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1 Corintios 10

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Versículo 1

Adem�s, hermanos, no quiero que ignor�is que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar,

Versículos 1-5

Una advertencia contra la seguridad carnal.

La reca�da de Israel:

Versículo 2

y todos fueron bautizados en Mois�s en la nube y en el mar,

Versículo 3

y todos comieron la misma carne espiritual,

Versículo 4

y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebieron de la Roca espiritual que los segu�a; y esa Roca era Cristo.

Versículo 5

Pero con muchos de ellos Dios no estaba muy complacido; porque fueron derribados en el desierto.

En este pasaje, el ap�stol ofrece algunas p�ginas de la historia del antiguo Israel como un ejemplo de advertencia para aquellos que est�n en peligro de ceder a la seguridad carnal. De la cantidad total de israelitas adultos que salieron de la tierra de Egipto, solo dos, Josu� y Caleb, entraron en la Tierra Prometida. Por tanto, conviene prestar atenci�n a la lecci�n: Porque no quiero, hermanos, que permanezcan en la ignorancia de que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron por el mar.

Pablo habla abiertamente de "nuestros padres", identificando as� a la Iglesia del Nuevo Testamento con el verdadero Israel, Romanos 4:1 ; Romanos 11:17 . Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, la tierra de su servidumbre, el Se�or iba delante de ellos de d�a en una columna de nube para mostrarles el camino, �xodo 13:21 .

Y toda la congregaci�n tambi�n pas� por el Mar Rojo como en tierra seca, y el Se�or mismo hizo que el agua se �xodo 14:22 como un muro a cada lado, �xodo 14:22 . La presencia misericordiosa de Dios los rode� y acompa�� en cada paso de su camino. Note que todos los israelitas, sin excepci�n, escaparon de la casa de servidumbre, que todos fueron incluidos en la milagrosa liberaci�n en el Mar Rojo; y, sin embargo, la mayor�a de ellos perecieron despu�s. Paul declara; adem�s, que todos recibieron su bautismo en Mois�s en la nube y en el mar.

La nube y el mar juntos se convirtieron en los elementos por los cuales los hijos de Israel fueron limpiados para el Se�or, separados como el pueblo del pacto. As�, la nube y el mar eran tipos del sacramento del bautismo del Nuevo Testamento; eran los sellos de Dios y las promesas de sus misericordiosas promesas, tal como lo son hoy los sacramentos. A trav�s de la nube y del mar, Dios salv� a su pueblo de la tiran�a del fara�n y lo condujo a la libertad.

Y as� Dios, a trav�s del Bautismo, nos libera del poder de Satan�s y nos transfiere a Su reino, para ser Sus hijos libres y bendecidos para siempre. Al decir que los hijos de Israel fueron bautizados en Mois�s, el ap�stol quiere decir que entraron en una relaci�n �ntima o comuni�n con Mois�s, como mediador de las manifestaciones divinas; asumieron la obligaci�n de seguirlo fielmente como el l�der dado por Dios, �xodo 14:31 , as� como un creyente bautizado en Cristo lo convierte en el gran L�der de su vida, G�latas 3:27 .

Pero la narraci�n de las misericordias de Dios a los israelitas no se agota de ninguna manera: Y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual. Esa fue la forma en que se sostuvo su vida. Todos comieron alimento espiritual, alimento del cielo, man� dado por Dios para este prop�sito exclusivo, �xodo 16:13 ss.

No una, sino dos veces, se les dio a beber agua de una roca, por un obvio milagro del Se�or, �xodo 17:1 ; N�meros 20:2 . Sin embargo, tanto la comida como la bebida no estaban destinadas meramente al mantenimiento de la vida f�sica, sino tambi�n al sustento de la vida espiritual.

A este respecto, la comida y la bebida de la Eucarist�a son antitipos adecuados, e igualmente superiores, de la comida y bebida milagrosa de Israel en el desierto. Ahora como entonces es la Palabra de Dios la que da eficacia a la comida, pero con �xito variable en creyentes e incr�dulos. El agua milagrosa es explicada adem�s por Mois�s: Porque ellos estuvieron bebiendo, durante todo el curso de su viaje por el desierto, de la Roca espiritual que los acompa�aba; pero esa Roca era Cristo.

