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Bible Commentaries
Deuteronomio 1

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

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Versículos 1-46

Deuteronomio 1:1 . En la llanura frente al mar Rojo. ?? Suph, rojo, que no se une en el texto con ?? Yam, mar, no debe traducirse como el mar Rojo. Siendo Zuph el nombre de una ciudad, y tambi�n de un distrito en Moab, muchos piensan que este �ltimo debe entenderse aqu�.

Deuteronomio 1:3 . En el und�cimo mes. El Deuteronomio comprende solo el espacio de un solo mes.

Deuteronomio 1:6 . Hab�is vivido bastante tiempo; es decir, alrededor de un a�o, en Horeb.

Deuteronomio 1:13 . Tomen ustedes, hombres sabios. El pueblo eligi� a los gobernantes, y Dios, que es el �nico que tiene todo el poder, los investi� de autoridad. Desde los setenta ancianos, hasta el pueblo, hab�a una amplia graduaci�n de magistrados y oficiales. El nombramiento de magistrados buenos y religiosos es uno de los primeros y mejores cuidados de un pr�ncipe.

Deuteronomio 1:17 . No respetar�is a las personas. Un juez debe acudir al tribunal con las manos limpias y conocer solo el caso, no las personas.

Deuteronomio 1:28 . Se pensaba que los anakims, gigantes, se llamaban as� debido a los grandes pares dorados que llevaban alrededor del cuello. La palabra literalmente es, nacido de la tierra.

REFLEXIONES.

Mois�s, que ahora ten�a treinta y siete d�as de vida, aunque no sab�a el n�mero exacto, deseaba felizmente terminar su obra. Cada tarde o cada ma�ana animaba la devoci�n de la naci�n con un ensayo de la ley y de las obras de Dios. Y �oh, cu�n feliz era Israel de tener en este hombre venerable, el mejor de los reyes, el m�s grande de los profetas y el m�s ilustrado de los instructores! Abri� la nueva serie de su ministerio revisando la providencia durante dos a�os llenos de acontecimientos, desde la emancipaci�n de Egipto hasta la sentencia dictada sobre los padres rebeldes en Cades-Barnea, de morir en el desierto.

En este ensayo, se�ala el nombramiento divino de gobernantes, entre las principales bendiciones que Dios hab�a concedido a la naci�n; y seguramente una orden de hombres que pasan su vida determinando causas, reconciliando diferencias y castigando a los delincuentes, es inconcebiblemente valiosa para la paz y la tranquilidad de la sociedad.

En el per�odo de prueba de Israel en Cades-Barnea, un evento al que se hace referencia tan a menudo en los escritos sagrados, se ense�� al pueblo a atribuir todas sus calamidades a la grandeza de su pecado. Algunas visitaciones, es cierto, vienen en el curso de la providencia, cuando ni el ni�o ni el padre han pecado tanto como para ocasionar la calamidad. Juan 9:3 . Sin embargo, siempre es santificante, bajo la mano de Dios, rastrear nuestra indignidad y nuestros defectos. Soportar� la indignaci�n del Se�or, porque he pecado contra �l.

Mois�s y todos los profetas posteriores, al revisar esta calamidad, ponen el �nfasis en la incredulidad. Ferment� en sus corazones, paraliz� el esfuerzo y ocasion� todos sus otros pecados; y sus consecuencias siguen siendo igualmente espantosas. En la era del evangelio ha expulsado a los jud�os de Jerusal�n y los ha convertido en oprobio entre todas las naciones. Si bien este principio predomina en el coraz�n del hombre, el evangelio no vale nada y los juicios no tienen efecto. Lo que es a�n peor, despu�s de un tiempo, el Se�or entrega a algunos hombres a la dureza de sus corazones.

Pero qu� calamitoso es ver a Israel a unas pocas etapas de la tierra prometida, impaciente por entrar y, sin embargo, arrojado al desierto, bajo el gran disgusto y el juramento inexorable de un Dios ofendido. De la misma manera, algunos hombres se sientan por un tiempo bajo el evangelio y prometen ser justos para la conversi�n; pero, ay, alg�n h�bito espantoso, o alguna pasi�n predominante, destruye nuestras esperanzas y provoca que el Se�or los condene a las corrupciones de sus propios corazones. Cu�n cuidadosos debemos ser para apreciar las primeras propuestas de la gracia y cultivar las primeras impresiones de la religi�n.

La importancia de esto aparecer� a�n m�s, si consideramos que cuando el Dios enojado es inducido una vez a dictar sentencia sobre un pecador provocador, tal vez no lo revertir�. Los pecados en el desierto se cometieron contra tanta luz, y ante tantos milagros, que no se retractar�a ni revocar�a la sentencia: sus cad�veres cayeron en el desierto. El mismo Mois�s no estuvo exento, porque golpe� dos veces la roca con un esp�ritu equivocado.

Los israelitas temblaron y se arrepintieron. Subieron a las monta�as a pelear; pero los amorreos los persiguieron con matanza y venganza. Aprendamos a temer a este Dios terrible; aprendamos sabidur�a por la necedad de Israel, y obediencia por su rebeli�n. Sobre todo, sepamos que no podemos vencer a nuestros enemigos mientras estamos en nuestros pecados.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Deuteronomy 1". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/deuteronomy-1.html. 1835.
 
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