Una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas clam� a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y sabes que tu siervo temi� a Jehov�; y ha venido el acreedor para tomar para �l mis dos hijos por siervos.
Ver. 1. Ahora lloraba cierta mujer. ] Aqu� tenemos miraculorum congeriem. En este cap�tulo cuarto, Eliseo, dignamente llamado Taumaturgo, o el hacedor de maravillas, expone cuatro milagros se�alados.
A Eliseo. ] Quien hab�a relevado tan recientemente a los tres reyes en su necesidad, y por lo tanto ella cre�a que �l pod�a y que la ayudar�a a ella, la viuda de un profeta angustiado.
Tu siervo, mi marido, ha muerto. ] Y muri� endeudado; lo cual no ten�a por qu� haber hecho, si hubiera cumplido con Jezabel y se hubiera alimentado de su abrevadero, como hac�an otros; pero prefiri� mantener la fe y la buena conciencia, como hizo Lutero, que rechaz� el cardenalicio cuando se le ofreci�; y cuando yac�a agonizante, hizo su testamento para su esposa e hijos de esta manera, Domine Deus, gratias ago tibi quid volueris me esse pauperem super terrain et mendicum, etc.
Se�or Dios, te doy gracias por mi pobreza actual, y ahora te ruego que cuides de mi pobre esposa e hijos, a quienes no puedo legar casa, tierras, posesiones, dinero. Pero te suplico humildemente que los alimentes, los cr�es, los ense�es, los guardes, como hasta ahora me has hecho, Padre de los hu�rfanos y Juez de las viudas.
T� sabes que tu siervo temi� al Se�or. ] Los rabinos y algunos otros han pensado que esta era la viuda del buen Abd�as, y que �l, al alimentar a los profetas del Se�or en aquellos tiempos peligrosos, hab�a gastado su propiedad y muri� en deuda con el rey, de cuyo padre hab�a sido mayordomo. Pero esto no es muy probable.
Y Eliseo le dijo: �Qu� har� por ti? dime, �qu� tienes en la casa? Y ella dijo: Tu sierva no tiene nada en casa, salvo un c�ntaro de aceite.
Ver. 2. �Qu� har� por ti? ] Pagar tus deudas por ti no puedo; pero si de alguna otra manera puedo ayudarte, lo har�.
�Qu� tienes en casa? ] a saber, hacia el pago de tus deudas, que debes esforzarte al m�ximo.
Tu sierva no tiene nada. ] De cualquier valor. Por lo tanto, parece que qued� muy pobre, pero habla con mucho respeto de su difunto esposo todo el tiempo.
Entonces dijo: Ve, y toma prestados los vasos de todos tus vecinos, vasos vac�os; pedir prestado no pocos.
Ver. 3. Incluso recipientes vac�os. ] Deben ser corazones vac�os, dice Bernardo; vac�o de s� mismo, y todas las concupiscencias imp�as, que Dios llenar� con el aceite de la gracia: Intus existens prohibet alienum, de lo contrario ese licor precioso se derramar�a por el suelo.
Pida prestados no pocos. ] Ne paucifices. Que los hombres no se acobarden en su propio coraz�n; hay suficiente en Dios.
Y cuando entres, te cerrar�s la puerta a ti y a tus hijos, y derramar�s en todos esos vasos, y apartar�s lo que est� lleno.
Ver. 4. Te cerrar�s la puerta. ] Era hora de cerrar la puerta, dice un reverendo, cuando un peque�o debe abastecer de muchos vasos m�s grandes. Pero, �por qu� debe cerrarse la puerta? (1.) Para que ella tenga m�s libertad para orar; Mat 6: 6 (2.) Para que ella pudiera manifestar su propia fe, y no ser obstaculizada por la incredulidad de otros; ver Mar 6: 5-6 (3). Para que no se piense que nadie le llev� secretamente el aceite a la casa.
Entonces ella se apart� de �l y cerr� la puerta tras ella y sus hijos, que le tra�an [las vasijas]; y ella derram�.
Ver. 5. Y cierra la puerta, etc. ] Esta su pronta y presente obediencia fue un noble fruto de su fe heroica. Ella no razona, como lo hizo Naam�n, sino que corre; ella no disputa, sino que env�a los mandamientos del profeta. Dios ama a los curristas no Quaeristas, dice Lutero.
Y ella se derram�. ] Y cuanto m�s derramaba, m�s pod�a; los �ngeles hacen nuevos suministros de aceite continuamente, dice A Lapide.
Y sucedi� que cuando se llenaron los vasos, dijo a su hijo: Tr�eme a�n un vaso. Y �l le dijo: [No hay] vaso m�s. Y el aceite se qued�.
Ver. 6. No hay una vasija m�s. ] La vasija nunca dej� de funcionar, hasta que no hubo lugar; as� que en otros lugares Dios nunca dej� de disminuir, hasta que Abraham dej� de mendigar.
Luego vino y se lo cont� al hombre de Dios. Y �l dijo: Ve, vende el aceite y paga tu deuda, y vive t� y tus hijos de los dem�s.
Ver. 7. Y vive t� y tus hijos de los dem�s. ] Esto era m�s de lo que ella deseaba del profeta. Dios es a menudo mejor para su pueblo que sus oraciones, que sus esperanzas. Los hombres tambi�n deben velar por que las viudas y los hijos de sus ministros tengan una c�moda subsistencia.
Y sucedi� que un d�a, Eliseo pas� a Sunem, donde [estaba] una gran mujer; y ella lo oblig� a comer pan. Y [as�] era, [que] cada vez que pasaba, volv�a all� para comer pan.
Ver. 8. Que Eliseo pas� a Sunem. ] El pa�s de Abisag. 1Re 1: 3 V�ase Josu� 19:18 . Y los Rabinos dicen que esta buena Sunamita era la hija de la hermana de Abisag.
Donde estaba una gran mujer. ] Grande en riquezas, y grande tambi�n en virtud, como lo entiende el caldeo. a
Y ella dijo a su marido: He aqu�, percibo que �ste es un santo var�n de Dios, que pasa junto a nosotros continuamente.
