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Bible Commentaries
Isaías 49

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

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Versículos 1-26

Isa�as 49:1 . Escuchen, islas, a m�; y escuchad, pueblos lejanos. Los hebreos contaban entre las islas, no s�lo las de Grecia, sino las naciones gentiles en general, que se representan como esperando la ley del Mes�as para someterse a �l: Isa�as 42:4 .

Algunos, sin embargo, han supuesto que las islas brit�nicas est�n destinadas m�s especialmente, como "la gente de lejos", a quienes aqu� se invita a escuchar la voz del Redentor; y que nuestro pa�s altamente favorecido estaba destinado a convertirse, en grado eminente, en la sede de su santo imperio. Desde este punto de vista, la predicci�n est� revestida de un inter�s peculiar y reclama nuestra especial consideraci�n y admiraci�n.

El Se�or me llam� desde el vientre. Se usa una expresi�n similar del profeta Jerem�as, cap. 1: 5; y tambi�n del ap�stol Pablo, G�latas 1:15 . Denota que han sido apartados para su obra por el nombramiento especial del cielo, y alude a la separaci�n de todos los primog�nitos de Israel por medio de la preeminencia.

Los hijos de Aar�n tambi�n fueron apartados desde su nacimiento para el oficio sacerdotal. La expresi�n en referencia a Cristo denota evidentemente su ser, de una manera peculiar y extraordinaria, apartado y dedicado a la gran obra de dar a conocer la voluntad del Padre. Es el gran profeta a quien el Se�or hab�a prometido levantar, ense�ar y bendecir a su pueblo.

Isa�as 49:2 . Ha hecho mi boca como una espada afilada que , seg�n la figura de las siguientes palabras, se oculta bajo la sombra del brazo izquierdo de un hombre. Esto debe aplicarse al Mes�as. Su predicaci�n y su doctrina est�n representadas por un ap�stol como r�pido y poderoso, m�s afilado que cualquier espada de dos filos: Hebreos 4:12 .

En otro lugar se dice que de su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones. Apocalipsis 19:15 . La espada es un arma de guerra y de muerte; la palabra de Cristo es tambi�n de naturaleza penetrante y penetrante, por la cual �l subyuga a sus enemigos, y hace caer al pueblo bajo su mando.

Salmo 45:4 . �Oh, qu� efecto tuvo su doctrina que todo lo subyugaba sobre los jud�os endurecidos bajo el serm�n de Pedro, cuando tres mil de ellos se compungieron de inmediato y clamaron qu� debemos hacer para ser salvos! El evangelio, cuando se lleva al coraz�n, proporciona materia para una reflexi�n amarga y es como una espada en las entra�as.

Tambi�n el amor que est� mezclado con la palabra de Cristo le da un filo m�s agudo y hace que corte m�s profundo. Mirar�n a m�, a quien traspasaron, y llorar�n por �l, y sentir�n amargura por �l, como quien tiene amargura por su primog�nito. Zacar�as 12:10 .

Me ha hecho un eje pulido. En la primera frase, el Mes�as habla de su doctrina y ministerio como una espada afilada. Aqu� habla de s� mismo como un eje pulido, o una flecha brillante, la gran arma en la mano de Dios, con la que ha herido y herido la causa del gran adversario y destruido el imperio del pecado. Esto se efect�a no s�lo por la palabra de la boca de Cristo, sino por su obra mediadora y sus sufrimientos en la cruz, cuando despoj� a los principados y potestades y triunf� sobre ellos. Luego hiri� la cabeza del drag�n en el desierto y destruy� al que ten�a el poder de la muerte, que es el diablo.

A la sombra de su mano en su aljaba me escondi�. La mano es el lugar apropiado para la espada, y el carcaj para la flecha, y se dice que est�n escondidos. Antes de que estallara la rebeli�n en este mundo pecaminoso y ap�stata, Dios ten�a un arma en reserva, mediante la cual aplastar�a la revuelta a su debido tiempo. Desde la ca�da del hombre se hab�an dado insinuaciones, aunque relativamente oscuras, de que Dios se hab�a provisto de un arma para expulsar al enemigo, como Israel hizo con los cananeos; y en el momento en que vino Cristo, se desenvain� la espada y comenz� la guerra.

Sin embargo, permiti� que el enemigo avanzara a la mayor altura antes de encontrarlo, y todav�a ejerce gran paciencia con los hombres malvados, quienes si no se arrepienten encontrar�n el golpe inminente m�s pesado cuando llegue.

