Bible Commentaries
1 Corintios 11

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Versículo 1

Sed imitadores de m�, como yo tambi�n lo soy de Cristo.

Versículos 1-2

Conducta en el culto p�blico.

Una advertencia preliminar:

Versículo 2

Ahora os alabo, hermanos, porque os acord�is de m� en todas las cosas y guard�is las ordenanzas tal como os las entregu�.

El vers�culo inicial realmente pertenece al cap�tulo anterior, ya que se refiere al ejemplo dado por Pablo al hacer uso del tacto cristiano apropiado en todas las circunstancias. A trav�s de su propio patr�n, se�ala a sus lectores el de su Maestro y el de ellos: imitadores de m� llegan a ser, como yo de Cristo. Quiere que sigan el ejemplo que les ha dado con su conducta, en la que renunci� a todos los intereses ego�stas en aras de ganar almas para Cristo.

Pero, dicho sea de paso, no quiere que se apeguen a su persona, sino que reconozcan en su conducta la influencia del Cristo exaltado; deb�an imitarlo en la medida en que les presentara la imagen de Cristo. Esto implicar�a tiempo y aplicaci�n constante, ya que un cristiano est� siempre en formaci�n, pero su modelo era tal que los incitaba a la emulaci�n, a estimular su ambici�n cristiana en todo momento.

Y para inspirarlos a sus esfuerzos m�s persistentes, el ap�stol no duda en dar a los cristianos corintios todo el cr�dito por su actitud en ciertos asuntos: Pero te alabo porque recuerdas todas las cosas que te he dado, que has sido guardando mi memoria en todas las cosas, y que has estado observando las instrucciones tal como yo te las he dado. Los corintios, aunque en general estaban muy por detr�s del ap�stol en la abnegaci�n, en general estaban conscientes de las ordenanzas divinas que �l les hab�a dado.

Estas instrucciones, 2 Tesalonicenses 2:15 ; 2 Tesalonicenses 3:6 , que se transmitieron tanto oralmente como por carta, se refer�an a la doctrina y la vida, e inclu�an tambi�n costumbres de culto y ceremonias.

Aunque estos �ltimos no equivalen en modo alguno a los primeros, sirven sin embargo para la edificaci�n de la Iglesia, y su adopci�n puede ser aconsejable incluso en este momento. Marcos: El Papa no tiene cabida en este pasaje por su insistencia en el valor de la tradici�n oral, porque la palabra se usa en la Biblia solo para las instrucciones inmediatas de hombres inspirados y nunca para un conglomerado de principios sobre los cuales el Papa reclama el derecho. de �rbitro �nico.

Versículo 3

Pero quiero que sepas que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.

Versículos 3-6

El velo de la mujer:

Versículo 4

Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza.

Versículo 5

Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; porque eso es incluso uno como si estuviera afeitada.

Versículo 6

Porque si la mujer no se cubriera, tambi�n se esquile; pero si es una verg�enza para una mujer cortarse o afeitarse, que se cubra.

El ap�stol califica aqu� la alabanza que acaba de otorgar. Ha o�do que algunas mujeres hablaban en los servicios p�blicos de la congregaci�n de Corinto y eso con la cabeza descubierta. De modo que procede a instruirlos en cuanto a lo incorrecto de tal conducta: Pero quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo, mientras que la cabeza de la mujer es el hombre, pero la cabeza de Cristo, Dios. �sta es la base doctrinal de la instrucci�n pr�ctica que est� a punto de dar.

La peculiar noci�n de libertad cristiana que hab�a ganado terreno en la congregaci�n de Corinto se manifestaba tambi�n en esto, que las mujeres se apartaban de la costumbre imperante en Oriente, seg�n la cual estaban obligadas a llevar velos en p�blico. Cristo es la Cabeza de todo hombre; el hombre ocupa el puesto, especialmente en el culto y en su familia, sin un superior visible, manteniendo la jefatura y responsabilidad directa s�lo ante Cristo.

Por eso el hombre es cabeza de la mujer, ocupando esta �ltima una posici�n de subordinaci�n a �l, hecho que de ning�n modo implica inferioridad, sino meramente una relaci�n fijada por el orden de Dios. La mujer, en su relaci�n con su esposo, si es esposa, o en lo que respecta a su actividad en el culto p�blico, tiene su apoyo, su destino y su dignidad en el hombre. Y que este estado no es de ning�n modo despectivo para su intelecto, capacidad o car�cter moral, lo demuestra el hecho de que, en la cl�usula paralela, se llama a Dios la Cabeza del Cristo exaltado.