Ver. 9. He aqu� ahora, percibo que este es un hombre santo. ] La santidad se esconder� tan poco como la luz, el fuego, el almizcle, etc. Un hombre santo es como un vaso de cristal con una l�mpara transparente en medio.
Que pasa continuamente a nuestro lado. ] Sunem no estaba lejos del monte Carmelo; y este profeta sigui� haciendo el bien.
Hagamos una peque�a c�mara, te ruego, en la pared; y pongamos all� para �l una cama, una mesa, un taburete y un candelero; y cuando venga a nosotros, se volver� all�.
Ver. 10. Hagamos una peque�a c�mara, te lo ruego, en la pared. ] Donde pueda estar en privado y sin molestias. Conoc�a el tumulto de una familia numerosa, no apta para las tranquilas meditaciones de un profeta; la jubilaci�n es m�s adecuada para los pensamientos de un vidente.
Y sucedi� que un d�a lleg� all�, entr� en la c�mara y se qued� all� acostado.
Ver. 11. Y entr� en la c�mara y se qued� all�. ] Para el gran beneficio, sin duda, de toda la familia, que recibi� muchas instrucciones divinas de �l, y fueron muy ayudados por sus oraciones y pr�cticas santas.
Y dijo a su criado Giezi: Llama a esta sunamita. Y cuando la llam�, ella se par� ante �l.
Ver. 12. Llame a esto sunamita. ] Parece que Giezi fue enviado para llamarla, pero tambi�n para familiarizarla con el negocio, es decir, que si ten�a alg�n pleito con el rey o su general, etc., y traer su respuesta; Despu�s de consultar con Giezi lo que se har�a por ella, y entendiendo por �l que no ten�a hijos, Eliseo le pidi� a Giezi que la llamara, como 2 Reyes 4:15 .
Y �l le dijo: Dile ahora: He aqu�, t� nos has cuidado con todo este cuidado; �Qu� se puede hacer por ti? �Quieres hablar por ti con el rey o con el capit�n del ej�rcito? Y ella respondi�: Yo habito entre mi propio pueblo.
Ver. 13. He aqu�, has tenido cuidado con nosotros. ] Un hombre amable es un hombre agradecido y estudia la retribuci�n.
Yo habito entre mi propia gente. ] En privado y en paz, sin asuntos en la corte; sin afectar grandes amistades, ni gemir bajo grandes opresiones. Todo esto estaba bien, si hubiera podido aguantar. Los antiguos griegos dieron este serio consejo, dice Suidas,
"???? ??? ???????? ??????". - Suidas.
es decir, mant�ngase alejado de los grandes. Y los poetas latinos dicen bien,
� Dulcis inexpertis cultura potentis amici,
Expertus metuet� - Horat.
� Vive tibi, quantumque potes, praelustria vita. �- Ovidio.
Pero, �qu� agarre hay de estas cosas terrenales? dice otro; �Por cu�nto tiempo la sunamita es bendecida con paz? Qu�date un rato, la ver�s venir de rodillas ante el rey de Israel, quej�ndose lastimosamente de que fue despojada de casa y de tierra; y c�mo Giezi est� dispuesto a hacer por ella ese buen oficio, que no fue aceptado por su se�or. . a Aquellos que se mantienen firmes sobre la tierra, tienen un pie resbaladizo. Ning�n hombre puede decir que no necesitar� amigos.
Y �l dijo: �Qu�, pues, se har� por ella? Y Giezi respondi�: De cierto no tiene hijo, y su marido es anciano.
Ver. 14. �Qu� se puede hacer entonces por ella? ] Un profeta tan grande desde�a no consultar ni aconsejar a su siervo; y todo su cuidado es c�mo expresar su agradecimiento a su anfitriona.
Y �l dijo: Por esta �poca, seg�n el tiempo de la vida, abrazar�s un hijo. Y ella respondi�: No, se�or m�o, var�n de Dios, no mientas a tu sierva.
Ver. 16. Acerca de esta temporada, ] es decir, Aproximadamente dentro de doce meses.
Abrazar�s a un hijo. ] Dios trata con sus siervos, como el profeta lo hizo aqu� con esta sunamita, cuando le pidi� que preguntara lo que necesitaba y le dijera lo que deb�a hacer por ella, y ella no encontr� nada que pedir de sus manos; env�a a buscarla y le hace una promesa gratuita de lo que ella m�s deseaba y deseaba: un hijo. Por eso, a menudo Dios se complace en dar a sus siervos lo que olvidan o presumen no pedir.
Y la mujer concibi� y dio a luz un hijo en el tiempo que le hab�a dicho Eliseo, seg�n el tiempo de la vida.
Ver. 17. Y la mujer concibi�. ] Algo parecido sucedi� en la �ltima �poca: para que el doctor Sandys se marchara de la tierra por miedo a la reina Mar�a y se despidiera de su anfitriona, que no ten�a hijos y hab�a estado casada ocho a�os, le dio un pa�uelo fino y un viejo real de oro en �l, agradeci�ndole mucho, y dijo: Ten un buen consuelo; Antes de que pase un a�o entero, Dios te dar� un ni�o, un ni�o. Y sucedi� que ese d�a faltaban doce meses y un d�a, Dios le dio un hijo hermoso. a
Y cuando el ni�o creci�, cay� un d�a, que sali� con su padre a los segadores.
Ver. 18. Sali� con su padre a los segadores. ] Este sunamita, aunque rico, ten�a �l mismo la supervisi�n de sus labradores de la cosecha: tambi�n Booz. Rut 2:4; Rth 3: 2-7 Esta fue una buena ganader�a.
Y dijo a su padre: Mi cabeza, mi cabeza. Y le dijo a un muchacho: Ll�vaselo a su madre.