Isa�as 49:3 . T� eres mi sirviente. Ministros, cristianos privados, todas las cosas son siervas de Dios; pero hay una diferencia esencial entre que Cristo sea un siervo y las criaturas que lo sean. El suyo fue voluntario, pero esto no se puede decir de ning�n ser creado en el cielo o en la tierra; el lema de todos los dem�s es: "Yo sirvo".

Pero el que ten�a la forma de Dios, tom� la forma de un siervo; y como los hijos son part�cipes de carne y hueso, �l tambi�n particip� de la misma. Ning�n simple hombre podr�a hacer esto, siendo necesariamente lo que es; y ninguna inteligencia creada, por muy exaltada que sea en la escala del ser, podr�a tomar voluntariamente la forma de un sirviente, ya que nunca tuvo otra forma, ni podr�a tenerla en ning�n estado imaginario de existencia.

Por tanto, Cristo era exclusiva y en un sentido preeminente, el siervo del Se�or; para que en la econom�a de la redenci�n act�e en subordinaci�n a la voluntad del Padre y exhiba en medio de un mundo ap�stata un ejemplo de la m�s completa y perfecta obediencia.

Isa�as 49:4 . En vano he trabajado. Los siervos de Cristo a menudo hacen una queja como esta, y no es de extra�ar; pero no es poco sorprendente que lo hiciera el mismo Cristo, ya que su boca era como una espada afilada, y ning�n hombre hablaba como �l. Sin embargo, Isa�as previ� que solo un resto de la naci�n jud�a abrazar�a su doctrina y, en su mayor parte, ser�a rechazado y despreciado.

No andaba merodeando en la vi�a, ni buscaba su propia comodidad; trabaj� duro y m�s fervientemente que cualquiera de sus sirvientes. Iba a todas partes predicando la palabra y extendiendo sus manos todo el d�a hacia un pueblo desobediente y contradictorio. La depravaci�n humana es por s� misma suficiente para derrotar las intenciones m�s ben�volas y los esfuerzos m�s ardientes por la recuperaci�n del hombre de su apostas�a; y quien lo intente encontrar� que tiene que contender, no s�lo con carne y sangre, sino con principados y potestades, con las maldades espirituales en los lugares altos, y con todos los prejuicios y enemistades del coraz�n carnal, de modo que las armas de su guerra solo puede volverse poderosa a trav�s de Dios.

Sintiendo un amor sincero por las almas de los hombres, nuestro Se�or se entristeci� por la dureza de su coraz�n; sintiendo tambi�n la deshonra lanzada sobre el santo nombre de Dios, en la violaci�n de su justa ley, y el subsecuente rechazo de las propuestas de misericordia, pronuncia la lamentable lamentaci�n: He trabajado en vano, y he gastado mis fuerzas en vano.

Isa�as 49:5 . Sin embargo, ser� glorioso ante los ojos del Se�or, y mi Dios ser� mi fuerza. La gran misi�n del bendito Salvador fue reunir a Israel en su redil y traer a Jacob de regreso a Dios; para devolver a los pecadores el favor que hab�an perdido, y llevarlos a un estado de lealtad al gobernador moral del mundo.

Sin embargo, la mayor parte de las tribus de Jacob no regres�, ni Israel fue reunido por su ministerio, aunque en Silo deber�a ser el recogimiento del pueblo. Sin embargo, muchos creyeron en �l en los d�as de su carne, muchos m�s creyeron despu�s de su muerte y resurrecci�n, y a�n m�s creer�n en los �ltimos d�as; y as�, eventualmente, todo Israel ser� salvo. Mientras tanto, el Redentor se consol� a s� mismo con la seguridad de la aprobaci�n divina, y encontr� en eso una amplia recompensa por todo su trabajo y por toda la ignominia que hab�a soportado.

Ser� glorioso, dice �l, a los ojos del Se�or, aunque sea poco estimado a los ojos de los hombres. El amor que acompa�� a su obediencia, como siervo del Se�or, y el gran amor que ten�a por los hombres, lo hicieron sumamente agradable a los ojos de Dios, tanto si Israel estaba reunido como si no. En la gran obra de la mediaci�n estuvo gobernado por una consideraci�n suprema de la gloria divina; am� la justicia y aborreci� la iniquidad; no abati� las exigencias de la ley divina, sino que cumpli� con toda justicia; y al interceder por los transgresores, intent� no paliar la enormidad de su culpa.