Mientras sus bocas participaban del agua que flu�a a sus pies, sus esp�ritus se refrescaban a trav�s de la fe en Cristo, presente con ellos como la Roca de su salvaci�n. "Es decir, creyeron en ese mismo Cristo, aunque a�n no hab�a aparecido en la carne, sino que vendr�a m�s tarde: y la se�al de su fe fue la roca f�sica, de la cual bebieron agua, al igual que nosotros en el el pan f�sico y el vino sobre el altar comen y bebemos al verdadero Cristo espiritualmente, es decir, al comer y beber externamente ejercitamos nuestra fe internamente. no habr�a tenido ning�n valor para sus almas ".

Pero, �c�mo recompens� el pueblo la maravillosa bondad de Dios? Pero Dios no se agrad� mucho con la mayor�a de ellos, porque fueron postrados en el desierto. A causa de su incredulidad y dureza de coraz�n , fueron provocados Hebreos 3:19 , la mala voluntad de Dios, Su ira e indignaci�n. Tuvo paciencia, se volvi� hacia ellos una y otra vez, pero ellos no le dieron la obediencia de todo coraz�n que �l exig�a, y as� Su castigo descendi� sobre ellos.

Por varios juicios particulares, de los que Pablo habla despu�s, toda la generaci�n anterior fue destruida, no pudiendo llegar a la Tierra Prometida, con la excepci�n de Josu� y Caleb. "�Qu� espect�culo para los ojos de los corintios satisfechos de s� mismos: todos estos cuerpos, llenos de alimento milagroso, esparciendo la tierra del desierto!" (Godet.)

Versículo 6

Ahora bien, estas cosas fueron nuestros ejemplos, para que no codiciemos las cosas malas, como ellos tambi�n codiciaron.

Versículos 6-10

Advertencia contra la corrupci�n de la idolatr�a y los pecados relacionados:

Versículo 7

Ni se�is id�latras, como algunos de ellos; como est� escrito: El pueblo se sent� a comer y beber y se levant� para jugar.

Versículo 8

Tampoco cometamos fornicaci�n, como algunos de ellos cometieron, y cayeron en un d�a veintitr�s mil.

Versículo 9

Tampoco tentemos a Cristo, como tambi�n algunos de ellos tentaron, y fueron destruidos por las serpientes.

Versículo 10

Ni murmur�is, como tambi�n murmuraron algunos de ellos, y fueron destruidos por el destructor.

El ap�stol fundamenta su advertencia refiri�ndose a una serie de incidentes que sucedieron en el desierto, mostrando por qu� el desagrado de Dios golpe� a los hijos de Israel: Ahora bien, estas cosas, estos juicios, est�n registrados en las Escrituras como tipos o ejemplos de advertencia; nos representan nuestra suerte si no escuchamos la voz de Dios en la historia del desierto. No debemos gustarnos de las cosas malas, no debemos estar ansiosos por realizar lo que desagrada al Se�or, como ellos tambi�n lo codiciaron.

Apenas los israelitas se hab�an salvado de las manos del fara�n y los egipcios, cuando estaban insatisfechos con su viaje por el desierto y a�oraban las ollas de carne de Egipto, �xodo 16:3 . Una y otra vez, mientras continuaban su viaje, alzaban la voz en murmuraciones rebeldes y exig�an m�s dones de la bondad y bondad del Se�or, N�meros 11:5 . Y una y otra vez su rebeli�n tom� la forma de pecados especiales de infidelidad, de ofensas particularmente odiosas a los ojos de Dios.

A continuaci�n se enumeran algunas de las ocasiones que caen bajo este t�tulo: Y no se hagan id�latras como algunos de ellos, como est� escrito: El pueblo se sent� a comer y beber y se levant� para divertirse en la danza. Este comportamiento no fue m�s que una manifestaci�n externa de la apostas�a de sus corazones, �xodo 32:18 . Prepararon deliberadamente una comida de sacrificio para el becerro de oro que Aar�n hab�a hecho a pedido de ellos, y expresaron sus sentimientos id�latras cantando y bailando alrededor del �dolo creado por manos de un hombre.

"Fue una escena de alegr�a salvaje, descuidada, impactante dadas las circunstancias y muy peligrosa, que Mois�s presenci� mientras descend�a, llevando las tablas de la Ley". banquetes en los templos paganos con la s�plica de que s�lo ten�an en mente el honor de Dios; pero por el mismo hecho de colocarse al mismo nivel que los goces id�latras, se hab�an vuelto culpables de idolatr�a.