Ver. 19. Y dijo a su padre: Mi cabeza, mi cabeza. ] Los rayos del sol en esa calurosa temporada de cosecha le hab�an golpeado con fuerza en la cabeza y lo hab�an enfermado. Los latinos llaman a un enfermo Aegrum, por el lamentable gemido que hace, llorando, Ai, Ai . a Pero qu� inferencia no divina fue la del obispo de Hereford en su serm�n en Oxford sobre este texto, durante el reinado de Eduardo II, perseguido en ese momento por su reina y su hijo, de que la cabeza dolorida y enferma de un reino era de necesidad de ser quitado, y no curado de otra manera! B
Hasta el mediod�a, y luego muri�.] El ni�o estaba bien, enfermo y muerto, y todo en el espacio de cuatro o cinco horas. Una prueba dolorosa; y una justa advertencia a todos los padres para que no amen demasiado a sus peque�os, no sea que Dios pronto les quite el �dolo terrenal.
Y ella subi�, lo acost� en la cama del var�n de Dios, le cerr� la puerta y sali�.
Ver. 21. Y lo acost� en la cama del hombre de Dios. ] Ella hab�a escuchado, por cierto, c�mo El�as hab�a devuelto la vida al hijo muerto de una viuda. 1Re 17:21 Por tanto, esto que hizo aqu� fue un acto de su fe, por el cual tambi�n "recibi� a sus muertos resucitados". Heb 11:35 La fe es la mejor palanca en un levantamiento muerto.
Y llam� a su marido y le dijo: Te ruego que me env�es a uno de los mozos y a uno de los asnos, para que corra hacia el var�n de Dios y vuelva.
Ver. 22. Env�ame, te lo ruego. ] Como una matrona piadosa y prudente, aunque podr�a hacer mucho con su marido, cuyo coraz�n confiaba en ella con seguridad, no har�a nada de momento sin su consentimiento.
Y �l dijo: �Para qu� vas a ir a �l hoy? [no es] ni luna nueva ni s�bado. Y ella dijo: [Todo estar�] bien.
Ver. 23. �Por qu� vas a ir a �l hoy? ] Su marido no sab�a nada entonces de la muerte del ni�o.
No es luna nueva ni s�bado. ] En qu� d�as la gente buena en esos tiempos malos sol�a acudir a los santos profetas de Dios para escuchar la palabra y recibir instrucci�n.
Y ella dijo: Todo ir� bien. ] Heb .: Paz. Tostatus lo devuelve Vale, adi�s. La Vulgata, no bien, Vadam, ir�; esto hab�a sido demasiado perentorio e indecoroso.
Luego ensill� un asno y le dijo a su sirviente: Conduce y sigue adelante; No dejes de cabalgar por m�, a menos que yo te lo pida.
Ver. 24. Conduce y sigue adelante. ] Ponte lo m�s r�pido que puedas. Dolor addidit ay; el dolor cabalga sin riendas, donde no hay m�s que esperanza de ayuda.
Entonces ella fue y lleg� al hombre de Dios al monte Carmelo. Y sucedi� que cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a Giezi su siervo: He aqu�, la sunamita.
Ver. 25. He aqu�, all� est� la sunamita. ] Esa buena sunamita, que "muestra de una buena conversaci�n sus obras con mansedumbre de sabidur�a". Sir Thomas Moore estaba fuera cuando dijo: Los hombres cometen faltas a menudo, las mujeres solo dos veces, que no hablan bien ni lo hacen bien.
Y cuando lleg� al hombre de Dios en la colina, lo agarr� de los pies; pero Giezi se acerc� para arrojarla. Y el var�n de Dios dijo: D�jala; porque su alma est� turbada dentro de ella, y el SE�OR me lo ha ocultado, y no me lo ha dicho.
Ver. 27. Ella lo agarr� por los pies. ] Lo cual ella se mantuvo firme, para mostrar la instancia de su pedido, y la fuerza de su confianza, junto con su firme resoluci�n, de no dejarlo hasta tener lo que vino a buscar, como 2 Reyes 4:30 .
Entonces ella dijo: �Dese� un hijo de mi se�or? �No dije: No me enga�es?
Ver. 28. �Dese� un hijo de mi se�or? ] �Era demasiado deseoso o indebidamente importuno? porque si era as�, la p�rdida del ni�o hab�a sido sobre m�. Los afectos fuertes ser�n aflicciones fuertes.
�No dije: No me enga�es? ] No, �no dijiste: No me mientas? �Y era esa una palabra adecuada para un hombre de Dios? �No hab�a algo de incredulidad en ello?
Entonces dijo a Giezi: C��ete los lomos, y toma mi b�culo en tu mano, y vete; si te encuentras con alguno, no le saludes; y si alguien te saluda, no le vuelvas a responder; y pon mi b�culo sobre el rostro del ni�o.
Ver. 29. Si te encuentras con alg�n hombre, no lo saludes. ] No te quejes de chismoso, mucho menos de quejido, de que con ese bast�n m�o resucitar�s a un ni�o muerto. Algunos rabinos creen que Giezi lo hizo; una y de ah� que los medios resultaron ineficaces. Pero parece ser m�s bien la incredulidad de la madre lo que lo hizo as�.
a Ridebat Gehazi dicendo obviis, Credisne baculum istum vitam restituere? - R. Eliezer, cap. 33.
Y la madre del ni�o dijo: Vive el SE�OR, y vive tu alma, que no te dejar�. Y �l se levant� y la sigui�.
Ver. 30. Y �l se levant� y la sigui�. ] Como tambi�n nuestro Salvador, en una ocasi�n similar, se levant� y sigui� a Jairo, Mateo 9: 18-19 sin ofenderse por su fe d�bil, ni apartarlo, como presumiendo prescribir.
Y Giezi pas� delante de ellos, y puso la vara sobre el rostro del ni�o; pero [hab�a] ni voz ni o�do. Por tanto, fue de nuevo a su encuentro y le dijo, diciendo: El ni�o no ha despertado.
Ver. 31. Pero no hab�a voz ni o�do. ] Dios reteniendo su poder y ayuda hasta que el profeta mismo vino y renov� a los muertos. Por esto se signific� aleg�ricamente, dice uno, que la ley se us� antes de la venida de Cristo para revivir a los muertos en pecado. Pero habiendo hecho esto en vano, Cristo vino despu�s con su Esp�ritu y dio vida a los que creen.
Entr�, pues, y cerr� la puerta tras los dos, y or� al SE�OR.
