Bible Commentaries
Deuteronomio 29

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

Versículos 1-29

Deuteronomio 29:1 . Las palabras del pacto; de co, con o com; un prefijo social; y venio, por venir; la llegada de dos partidos en un solo pacto. El vendedor obtiene las mejores condiciones que puede y el comprador busca una ganga. Justo lo contrario de esto es el pacto divino: el hombre fr�gil y pecador no es exaltado en coparticipaci�n con el Todopoderoso.

El pacto es toda gracia para el hombre y lo dicta el donante; el hombre no tiene m�s que consentirlo con todo su coraz�n y con toda su alma. Las bendiciones y maldiciones de este pacto se confirman con sacrificio y con sangre: se ratifican con juramento. Los partidos, Deuteronomio 29:10 , eran pr�ncipes, capitanes, esposas, ni�os y peque�os, ausentes y extra�os; en definitiva, toda la naci�n, sin una sola excepci�n.

El Se�or los reconoci� por su pueblo, y ellos lo declararon por su Dios. En Jeremias 34 . leemos, que caminaron entre las partes de las v�ctimas, consintiendo ser cortados en pedazos como sus sacrificios, si alguna vez violaban ese pacto. Todas estas bendiciones fueron confirmadas en edades felices, y todas estas maldiciones infligidas en tiempos ap�statas. El pacto es evidentemente fr�gil con el hombre, pero seguro con el Se�or.

Deuteronomio 29:29 . Las cosas secretas pertenecen al Se�or nuestro Dios. Algunos piensan que Mois�s quiso decir aqu� que Dios asumi� el castigo de todos los pecados secretos y actos de idolatr�a contra su pacto, pero que requiri� que el pueblo castigara todos los cr�menes contra su pacto que salieron a la luz. LUTHER traduce las palabras: �Estas cosas eran secretos que s�lo Dios conoc�a; pero ahora se nos han revelado a nosotros ya nuestros hijos.

Otros entienden este texto en un sentido similar al de Romanos 11:33 , que los secretos de la providencia son inescrutables; y en consecuencia, que no perdamos nuestro tiempo en c�lculos prof�ticos y misterios; pero aprovechando las verdades claramente reveladas, nos entregamos a la piedad ya la pr�ctica de la justicia.

REFLEXIONES.

Mois�s, habiendo ordenado a Israel qu� hacer al pasar el Jord�n, y habiendo recitado las bendiciones y maldiciones del pacto contra�do con sus padres en Horeb, no pod�a morir hasta que hubiera renovado el pacto con sus hijos. Por eso, todos los hombres dignos suelen encargar a sus familias que sigan el camino del Se�or antes de dejar el mundo. Con estos puntos de vista m�s santificadores, y puntos de vista que se convirtieron en su alto car�cter y misi�n, reserv� este deber m�s elevado hasta casi el �ltimo d�a de su ministerio p�blico.

Qu� l�piz es capaz de trazar el valor, qu� elocuencia puede describir la excelencia de este venerable profeta, adornado con todas las virtudes y cargado con todos los honores que el cielo puede dar al hombre. Antes de cerrar los ojos en la muerte, deseaba una vez m�s ver a todo Israel reunido ante su rostro, escuchar su voz y recibir sus �ltimos mandatos. M�ralo ascender al trono y sonre�r a la gente, con el cielo en cada mirada y la gracia en todas sus palabras.

V�alo rodeado de ancianos, pero ninguno tan mayor como �l. Ver diez mil padres asistiendo con sus familias, hasta donde alcanza la vista; pero apenas un cabello gris, excepto el suyo, los ancianos habiendo ca�do por sus pecados. Vea a toda la naci�n ansiosa por mirar y ansiosa por escuchar. M�ralos alzar a sus peque�os, para que sus ojos fueran bendecidos al ver a Mois�s antes de morir. Y, oh, si la vista de un profeta y de un gran hombre es tan santificante, �qu� ser� el cielo cuando veamos a todos los patriarcas, profetas y ap�stoles en el reino de Dios?

Mois�s comenz� recitando a la joven generaci�n las palabras que sus padres hab�an o�do en Horeb. Ocurren en �xodo 19:20 . 21. & c. Y mientras Mois�s recitaba la esencia del pacto, es muy probable que Eleazar preparara una oblaci�n completa de v�ctimas a Dios, rociando la sangre sobre el pueblo y haciendo que los ancianos pasaran entre las partes.

Jeremias 34:18 . A continuaci�n, se confirm� el juramento del pacto; porque as� como el Se�or jur� a Abraham que lo bendecir�a y lo multiplicar�a, as� el pueblo jur� fidelidad a Dios, diciendo: Todo lo que el Se�or ha dicho, haremos. Qu� terrible la naturaleza, qu� solemne la ratificaci�n del pacto hebreo. Este era, de hecho, el pacto cristiano, redondeado sobre el Mes�as prometido, quien bendecir�a a todas las naciones, poseer�a las puertas de sus enemigos y vencer�a el pecado y la muerte.

Se le llama en verdad un nuevo pacto, porque el evangelio realiz� las sombras de la ley; porque nuestro Sumo Sacerdote, nuestro sacrificio, nuestro altar, nuestro lugar santo, y nuestra aspersi�n de sangre, eclipsan de lejos la gloria de Aar�n, con sangre de toros y machos cabr�os. Adem�s, el pacto cristiano est� custodiado con sanciones y terrores muy superiores a los del Sina�; porque el Se�or ser� revelado desde los cielos en llamas de fuego, con sus �ngeles poderosos, y se vengar� de los que no conocen a Dios. Mois�s denunci� una maldici�n contra todo transgresor de la ley; pero el evangelio, m�s rico en proclamas de perd�n, anatematiza a todo aquel que no ama al Se�or Jesucristo.

Las familias cristianas, las comunidades y naciones cristianas deben renovar solemne y frecuentemente su alianza con Dios. Esto se puede hacer en el armario, as� como en ocasiones sacramentales. Repasar las promesas y las amenazas, profundamente impresionado por nuestros defectos, tiene un efecto sumamente santificador en el alma.

Tambi�n debemos dedicar a nuestros peque�os en pacto a Dios mediante el bautismo, como sucesi�n de la circuncisi�n. Colosenses 2:11 . Asimismo, mediante la oraci�n, y mediante un curso de instrucci�n y disciplina, Efesios 6:4 ; porque el Se�or ha prometido circuncidar el coraz�n de nuestra simiente.

Este pacto glorioso y eterno, como se nos dice en todas partes, tiene sus condiciones. Si un hombre fue tras otros dioses; si dejaba crecer la ra�z que lleva ajenjo y hiel, y envenenaba todas sus buenas impresiones; si a�adiera presuntuosamente la embriaguez a la sed y bendijera su alma con la esperanza de la impunidad, se dice que el Se�or borrar�a su nombre de debajo del cielo y traer�a sobre �l todas las maldiciones de este libro.

Y debe recordarse bien que San Pablo les ha dado a los cristianos la misma advertencia contra esta amarga ra�z de la apostas�a y el pecado. Hebreos 12:15 . Por tanto, cuid�monos de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios y no alcance el descanso prometido.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Deuteronomy 29". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/deuteronomy-29.html. 1835.