Una segunda ofensa: Ni cometamos fornicaci�n, como algunos de ellos cometieron fornicaci�n, y cayeron en un d�a veintitr�s mil, N�meros 25:1 . De acuerdo con el consejo malicioso de Balaam, N�meros 31:16 , los moabitas y madianitas invitaron a los israelitas a sus fiestas, en las que se practicaba la inmoralidad m�s desvergonzada en honor a sus dioses.

El resultado fue una corrupci�n y contaminaci�n que se extendi� por todos los hijos de Israel y result� en el castigo de Dios sobre ellos, con veintitr�s mil muertos en un d�a. Nota: No hay discrepancia entre este pasaje y el texto en N�meros, ya que Pablo da expresamente las cifras de un d�a, mientras que el relato hist�rico menciona el n�mero total de muertos. La advertencia fue especialmente apropiada en el caso de los corintios, quienes fueron expuestos a las pr�cticas desvergonzadas relacionadas con el culto a Venus en su ciudad.

Que ninguno de ellos piense que �l era inmune a esos vicios inmorales, si se un�a deliberadamente a los paganos en sus fiestas. Y que ninguno de los cristianos de la actualidad se crea seguro contra los halagos y artima�as del mundo, si hace que sea una pr�ctica sentarse en los lugares donde los pecados de inmoralidad se presentan en una forma m�s o menos oculta.

Tercera ofensa: Ni tentemos al Se�or, como algunos de ellos tentaron y fueron destruidos por las serpientes, N�meros 21:5 . Al decir del pan que el Se�or les daba todos los d�as del cielo que su alma detestaba ese pan ligero, desafiaron a Dios, cometieron el pecado de presunci�n, desafiaron sus juicios.

Su insatisfacci�n con la comida proporcionada por Dios se debi� a su incredulidad, y esta incredulidad fue castigada por las serpientes ardientes enviadas por Dios. El mismo pecado, el de presumir de la paciencia y la paciencia divinas, lo cometen los cristianos que no est�n satisfechos con el alimento s�lido y nutritivo que se les da en la predicaci�n del Evangelio, pero insisten en frecuentar los lugares de idolatr�a del mundo con la esperanza de obtener comida que se adapte mejor a sus hastiados apetitos.

Tal conducta est� tentando a Cristo y ser� castigada en consecuencia. Una cuarta ofensa: Ni os dej�is murmurar, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor, por el �ngel de Dios que ejecuta los mandamientos de Dios, 2 Samuel 24:16 ; Isa�as 37:36 .

Toda la historia del viaje por el desierto es una de murmuraciones, pero varias ocasiones se destacan de manera m�s prominente, notablemente la revuelta de Cor� y sus amigos, y el posterior levantamiento de toda la congregaci�n, N�meros 16:1 . Si no hubiera sido por la posici�n de Mois�s entre los muertos y los vivos en ese momento, todo el pueblo podr�a haber sido aniquilado.

Los corintios deb�an aplicar la lecci�n a tiempo, porque estaban dispuestos a manifestar oposici�n contra los maestros que Dios les hab�a dado, una oposici�n que golpeaba directamente al Se�or mismo. Y en nuestros d�as solo necesitamos referirnos al descontento e insatisfacci�n generalizados con los caminos y el gobierno de Dios tanto en la Iglesia como en el Estado. Es hora de que recordemos lo que dice el Se�or Lamentaciones 3:39 .

Versículo 11

Ahora bien, todas estas cosas les sucedieron como ejemplos; y est�n escritos para nuestra amonestaci�n, sobre quienes han llegado los fines del mundo.

Versículos 11-13

La aplicaci�n de la lecci�n:

Versículo 12

Por tanto, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Versículo 13

No os ha sobrevenido ninguna tentaci�n que no sea com�n al hombre; pero Dios es fiel, el cual no permitir� que se�is tentados m�s de lo que pod�is, sino que con la tentaci�n tambi�n abrir� un camino de escape, para que pod�is sobrellevarla.

As� como todos los dem�s asuntos relacionados en las Escrituras tienen m�s que un mero inter�s arqueol�gico o hist�rico para nosotros, as� estos incidentes del viaje por el desierto les ocurrieron a los israelitas a modo de ejemplo; su historia sirve de lecci�n para todos los tiempos. Y los relatos fueron escritos con miras a nuestra amonestaci�n, no sea que cedamos a los pecados de los que ellos fueron culpables. Porque a nosotros nos han llegado los fines de los siglos; vivimos en la �poca que precede a la crisis judicial.