Ver. 33. Y or� al Se�or. Este bast�n suyo, lo que sea que haya sucedido con el otro, era lo suficientemente largo, lo sab�a, para llegar al cielo, para llamar a esas puertas, s�, para abrirlas de par en par.
Y �l subi� y se acost� sobre el ni�o, y puso su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos y sus manos sobre sus manos; y se tendi� sobre el ni�o; y la carne del ni�o se calent�.
Ver. 34. Y puso su boca sobre su boca. ] La Septuaginta agrega, Y sopl� sobre �l. Ver 1 Reyes 17:21 . Cristo resucit� as� aplicado al alma muerta, la vivifica.
Luego regres� y entr� en la casa de un lado a otro; y subi� y se tendi� sobre �l; y el ni�o estornud� siete veces, y el ni�o le abri� los ojos.
Ver. 35. Luego regres� y camin�, etc. ] Encontr� venir la misericordia, y se puso a trabajar con m�s vehemencia e intenci�n de deseo, que lo hac�a tan variado en sus acciones, posturas y gestos. Esto es habitual entre aquellos que son muy serios en sus oraciones. Hannah retorci� los labios; Salom�n extendi� los brazos; el publicano se golpeaba el pecho; Cristo se arroj� arrastr�ndose por el suelo; El�as puso su rostro entre las rodillas, etc.
Y el ni�o estornud� siete veces. ] De ese modo, desahogar y expulsar esos humores que oprim�an su cerebro y detener el paso de los esp�ritus vitales, lo hab�a sofocado. Su dolor estaba en su cabeza, 2Re 4:19 recalentado por el sol. a
Y el ni�o abri� los ojos.] As� el trabajo se hace gradualmente y con dificultad, mostrando m�sticamente lo dif�cil que es resucitar a un muerto en pecados y transgresiones, y lograr que el trabajo tenga alg�n buen efecto. Consolar una conciencia herida es una obra tan grande, dice Lutero, como resucitar a uno de los muertos.
a Aestus et aestas et Graecorum ?????? se ajusta a ab Hebraea Esch, Ignis. - Becman.
Y llam� a Giezi, y dijo: Llama a esta sunamita. As� que la llam�. Y cuando ella entr� a �l, le dijo: Toma a tu hijo.
Ver. 36. Toma a tu hijo. ] Ahora dos hijos en uno, y nunca tan querido para ti, me atrever�a a decir, como ahora. Dios sabe encomendarnos sus favores y hacerlos doblemente bienvenidos.
Entonces ella entr�, se postr� a sus pies, se postr� en tierra, tom� a su hijo y sali�.
Ver. 37. Y tom� a su hijo y sali�. ] Mientras iba cantando: "Este hijo m�o estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Lucas 15:24
Y Eliseo volvi� a Gilgal, y hubo escasez en la tierra; y los hijos de los profetas estaban sentados delante de �l, y dijo a su siervo: Pon la olla grande y hierve el potaje para los hijos de los profetas.
Ver. 38. Vea el potaje. ] Las propbets eran pobres, y se alegraron del potaje. Nescio quomodo bonae mentis sorer est paupertas. a Los santos se mantienen en bienes comunes, pero se les guarda gratuitamente. Los malvados tienen provisiones m�s abundantes, pero pagan con bondad.
Y uno sali� al campo a recoger hierbas, y encontr� una vid silvestre, y recogi� de ella calabazas silvestres hasta llenar su regazo, y vino y [las] ??desmenuz� en la olla del potaje, porque no las conoc�an.
Ver. 39. De calabazas silvestres su regazo ] Esto se toma por coloquintida, que es muy amarga, dice Valesius, a as� que los m�dicos lo llaman Fel terrae, la hiel de la tierra.
Entonces derramaron para que comieran los hombres. Y sucedi� que mientras com�an del potaje, gritaron y dijeron: Oh hombre de Dios, hay muerte en la olla. Y no pudieron comer [de �l].
Ver. 40. Muerte en la olla. ] Porque esta droga no s�lo es amarga, sino venenosa y perniciosa, causando crueles tormentos.
Y vino un hombre de Baalshalisha, y trajo al hombre de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada y espigas llenas de ma�z con su cascarilla. Y �l dijo: Da al pueblo para que coman.
Ver. 42. Y trajo al hombre de Dios. ] Los profetas, a falta de los sacerdotes, que ahora no se encontraban en Israel, ense�aron al pueblo y asumieron sus derechos de personas piadosas que los sacaron de la conciencia.
Veinte panes de cebada. ] Peque�os, probablemente.
Y su servidor dijo: �Qu�, debo presentar esto a cien hombres? Y volvi� a decir: Dad al pueblo para que coman; porque as� ha dicho Jehov�: Comer�n, y dejar�n.
Ver. 43. Y su servidor. ] Giezi, quien no era ajeno a los milagros de su maestro, pero continu� siendo un Pettifidiano , o una fe peque�a.
Versículo 1
Una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas clam� a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y sabes que tu siervo temi� a Jehov�; y ha venido el acreedor para tomar para �l mis dos hijos por siervos.
Ver. 1. Ahora lloraba cierta mujer. ] Aqu� tenemos miraculorum congeriem. En este cap�tulo cuarto, Eliseo, dignamente llamado Taumaturgo, o el hacedor de maravillas, expone cuatro milagros se�alados.
A Eliseo. ] Quien hab�a relevado tan recientemente a los tres reyes en su necesidad, y por lo tanto ella cre�a que �l pod�a y que la ayudar�a a ella, la viuda de un profeta angustiado.
Tu siervo, mi marido, ha muerto. ] Y muri� endeudado; lo cual no ten�a por qu� haber hecho, si hubiera cumplido con Jezabel y se hubiera alimentado de su abrevadero, como hac�an otros; pero prefiri� mantener la fe y la buena conciencia, como hizo Lutero, que rechaz� el cardenalicio cuando se le ofreci�; y cuando yac�a agonizante, hizo su testamento para su esposa e hijos de esta manera, Domine Deus, gratias ago tibi quid volueris me esse pauperem super terrain et mendicum, etc.