En la obra de predicar el evangelio, fue fiel a las almas de los hombres y fiel al que lo nombr�, as� como Mois�s fue fiel en toda su casa. Dios, por tanto, se convirti� en su fuerza; no fall� ni se desanim�; estableci� juicio en la tierra, y las islas a�n esperan su ley.

Isa�as 49:6 . Es una cosa ligera que levantes las tribus de Jacob, y restaures lo preservado de Israel. Esto se menciona como una raz�n para la extensa promesa dada, en referencia a la salvaci�n del mundo pagano. La redenci�n de un alma es un asunto de indescriptible importancia, mucho m�s la conversi�n de innumerables multitudes de entre la naci�n jud�a: sin embargo, todo esto a los ojos de Dios es �una cosa ligera.

�Ligero en comparaci�n con la dignidad infinita del Salvador, la importancia indecible de su mediaci�n y la recompensa que recibir�a por su obediencia hasta la muerte, es decir, la muerte de cruz. Si Dios ha de manifestarse en la carne, encarnarse y habitar entre nosotros, se convertir� en la majestad de su car�cter el que tenga una esfera de acci�n ilimitada y la oportunidad de llenar toda la tierra con su gloria.

No fue cosa ligera para �l tomar sobre s� nuestra naturaleza, obedecer y sufrir en nuestro lugar, ser crucificado y asesinado: y qu�, por lo tanto, puede ser una recompensa adecuada por tal humillaci�n, por tal obediencia y tal sacrificio ofrecido. en nuestro lugar. Pero en cualquier otra hip�tesis que no sea la de que Cristo es real y verdaderamente el Hijo de Dios, y que posee esencialmente todos los atributos de la divinidad suprema, no hay verdad ni coherencia en la declaraci�n del profeta.

Tambi�n te dar� por alumbrado de los gentiles. Esto implica la terrible oscuridad en la que estaban envueltas las naciones, que habitaban en la tierra de sombra de muerte, como en Isa�as 9:2 . Es cierto que estaban familiarizados con muchas de las artes y las ciencias, y hab�an adquirido mucho conocimiento; pero con toda su sabidur�a no conocieron a Dios.

Viviendo sin esperanza de bendiciones futuras, y sin Dios en el mundo, no conoc�an el camino al cielo y la gloria, ni la liberaci�n de la ira venidera. El hombre pecador est� por naturaleza en una condici�n perdida, como el viajero ignorante que se ha perdido en su camino, o la oveja perdida que se ha extraviado del redil; pero Cristo es dado por luz a los gentiles, para ahuyentar las tinieblas del error, el pecado y la superstici�n, que durante mucho tiempo los hab�a abrumado, y para derramar la luz de la vida por medio de su evangelio entre todas las naciones. Esta bendita promesa est� en curso de cumplimiento: el sol de justicia ha surgido sobre un mundo ignorante, y la luz se difunde en todas direcciones.

Isa�as 49:7 . Al que el hombre desprecia, a quien la naci�n aborrece. El profeta describe de manera conmovedora los diferentes grados de ese desprecio que el Se�or Mes�as deber�a enfrentar en este mundo pecaminoso. No solo es despreciado, sino despreciado por los hombres; no s�lo aborrec�a, sino que aborrec�a a su propia naci�n, e ignominiosamente se convert�a en un sirviente de los gobernantes.

Agrav� mucho la aflicci�n de Job que se convirtiera en el c�ntico de los necios y fuera despreciado por los sirvientes que apenas se habr�a puesto con los perros de su reba�o. David tambi�n se quej� de haber sido convertido en canci�n de borrachos, y desaprob� seriamente el oprobio de los necios. Entonces, �qu� debi� haber sido para que el resplandor descubierto de la gloria del Padre, para la pureza inmaculada y la inocencia misma, fuera objeto de la burla p�blica? para aquel a quien todos los �ngeles est�n obligados a adorar, a ser tratado con desprecio y desprecio en un mundo que �l mismo hab�a creado, y por seres pecadores cuya salvaci�n vino a buscar.

Sin embargo, fue aborrecido como el m�s vil de los hombres; fue acusado de blasfemia, condenado como malhechor, como inepto para vivir, molestia en la sociedad, mientras la multitud enfurecida gritaba, lejos con �l, lejos con �l, crucificarlo, crucificarlo. �Oh, qu� inigualable humillaci�n, qu� amor que sobrepasa el conocimiento! Pero por todo esto, el bendito Salvador ser� coronado de gloria y honra, tendr� un nombre sobre todo nombre, y ante �l se doblar� toda rodilla y toda lengua confesar�.