En este caso, hay absoluta igualdad esencial y, sin embargo, la perfecta obediencia de Cristo al Padre consiente la sumisi�n en el cargo. Ver el cap. 15:28; G�latas 4:4 ; Hebreos 5:5 .

Una inferencia de esta doctrina: Todo hombre que ora o profetiza, mientras est� involucrado en este acto de adoraci�n, llevando un velo desde la cabeza, averg�enza, deshonra, su cabeza. Si un hombre habla o dirige en la adoraci�n p�blica y tiene la cabeza velada o cubierta, deshonra su cabeza, porque solo tiene a Cristo sobre �l y, su conducta subordin�ndolo a la esposa dependiente, trae deshonra sobre Cristo.

Por otro lado: Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza, porque es una y la misma cosa, est� a la altura de la que est� rapada. Si bien las mujeres no eran maestras en la congregaci�n, el cap. 14:34; 1 Timoteo 2:12 , no fueron excluidos de los dones extraordinarios del Esp�ritu, Joel 2:28 ; Hechos 2:17 ; Hechos 21:9 .

Por tanto, tambi�n podr�a suceder que oraran o profetizaran en una reuni�n p�blica, sin que por ello asumieran el liderazgo. Si, en un caso de ese tipo, una mujer echaba hacia atr�s el velo que le cubr�a el rostro y as� se quedaba con la cabeza descubierta, avergonzaba su propia cabeza, recayendo sobre ella misma el deshonor hecho al sexo dominante. Se situ� al mismo nivel que las heterae de mujeres libres y sueltas que eran tan numerosas en las ciudades griegas.

De ello se deduce, entonces, que una mujer que insiste en ir sin velo bien podr�a mantener la cabeza muy rapada, coloc�ndose as� al mismo nivel que las esclavas y otras cuya cabeza rapada proclamaba su vocaci�n a todo el mundo. Pero si es vergonzoso que una mujer est� rapada o afeitada, que se cubra con un velo; es decir, si una mujer prefiere la cabeza descubierta, debe afeitarse.

Pero dado que el sentimiento femenino se opondr�a a lo segundo, el mismo argumento vale en el caso de lo primero, ya que la verg�enza similar se aplica a ambos. La desnudez f�sica llev� a la gente a hacer inferencias sobre la moral de una mujer, especialmente en una ciudad como Corinto; y era evidente que una mujer cristiana evitaba incluso la apariencia del mal.

Versículo 7

Porque el hombre no debe cubrirse la cabeza, puesto que es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre.

Versículos 7-12

El ap�stol presenta otro argumento a favor del velo de la mujer:

Versículo 8

Porque el hombre no es de la mujer, sino la mujer del hombre.

Versículo 9

Tampoco el hombre fue creado para la mujer, sino la mujer para el hombre.

Versículo 10

Por eso la mujer debe tener poder sobre su cabeza a causa de los �ngeles.

Versículo 11

Sin embargo, ni el hombre es sin la mujer, ni la mujer sin el hombre, en el Se�or.

Versículo 12

Porque as� como la mujer es del hombre, as� tambi�n el hombre es de la mujer; pero todas las cosas de Dios.

La posici�n relativa de los sexos se basa aqu� en el relato b�blico de la creaci�n: Porque un hombre no debe cubrirse la cabeza con un velo, ya que �l es imagen y gloria de Dios. Ver G�nesis 1:26 . Fue creado a la imagen de Dios y, por lo tanto, la representa, y en esta semejanza tambi�n lleva el esplendor visible de Dios; gobierna en su propia esfera en virtud del poder y la libertad que le ha dado Dios, y esta conducta redunda en la gloria de Dios.

Pero la esposa es la gloria del hombre; ella tiene la dignidad de su posici�n de hombre; en su oficina en el hogar representa la majestad del hombre. Nota: De esta afirmaci�n se desprende que el respeto a la mujer es la medida y salvaguarda de la dignidad humana. Que la distinci�n hecha en el momento de la creaci�n se observe tambi�n en la Iglesia cristiana se desprende, adem�s, del relato de la creaci�n de Eva, G�nesis 2:18 .

Porque no es hombre de mujer, sino mujer de hombre; y no fue creado el hombre por causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre. En el caso de todas las dem�s criaturas org�nicas, el Se�or las cre� en dos sexos a la vez, pero Ad�n fue creado solo al principio, y solo despu�s se origin� la mujer, hecha de una de sus costillas. Y al modelar a la mujer de esta manera, el Se�or se propuso satisfacer la necesidad del hombre; ella iba a ser una ayuda id�nea para �l. Es una subversi�n del orden de la creaci�n si una mujer considera a su marido como el sirviente de su placer, como el instrumento de su subsistencia.