Se�or Dios, te doy gracias por mi pobreza actual, y ahora te ruego que cuides de mi pobre esposa e hijos, a quienes no puedo legar casa, tierras, posesiones, dinero. Pero te suplico humildemente que los alimentes, los cr�es, los ense�es, los guardes, como hasta ahora me has hecho, Padre de los hu�rfanos y Juez de las viudas.
T� sabes que tu siervo temi� al Se�or. ] Los rabinos y algunos otros han pensado que esta era la viuda del buen Abd�as, y que �l, al alimentar a los profetas del Se�or en aquellos tiempos peligrosos, hab�a gastado su propiedad y muri� en deuda con el rey, de cuyo padre hab�a sido mayordomo. Pero esto no es muy probable.
Versículo 2
Y Eliseo le dijo: �Qu� har� por ti? dime, �qu� tienes en la casa? Y ella dijo: Tu sierva no tiene nada en casa, salvo un c�ntaro de aceite.
Ver. 2. �Qu� har� por ti? ] Pagar tus deudas por ti no puedo; pero si de alguna otra manera puedo ayudarte, lo har�.
�Qu� tienes en casa? ] a saber, hacia el pago de tus deudas, que debes esforzarte al m�ximo.
Tu sierva no tiene nada. ] De cualquier valor. Por lo tanto, parece que qued� muy pobre, pero habla con mucho respeto de su difunto esposo todo el tiempo.
Versículo 3
Entonces dijo: Ve, y toma prestados los vasos de todos tus vecinos, vasos vac�os; pedir prestado no pocos.
Ver. 3. Incluso recipientes vac�os. ] Deben ser corazones vac�os, dice Bernardo; vac�o de s� mismo, y todas las concupiscencias imp�as, que Dios llenar� con el aceite de la gracia: Intus existens prohibet alienum, de lo contrario ese licor precioso se derramar�a por el suelo.
Pida prestados no pocos. ] Ne paucifices. Que los hombres no se acobarden en su propio coraz�n; hay suficiente en Dios.
Versículo 4
Y cuando entres, te cerrar�s la puerta a ti y a tus hijos, y derramar�s en todos esos vasos, y apartar�s lo que est� lleno.
Ver. 4. Te cerrar�s la puerta. ] Era hora de cerrar la puerta, dice un reverendo, cuando un peque�o debe abastecer de muchos vasos m�s grandes. Pero, �por qu� debe cerrarse la puerta? (1.) Para que ella tenga m�s libertad para orar; Mat 6: 6 (2.) Para que ella pudiera manifestar su propia fe, y no ser obstaculizada por la incredulidad de otros; ver Mar 6: 5-6 (3). Para que no se piense que nadie le llev� secretamente el aceite a la casa.
Versículo 5
Entonces ella se apart� de �l y cerr� la puerta tras ella y sus hijos, que le tra�an [las vasijas]; y ella derram�.
Ver. 5. Y cierra la puerta, etc. ] Esta su pronta y presente obediencia fue un noble fruto de su fe heroica. Ella no razona, como lo hizo Naam�n, sino que corre; ella no disputa, sino que env�a los mandamientos del profeta. Dios ama a los curristas no Quaeristas, dice Lutero.
Y ella se derram�. ] Y cuanto m�s derramaba, m�s pod�a; los �ngeles hacen nuevos suministros de aceite continuamente, dice A Lapide.
Versículo 6
Y sucedi� que cuando se llenaron los vasos, dijo a su hijo: Tr�eme a�n un vaso. Y �l le dijo: [No hay] vaso m�s. Y el aceite se qued�.
Ver. 6. No hay una vasija m�s. ] La vasija nunca dej� de funcionar, hasta que no hubo lugar; as� que en otros lugares Dios nunca dej� de disminuir, hasta que Abraham dej� de mendigar.
Versículo 7
Luego vino y se lo cont� al hombre de Dios. Y �l dijo: Ve, vende el aceite y paga tu deuda, y vive t� y tus hijos de los dem�s.
Ver. 7. Y vive t� y tus hijos de los dem�s. ] Esto era m�s de lo que ella deseaba del profeta. Dios es a menudo mejor para su pueblo que sus oraciones, que sus esperanzas. Los hombres tambi�n deben velar por que las viudas y los hijos de sus ministros tengan una c�moda subsistencia.
Versículo 8
Y sucedi� que un d�a, Eliseo pas� a Sunem, donde [estaba] una gran mujer; y ella lo oblig� a comer pan. Y [as�] era, [que] cada vez que pasaba, volv�a all� para comer pan.
Ver. 8. Que Eliseo pas� a Sunem. ] El pa�s de Abisag. 1Re 1: 3 V�ase Josu� 19:18 . Y los Rabinos dicen que esta buena Sunamita era la hija de la hermana de Abisag.
Donde estaba una gran mujer. ] Grande en riquezas, y grande tambi�n en virtud, como lo entiende el caldeo. a
a Cavens sibi a peccato. - Chald. R�brica.
Versículo 9
Y ella dijo a su marido: He aqu�, percibo que �ste es un santo var�n de Dios, que pasa junto a nosotros continuamente.
Ver. 9. He aqu� ahora, percibo que este es un hombre santo. ] La santidad se esconder� tan poco como la luz, el fuego, el almizcle, etc. Un hombre santo es como un vaso de cristal con una l�mpara transparente en medio.
Que pasa continuamente a nuestro lado. ] Sunem no estaba lejos del monte Carmelo; y este profeta sigui� haciendo el bien.
Versículo 10
Hagamos una peque�a c�mara, te ruego, en la pared; y pongamos all� para �l una cama, una mesa, un taburete y un candelero; y cuando venga a nosotros, se volver� all�.
Ver. 10. Hagamos una peque�a c�mara, te lo ruego, en la pared. ] Donde pueda estar en privado y sin molestias. Conoc�a el tumulto de una familia numerosa, no apta para las tranquilas meditaciones de un profeta; la jubilaci�n es m�s adecuada para los pensamientos de un vidente.
Versículo 11
Y sucedi� que un d�a lleg� all�, entr� en la c�mara y se qued� all� acostado.
