Bible Commentaries
Job 32

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

Versículos 1-22

Job 32:2 . Eli�. Las copias griegas dicen Eli�z, al igual que escriben El�as. Los cr�ticos nos refieren por su genealog�a a Huz el hijo de Nacor; porque se cree que Ram es Abraham; pero una semejanza de nombre no prueba afinidad. Su ira se encendi�. En prueba de esto, acusa a Job, a trav�s de una interpretaci�n err�nea, de decir varias cosas que Job nunca dijo. Tambi�n estaba enojado con los tres amigos de Job, porque vio que estaban vencidos. Su discurso contiene poco m�s que los viejos argumentos nuevos modificados.

Job 32:8 . Un esp�ritu en el hombre. ??? ??? ruach hi, el Esp�ritu mismo est� en el pobre hombre fr�gil. El esp�ritu de profec�a, como dice el caldeo. San Pablo alude evidentemente a este texto en Romanos 8:16 , �El Esp�ritu mismo da testimonio a nuestro esp�ritu.

�Es este santo afflatus que es la verdadera luz que ilumina a todo hombre que viene al mundo. Es esta investidura de la gracia divina la que capacita al hombre para o�r y ver la luz del evangelio, y es el principio de la regeneraci�n en el coraz�n.

Job 32:18 . Estoy lleno de materia, como Salmo 45:1 ; o las pitonisas, como se ilustra en Isa�as 41:23 .

Job 32:19 . Botellas nuevas. Ver nota sobre Josu� 9:4 . La LXX une el adjetivo, nuevo, al vino; una libertad que no perturba el sentido. Algunos piensan que Eli� se refiere a magos y ventr�locuos, que parecen hablar desde el vientre.

Job 32:22 . Mi Hacedor pronto me llevar�a lejos. Oye esto, oh ministro cristiano, cuando el orgulloso, el blasfemo, el seductor y el avaro est�n ante ti. Si los adula, los destruye y Dios pronto se lo llevar�. Piense en c�mo razon� Pablo ante F�lix.

REFLEXIONES.

�Aqu� se nos ense�a que la modestia y la humildad son grandes adornos para los j�venes. Es su deber ser aprendices, escuchar con paciencia y atender los sentimientos de los ancianos y sabios; ser desconfiados de s� mismos y evitar todo lo que tenga apariencia de vanidad y vanidad; especialmente cuando parezca apropiado que deban dar su opini�n, que lo hagan con toda deferencia hacia los ancianos y todas las se�ales de un esp�ritu modesto.

La edad les da a los hombres una gran ventaja para mejorar sus conocimientos y ser �tiles con sus consejos e instrucciones. Naturalmente, se espera que sus facultades se fortalezcan y su acervo de ideas se ampl�e mediante la lectura, la reflexi�n y la experiencia. Por lo tanto, los ancianos deben ser maestros de cosas buenas y esforzarse por instruir a la nueva generaci�n en lo que pueda serles �til y conducente a su verdadera felicidad.

Consideremos que nuestros semejantes son seres racionales al igual que nosotros. Hay un esp�ritu en el hombre, y la inspiraci�n del Todopoderoso le da entendimiento. Todos los ejercicios ordinarios de la raz�n se atribuyen aqu� a la inspiraci�n del Todopoderoso. Demos gracias por este don de Dios; y rezarle para que fortalezca nuestras facultades racionales y nos permita juzgar y hablar correctamente. Esta consideraci�n debe preservar a los ancianos de un trato arrogante de los j�venes, que tienen raz�n, as� como a sus padres; y algunos son m�s sabios a los veinte que otros a los sesenta.

Todo hombre tiene derecho a juzgar por s� mismo y se le debe permitir la libertad de expresi�n. Aquellos que pretenden dictarle al mundo, y quieren que todos sean como son y crean tal como creen, deben considerar que los dem�s son criaturas racionales al igual que ellos mismos, y que tienen el mismo acceso a los or�culos de la sabidur�a divina. Por lo tanto, aprendamos a escuchar con franqueza, a juzgar con temperamento y a no negar nunca a los dem�s los derechos y privilegios que nos atribuimos a nosotros mismos.

El temor de Dios tambi�n deber�a comprometernos a tratar claramente con los hombres, en todos los asuntos de importancia, particularmente en aquellos que tienen que ver con la religi�n y la felicidad. El exceso de cumplidos es un enemigo absoluto de la verdad y la sabidur�a. Es especialmente una lecci�n para los ministros, no para profetizar cosas suaves por temor a ofender, sino para dirigirse a las conciencias de los hombres con toda sencillez y afecto unidos; acord�ndose de su Hacedor, quien ha declarado que quitar� todo labio lisonjero y toda lengua enga�osa. Mientras tanto, se hallar�, como observa Salom�n, que el que reprende a un hombre, m�s tarde hallar� m�s gracia que el que lisonjea con la lengua �.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Job 32". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/job-32.html. 1835.