El ap�stol considera tan importante el mantenimiento y la observancia de la relaci�n entre los sexos como fijada por Dios que tambi�n quiere que se conserve el signo externo de la posici�n auxiliar de la mujer: Por esta raz�n, la mujer est� obligada a tener "poder sobre su cabeza"; ella debe llevar la se�al o emblema de su estatus, el velo, como denotando el poder que deriva del hombre, y eso a causa de los �ngeles.

Los �ngeles, estando presentes en el culto p�blico, se sienten ofendidos por la irreverencia y la mala conducta. Incluso si los hombres, bajo las circunstancias, no encontraran ofensivo o escandaloso que una mujer descartara la dignidad de su posici�n, la presencia de los santos �ngeles de Dios deber�a disuadir a una mujer verdadera de un comportamiento no femenino.

Al discutir su posici�n con tanta franqueza, Pablo no tiene la intenci�n de menospreciar el estado de la mujer o de atribuirles inferioridad: Sin embargo, y sin embargo, ni mujer sin hombre, ni hombre sin mujer, en el Se�or; porque as� como la mujer proviene del hombre, se deriva del hombre, as� tambi�n el hombre es a trav�s de la mujer; pero todo es de Dios, quien es el Creador de todo. La mujer no est� en el Se�or aparte del hombre, no tiene derecho a un Se�or para s� misma: el mismo Cristo es el Se�or de ambos, un hecho que se aplica tambi�n al hombre.

Est�n uno al lado del otro, con iguales derechos, en el Reino de Gracia. La mujer le fue quitada al hombre, �l 'fue la causa inicial de ser para la mujer; pero, por otro lado, la mujer, por orden de Dios en la naturaleza, es la causa instrumental del ser para el hombre. Pero estos hechos no dan derecho a jactarse a ninguna de las partes, ya que, despu�s de todo, Dios es la Fuente, el Creador de todas las cosas; a �l ambos deben mostrar reverencia.

Esto es especialmente cierto en la vida hogare�a. El hombre debe considerarse que vive en el Se�or por amor a su esposa, y tambi�n la mujer por su marido. Las personas casadas deben estar juntas en la casa de Dios, juntas en la Mesa del Se�or, juntas en las devociones en el hogar, juntas en todas las cosas en las que se fomenta la vida en el Se�or; son herederos juntos de la gracia de la vida, 1 Pedro 3:7 .

Versículo 13

Juzgad vosotros mismos: �es bonito que una mujer ore a Dios descubierta?

Versículos 13-16

El sentido natural de la propiedad apoya al ap�stol:

Versículo 14

�No os ense�a la naturaleza misma que si un hombre tiene el pelo largo, es una verg�enza para �l?

Versículo 15

Pero si una mujer tiene el cabello largo, es una gloria para ella; porque su cabello le es dado por velo.

Versículo 16

Pero si alguno parece ser contencioso, no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.

Aparte de todas las autoridades externas, el ap�stol apela aqu� al sentimiento natural de sus lectores; deb�an decidir por s� mismos si el sentido innato de la decencia y la modestia no parec�a exigir, si no cre�a conveniente o conveniente que una mujer se uniera a la oraci�n p�blica debidamente velada. �O no te ense�a la naturaleza misma que, si un hombre lleva el pelo largo, es una desgracia para �l, pero si una mujer lleva el pelo largo, es una gloria para ella? Es significativo que pr�cticamente todas las naciones del mundo est�n de acuerdo en que los hombres usen el cabello corto mientras que el de las mujeres lo lleva largo; El cabello largo en un hombre se considera un signo de afeminamiento, mientras que el cabello largo en una mujer se considera su belleza suprema.

Y aunque la vanidad pecaminosa de las mujeres, instigada por la necia admiraci�n de los hombres, ha puesto el cabello al servicio del pecado, 1 Pedro 3:3 ; 1 Timoteo 2:9 , sigue siendo verdad sin embargo: Se le da para que sirva de cubierta, en forma de capucha. La naturaleza misma ha insistido en que la mujer se cubra la cabeza con un velo y, por tanto, conviene que ella exprese esta intenci�n manteniendo la cabeza cubierta.

Dado que algunos de los corintios podr�an sentirse inclinados a hacer una excepci�n a estas declaraciones de Pablo, �l cierra la discusi�n con una fuerte advertencia: Pero si alguien piensa, presume, se est� preparando para ser contencioso, (puede que sepa que) tenemos no esa costumbre, ni las iglesias de Dios. Pablo conoc�a la disposici�n pendenciera de algunos de los corintios; sab�a que pod�a esperar ser atacado por su posici�n en este asunto.