Los reyes ver�n y se levantar�n, los pr�ncipes tambi�n adorar�n. Los reyes se levantar�n de sus asientos, en se�al de respeto y homenaje, como era la antigua costumbre sobre la aparici�n de alg�n personaje superior. Lot se levant� de su asiento cuando los �ngeles se presentaron a la puerta de Sodoma y se postr� rostro en tierra. Abraham hizo lo mismo cuando se acercaron a su tienda en los llanos de Mamre.

De la misma manera, el exaltado Salvador ser� reverenciado y adorado: �s�, todos los reyes se postrar�n ante �l, todas las naciones le servir�n�. Los pr�ncipes tambi�n adorar�n: las personas de la m�s alta jerarqu�a, as� como las de los estratos m�s bajos de la sociedad, considerar�n como su m�s alto honor darle la gloria debida a su nombre. Ya se amonesta a los reyes de la tierra para que sirvan al Se�or Mes�as con temor y se regocijen con temblor; para rendir homenaje al Hijo, no sea que se enoje y perezcan del camino. Salmo 2:11 .

Isa�as 49:8 . Te dar� por pacto del pueblo. En la gran obra que el Mes�as iba a emprender, busc� socorro desde arriba y fue escuchado en un tiempo aceptable. Se le debe brindar ayuda: "en el d�a de la salvaci�n te ayud�". Y aunque no se libra de los sufrimientos, no debe dejarse abrumar por ellos: �Yo te guardar�.

Sus sufrimientos deben ser seguidos tambi�n con los efectos m�s benditos: te dar� por alianza del pueblo. Originalmente fue entregado por el Padre como Salvador, para convertirse en una ofrenda por el pecado, para que muriera el justo por el injusto, a fin de llevarnos a Dios; y habiendo llevado nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero, la concesi�n original ahora se renueva y se ampl�a, como recompensa de todos sus sufrimientos.

Los pactos son en todo momento signo de paz y amistad; y al ser dado a Cristo como un pacto del pueblo, se insin�a que debe ser el centro de uni�n entre Dios y el hombre, de modo que los pecadores de todo tipo deben mirarlo como el camino de la paz y la reconciliaci�n; y al hacerlo, por su bien, encontrar�n aceptaci�n y vida eterna. El hecho de que se le haya dado �por pacto� parece tambi�n implicar que Cristo deber�a ser la suma y sustancia de todas las bendiciones prometidas a su pueblo.

�l es la cabeza del pacto, a diferencia del primer Ad�n, la cabeza federal de toda su posteridad. Tambi�n es el Mediador, a diferencia de Mois�s, quien fue el mediador del pacto legal. Considerado como el testador del nuevo pacto, el derramamiento de la sangre de Cristo ser�a su confirmaci�n y le dar�a fuerza en cuanto al otorgamiento real de todas sus bendiciones.

Isa�as 49:9 . Para que digas a los presos: salid; a los que est�n en tinieblas, mu�strate. Esto es una alusi�n al a�o del jubileo, que fue proclamado en toda la tierra de Israel, cuando todos los que estaban en servidumbre fueron puestos en libertad. Con la venida de Cristo, deber�a tener lugar una ampliaci�n similar, pero de un car�cter mucho m�s elevado.

Ha llegado el a�o de mis redimidos, dijo el bendito Salvador; el d�a de la venganza est� en mi coraz�n, para consolar a todos los que lloran. La venida de Cristo y su reino es el gran jubileo del mundo. Los pecadores de todo tipo, tanto jud�os como gentiles, est�n todos bajo pecado, esclavizados por sus pasiones y abominables idolatr�as, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y est�n bajo el dominio del dios de este mundo.

Tampoco esto es todo; los pecadores est�n igualmente esclavizados bajo la maldici�n y condenaci�n de la ley, y tambi�n son prisioneros de la justicia divina. Habiendo pecado contra Dios, est�n bajo arresto de juicio y est�n obligados a aparecer en el gran d�a. Mientras est�n en un estado de impenitencia e incredulidad, no disfrutan m�s que de un indulto; la sentencia se aplaza, pero no se remite, sigue estando en pleno vigor.