Vea Hebreos 9:26 ; 1 Pedro 1:20 ; 1 Juan 2:18 . Ahora es el momento de pruebas severas y, por lo tanto, tambi�n de apostas�a general; es en este momento, por lo tanto, que debemos estar en guardia contra los peligros que nos rodean, y no permitir que la familiaridad con ellos nos cegue contra su insidia.

"De esto tambi�n nos recuerda y se�ala San Pablo, cuando dice que est� escrito para nuestra amonestaci�n, sobre quien han llegado los fines del mundo. Es decir, estamos ahora en el tiempo postrero y m�s malo, que trae un peligro mucho mayor y m�s grave, y un castigo mucho m�s horrible; porque en las Escrituras se anuncia de antemano y Cristo y los ap�stoles lo profetizaron que vendr�an tiempos horribles y dolorosos, en los que se producir�a una gran apostas�a de la verdadera doctrina y una terrible desolaci�n de la Iglesia, como ahora, lamentablemente, est� ante nuestros ojos, que tanto a trav�s de mucha herej�a como a trav�s de Mahoma y el papado se ha cumplido de una manera demasiado horrible.

"De estos hechos concluye Pablo: Entonces, el que piensa que est� de pie, que tenga cuidado, que tenga cuidado, no sea que caiga. Los corintios estaban en verdad firmes en la fe, por la gracia de Dios; fueron edificados sobre Sin embargo, tan pronto como la vanidad se apodera del coraz�n de una persona debido a tal gracia, se produce una falsa seguridad, que deliberadamente ignora los peligros y las tentaciones y, por lo tanto, com�nmente precede a la ca�da.

La valiente certeza de su salvaci�n que debe caracterizar a un cristiano est�, sin embargo, estrechamente relacionada con un humilde cuidado y vigilancia, a ejemplo de Pablo, para que una sobreestimaci�n carnal de su propia fuerza no d� a los enemigos la apertura que han estado buscando. Pero para el consuelo de los lectores sinceros y humildes, el ap�stol a�ade: La tentaci�n no se ha apoderado de vosotros de otra manera que humana; las tentaciones al pecado que les han llegado han sido las que proceden de los hombres, de la vida pagana circundante.

Pero Dios es fiel en que no permite que usted sea tentado m�s all� de su capacidad, sino que tambi�n le dar� con la tentaci�n una v�a de escape, de salida, que uno pueda soportar. Si los cristianos confiamos en el poder omnipotente del Dios fiel, entonces no hay tentaci�n que pueda vencernos por completo, porque �l no permitir� que la tentaci�n asuma proporciones tales que no nos deje ninguna salida.

Somos capaces de aguantar la tensi�n, porque existe la promesa segura de que finalmente nos libraremos de la lucha. Pero nosotros, por nuestra parte, debemos fijar nuestros ojos firmemente en �l en busca de ayuda. "Por estas dos cosas quiere decir aqu� San Pablo: en primer lugar, que Dios, nuestro querido Se�or, en medio de la tentaci�n quiere ayudarnos a sobrellevarla; en segundo lugar, que tambi�n habr� un fin a la tentaci�n. , para que no nos quedemos en ella: verdaderamente es un Dios fiel ".

Versículo 14

Por tanto, amados m�os, huid de la idolatr�a.

Versículos 14-17

Conducta hacia los d�biles.

Una referencia a la Cena del Se�or:

Versículo 15

Hablo como a sabios; juzgad lo que digo.

Versículo 16

La copa de bendici�n que bendecimos, �no es la comuni�n de la sangre de Cristo? El pan que partimos, �no es la comuni�n del cuerpo de Cristo?

Versículo 17

Porque siendo muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo; porque todos somos part�cipes de ese �nico pan.

Las primeras oraciones tienen la naturaleza de una transici�n entre las dos secciones del cap�tulo. El triste destino de los israelitas en el desierto, el parecido entre sus pruebas y las de los cristianos corintios, la posibilidad de ofrecer una resistencia eficaz a todas las tentaciones y el alivio seguro que podemos esperar de nuestro Dios fiel: todos estos hechos se combinan para d� peso y �nfasis al llamado a huir de la idolatr�a, que es la base de todo pecado.