Y entonces simplemente declara que �l y sus compa�eros ministros no ten�an una costumbre de ese tipo. Pablo no cre�a en extender la libertad cristiana m�s all� de los l�mites de la decencia com�n ni en la pr�ctica espec�fica de que las mujeres participaran en el culto p�blico develada. De este modo, interrumpe toda disputa adicional sobre el asunto apelando al uso cristiano universal. Nota: El principio declarado por el ap�stol se mantiene hasta el d�a de hoy, y si el decoro y la decencia en cierto asunto requieren un grado de acomodaci�n por parte de los cristianos, estar�n dispuestos a ceder el punto por el bien del Evangelio.

Versículo 17

Ahora bien, en esto que os declaro, no os alabo, porque os reun�s no para mejor, sino para peor.

Versículos 17-22

Comportamiento indebido en el culto p�blico:

Versículo 18

Porque, en primer lugar, cuando os reun�s en la iglesia, oigo que hay divisiones entre vosotros; y lo creo en parte.

Versículo 19

Porque tambi�n debe haber herej�as entre ustedes, para que las aprobadas se manifiesten entre ustedes.

Versículo 20

Por tanto, cuando os reun�s en un mismo lugar, esto no es para comer la Cena del Se�or.

Versículo 21

Porque al comer, cada uno toma antes que otro su propia cena; y uno tiene hambre y otro est� borracho.

Versículo 22

�Qu�? �No ten�is casas para comer y beber? �O desprecian a la Iglesia de Dios y averg�enzan a los que no la tienen? �Qu� te dir�? �Debo alabarte por esto? No te alabo.

El asunto que el ap�stol aborda ahora no es una mera costumbre o uso que el juicio cristiano apropiado puede ajustar para adaptarse a las necesidades de la situaci�n, sino una regla a la que exige asentimiento: Pero al darte este mandamiento, no te alabo, en eso, no para mejor, sino para peor, se unen. El cargo se refiere a la forma adecuada de adoraci�n p�blica, especialmente si est� relacionada con la celebraci�n de la Cena del Se�or.

No los alaba, no puede reprimir su disgusto, su censura: porque no para mejor, sino para peor, os un�s. En lugar de ser edificados, ayudados en su crecimiento espiritual, fueron da�ados en su fe; sus reuniones se llevaron a cabo con un esp�ritu de frivolidad que no tuvo en cuenta la santidad de la ocasi�n. La raz�n de esto fue, en primer lugar: Siempre que os reun�s en asamblea, continuamente llega a mis o�dos que los cismas, las disensiones, tienen su lugar entre vosotros; y en parte le doy cr�dito a las historias.

El servicio del que habla Pablo es el que estaba relacionado con la celebraci�n de la Eucarist�a, que se celebraba a menudo, al menos todos los domingos. Este servicio fue enteramente dentro de la congregaci�n, no se admiti� a ning�n forastero, no hubo incr�dulos o gentiles presentes. Primero se comi� una comida com�n (la llamada fiesta de amor), despu�s de la cual sigui� la Sagrada Comuni�n. En Corinto, la congregaci�n se hab�a dividido en camarillas, separadas unas de otras en parte por distinciones sociales, en parte por el sentimiento debido a las divisiones entre ellos.

En lugar de celebrar una comida com�n, cada grupo eligi� un rinc�n para s� mismo, dejando al otro estrictamente solo. Como dice Pablo, �l pod�a muy bien creer que esto era cierto, ya que eso parec�a ser una necesidad del caso: Porque ciertamente tambi�n deben existir herej�as, partidos, entre ustedes, para que los realmente aprobados se hagan evidentes en medio de ellos. Esto estaba de acuerdo con la administraci�n divina por la cual el mal, lejos de obstaculizar, se convierte en servidor del bien.

Dios finalmente entregar� a los luchadores persistentes, que se deleitan en la ira, la contienda, las sediciones, las herej�as, a su mente malvada, el resultado es que los verdaderos cristianos, que son aprobados por Dios, se manifiestan en la congregaci�n. Agust�n dice muy acertadamente: Las herej�as son la piedra de moler de la Iglesia. Su pecado sirve para revelarlos y as� purificar y purificar a la congregaci�n cristiana de un elemento discordante desagradable.

El ap�stol ahora hace un encargo espec�fico: cuando, entonces, se re�nen en el mismo lugar, no es para comer la Cena del Se�or. Parece que la congregaci�n de Corinto, incluso en este d�a temprano, ten�a un lugar definido para reunirse, ya que Pablo evidentemente no est� hablando de congregaciones en casas. Sin duda su prop�sito era celebrar la Eucarist�a, y no faltaron los elementos terrenales, el pan y el vino, pero la forma en que se unieron hizo de la celebraci�n una farsa y una blasfemia.