Es prerrogativa de Cristo decirles a estos prisioneros: salid y mostraos. Como respeta los reclamos de la justicia divina, libera a los prisioneros, no negando sino satisfaciendo completamente esos reclamos, pagando el precio del rescate, para que el cautivo pueda ser puesto en libertad. Pero en referencia a la esclavitud del pecado y Satan�s, se adopta un proceso muy diferente. La detenci�n aqu�, aunque voluntaria por parte de los esclavizados, es ilegal e injusta.

Cristo, por tanto, no participa en ning�n parlamento; Derriba los muros de la prisi�n y env�a a los enclaustrados a la jornada de puertas abiertas. Llama a sus siervos a predicar el evangelio, que es poderoso en Dios, para derribar las fortalezas, para derribar la imaginaci�n, para que la presa del terrible sea librada. El lenguaje aqu� es muy alentador; dice en efecto a los prisioneros que lloran, no tengan miedo, la deuda est� saldada, el precio del rescate est� pagado. No te averg�ences; salid y mostraos como mis disc�pulos. Si el Hijo os hace libres, ser�is verdaderamente libres.

Pasar�n por los caminos, y sus pastos estar�n en todos los lugares altos. Ciro era el pastor del Se�or, deb�a recoger el reba�o esparcido de Israel y enviarlo de regreso a su propia tierra. Aqu� se les promete que se les proveer� a su regreso, que incluso las cimas de las monta�as est�riles, por las que tuvieron que pasar, les proporcionen suficiente sustento. Bajo esta hermosa figura se ensombrece el cuidado del gran Pastor, quien cuando dio su vida por las ovejas, no las dejar�a morir en el desierto, sino que suplir�a en abundancia todas sus necesidades.

Tambi�n se da a entender que cuando las almas son liberadas del dominio del pecado y de la maldici�n de la ley, comienzan a disfrutar de los verdes pastos del evangelio y anhelan la corriente viva. Ahora se alimentan de las promesas, beben el agua de la vida libremente y encuentran alimento y alimento espiritual, donde antes no ten�an deleite.

Isa�as 49:10 . No tendr�n hambre ni sed. Este sigue siendo el lenguaje de un pastor con respecto a su reba�o, y puede referirse m�s inmediatamente al regreso de los jud�os del cautiverio. Cuando el Se�or los sac� de Egipto, los gui� como a un reba�o, por mano de Mois�s y Aar�n; ahora los conducir�a de la misma manera por el camino de Babilonia.

Los elementos los favorecer�n en su paso, el sol y el viento atemperar�n al cordero esquilado. Sin embargo, todo esto es muy ilustrativo del tierno cuidado del gran Pastor, al conducir a su reino y gloria el reba�o encomendado a su cuidado; y aunque algunos de ellos a veces pueden saber lo que es tener hambre y sed, y ser heridos por falta de los frutos del campo, sin embargo, �l ha prometido suplir todas sus necesidades, y lo que es m�s, incluso se ha comprometido a dales de comer a los que le temen.

Salmo 111:5 . Especialmente sus necesidades espirituales estar�n bien suplidas; y bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos ser�n saciados. Los hombres del mundo est�n sedientos de lo que nunca obtendr�n, buscando la felicidad donde no se la puede encontrar; pero los que creen en Jes�s y lo siguen, quedar�n en abundancia satisfechos. El que a m� viene, dice el Salvador, nunca tendr� hambre; y el que en m� cree, no tendr� sed jam�s.

Ni el calor ni el sol los afligir�. No solo sus necesidades estar�n bien suplidas, tambi�n estar�n protegidas de los peligros del camino. En estas regiones m�s suaves, apenas conocemos el valor de tal promesa, pero en otras latitudes donde el viajero est� expuesto al sol vertical, las personas a menudo quedan prendadas o mueren de calor excesivo. Un ejemplo de este tipo se registra en la historia de Jon�s, quien, impaciente por su calabaza, deseaba morir antes que estar mucho tiempo expuesto al calor solar.

Las alusiones a la insalubridad de los climas m�s c�lidos no son infrecuentes en la historia sagrada y han dado lugar a diversas promesas que garantizan protecci�n y alivio. Isa�as 4:5 ; Isa�as 32:2 . Nuestro Se�or ha notado el calor excesivo del sol en Judea, sus efectos abrasadores y fulminantes sobre la vegetaci�n, como figurativo de las ardientes pruebas y persecuciones a las que estar�an expuestos sus seguidores m�s inmediatos.