Pablo est� profundamente conmovido, y su apelaci�n tiene la intenci�n de causar una profunda impresi�n en sus lectores, ya que se dirige a ellos como sus "amados". Pero ahora conduce al otro pensamiento, el de la necesidad de mantener la Sagrada Comuni�n impoluta. Como un desaf�o resuenan sus palabras: Como a hombres sensatos hablo; juzgad vosotros mismos lo que digo. Les ha advertido contra una seguridad basada en conocimientos falsos; aqu� les pide que apliquen su sabidur�a espiritual de la manera adecuada, ya que el asunto que est� a punto de abordar se refiere a aquellas cosas que la persona espiritual bien puede juzgar, cap. 2:15. Son inteligentes, son astutos, son astutos: por eso tiene una fe ilimitada en que puede confiar una verdad tan palpable a su decisi�n.

El misterio de la Eucarist�a: La copa de bendici�n que bendecimos, que nosotros, en la Sagrada Comuni�n, apartamos mediante la oraci�n para un uso santo, �no es la comuni�n de la sangre de Cristo? El pan que partimos (despu�s de pronunciar igualmente la oraci�n de alabanza y acci�n de gracias sobre �l), �no es la comuni�n del cuerpo de Cristo? Todo el pasaje respira la conciencia, la certeza, de la comuni�n cristiana, primero con Cristo, en quien participan a trav�s del vino y el pan, y en segundo lugar con los dem�s comulgantes, que participan del mismo pan y de la misma copa.

Tenemos aqu� la esencia de la Cena del Se�or en una frase: est�n los elementos terrenales, visibles, el pan y el vino; est�n las bendiciones invisibles, la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo; los dones celestiales est�n presentes en, con y debajo de los elementos terrenales, porque hay una comuni�n de los dos, en cualquier caso, y no se dice nada de un cambio o transubstanciaci�n; la comuni�n es con Cristo, como el Autor y Consumador de nuestra salvaci�n.

No hay presencia sacramental fuera del Sacramento; es necesario que el pan y el vino sean bendecidos y luego participados de acuerdo con la instituci�n de Cristo para que la presencia real sea efectiva; el que participa del pan participa del cuerpo de Cristo; y el que participa de la copa, participa de la sangre de Cristo. �En cuanto a la transubstanciaci�n, no nos importa la sutileza sof�stica con la que ense�an que el pan y el vino dejan o pierden su propia sustancia natural, y que solo queda la apariencia y el color del pan, y no el verdadero pan.

Porque est� en perfecto acuerdo con las Sagradas Escrituras que hay y queda pan. Creemos, ense�amos y confesamos que el cuerpo y la sangre de Cristo se reciben con el pan y el vino, no solo espiritualmente por fe, sino tambi�n oralmente; pero no en un modo caperna�tico, sino en un modo sobrenatural, celestial, en raz�n de la uni�n sacramental; como lo muestran claramente las palabras de Cristo ".

La comuni�n, la unidad de los creyentes con Cristo, a trav�s de la Eucarist�a, se manifiesta: Por un solo pan, un solo cuerpo, somos muchos, porque de un solo pan participamos. Es la relaci�n m�s cercana, la comuni�n m�s vital que Pablo aqu� declara que existe. Todos los comulgantes participan de ese �nico pan que es la comuni�n del cuerpo de Cristo, y por lo tanto est�n m�s �ntimamente unidos, no solo con Cristo, sino tambi�n entre s�; la comuni�n de los creyentes se manifiesta con el mayor �nfasis en las palabras de Pablo.

Al mismo tiempo, puede notarse que los hip�critas e incr�dulos que se acercan a la mesa del Se�or, desconocidos para la congregaci�n como tales, participan del cuerpo y la sangre de Cristo en y con el pan y el vino, pero en realidad no lo hacen. participan de la Sagrada Comuni�n, porque su incredulidad los excluye de la comuni�n de los santos, y reciben el cuerpo de Cristo como su Juez y el Sacramento para su condenaci�n, 1 Corintios 11:29 .

Versículo 18

He aqu� Israel seg�n la carne; Los que comen de los sacrificios, �no son part�cipes del altar?

Versículos 18-21

La aplicaci�n de estas verdades a las pr�cticas id�latras:

Versículo 19

�Qu� digo entonces? �Que el �dolo es algo, o lo que se ofrece en sacrificio a los �dolos es algo?