Porque al comer, cuando lleg� la hora de la comida, cada uno sac�, trajo apresuradamente, su propia cena, buscando y sent�ndose con sus propios amigos particulares. Anteriormente, la costumbre era que los miembros trajeran lo que deseaban, lo que pod�an pagar para ese prop�sito, y luego la comida se divid�a en partes iguales entre todos. Pero ahora que prevalec�a la nueva costumbre ego�sta, la gente pobre ten�a poco o nada, y por lo tanto pasaba hambre, mientras que los miembros m�s ricos ten�an m�s que suficiente para sus necesidades y se intoxicaban. "La escena de la codicia y el orgullo sensual bien podr�a culminar en la embriaguez." Sin duda, un espect�culo vergonzoso para una congregaci�n cristiana.

La reprensi�n de Pablo, por tanto, no careci� de severidad: �No ten�is casas para comer y beber? Seguramente no podr�an haber estado en tales apuros como para hacer necesario satisfacer sus apetitos en la adoraci�n p�blica. O, por el contrario, �desprecias a la congregaci�n de Dios y deshonras a los que carecen de medios? Si esa fue su intenci�n deliberada, amontonar el desprecio sobre la Iglesia de Dios y hacer que los miembros pobres sintieran su pobreza, su incapacidad para mantener su parte de un comportamiento tan derrochador, entonces su acci�n fue a�n m�s reprensible.

�Qu� podr�a y deber�a decirles el ap�stol dadas las circunstancias? �Era posible que �l los elogiara por tal comportamiento? Francamente les dijo que esto estaba fuera de discusi�n. �C�mo podr�a haber excusado una fr�vola tan inexcusable, sobre todo teniendo en cuenta que se produjo en relaci�n con la celebraci�n de la Eucarist�a?

Versículo 23

Porque he recibido del Se�or lo que tambi�n os entregu�, que el Se�or Jes�s, la misma noche en que fue entregado, tom� pan;

Versículos 23-25

La revelaci�n del Se�or de la instituci�n de la Eucarist�a:

Versículo 24

y habiendo dado gracias, lo parti� y dijo: Toma, come; este es mi cuerpo, que por vosotros est� quebrantado; haced esto en memoria de m�.

Versículo 25

De la misma manera tambi�n tom� la copa, cuando hubo cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; Haced esto todas las veces que lo beb�is en memoria de M�.

Ver Mateo 26:26 ; Marco 14:22 ; Lucas 22:19 . El ap�stol habr�a sido completamente

justificado al decir que hab�a recibido la doctrina concerniente a la Sagrada Comuni�n incluso si simplemente hab�a escuchado la historia de boca de los ap�stoles que hab�an estado presentes en su instituci�n. Pero su prop�sito al mencionar una comunicaci�n directa e inmediata de Dios es enfatizar su llamado apost�lico y la autenticidad y autoridad de su predicaci�n. El Se�or le hab�a dado la informaci�n por revelaci�n directa, y en este sentido deb�an aceptar su ense�anza.

Ver G�latas 1:12 . �l les hab�a ense�ado as� mientras estaba con ellos en Corinto, y estaba aqu� registrando los hechos tal como el Se�or se los hab�a dado a conocer. Fue en la noche en que fue traicionado, literalmente, mientras la traici�n continuaba, que el Se�or instituy� la maravillosa comida de Su cuerpo y sangre. Mientras Sus enemigos estaban ocupados en los preparativos para Su captura, el Salvador estaba preparando la comida celestial para el consuelo de los creyentes.

Tom� pan, uno de los pedazos de pan sin levadura que se usaba en la cena de Pascua. Y habiendo dado gracias, no s�lo la habitual oraci�n de gracia que la costumbre jud�a hab�a fijado para esta comida, sino una bendici�n especial sobre el pan como portador de los dones celestiales. Luego, mientras caminaba de uno a otro entre Sus disc�pulos, parti� trozos de pan de tama�o conveniente y los distribuy�, orden�ndoles que lo tomaran y comieran, y declarando que este pan que estaban recibiendo era Su cuerpo, el mismo cuerpo. que fue roto o dado por ellos, en su lugar y para su beneficio. El pan llev�, ofreci� e imparti� a los disc�pulos entonces, como ahora, el cuerpo del Salvador y sell� a los creyentes todos los beneficios de Su salvaci�n.