Mateo 13:6 . Los creyentes no deben esperar una exenci�n de las pruebas de fuego, aunque est�n protegidos de la persecuci�n por las benignas leyes del pa�s, pero no ser�n tan heridos por ellas como para ser vencidos. El Se�or es tu guardador, el Se�or es tu sombra a tu diestra. Salmo 121:5 .

Isa�as 49:11 . Har� de todos mis montes un camino. Cuando el Se�or redimi� a Israel de Egipto, les abri� camino a trav�s de las impetuosas aguas, y camino en el desierto; y cuando los sacara de Babilonia, las monta�as y los valles se convertir�an en una llanura, para acelerar su regreso sano y salvo. Las dificultades que parec�an insuperables se desvanecieron de inmediato; y como en el caso anterior, los condujo por el camino recto a una ciudad habitada.

Se presentan dificultades insuperables en el camino de la salvaci�n del pecador. La justa ley de Dios lo declara anatema y exige su castigo; el pecador debe diez mil talentos y no tiene nada que pagar. La justicia inflexible declara, el alma que pecare, morir�; la sentencia fue dictada tan pronto como el hombre pec�. Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta.

Suponiendo que el Ser supremo tenga infinita buena voluntad para con sus criaturas pecadoras y ap�statas, sin embargo, no puede, como gobernador moral del mundo, ejercer de manera consistente la misericordia a expensas de la justicia. Connivencia con el pecado, o no manifestar su disgusto contra �l, ser�a acusar su propia ley como ni justa ni buena, y su propia veracidad en no ejecutar el castigo amenazado. Por tanto, no hay forma de volver a Dios sobre la base de la justicia, ni siquiera sobre la base de la misericordia, sin la interposici�n de un Mediador.

Pero por la muerte de Cristo, el castigo debido al pecado ha sido completamente soportado, su extrema pecaminosidad ha sido demostrada de una manera m�s terrible y conmovedora de lo que podr�a haber sido por la destrucci�n eterna de la raza humana. Todos los fines del gobierno divino se cumplen plenamente, y todas las perfecciones divinas se armonizan y glorifican en el gran plan de la redenci�n del hombre. Ahora pues, est� abierto el camino para el honorable ejercicio de la misericordia; el pecador es perdonado, la justicia queda satisfecha y el pecado condenado a la infamia eterna.

Romanos 8:4 . Ahora se han eliminado todas las dificultades y se aclara el camino hacia Dios; hasta los montes se convierten en camino, y las carreteras se exaltan.

Isa�as 49:12 . Estos vendr�n de lejos y estos de la tierra de Sinim. Habiendo levantado un camino, aqu� se promete que ser� ocupado. Los jud�os ser�n recogidos de sus diversas dispersiones; y las partes de donde deber�an venir parecen significar las cuatro partes de la tierra, como en Mateo 8:11 .

Esta predicci�n se ha cumplido parcialmente, pero la mayor parte a�n est� por llegar, cuando ser�n introducidos con la plenitud de los gentiles. El pasaje es adem�s indicativo de la naturaleza de la verdadera conversi�n, ya sea de jud�os o gentiles, mostrando que su tendencia es llevar a los pecadores a una unidad de coraz�n con Cristo y su pueblo. �l es el gran centro de atracci�n, al que se sienten atra�dos todos los corazones; y su lenguaje es como el de anta�o: Dime, oh t� a quien ama mi alma, d�nde haces descansar tu reba�o al mediod�a.

Bajo la dispensaci�n anterior, Jerusal�n era el centro de uni�n; y cuando se hac�a proselitismo de entre los gentiles, inmediatamente acud�an all�. Ahora Cristo y su pueblo se convierten en el centro de uni�n; y los que vienen al Mediador del nuevo pacto, ya la sangre rociada, tambi�n al monte de Sion, a la ciudad del Dios viviente, la Jerusal�n celestial.

Isa�as 49:14 . Pero Sion dijo: El Se�or me ha desamparado. Mientras que los cielos y la tierra est�n llamados a regocijarse, porque el Se�or hab�a consolado a su pueblo con la promesa de una restituci�n final y gloriosa, y la adhesi�n de los gentiles convertidos a la iglesia, Si�n se hunde en la incredulidad y teme ser completamente abandonado.

