antes de todos los mundos. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios mismo de Dios mismo, engendrado, no creado, siendo de una sustancia con el Padre �. Entonces Policarpo lo ador� en el fuego. �Te doy gracias, te alabo y te glorifico por todas tus misericordias por medio del eterno Sumo Sacerdote Jesucristo, tu Hijo amado, por quien a ti, juntamente con �l y el Esp�ritu Santo, sea gloria ahora y por los siglos. Am�n." Euseb. Eclesiast�s Hist. 5: 15.

De los padres de Nicea, que eran en realidad los bisnietos de los ap�stoles, Sim�n Episcopius, quien parece haber sido recuperado de una inclinaci�n al arrianismo, da su verdadero esp�ritu y sentido. �Si lo concibes como el Hijo de Dios, engendrado del Padre antes de todos los mundos, a quien no fue necesario enviar al mundo, cuya dignidad fue demasiado exaltada, ya sea para ser revestida de carne o expuesta a muerte; por ser el unig�nito del Padre, y demasiado querido por �l para sufrir, entonces ciertamente el inestimable amor de Dios por el hombre ca�do resplandece con resplandeciente brillo ".

Colosenses 1:20 . Habiendo hecho las paces con la sangre de su cruz. Era una ley antigua ofrecer sacrificios despu�s de las revueltas en el pecado, despu�s de la guerra y despu�s de la enfermedad: as� Cristo es nuestra paz. Rom 5:12, 2 Corintios 5:19 ; Efesios 2:14 . Pero todos en la tierra y el cielo nombrados aqu�, algunos han pensado que la redenci�n humana fue dise�ada tambi�n para la edificaci�n de los �ngeles y para la confirmaci�n en su estado elevado y feliz.

Colosenses 1:23 . Si continu�is en la fe, arraigados y asentados. El primer medio de perseverancia es estar bien instruido en la gloria de la persona del Redentor y en el misterio del evangelio, y hacer que Cristo forme en nosotros la esperanza de gloria por el poder de la gracia regeneradora. Entonces conocemos la verdad y probamos la misericordia del Se�or.

En esta �poca, la precauci�n es un requisito, y especialmente as�; porque el evangelio, que en pocos a�os se predic� a todo el mundo romano, ahora es despreciado. Mir�adas de hombres han perdido la esperanza, y mir�adas de cristianos profesos son malvados y derrochadores como infieles, mientras que otros son ramas muertas a punto de ser quemadas. Todas estas son tantas advertencias para ser fieles a Cristo y continuar haciendo el bien hasta el final de nuestro curso.

Colosenses 1:25 . Soy hecho ministro para ustedes, para cumplir la palabra de Dios a los gentiles. G�nesis 12:3 . Esta expresi�n no es el lenguaje de alguien que era un completo extra�o en la iglesia de Colosas; indica un alto grado de probabilidad de que Pablo hubiera visitado esa ciudad.

Colosenses 1:28 . A quien predicamos, en toda su gloria, como se describe en este cap�tulo, advirtiendo a todos, porque aquellos que se unan a esta era rebelde no heredar�n el reino de Dios. Debemos ense�ar y alimentar al reba�o todos los d�as, para presentar a todo hombre perfecto en Cristo Jes�s, en referencia a la gracia justificante y santificante, y especialmente en lo que respecta al amor perfecto de Dios, que nos hace valientes en el d�a de la crisis.

REFLEXIONES.

El encargo de Pablo de predicar a los gentiles lo convirti� en deudor de todos, porque el amor de Cristo ha hecho de la iglesia una sola familia. Por lo tanto, escribe a los colosenses con la plenitud de su coraz�n, como lo hace a los laodicenos y a otras iglesias, felicit�ndolos por su fe en Cristo y su amor mutuo, mencion�ndolos continuamente en sus oraciones. Por siempre adorada sea la bondad divina, que la palabra de Dios, que nos pone una esperanza puesta en el cielo, ha venido a nosotros y a todo el mundo.