Ver. 11. Y entr� en la c�mara y se qued� all�. ] Para el gran beneficio, sin duda, de toda la familia, que recibi� muchas instrucciones divinas de �l, y fueron muy ayudados por sus oraciones y pr�cticas santas.
Versículo 12
Y dijo a su criado Giezi: Llama a esta sunamita. Y cuando la llam�, ella se par� ante �l.
Ver. 12. Llame a esto sunamita. ] Parece que Giezi fue enviado para llamarla, pero tambi�n para familiarizarla con el negocio, es decir, que si ten�a alg�n pleito con el rey o su general, etc., y traer su respuesta; Despu�s de consultar con Giezi lo que se har�a por ella, y entendiendo por �l que no ten�a hijos, Eliseo le pidi� a Giezi que la llamara, como 2 Reyes 4:15 .
Versículo 13
Y �l le dijo: Dile ahora: He aqu�, t� nos has cuidado con todo este cuidado; �Qu� se puede hacer por ti? �Quieres hablar por ti con el rey o con el capit�n del ej�rcito? Y ella respondi�: Yo habito entre mi propio pueblo.
Ver. 13. He aqu�, has tenido cuidado con nosotros. ] Un hombre amable es un hombre agradecido y estudia la retribuci�n.
Yo habito entre mi propia gente. ] En privado y en paz, sin asuntos en la corte; sin afectar grandes amistades, ni gemir bajo grandes opresiones. Todo esto estaba bien, si hubiera podido aguantar. Los antiguos griegos dieron este serio consejo, dice Suidas,
"???? ??? ???????? ??????". - Suidas.
es decir, mant�ngase alejado de los grandes. Y los poetas latinos dicen bien,
� Dulcis inexpertis cultura potentis amici,
Expertus metuet� - Horat.
� Vive tibi, quantumque potes, praelustria vita. �- Ovidio.
Pero, �qu� agarre hay de estas cosas terrenales? dice otro; �Por cu�nto tiempo la sunamita es bendecida con paz? Qu�date un rato, la ver�s venir de rodillas ante el rey de Israel, quej�ndose lastimosamente de que fue despojada de casa y de tierra; y c�mo Giezi est� dispuesto a hacer por ella ese buen oficio, que no fue aceptado por su se�or. . a Aquellos que se mantienen firmes sobre la tierra, tienen un pie resbaladizo. Ning�n hombre puede decir que no necesitar� amigos.
a Bp. Sala.
Versículo 14
Y �l dijo: �Qu�, pues, se har� por ella? Y Giezi respondi�: De cierto no tiene hijo, y su marido es anciano.
Ver. 14. �Qu� se puede hacer entonces por ella? ] Un profeta tan grande desde�a no consultar ni aconsejar a su siervo; y todo su cuidado es c�mo expresar su agradecimiento a su anfitriona.
Versículo 15
Y �l dijo: Ll�mala. Y cuando la llam�, ella se par� en la puerta.
Ver. 15. Ll�mala. ] Ver 2 Reyes 4:12 . 2 Reyes 4:12 .
Ella se par� en la puerta. ] Por una modestia encomiable. Entonces G�nesis 18:10 .
Versículo 16
Y �l dijo: Por esta �poca, seg�n el tiempo de la vida, abrazar�s un hijo. Y ella respondi�: No, se�or m�o, var�n de Dios, no mientas a tu sierva.
Ver. 16. Acerca de esta temporada, ] es decir, Aproximadamente dentro de doce meses.
Abrazar�s a un hijo. ] Dios trata con sus siervos, como el profeta lo hizo aqu� con esta sunamita, cuando le pidi� que preguntara lo que necesitaba y le dijera lo que deb�a hacer por ella, y ella no encontr� nada que pedir de sus manos; env�a a buscarla y le hace una promesa gratuita de lo que ella m�s deseaba y deseaba: un hijo. Por eso, a menudo Dios se complace en dar a sus siervos lo que olvidan o presumen no pedir.
Versículo 17
Y la mujer concibi� y dio a luz un hijo en el tiempo que le hab�a dicho Eliseo, seg�n el tiempo de la vida.
Ver. 17. Y la mujer concibi�. ] Algo parecido sucedi� en la �ltima �poca: para que el doctor Sandys se marchara de la tierra por miedo a la reina Mar�a y se despidiera de su anfitriona, que no ten�a hijos y hab�a estado casada ocho a�os, le dio un pa�uelo fino y un viejo real de oro en �l, agradeci�ndole mucho, y dijo: Ten un buen consuelo; Antes de que pase un a�o entero, Dios te dar� un ni�o, un ni�o. Y sucedi� que ese d�a faltaban doce meses y un d�a, Dios le dio un hijo hermoso. a
un acto. y Mon., 1894.
Versículo 18
Y cuando el ni�o creci�, cay� un d�a, que sali� con su padre a los segadores.
Ver. 18. Sali� con su padre a los segadores. ] Este sunamita, aunque rico, ten�a �l mismo la supervisi�n de sus labradores de la cosecha: tambi�n Booz. Rut 2:4 ; Rth 3: 2-7 Esta fue una buena ganader�a.
Versículo 19
Y dijo a su padre: Mi cabeza, mi cabeza. Y le dijo a un muchacho: Ll�vaselo a su madre.
Ver. 19. Y dijo a su padre: Mi cabeza, mi cabeza. ] Los rayos del sol en esa calurosa temporada de cosecha le hab�an golpeado con fuerza en la cabeza y lo hab�an enfermado. Los latinos llaman a un enfermo Aegrum, por el lamentable gemido que hace, llorando, Ai, Ai . a Pero qu� inferencia no divina fue la del obispo de Hereford en su serm�n en Oxford sobre este texto, durante el reinado de Eduardo II, perseguido en ese momento por su reina y su hijo, de que la cabeza dolorida y enferma de un reino era de necesidad de ser quitado, y no curado de otra manera! B
Hasta el mediod�a, y luego muri�.] El ni�o estaba bien, enfermo y muerto, y todo en el espacio de cuatro o cinco horas. Una prueba dolorosa; y una justa advertencia a todos los padres para que no amen demasiado a sus peque�os, no sea que Dios pronto les quite el �dolo terrenal.
a ai, ai, vox dolentis.
b Dan., Hist., 216.