Y de la misma manera, como parte esencial del nuevo Sacramento, Jes�s tom� la copa, despu�s de que hubieron cenado, despu�s de haber servido el cordero pascual y el plato principal de la cena. Mientras caminaba de un disc�pulo a otro, vari� poco la f�rmula de distribuci�n, como vemos por la estrecha concordancia entre los cuatro relatos. Llam� a la copa con el vino contenido en ella el nuevo pacto en su sangre, el nuevo pacto establecido por el derramamiento de su sangre; a trav�s de �l, hizo un pacto de misericordia con todos los participantes de este nuevo sacramento.

Un hecho destaca con fuerza innegable, a saber, que todos los presentes participaron tanto de la copa como del pan, y que no puede haber verdadera Eucarist�a a menos que ambos elementos sean recibidos por todos los comulgantes. F�jense que en cualquier caso el Se�or dice: Hagan esto en memoria de M�, para la conmemoraci�n de M�. Y en el caso de la copa a�ade: tantas veces como la bebas. Tan a menudo como un creyente tiene anhelo y deseo de la seguridad del perd�n de los pecados, y no importa con qu� frecuencia, esa certeza es suya en la Sagrada Comuni�n.

Seguramente no deber�a requerir m�s que esta promesa definitiva para inducir a un cristiano a recibir el sacramento con frecuencia. "Y ahora considera, mi querido amigo, lo que debemos pensar de personas que se jactan de ser cristianas y, sin embargo, probablemente pasen un a�o entero, dos, tres a�os, y a�n m�s, y no reciban el reverendo Sacramento. Seguramente el diablo los ha pose�do hasta tal punto que o no prestan atenci�n a sus pecados y por lo tanto no piensan en deshacerse de ellos, o encuentran m�s placer en esta vida presente que en la eterna.

En cualquier caso, es terrible o�rlo. Por tanto, el que quiere ser cristiano y tambi�n quiere comportarse, de acuerdo con su nombre, de manera cristiana, no debe abstenerse de esta Cena, sino que debe usarla muy a menudo. Porque lo necesitamos mucho, como se nos informa aqu� ".

Versículo 26

Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, mostrar�n la muerte del Se�or hasta que �l venga.

Versículos 26-29

Comunicantes dignos e indignos:

Versículo 27

Por tanto, cualquiera que coma este pan y beba esta copa del Se�or indignamente, ser� culpable del cuerpo y la sangre del Se�or.

Versículo 28

Pero exam�nese cada uno a s� mismo, y coma as� de ese pan y beba de esa copa.

Versículo 29

Porque el que come y bebe indignamente, come y bebe condenaci�n para s� mismo, sin discernir "el cuerpo del Se�or".

El ap�stol ahora da a los cristianos de Corinto y de todos los tiempos algunas reglas sobre la preparaci�n adecuada y la celebraci�n de la Sagrada Comuni�n. Uno de sus prop�sitos, como acaba de declarar Pablo, era que deber�a servir para la conmemoraci�n del Se�or. Pero la frecuencia de celebraci�n y familiaridad con la Eucarist�a no mitigar�a la reverencia por su santidad. Por eso el ap�stol dice: Porque todas las veces que coman este pan y beban la copa, proclamar�n la muerte del Se�or hasta que �l venga.

Cada celebraci�n de la Eucarist�a es un anuncio abierto, una publicaci�n de la muerte del Se�or, del hecho de que con la entrega de Su cuerpo y con el derramamiento de Su sangre, �l ha realizado la redenci�n. Por supuesto, la actitud correcta hacia el Sacramento es aquella en la que el coraz�n es plenamente consciente de las bendiciones que confiesa la boca. Ese hecho har� que cada comulgante sea a la vez humilde y ansioso por la maravillosa gracia de Dios, como se da en la Sagrada Comuni�n. Hasta que �l venga, hasta que regrese en gloria, el Sacramento de Su cuerpo y sangre debe ser el medio de comunicaci�n de �l a nosotros.

Pero el maravilloso contenido y prop�sito de la Sagrada Comuni�n exige, al mismo tiempo, una preparaci�n sumamente cuidadosa por parte del comulgante: para que quien coma el pan o beba la copa del Se�or, indignamente, sea culpable de la cuerpo y sangre del Se�or. Comer indignamente es estar en tal condici�n espiritual o comportarse de tal manera que no est� en armon�a con la dignidad y la santidad de la comida celestial.

Si una persona asiste a la Cena del Se�or como ir�a a cualquier otra comida, considerando que sus acciones son el mero comer pan y el mero beber vino, si no siente deseo por la gracia de Dios ni devoci�n ante la perspectiva de participando en la fiesta del milagro, entonces esa persona ser� culpable, no s�lo de comer y beber sin pensar, sino de profanar el cuerpo y la sangre del Se�or.