Examinemos a menudo a nosotros mismos en cuanto al fruto que ha producido en nuestros propios corazones y vidas. Seamos sol�citos con nosotros mismos y con los dem�s, para que de una manera m�s espiritual e inteligente seamos llenos del conocimiento de su voluntad, en todo su alcance y extensi�n, en la medida en que �l haya tenido el agrado de revelarla; y que este conocimiento pueda producir en nosotros los efectos m�s sustanciales, a fin de comprometernos a caminar dignos del Se�or cuyo nombre llevamos, y de una manera que �l pueda contemplar con aprobaci�n y placer; siendo fecundos y creciendo cada vez m�s en toda buena obra, para que nuestra esterilidad no reproche nuestra profesi�n, y para que las grandes verdades vitales del cristianismo no parezcan muertas o dormidas en nuestro coraz�n.

Para darles toda su energ�a en nuestras almas, necesitamos la operaci�n del poder glorioso y poderoso de Dios, por el cual no solo podemos ser establecidos en toda paciencia y paciencia, sino tambi�n inspirados con gozo santo. Entonces exhalaremos un vivo reconocimiento al Padre, quien nos ha revelado esa gloriosa herencia que distribuye entre los santos en luz, ese reino donde todos reinan en eterna amistad, pureza y gozo.

�Que nos prepare para recibir nuestra suerte y establecer nuestra morada all�! Y, oh, cu�n imperdonables seremos, si nos hacemos esclavos del pecado, mientras tenemos nuestra morada en el reino visible de Cristo. Cu�n terrible es descuidar o despreciar la sangre del pacto y la misericordia que �ste establece, y as� sellarnos bajo una culpa que nunca ser� eliminada, una culpa acrecentada a infinitos grados de provocaci�n y maldad, por los mismos m�todos que han tomado para expiarlo.

Aprendamos por este sublime discurso de nuestro santo ap�stol, c�mo debemos concebir a nuestro Se�or y Salvador, a cuya gloria consagr� tan sabia y felizmente los trabajos de su pluma y de su vida: y mientras conmemoramos esa preciosa sangre en del cual tenemos redenci�n, la remisi�n de nuestros pecados, inclin�monos ante �l como imagen del Dios invisible y primog�nito de toda la creaci�n. Y cualesquiera que sean los descubrimientos que podamos recibir en cualquier momento en cuanto al despliegue del poder divino, la sabidur�a y la bondad, en la formaci�n del mundo visible o invisible, recordemos que por Cristo todas las cosas fueron creadas, sin excepci�n de tronos y dominios, principados. y poderes.

Los �ngeles de Dios lo adoran, como con y por el Padre, su gran Original y Soporte, reconociendo con Pablo, y con toda la iglesia cat�lica como �l ense��, que en Cristo todas las cosas subsisten. Entonces, con todo el ej�rcito del cielo, postr�monos ante �l y adoremos al que est� sentado en el trono y al Cordero. Adoramos con toda humildad su condescendencia, al unirnos a �l en v�nculos tan queridos e �ntimos, y declararse Cabeza de la Iglesia, que desde�a no llamar su cuerpo, aunque sea el principio de la creaci�n de Dios, as� como el primog�nito de entre los muertos, e incomparablemente preeminente en todos.

De hecho, son importantes las consecuencias de esta su condescendencia. Por �l Dios se reconcilia con nosotros y habita en nosotros. Es la sangre de su cruz la que hizo la paz entre jud�os y gentiles, entre el cielo y la tierra. Con justicia podr�an los �ngeles haber abandonado esta tierra y haber ascendido al cielo para protestar contra el hombre pecador, s� para buscar una comisi�n para ejecutar venganza sobre criaturas ap�statas.

Pero ahora, a trav�s de Cristo, se han convertido en nuestros amigos y hermanos. A su mandato, ministran a los herederos de la salvaci�n y continuar�n con sus bondadosos oficios hasta que el cielo d� la entrevista que la tierra niega y eche las bases para los afectos de una amistad eterna. �Oh, que este evangelio reconciliador sea predicado eficazmente a toda criatura bajo el cielo!