Versículo 21
Y ella subi�, lo acost� en la cama del var�n de Dios, le cerr� la puerta y sali�.
Ver. 21. Y lo acost� en la cama del hombre de Dios. ] Ella hab�a escuchado, por cierto, c�mo El�as hab�a devuelto la vida al hijo muerto de una viuda. 1Re 17:21 Por tanto, esto que hizo aqu� fue un acto de su fe, por el cual tambi�n "recibi� a sus muertos resucitados". Heb 11:35 La fe es la mejor palanca en un levantamiento muerto.
Versículo 22
Y llam� a su marido y le dijo: Te ruego que me env�es a uno de los mozos y a uno de los asnos, para que corra hacia el var�n de Dios y vuelva.
Ver. 22. Env�ame, te lo ruego. ] Como una matrona piadosa y prudente, aunque podr�a hacer mucho con su marido, cuyo coraz�n confiaba en ella con seguridad, no har�a nada de momento sin su consentimiento.
Versículo 23
Y �l dijo: �Para qu� vas a ir a �l hoy? [no es] ni luna nueva ni s�bado. Y ella dijo: [Todo estar�] bien.
Ver. 23. �Por qu� vas a ir a �l hoy? ] Su marido no sab�a nada entonces de la muerte del ni�o.
No es luna nueva ni s�bado. ] En qu� d�as la gente buena en esos tiempos malos sol�a acudir a los santos profetas de Dios para escuchar la palabra y recibir instrucci�n.
Y ella dijo: Todo ir� bien. ] Heb .: Paz. Tostatus lo devuelve Vale, adi�s. La Vulgata, no bien, Vadam, ir�; esto hab�a sido demasiado perentorio e indecoroso.
Versículo 24
Luego ensill� un asno y le dijo a su sirviente: Conduce y sigue adelante; No dejes de cabalgar por m�, a menos que yo te lo pida.
Ver. 24. Conduce y sigue adelante. ] Ponte lo m�s r�pido que puedas. Dolor addidit ay; el dolor cabalga sin riendas, donde no hay m�s que esperanza de ayuda.
Versículo 25
Entonces ella fue y lleg� al hombre de Dios al monte Carmelo. Y sucedi� que cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a Giezi su siervo: He aqu�, la sunamita.
Ver. 25. He aqu�, all� est� la sunamita. ] Esa buena sunamita, que "muestra de una buena conversaci�n sus obras con mansedumbre de sabidur�a". Sir Thomas Moore estaba fuera cuando dijo: Los hombres cometen faltas a menudo, las mujeres solo dos veces, que no hablan bien ni lo hacen bien.
Versículo 26
Te ruego que corras ahora a recibirla y dile: �Te va bien? [�Est�] bien con tu marido? [est�] bien con el ni�o? Y ella respondi�: [Est�] bien.
Ver. 26. Y ella respondi�: Est� bien. ] Lo es, o ser�a. Bueno, de todos modos por el momento, y ser� mejor en el futuro.
Versículo 27
Y cuando lleg� al hombre de Dios en la colina, lo agarr� de los pies; pero Giezi se acerc� para arrojarla. Y el var�n de Dios dijo: D�jala; porque su alma est� turbada dentro de ella, y el SE�OR me lo ha ocultado, y no me lo ha dicho.
Ver. 27. Ella lo agarr� por los pies. ] Lo cual ella se mantuvo firme, para mostrar la instancia de su pedido, y la fuerza de su confianza, junto con su firme resoluci�n, de no dejarlo hasta tener lo que vino a buscar, como 2 Reyes 4:30 .
Versículo 28
Entonces ella dijo: �Dese� un hijo de mi se�or? �No dije: No me enga�es?
Ver. 28. �Dese� un hijo de mi se�or? ] �Era demasiado deseoso o indebidamente importuno? porque si era as�, la p�rdida del ni�o hab�a sido sobre m�. Los afectos fuertes ser�n aflicciones fuertes.
�No dije: No me enga�es? ] No, �no dijiste: No me mientas? �Y era esa una palabra adecuada para un hombre de Dios? �No hab�a algo de incredulidad en ello?
Versículo 29
Entonces dijo a Giezi: C��ete los lomos, y toma mi b�culo en tu mano, y vete; si te encuentras con alguno, no le saludes; y si alguien te saluda, no le vuelvas a responder; y pon mi b�culo sobre el rostro del ni�o.
Ver. 29. Si te encuentras con alg�n hombre, no lo saludes. ] No te quejes de chismoso, mucho menos de quejido, de que con ese bast�n m�o resucitar�s a un ni�o muerto. Algunos rabinos creen que Giezi lo hizo; una y de ah� que los medios resultaron ineficaces. Pero parece ser m�s bien la incredulidad de la madre lo que lo hizo as�.
a Ridebat Gehazi dicendo obviis, Credisne baculum istum vitam restituere? - R. Eliezer, cap. 33.
Versículo 30
Y la madre del ni�o dijo: Vive el SE�OR, y vive tu alma, que no te dejar�. Y �l se levant� y la sigui�.
Ver. 30. Y �l se levant� y la sigui�. ] Como tambi�n nuestro Salvador, en una ocasi�n similar, se levant� y sigui� a Jairo, Mateo 9: 18-19 sin ofenderse por su fe d�bil, ni apartarlo, como presumiendo prescribir.
Versículo 31
Y Giezi pas� delante de ellos, y puso la vara sobre el rostro del ni�o; pero [hab�a] ni voz ni o�do. Por tanto, fue de nuevo a su encuentro y le dijo, diciendo: El ni�o no ha despertado.
Ver. 31. Pero no hab�a voz ni o�do. ] Dios reteniendo su poder y ayuda hasta que el profeta mismo vino y renov� a los muertos. Por esto se signific� aleg�ricamente, dice uno, que la ley se us� antes de la venida de Cristo para revivir a los muertos en pecado. Pero habiendo hecho esto en vano, Cristo vino despu�s con su Esp�ritu y dio vida a los que creen.