Versículo 20

Pero digo que las cosas que los gentiles sacrifican, las sacrifican a los demonios y no a Dios; y no quisiera que tuvieras comuni�n con los demonios.

Versículo 21

No pod�is beber la copa del Se�or y la copa de los demonios; no pod�is ser part�cipes de la mesa del Se�or y de la mesa de los demonios.

En su esfuerzo por inculcar a los corintios el hecho de que la participaci�n en fiestas id�latras era equivalente a la adoraci�n de �dolos, el ap�stol ahora presenta la analog�a de la forma jud�a de adoraci�n: Note al pueblo de Israel como una naci�n. No son los que comen los sacrificios participantes del altar; �No entran en comuni�n con el altar? Este hecho se destac� con especial fuerza en las grandes fiestas, como la fiesta de la Pascua, cuando toda la congregaci�n de Israel demostr� su comuni�n combin�ndose en el sacrificio de la Pascua y uni�ndose, al mismo tiempo y de la misma manera, en el comida que estaba relacionada con �l.

Era probable que los lectores, en este punto, captaran la tendencia de los comentarios del ap�stol, que estaba a punto de referirse a su participaci�n en fiestas paganas. Pero antes de que puedan ofrecer la objeci�n que probablemente hagan, el ap�stol los desarma: �Qu� estoy diciendo ahora? �Me estoy contradiciendo? (V�ase el cap�tulo 8: 4, �que el sacrificio de �dolos es cualquier cosa, o que un �dolo es algo? �l hab�a negado la existencia real, la personalidad de los �dolos y, por lo tanto, tambi�n hab�a denunciado los ritos relacionados con su adoraci�n como Observancias sin sentido. �Esta posici�n la mantuvo con tanta fuerza como siempre.

Pero hab�a otra caracter�stica sobre la que quer�a llamar la atenci�n de sus lectores: m�s bien, lo que sacrifican lo sacrifican a los demonios, y no a Dios. Los demonios son virtualmente adorados en la fiesta de los �dolos y, por lo tanto, al participar en festivales paganos, entran en comuni�n con los demonios, y �l no quiere que entren en comuni�n con los demonios. Los disturbios y el libertinaje que asistieron a las fiestas paganas, por no hablar de cosas peores, mostraron que los esp�ritus inmundos del mal los presid�an.

Y as� Pablo hace su aplicaci�n de la verdad que su inteligencia seguramente les habr� mostrado que es correcta: No se puede beber la copa del Se�or y la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Se�or y de la mesa de los demonios. La copa del Se�or en la celebraci�n de la Eucarist�a es la comuni�n con el Se�or y, por lo tanto, exige la lealtad m�s cercana a �l; la asistencia a las fiestas de los �dolos, por lo tanto, donde se usaba la copa de los demonios y se celebraba la comuni�n con los demonios, debe romper el lazo que une al Se�or.

Y de la misma manera, la comuni�n con el Se�or establecida en la mesa de la Sagrada Comuni�n no podr�a mantenerse si un cristiano participaba en festivales paganos, era una imposibilidad moral. Cada fibra del ser regenerado de un cristiano debe clamar contra tal confusi�n blasfema. Nota: Las palabras del ap�stol encuentran su aplicaci�n tanto hoy como en Corinto en ese momento. Si los cristianos se unen a los jolgorios y libertinajes desenfrenados y libertinos del mundo, en particular los que se organizan en honor a personas o principios anticristianos, no son menos culpables que los jactanciosos corintios de su �poca.

Versículo 22

�Provocamos al Se�or a celos? �Somos m�s fuertes que �l?

Versículos 22-24

Los principios cristianos involucrados:

Versículo 23

Todo me es l�cito, pero no todo conviene; Todo me es l�cito, pero no todo edifica.

Versículo 24

Que nadie busque lo suyo, sino las riquezas de los dem�s.

El ap�stol menciona aqu� un pensamiento que pudo haber sido encontrado en el coraz�n de algunos de los corintios: �es que queremos provocar al Se�or a celos? �Fue esa la idea que les hizo participar en ambas mesas? �Deber�an los cristianos aventurarse por ese camino? Ver Deuteronomio 32:21 . Pueden estar seguros de que el Se�or estar�a dispuesto a sentir el m�s intenso desagrado ante tal evidencia de amor ad�ltero de su parte.

