Bible Commentaries
Job 9

Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo TestamentoComentario de Sutcliffe

Versículos 1-35

Job 9:5 . Quita los montes con terremotos. Las grandes cordilleras tienen cavernas continuas, con r�os y lagos interiores. Donde abundan los lias, el hierro y el azufre, los volcanes forman sus lechos de lavas adormecidas, que ante la repentina irrupci�n de las grandes aguas se convierten instant�neamente en vapor, las monta�as se rompen en pedazos y las islas se hunden en pocos instantes.

Sin embargo, existe una idea geol�gica de la remoci�n y nuevas formaciones de las monta�as, que era parcialmente conocida por los antiguos. Nuestros chalkhills y cordilleras de carb�n se han formado por el flujo y reflujo de aguas impetuosas. Los lechos de grava o de arcilla, con conchas, son de constante aparici�n en la base de esos cerros.

Job 9:7 . Que domina al sol. Ver Isa�as 38:8 ; Josu� 10 . Los rabinos refieren este texto a eclipses u oscurecimientos totales del orbe solar.

Job 9:9 . Arcturus, Orion, Pl�yades y las c�maras del sur. La mayor�a de los cr�ticos pasan por alto este texto; pero da a entender fuertemente que los patriarcas ten�an un conocimiento considerable de astronom�a. Arcturus se deriva de un verbo que significa reunirse; y por tanto es aplicable a una constelaci�n.

Ori�n, en el original, significa literalmente un tonto, y se aplica figurativamente a las estrellas a las que entra el sol cuando comienzan las temporadas tempestuosas, a mediados o finales del oto�o. Las Pl�yades, o como dice la Vulgata, H�ades, son las siete estrellas a la cabeza de Tauro. Las c�maras del sur, se traducen en el interior o secretos, o constelaciones del sur.

Por tanto, es evidente que Job alude aqu� a las estaciones del a�o gobernadas por los cuerpos celestes. Los egipcios tienen el elogio de inventar el Zod�aco, que significa cintur�n; pero siendo conocido el Zod�aco en la India, como en Egipto, debi� ser conocido por No� y los padres antediluvianos. El labrador y el pastor, desprovistos de Almanaques, se vieron obligados inevitablemente a observar los cielos.

Toda la cadena de la sociedad, habitando en la vasta l�nea de pa�s donde el Nilo desborda sus orillas, marc� la constelaci�n bajo la cual las aguas comenzaron a subir, y las llam� estrellas de inundaci�n, o de Acuario, el hombre de las aguas. Cuando llegaba la temporada de arado, que se hac�a por bueyes, denominar�an a las estrellas que entonces pose�a el sol con el nombre de Tauro, o el toro. Cuando llegaba la temporada de sequ�a, que empujaba al le�n del desierto a las orillas del r�o, llamaban a las estrellas que luego aparec�an Leo, o el le�n.

A las estrellas que aparec�an durante la cosecha, cuando las doncellas cosechaban, las llamaban Virgo, o virgen, con una mazorca de ma�z en la mano. A las estrellas que presid�an cuando las cabras daban a luz a sus gemelos, las llamar�an G�minis, y despu�s Castor y P�lux. Aries se refiere a la temporada de partos. Cuando los d�as y las noches fueran iguales, representar�an las estrellas seg�n Libra, o el equilibrio.

Cuando las enfermedades afectaron al pa�s por la ca�da de la hoja; representar�an las estrellas por un escorpi�n, debido a su veneno. De la misma manera, la temporada de caza fue distinguida por Sagitario, o el arquero; la temporada de pesca por los Piscis, o pescado. El ocaso del sol lo representaban C�ncer, o el cangrejo que camina de lado. Y cuando el sol ascendi� al Zod�aco, lo designaron por Capricornio, o la cabra que salta por la cima de las escarpadas rocas. De modo que los egipcios, acostumbrados a la escritura jerogl�fica, conoc�an el acercamiento de cada estaci�n por las apariencias en los cielos.

Job 9:17 . Multiplica mis heridas sin causa; sin causa espec�fica, como alegaron sus amigos; o cualquier causa particular conocida por el mismo Job. Antes, Job 9:14 , hab�a confesado la justicia de Dios y su sumisi�n a su juez, porque admite que el hombre nunca puede ser justo ante Dios; pero argumenta en contra de la doctrina de que toda aflicci�n era prueba o consecuencia de alg�n pecado en particular. No exist�a tal causa de sus actuales aflicciones.

Job 9:25 . Mis d�as son m�s r�pidos que un correo. El dromedario de pies r�pidos, entrenado para el despacho, correr� ciento cincuenta millas en veinticuatro horas. Los hombres tambi�n en la India corren con la bolsa de correo en la cabeza y, a intervalos, se relevan unos a otros.

Job 9:26 . Barcos veloces. Harmer, siguiendo la opini�n de los viajeros orientales, piensa que Job alude a los barcos que navegan muy r�pidamente por los r�os; quiz�s a una velocidad de diez o doce nudos o millas por hora. El caldeo dice: "Como barcos cargados de frutos preciosos".

Job 9:33 . Tampoco hay ning�n dayman. �rbitro o juez de Hebreos . La LXX, con muchos MSS. y versiones, lea, "Oh, si hubiera un mediador entre nosotros". Los pecadores tienen ahora tal Mediador, y nadie puede suplicar a Dios sino a trav�s de �L. 1 Timoteo 2:5 .

REFLEXIONES.

Aqu� Job responde a Bildad concediendo lo que hab�a dicho, pero con dos grandes excepciones; primero, que ning�n hombre, propiamente hablando, est� justo ante su Hacedor; y en segundo lugar, que Dios a veces destruye al inocente con el culpable, el perfecto y el malvado, Job 9:22 . Ning�n hombre puede ser debidamente contado ante su Hacedor, cuando se considera la grandeza de Dios.

Si se presenta a juicio, puede acusar al hombre m�s santo de mil defectos y ponerlo en silencio. Dios es sabio al escudri�ar el coraz�n. Oscurece el sol y cubre las estrellas con una nube. Todas las constelaciones de los espaciosos cielos son como las chispas de un tiz�n que se lanza a sus pies. �Qu� mortal entonces presumir� de justificarse a s� mismo en la presencia de Dios?

Tenemos a continuaci�n un excelente descubrimiento del autoconocimiento y gran modestia de Job. Muchos lo han culpado, y tambi�n los comentaristas, por tener una opini�n demasiado alta de su propia justicia; pero aqu� corrige su error. Aunque era justo, no respond�a. Adorar�a y sufrir�a en silencio, confiado en que �l no me har�a ning�n da�o.

Job ten�a opiniones correctas sobre la rapidez de la vida. La fugaz rapidez de los mensajeros del rey, los barcos que se deslizaban con la corriente ante el viento y el �guila que llegaba al bosque distante, mostraban los ondulantes yermos de la vida humana. Ahora, por lo tanto, aunque en algunas aflicciones no tenemos ayudante de d�a o mediador para la eliminaci�n de las calamidades, consol�monos con el pensamiento de que la vida es corta, y entonces disfrutaremos de un reposo eterno.

Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Job 9". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/jsc/job-9.html. 1835.