Versículo 32
Y cuando Eliseo entr� en la casa, he aqu� que el ni�o estaba muerto, [y] acostado en su cama.
Ver. 32. Y se acost� en su cama. ] Ver en ver. 21.
Versículo 33
Entr�, pues, y cerr� la puerta tras los dos, y or� al SE�OR.
Ver. 33. Y or� al Se�or. Este bast�n suyo, lo que sea que haya sucedido con el otro, era lo suficientemente largo, lo sab�a, para llegar al cielo, para llamar a esas puertas, s�, para abrirlas de par en par.
Versículo 34
Y �l subi� y se acost� sobre el ni�o, y puso su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos y sus manos sobre sus manos; y se tendi� sobre el ni�o; y la carne del ni�o se calent�.
Ver. 34. Y puso su boca sobre su boca. ] La Septuaginta agrega, Y sopl� sobre �l. Ver 1 Reyes 17:21 . Cristo resucit� as� aplicado al alma muerta, la vivifica.
Versículo 35
Luego regres� y entr� en la casa de un lado a otro; y subi� y se tendi� sobre �l; y el ni�o estornud� siete veces, y el ni�o le abri� los ojos.
Ver. 35. Luego regres� y camin�, etc. ] Encontr� venir la misericordia, y se puso a trabajar con m�s vehemencia e intenci�n de deseo, que lo hac�a tan variado en sus acciones, posturas y gestos. Esto es habitual entre aquellos que son muy serios en sus oraciones. Hannah retorci� los labios; Salom�n extendi� los brazos; el publicano se golpeaba el pecho; Cristo se arroj� arrastr�ndose por el suelo; El�as puso su rostro entre las rodillas, etc.
Y el ni�o estornud� siete veces. ] De ese modo, desahogar y expulsar esos humores que oprim�an su cerebro y detener el paso de los esp�ritus vitales, lo hab�a sofocado. Su dolor estaba en su cabeza, 2Re 4:19 recalentado por el sol. a
Y el ni�o abri� los ojos.] As� el trabajo se hace gradualmente y con dificultad, mostrando m�sticamente lo dif�cil que es resucitar a un muerto en pecados y transgresiones, y lograr que el trabajo tenga alg�n buen efecto. Consolar una conciencia herida es una obra tan grande, dice Lutero, como resucitar a uno de los muertos.
a Aestus et aestas et Graecorum ?????? se ajusta a ab Hebraea Esch, Ignis. - Becman.
Versículo 36
Y llam� a Giezi, y dijo: Llama a esta sunamita. As� que la llam�. Y cuando ella entr� a �l, le dijo: Toma a tu hijo.
Ver. 36. Toma a tu hijo. ] Ahora dos hijos en uno, y nunca tan querido para ti, me atrever�a a decir, como ahora. Dios sabe encomendarnos sus favores y hacerlos doblemente bienvenidos.
Versículo 37
Entonces ella entr�, se postr� a sus pies, se postr� en tierra, tom� a su hijo y sali�.
Ver. 37. Y tom� a su hijo y sali�. ] Mientras iba cantando: "Este hijo m�o estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Lucas 15:24
Versículo 38
Y Eliseo volvi� a Gilgal, y hubo escasez en la tierra; y los hijos de los profetas estaban sentados delante de �l, y dijo a su siervo: Pon la olla grande y hierve el potaje para los hijos de los profetas.
Ver. 38. Vea el potaje. ] Las propbets eran pobres, y se alegraron del potaje. Nescio quomodo bonae mentis sorer est paupertas. a Los santos se mantienen en bienes comunes, pero se les guarda gratuitamente. Los malvados tienen provisiones m�s abundantes, pero pagan con bondad.
un Petron.
Versículo 39
Y uno sali� al campo a recoger hierbas, y encontr� una vid silvestre, y recogi� de ella calabazas silvestres hasta llenar su regazo, y vino y [las] ??desmenuz� en la olla del potaje, porque no las conoc�an.
Ver. 39. De calabazas silvestres su regazo ] Esto se toma por coloquintida, que es muy amarga, dice Valesius, a as� que los m�dicos lo llaman Fel terrae, la hiel de la tierra.
a De Sac. Plalos., Gorra. 36.
Versículo 40
Entonces derramaron para que comieran los hombres. Y sucedi� que mientras com�an del potaje, gritaron y dijeron: Oh hombre de Dios, hay muerte en la olla. Y no pudieron comer [de �l].
Ver. 40. Muerte en la olla. ] Porque esta droga no s�lo es amarga, sino venenosa y perniciosa, causando crueles tormentos.
Versículo 41
Pero �l dijo: Entonces trae comida. Y lo ech� en la olla; y �l dijo: Derrama para el pueblo, para que coman. Y no hubo da�o en la olla.
Ver. 41. Entonces traiga comida. ] Lo cual, sin embargo, no podr�a haber hecho que el potaje fuera saludable y sabroso, sino por un milagro.
Versículo 42
Y vino un hombre de Baalshalisha, y trajo al hombre de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada y espigas llenas de ma�z con su cascarilla. Y �l dijo: Da al pueblo para que coman.
Ver. 42. Y trajo al hombre de Dios. ] Los profetas, a falta de los sacerdotes, que ahora no se encontraban en Israel, ense�aron al pueblo y asumieron sus derechos de personas piadosas que los sacaron de la conciencia.
Veinte panes de cebada. ] Peque�os, probablemente.
Versículo 43
Y su servidor dijo: �Qu�, debo presentar esto a cien hombres? Y volvi� a decir: Dad al pueblo para que coman; porque as� ha dicho Jehov�: Comer�n, y dejar�n.
Ver. 43. Y su servidor. ] Giezi, quien no era ajeno a los milagros de su maestro, pero continu� siendo un Pettifidiano , o una fe peque�a.
Versículo 44
As� que lo puso delante de ellos, y comieron, y dejaron de �l, conforme a la palabra del SE�OR.
Ver. 44. Y comieron y se fueron. ] Creci� en sus manos, como Mateo 14:20 Juan 6:12,13 .