Mostrar� que no tiene ni un concepto de su pecaminosidad ni un anhelo por la gracia de Dios; y as� su culpa consistir� en obstaculizar la gracia de Dios en el Sacramento, que est� listo para otorgarle perd�n de pecados, vida y salvaci�n.

Se sigue, entonces, para todo cristiano sincero: Pero que un hombre se examine a s� mismo, haga una prueba cuidadosa de su propia mente y actitud, explore todos los rincones secretos de su coraz�n, no, como dicen algunos comentarios, para ver si est� religiosamente y moralmente calificado, personalmente digno de ser un hu�sped del Se�or, pero, como dice muy propiamente nuestra f�rmula lit�rgica, para ver si se arrepiente de todo coraz�n de sus pecados, cree en Jesucristo y se propone sincera y seriamente enmendar su vida pecaminosa.

Habiendo hecho este examen, preferiblemente con la ayuda de las preguntas de la Quinta Parte Principal, en la Tabla de Deberes y en las Preguntas Cristianas ofrecidas en nuestro Catecismo Menor, un cristiano puede venir y participar de la comida de gracia de Dios. El prop�sito de la amonestaci�n, por lo tanto, no es disuadir y ahuyentar a los cristianos en quienes el autoexamen revela muchos pecados en pensamientos, palabras y obras, sino estimular el deseo correcto de la gracia de Dios, cuya necesidad esta autoexploraci�n ha demostrado existir.

"Por lo tanto, debemos aprender aqu� diligentemente y se�alar que tales personas no reciben el sacramento indignamente como dicen y confiesan que son pobres pecadores, sienten varias tentaciones. Si no quisieras recibir el sacramento a menos que estuvieras libre de todos los pecados, Sigue que nunca ir�as al Sacramento. Pero los que a sabiendas contin�an en pecados reciben el venerable Sacramento indignamente; como, odio asesino al pr�jimo, asesinato, fornicaci�n, adulterio y otras transgresiones p�blicas similares, y no tienen la intenci�n de descontinuar ellos.

Porque el Sacramento ha sido instituido por Cristo el Se�or, no para que las personas permanezcan en el pecado, sino para que obtengan el perd�n y crezcan en santidad. Puedo hablar con autoridad de los resultados que siguen si una persona se abstiene del Sacramento por un tiempo; Tambi�n he estado en tal fuego del diablo que me alej� del venerable Sacramento, y que asist� con mayor desgana, m�s tiempo dur� esto.

Tenga cuidado con esto y adquiera el h�bito de ir con frecuencia, especialmente si est� en condiciones de hacerlo, es decir, si encuentra que su coraz�n, a causa de sus pecados, es pesado y t�mido, para que no pueda hacerlo. olv�date de nuestro Se�or y Salvador Jesucristo, pero recuerda su sacrificio y muerte; porque de lo contrario, no nos pide nada ".

Pero del indigno dice el ap�stol: Porque el que come y bebe indignamente, juicio, condenaci�n, come y bebe para s� mismo, porque no discierne, discrimina, el cuerpo de Cristo. No hace distinci�n entre una comida ordinaria y esta comida celestial; no se da cuenta de que el verdadero cuerpo y la sangre de su Salvador est�n aqu� presentes, y que por esta raz�n un uso irreflexivo del Sacramento es una blasfemia y resulta en el justo castigo final de Dios.

Porque el que se acerque a la mesa del Se�or con tal esp�ritu de frivolidad, tambi�n recibir� el cuerpo y la sangre de Cristo en, con y debajo del pan y del vino, pero no como el de su Redentor, sino como el de su Juez. , quien, en el �ltimo d�a, exigir� cuentas de �l con ajuste de cuentas, ya que el comportamiento exterior es solo una indicaci�n y demostraci�n de la incredulidad del coraz�n.

"Ense�amos, creemos y confesamos tambi�n que hay una sola clase de hu�spedes indignos, los que no creen, acerca de los cuales est� escrito, Juan 3:18 : 'El que no cree, ya ha sido condenado'. Y este juicio se hace mayor y m�s grave, agravada por el uso indigno de la Santa Cena, 1 Corintios 11:29 ".

Versículo 30

Por eso hay muchos entre vosotros d�biles y enfermos, y muchos duermen.

Versículos 30-34

Una advertencia final para tener cuidado al ir al Sacramento:

Versículo 31

Porque si nos juzg�ramos a nosotros mismos, no ser�amos juzgados.

Versículo 32

Pero cuando somos juzgados, somos castigados por el Se�or para que no seamos condenados con el mundo.