Y: �Somos m�s fuertes que �l? �Presumiremos arriesgarnos hasta ese punto en Su disgusto? �Podemos evitar el poder de su ira? El mismo hecho de que Pablo se incluyera a s� mismo en la pregunta fue para animar y amonestar a sus lectores a ponerse de su lado y responder con un enf�tico: �Nunca m�s! Pero tambi�n urge una consideraci�n que ya ha tra�do una vez antes: Todo est� en mi poder, pero no todo es conveniente, no es ventajoso, si se toma en cuenta el bienestar de mi pr�jimo.

Entre tener derecho a hacer una determinada cosa e insistir en hacer uso de este derecho en todo momento y en todas las circunstancias, hay una gran diferencia. Y de nuevo: Todas las cosas est�n en mi poder, pero no todas edifican. Un acto que s� que es correcto y bueno puede ser considerado muy impropio por un hermano d�bil, y por lo tanto, si lo hago, se ofender� en lugar de promover su piedad y una vida recta.

Ver el cap. 6:12. Seguir adelante en todo momento sin ejercer un cuidado caritativo, con una seguridad engre�da, puede resultar en poner en peligro el alma inmortal de un hermano cristiano. Pero un principio b�sico del amor cristiano es: que nadie busque su propio inter�s o beneficio, sino el del otro, del pr�jimo, del hermano cristiano. Hacer del propio disfrute, de los propios derechos, de la propia libertad la consideraci�n �nica y suprema, independientemente del bien de los dem�s, es la esencia del ego�smo, una violaci�n de la gran ley del amor. Incluso las cosas indiferentes se vuelven pecaminosas cuando resultan en detrimento del pr�jimo.

Versículo 25

Todo lo que se vende en el desorden que come, sin hacer preguntas por causa de la conciencia;

Versículos 25-30

Reglas de conducta:

Versículo 26

porque del Se�or es la tierra y su plenitud.

Versículo 27

Si alguno de los que no cree te invita a un banquete y est�s dispuesto a ir, lo que sea que te pongan antes de comer, no hagas preguntas por motivos de conciencia.

Versículo 28

Pero si alguno os dice: Esto es ofrecido en sacrificio a los �dolos, no com�is por el que lo mostr�, y por causa de la conciencia; porque del Se�or es la tierra y su plenitud;

Versículo 29

conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro; porque �por qu� mi libertad es juzgada por la conciencia de otro hombre?

Versículo 30

Porque si por gracia participo, �por qu� se me habla mal por aquello por lo que doy gracias?

La aplicaci�n de los principios del amor cristiano a la situaci�n de Corinto no fue muy dif�cil. Todo, toda la carne que se ofrec�a a la venta en el mercado de la carne, pod�an comer. Pero al hacerlo, por el bien de sus hermanos d�biles, no deber�an hacer preguntas sobre de d�nde vino la carne, si hab�a sido enviada desde el templo o no. De esta forma evitar�an la verg�enza en caso de que, a su vez, fueran interrogados.

Pablo fundamenta esta latitud de acci�n con un pasaje de las Escrituras: Porque del Se�or es la tierra y su plenitud, todo lo que en ella se encuentra, todo lo que contiene, Salmo 24:1 . Por lo tanto, los cristianos pueden usar todos los dones de Dios que se encuentran en el mundo sin la menor vacilaci�n, siempre que no exista ning�n obst�culo como el que se menciona aqu�. El ap�stol insin�a tambi�n que la b�squeda ansiosa de escr�pulos de conciencia que algunas personas consideran la esencia del cristianismo no se basa en la voluntad de Dios.

En caso de que un cristiano fuera invitado por alg�n incr�dulo y pensara que era mejor ir para aceptar la invitaci�n, se debe aplicar la misma regla general. Deber�a comer todo lo que le sirvieron, pero nuevamente no hacer preguntas. Lo m�s probable es que sea vigilado de cerca no solo por los no cristianos, que probablemente usar�an carne de sacrificio, sino tambi�n por cualquier cristiano d�bil que pudiera estar presente al mismo tiempo.

Pero si alguien comenta que se estaba sirviendo carne de sacrificio, el cristiano ya no deber�a comer de ella. Si la informaci�n ser�a ofrecida voluntariamente con un esp�ritu de cortes�a y por el deseo de estar al servicio de los escr�pulos del cristiano o con un esp�ritu de burla, para avergonzarlo; cualquiera que sea la ocasi�n o el motivo, cambia la situaci�n y hace que el creyente rechace la carne, no por su propia conciencia, sino por la de su hermano d�bil.

