Bible Commentaries
Deuteronomio 11

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

Versículos 1-32

Deuteronomio 11:10 . Ri�gala con tu pie. Egipto fue regado peri�dicamente por el desbordamiento del Nilo; y el labrador, siguiendo las aguas que se retiraban, sembr� su semilla. Cuando lleg� la temporada de sequ�a, el campo se cruzaba con canales, regaron el ma�z con m�quinas trabajadas al pie.

El desborde de los r�os se mejora finamente en las Sagradas Escrituras. "T� visitas la tierra y la riegas, en gran manera la enriqueces con el r�o de Dios". Salmo 65:9 . Sobre el aumento de la sabidur�a divina, el autor del Eclesi�stico dice: "Hace abundar el entendimiento como el �ufrates, y como el Jord�n en el tiempo de la siega". Sir 24:26.

Deuteronomio 11:14 . La primera lluvia. Este cay� en octubre, cuando el sol entr� en el signo de Acuario, el hombre del agua, y provoc� que el trigo germinara. La cebada se sembr� hacia el solsticio de invierno y se cosech� al cabo de cien d�as; es decir, despu�s de Pascua. La lluvia tard�a cay� en marzo y aliment� y nutri� el ma�z mientras se com�a.

Deuteronomio 11:18 . Una se�al en tu mano. Estas filacterias nos sirvieron para dar a conocer las Escrituras: ahora no las necesitamos, tenemos biblias en casi todas las casas, que se leen a diario en las familias cristianas.

Deuteronomio 11:24 . Del desierto y del L�bano; es decir, al este del L�bano y al sudoeste, hasta el arroyo de Bezor, que va a Egipto. Esto describe el reino de Israel como en los d�as de Salom�n. Las fronteras de las naciones, una vez establecidas, deber�an evitar la guerra por el engrandecimiento y la conquista. La totalidad del peque�o reino de Damasco se incluy� en la subvenci�n, porque las palabras son del r�o �ufrates; sin embargo, nunca lo poseyeron, pero a menudo estaban molestos por sus guerras.

Deuteronomio 11:30 . Junto a las llanuras de Moreh. Las lecturas var�an aqu�. La Septuaginta dice: "Cerca del roble alto". La versi�n samaritana despu�s de Moreh, agrega un improperio, "antes de Siquem", que era necesario, para que un extra�o pudiera identificar el lugar. Ver nota sobre G�nesis 13:18 .

REFLEXIONES.

Este cap�tulo comienza con un cargo deducido del discurso anterior de amar al Se�or y guardar sus estatutos y juicios. La acusaci�n se refuerza a�n m�s mediante un llamamiento a una naci�n de hombres que fueron testigos presenciales de las plagas de Egipto, del derrocamiento de Fara�n y su ej�rcito en el mar, y de las visitaciones del cielo sobre sus padres por sus pecados. �Qu� argumento a favor de la verdad de la religi�n revelada, qu� golpe a la infidelidad, qu� convicci�n no debe haber transmitido a la audiencia, y pruebas de una providencia particular! �Podr�a alguna consideraci�n ordenar m�s eficazmente la obediencia de la era futura que una revisi�n del pasado? El hombre vanidoso y vertiginoso, vivo a sus pasiones e intereses, pero olvidado de Dios y del futuro, necesita la mano alta e imponente de la revelaci�n, sellada por las visitaciones de la providencia, que se le presenta con frecuencia,

La obediencia se ve presionada a�n m�s por la consideraci�n de que la tierra prometida exced�a a Egipto, en lo que respecta a colinas y valles; lluvias refrescantes, fuentes sanas y salubridad del clima; pues el pa�s que hab�an dejado, por f�rtil que fuera, donde el Nilo se desborda, era en otras partes casi un desierto total. Sus pueblos durante la temporada de lluvias se inundaron de agua, y durante la sequ�a los habitantes se agotaron con la labor de regar el ma�z.

Y si este argumento fue contundente con Israel, cu�nto m�s deber�a inducirnos el infinitamente glorioso descanso del cielo a obedecer el evangelio, que nos llama a una herencia que no se desvanece. La revelaci�n nos ofrece una visi�n abierta para apartar nuestros afectos del mundo y unirlos al Se�or.

A continuaci�n, se encomienda a los israelitas, no solo atesorar los preceptos divinos, sino tambi�n ense�arlos diligentemente a sus hijos, prometi�ndose una larga vida a la obediencia. Los ni�os, ya sean hebreos o cristianos, nacen con propensi�n a extraviarse como el potro del asno salvaje. Si no se inician temprano en el conocimiento y la disciplina del Se�or, todos se convertir�an en la raza india o �rabe. Este es un tema de �ltima importancia para la causa de Dios, y hay que admitir que la iglesia primitiva nos super� con creces en el cuidado de los ni�os.

En las esferas superiores de la vida, a los ni�os se les ense�a a leer los cl�sicos antiguos y modernos, las producciones en general de hombres profanos e infieles. La juventud absorbe f�cilmente sentimientos tan refinados y brilla con la emulaci�n para imitar la moral y la conducta de un h�roe favorito. Pero la moral de ese h�roe puede ser ruinosa para la juventud y ruinosa para una naci�n. Por ejemplo, Eneas escap� de Troya con los fragmentos de una flota.

Dido, reina de Cartago, lo recibi� en su puerto y en su palacio, con la m�s refinada hospitalidad. Ella lo amaba, le dio la mano en el altar y lo nombr� superior en el trono. Sin embargo, casi instant�neamente la abandon� a la verg�enza y el dolor, para buscar una fortuna m�s rom�ntica en las costas italianas. Toda esta ingratitud y crimen que Virgilio pinta en el lenguaje m�s encantador y sin la menor censura; es m�s, �l santifica este acto m�s inmundo por mandato de los dioses. �Qu� efecto tienen los sistemas de esta naturaleza, absorbidos temprano por la juventud, que probablemente produzcan sobre la moral de un tribunal? �Qu� podemos esperar de una �poca ignorante de la Biblia y licenciosa por principios, sino disipaci�n, seducci�n y divorcio?

Entre los hijos de los pobres, la causa de alarma es apenas menor que entre los grandes. Nuestros puertos florecientes y ciudades manufactureras han atra�do a una multitud de personas que, siendo conocidas en los estrechos c�rculos de la sociedad dom�stica, apenas sue�an con tener un car�cter moral que sostener. Agregue a esto, vemos mil f�bricas sonrientes, adornos de verdad para nuestro pa�s y bendiciones para los pobres; pero los propietarios, totalmente absortos en la idea de hacer una fortuna y distinguir su nombre, rara vez se dignan consultar la moral de los pobres.

Ponen a hombres y mujeres en el mismo piso y los exponen a diario a toda la insolencia del lenguaje y al poder de la tentaci�n: �y cu�les son las consecuencias? Seguramente, a menos que el Se�or nos hubiera dejado un remanente, habr�amos sido como Sodoma, o como Gomorra. Seguramente, excepto que el Se�or recientemente hab�a revivido la religi�n e inclinado los corazones de su pueblo a establecer escuelas dominicales para preservar una parte de la era naciente de la masa de corrupci�n, la causa de la moralidad se hab�a visto abrumada por la inundaci�n del vicio.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Deuteronomy 11". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/deuteronomy-11.html. 1835.