Versículo 33

Por tanto, hermanos m�os, cuando os reun�s para comer, esperaos unos a otros.

Versículo 34

Y si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reun�is para condenaci�n. Y el resto lo pondr� en orden cuando llegue.

Pr�cticamente todos los comentaristas est�n de acuerdo en entender el vers. 30 de las infracciones y enfermedades f�sicas, de la debilidad y la mala salud, y muchos de ellos agregaron que estas condiciones fueron el resultado de la intemperancia a la que se alude en el vers. 21. Otros han sugerido que tales visitas extraordinarias y directas y los castigos corporales por deficiencias espirituales fueron una caracter�stica de la era apost�lica. Pero el texto mismo no sugiere nada por el estilo, y la idea de creer que algunos de los cristianos corintios durmiendo en la muerte f�sica no concuerda ni con el uso de la palabra ni con la doctrina de las Escrituras sobre este punto.

El significado del ap�stol es claro: muchos de los miembros entre ellos eran d�biles, carec�an de fuerza espiritual, Mateo 26:41 ; Romanos 14:1 ; 1 Corintios 1:27 ; 1 Corintios 9:22 ; otros estaban gravemente enfermos de esp�ritu, carec�an de la fuerza y ??el vigor del cristiano ideal, Mateo 9:12 ; Lucas 5:31 ; y a�n otros dorm�an en un sue�o espiritual, Efesios 5:14 ; 1 Tesalonicenses 5:6 , y por lo tanto carec�a de la vigilancia, la vigilancia espiritual, que deb�a marcar al cristiano en todo momento, para que no cayera en las trampas del diablo, 1 Pedro 5:8 .

En otras palabras, muchos de los cristianos corintios, aunque todav�a nominalmente creyentes y considerados miembros de la congregaci�n en buena posici�n, se encontraban en realidad en un estado espiritual, lo que mostraba que se necesitaban medidas en�rgicas para devolverlos a la fe verdadera y al esp�ritu activo. vida en Cristo. Entonces, como ahora, esta condici�n fue el resultado del mal uso del Sacramento, de comer y beber indignamente, de no hacer la discriminaci�n adecuada entre la Cena del Se�or y todos los dem�s alimentos y bebidas.

Este triste estado de cosas podr�a haberse evitado con la vigilancia que debe caracterizar a los cristianos en todo momento: sin embargo, si nos discriminamos a nosotros mismos, no deber�amos ser juzgados. Un serio autoexamen antes de cada comuni�n, junto con una franca condena de todo lo que se encuentre que se desv�e de la norma de la santa voluntad de Dios, salva a los creyentes del juicio de los comulgantes indignos. Pero ahora que estamos bajo juicio, ya que el Se�or critica y condena nuestra laxitud e irreverencia con respecto al uso de Su Santa Cena, el Suyo es un prop�sito pedag�gico.

A trav�s de la ferviente reprensi�n del ap�stol, el Se�or estaba castigando y disciplinando a los cristianos de Corinto, para que no continuaran en su sue�o espiritual y al final cayeran bajo el pronunciamiento de la condenaci�n final.

Y as� el ap�stol, habiendo reunido todos los argumentos que eran necesarios para que los corintios se dieran cuenta de su situaci�n, repite su amonestaci�n en conclusi�n: Por tanto, hermanos m�os, cuando se re�nan a comer, esp�rense unos a otros. No deben continuar la pr�ctica de dividirse en partidos y camarillas y, como consecuencia, cambiar la fiesta de amor que precede a la Cena del Se�or en un libertinaje, sino que tambi�n deben celebrar esto decentemente y juntos, no sea que la Eucarist�a sea profanada.

Y deben evitar la apariencia de banquete. Si alguien ten�a hambre, deb�a ocuparse de satisfacer su hambre en casa, para que no se reunieran para peor, para juicio. Pablo ten�a la intenci�n de regular otros asuntos relacionados con el orden y la decencia apropiados en la celebraci�n de la Eucarist�a y el culto p�blico. Todav�a no sab�a, en ese momento, cu�ndo podr�a visitar Corinto, pero estaba decidido a venir tan pronto como las circunstancias le permitieran emprender el viaje.

Resumen. El ap�stol discute el velo de las mujeres en los servicios de la iglesia, junto con su posici�n en la congregaci�n, reprende a los cristianos de Corinto por las evidencias de divisiones entre ellos, ya que estas aparecieron incluso en la celebraci�n de la Eucarist�a, y habla extensamente de la preparaci�n para , y la celebraci�n adecuada de la Cena del Se�or.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 1 Corinthians 11". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/1-corinthians-11.html. 1921-23.