Por consideraci�n a los escr�pulos de su hermano cristiano, el creyente se abstendr� de comer carne en esas circunstancias. Y si se hace la objeci�n de que la decisi�n sobre lo que es bueno y lo que no es bueno debe recaer en el cristiano individual, el ap�stol quiere que recuerde: Porque con qu� fin es mi libertad juzgada por otra conciencia; �Qu� ventaja obtendr� si insisto en comer en estas circunstancias y luego debo esperar la censura de los escr�pulos de otro hombre que simplemente no puede ver que mi conducta est� totalmente de acuerdo con la Palabra de Dios? En lugar de recibir un beneficio por el uso desconsiderado de su libertad, puede resultar en un da�o positivo: si yo participo con acci�n de gracias, �Por qu� soy blasfemado y condenado por lo que di gracias? Se considerar� un acto de hipocres�a por parte de los paganos y hermanos que no tienen el conocimiento correcto si un cristiano, en tal situaci�n, no solo come, sino que tambi�n da gracias a Dios por la comida. �sa es la raz�n por la que un cristiano, por deferencia a la conciencia del hermano m�s d�bil y para evitar ofender, se negar� a participar de la carne del sacrificio.

Versículo 31

Por tanto, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, h�ganlo todo para la gloria de Dios.

Versículos 31-33

La conclusi�n:

Versículo 32

No hag�is esc�ndalo, ni a los jud�os, ni a los gentiles, ni a la Iglesia de Dios;

Versículo 33

como yo agrado a todos en todas las cosas, no buscando mi propio beneficio, sino el beneficio de muchos, para que sean salvos.

Al aplicar el principio del amor cristiano, el ap�stol establece una m�xima general del deber cristiano. No importa en qu� situaci�n particular de la vida diaria se encuentre un creyente, no importa c�mo se dedique, ya sea comiendo o bebiendo o en cualquier otro trabajo, la gloria de Dios debe ser su objetivo. "Deja que el yo sea olvidado. Deja que tu mirada est� fija en Dios. Deja que la promoci�n de Su gloria sea tu objetivo en todo lo que haces.

esfu�rzate en todo por actuar de tal manera que los hombres puedan alabar a ese Dios a quien profesas servir. "(Hodge.) Y la segunda regla general es: Sin ofender a los jud�os, as� como a los gentiles, as� como a la Iglesia de Dios. No des una sola ocasi�n de ofenderse contra la religi�n cristiana; comp�rtate en todo. para no causar blasfemia contra el santo nombre de Dios. Hacer un uso imprudente de la libertad cristiana puede convertirse en el colmo de la necedad y resultar en un da�o grave a la causa del Se�or.

Si las personas en cuesti�n son jud�os, con su punto de vista legalista, o gentiles, con sus pr�cticas id�latras, o hermanos m�s d�biles, con sus peculiares escr�pulos, act�en para que el bienestar de su pr�jimo no se ponga en peligro y, sobre todo, para que el la gloria del Se�or no sufre por tu instigaci�n. Y aqu� Pablo cita nuevamente su propio ejemplo: As� como tambi�n yo en todo agrado a todos, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, del mayor n�mero posible, para que puedan ser salvos.

Ver el cap. 9:22. Desde el punto de vista del hombre, Pablo renunci� a todo, honor, posici�n, riqueza, todas las ventajas de este mundo, para entregarse por completo al servicio de su Se�or y de sus semejantes, sin importar en qu� condiciones los encontrara. . Y no se preocup� por el hecho de que muchos lo juzgaran mal en esta actitud, pero sigui� trabajando en su inter�s. "Por lo tanto, cuando San Pablo dice: Que todos agraden a su pr�jimo para bien, no quiere que lo hagamos para agradar a nuestro pr�jimo, porque eso no es de nuestra incumbencia, sino que debemos hacer tanto, de acuerdo con amor, que en justicia debe agradarle, y no es culpa nuestra si no le agrada. "La multa,

Resumen. Pablo advierte a los corintios contra la falsa seguridad y la participaci�n en fiestas id�latras, mostrando que la gloria de Dios y el bienestar de su pr�jimo deben ser los motivos que mueven al creyente en todo momento.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 1 Corinthians 10". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/1-corinthians-10.html. 1921-23.