Ella suspira y se lamenta porque la venida del Mes�as se demor� tanto. Por tanto, el Se�or le asegura, hasta el final de este cap�tulo, su fidelidad y misericordia, y que su apego era a�n m�s fuerte que el de una madre hacia su hijo de pecho. Multiplicar�a a sus hijos, aumentar�a sus bendiciones y nunca olvidar�a su Si�n. Te he grabado en las palmas de mis manos, tus muros est�n continuamente delante de m�.

La misma seguridad se repite en el cap. 54:10. Estas promesas se cumplieron s�lo parcialmente al regreso de Babilonia, siendo entonces los reyes paganos opresores sucesivos de Si�n, hasta que los jud�os se refugiaron bajo las alas de hierro de la protecci�n romana.

Isa�as 49:24 . �Ser� quitada la presa de los poderosos? S�, el Se�or hizo que Babilonia entregara a sus cautivos y devolviera su oro y su bot�n.

REFLEXIONES.

El profeta habiendo hablado de Babilonia durante los �ltimos diez cap�tulos, con una fuerte referencia de vez en cuando al Mes�as, habla aqu� de manera m�s obvia de su encarnaci�n y ministerio. Ver Hechos 13:47 ; 2 Corintios 6:2 , donde se aplican estas profec�as.

El cap�tulo anterior se cierra con el est�mulo de la liberaci�n de Babilonia, de las circunstancias de su liberaci�n de Egipto. En un modo similar de argumentaci�n, la redenci�n del mundo y la gloria de la iglesia se infieren del ilustre car�cter de Ciro; porque tanto los jud�os como los cristianos entendieron este cap�tulo de Cristo.

Tenemos aqu� la designaci�n del Salvador a su obra. Fue llamado desde el vientre, o seg�n San Pedro, preordenado antes de la fundaci�n del mundo. 1 Pedro 1:20 . Tambi�n tenemos la derivaci�n de los oficios y el poder del Mes�as, sus oficios especialmente de Profeta, Sacerdote y Rey, que finalmente deben ser entregados al Padre nuevamente, para que el Hijo, en su humanidad, pueda estar sujeto a Aquel que puso todo cosas debajo de �l.

El Se�or puso una espada aguda en su boca y una flecha aguda en su arco; y Cristo hizo uso de esta espada cuando sentenci� a Jerusal�n a la destrucci�n y anunci� la venganza de todos los enemigos de su iglesia. Comenz� su trabajo con la guerra y pele� una buena batalla contra la idolatr�a y el pecado.

El Mes�as se llama aqu� Israel, porque Jacob era un tipo de Cristo, que es tanto el padre como el primog�nito de todos los fieles. Este nombre no se puede aplicar a Isa�as, porque nunca fue enviado a los gentiles; ni los jud�os jam�s lo entendieron de ning�n profeta que no fuera el Mes�as. De �l es literalmente cierto, porque reuni� solo un remanente de Israel, y sin embargo fue glorificado con el Padre; y su palabra fluy� libremente entre los gentiles, hasta que lleg� a ser salvaci�n hasta los confines de la tierra. Los ministros sinceros y fieles deben sentirse consolados por este pensamiento, que si no son �tiles para un pueblo, pueden ser �tiles para otro.

Como los israelitas fueron escuchados en un tiempo aceptado cuando oraron, siendo perseguidos por Fara�n; as� Cristo, dado por alianza al pueblo, fue escuchado en el huerto y en la cruz; fue escuchado siendo despreciado por los hombres y aborrecido por reyes y gobernantes. Siendo la cabeza y los miembros uno, tenemos aqu� la promesa de que Dios siempre escuchar� a los penitentes que claman por perd�n en el d�a de la angustia, y los salvar� con un sentido de amor perdonador derramado en sus corazones, como una promesa de providencia. liberaci�n a su debido tiempo.

La salida de los prisioneros, el llamado de los que se sientan en la oscuridad para mostrarse, la reuni�n del pueblo, despu�s de que el Mes�as se ha convertido en la luz de los gentiles, el aumento de la poblaci�n y la alimentaci�n de los que oprimen a Si�n con su propia carne, hagan tan sorprendentemente de acuerdo con la gloria de los �ltimos d�as de la iglesia, que todo comentarista que est� resuelto a aplicar estas profec�as al regreso del pueblo de Babilonia, o a la primera propagaci�n del evangelio, sufra muchos calambres. , y disminuye la gloria de los diversos temas.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Isaiah 49". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/isaiah-49.html. 1835.
 
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