Para experimentar su eficacia, el evangelio debe someter nuestros corazones a la santidad. Estar todav�a bajo el poder del pecado, seguir el curso de las malas obras, es continuar enemistado con Dios y con todas sus santas y felices criaturas. Procuremos aceptar agradecidos la reconciliaci�n que propone el Evangelio. Entonces, finalmente, seremos presentados sin culpa, irreprochables y santos a sus ojos. Mientras esperamos este fin, que nada nos quite de nuestra firmeza, ni de esa gloriosa esperanza del evangelio para la cual es seguro que nada puede ser un equivalente. Que la gracia divina nos establezca y confirme en ella, y nos haga victoriosos sobre todo lo que pueda intentar suplantar nuestros pies y quitarnos la corona.

Soportar los sufrimientos con paciencia ha sido justamente considerado un gran logro; y fue la fuerza y ??la gloria de la que se jactaba la filosof�a pagana ense�ar a los hombres a hacerlo; una gloria en la que a menudo era deficiente, una fuerza que a menudo les fallaba, quienes ten�an las m�s justas oportunidades de ser competentes en sus escuelas. Pero Pablo hab�a aprendido por la filosof�a de Jes�s a regocijarse en la tribulaci�n, cuando se lo consideraba subordinado al honor de Cristo y al bien de su iglesia, incluso de aquellos miembros de ella a quienes nunca hab�a visto en la carne.

Se regocij� de cumplir as� su embajada y de confirmar esa importante palabra de Dios que ense�� el misterio oculto desde tantas �pocas y generaciones. �Y cu�l era ese misterio, sino el mismo que se nos ha revelado tan claramente, incluso que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria? A los pecadores gentiles que estaban sin esperanza, ahora se les predica la esperanza, la esperanza no s�lo de la felicidad, sino de la gloria eterna.

Esta esperanza no solo se proclama entre nosotros, sino que se forma en todos los que creen, aunque para muchos que escuchan de ella en la predicaci�n del evangelio, Cristo es todav�a piedra de tropiezo y roca de esc�ndalo. Muy honrados son los que se encargan de predicarlo. Que aprendan del ap�stol c�mo se debe hacer. Debe ser atendido con instrucciones y amonestaciones pr�cticas, ser conducido con la mayor prudencia y cuidado, y ser dirigido a cada hombre, de acuerdo con su respectivo car�cter y circunstancias en la vida; para que as�, si por cualquier medio es posible evitarlo, no se pierda ninguno de los encomendados a su cuidado y cargo, sino que todos finalmente se presenten perfectos en Cristo en ese d�a, cuando entre todos los que verdaderamente le pertenecen No habr� imperfecciones restantes.

Seguramente esta es una causa por la que vale la pena esforzarse. Que la fuerza de Dios trabaje poderosamente en ellos para ese prop�sito. Entonces se consolar� nuestro coraz�n, cuando hayamos alcanzado la plena certeza de la verdad de nuestra religi�n, cuando la reconozcamos y mantengamos valientemente, cuando la mejoremos hasta el gran fin para el que nos fue predicada, y habiendo profesado haberla hecho. recibir a Jesucristo como nuestro Se�or, hacer que sea nuestro cuidado de una manera adecuada caminar en �l.

Para ello, procuremos estar profundamente arraigados y cimentados en �l, confirmados en la fe como la ense�aron los ap�stoles; dando gracias a Dios por las instrucciones que recibimos en �l, y cont�ndolo, como tenemos una gran raz�n para hacerlo, entre las m�s selectas misericordias que podr�amos recibir, incluso de una mano omnipotente, no solo porque o�mos el sonido del evangelio, sino que hemos sentido su influencia vital en nuestros corazones.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Colossians 1". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/colossians-1.html. 1835.
 
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