Bible Commentaries
1 Samuel 30

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Versículo 1

Y sucedi� que cuando David y sus hombres llegaron a Siclag al tercer d�a, despu�s de dejar el ej�rcito de Aquis en esta llanura de Jezreel, los amalecitas, evidentemente como represalia por las incursiones de David contra ellos, 1 Samuel 27:8 , hab�a invadido el sur, el pa�s del sur de Jud� y Siclag, y hab�a herido a Siclag, que estaba indefensa como la ciudad, y la hab�a quemado con fuego;

Versículos 1-10

El regreso de David a Siclag

Versículo 2

y hab�a tomado cautivas a las mujeres que all� estaban, con la intenci�n de convertirlas en esclavas de ellas y de sus hijos; no mataron a ninguno, ni grande ni peque�o, sino que se los llevaron y siguieron su camino de regreso a su propio pa�s.

Versículo 3

Vinieron, pues, David y sus hombres a la ciudad, y he aqu� que ard�a con fuego; y sus mujeres, sus hijos y sus hijas fueron llevados cautivos.

Versículo 4

Entonces David y la gente que estaba con �l alzaron la voz y lloraron hasta que se les acab� el poder para llorar. El golpe fue tan repentino, tan inesperado, que su dolor fue correspondientemente grande y su dolor amargo.

Versículo 5

Y fueron llevadas cautivas las dos esposas de David, Ahinoam, la jezreelita, y Abigail, la esposa de Nabal, el carmelita.

Versículo 6

Y David estaba muy angustiado, profundamente oprimido y angustiado en esp�ritu; porque el pueblo hablaba de apedrearlo, evidentemente echando toda la culpa sobre �l por unirse a Aquis en su campa�a contra Israel, porque el alma de todo el pueblo estaba entristecida, llena de amargura, que tiende a ser irracional, cada uno por su hijos y para sus hijas. Pero David se anim� a s� mismo en el Se�or, su Dios, buscando fuerza y ??consuelo en la oraci�n y en una firme confianza en el Se�or, tambi�n mediante una consulta directa del Se�or.

Versículo 7

Y dijo David a Abiatar, el sacerdote, hijo de Ahimelec: 1 Samuel 23:6 , te ruego que me acerques el efod, el cual conten�a el Urim y Tumim. Y Abiatar llev� all� el efod a David.

Versículo 8

Y David pregunt� al Se�or por medio del Urim: �Seguir� a esta tropa, a los asaltantes que se hab�an llevado las mujeres y los ni�os? �Debo adelantarlos? Y �l le respondi�: Sigue; porque ciertamente los conquistar�s y sin falta los recuperar�s a todos, y ciertamente liberar�s a todos los cautivos de la esclavitud que los amenazaba.

Versículo 9

Entonces David fue, �l y los seiscientos hombres que estaban con �l, sin tomarse un tiempo para descansar, y lleg� al arroyo Besor, que flu�a desde la parte monta�osa de Jud� y atravesaba la tierra de los filisteos, "donde los que se quedaron atr�s se quedaron, incapaces de continuar debido al agotamiento.

Versículo 10

Pero David los persigui�, �l y cuatrocientos hombres; pues doscientos se quedaron atr�s, que eran tan d�biles que no pod�an cruzar el arroyo Besor, cuya traves�a parece haber estado relacionada con grandes dificultades. Estos hombres se quedaron atr�s con el equipaje, mientras que sus hermanos m�s leales segu�an al enemigo. Como David, todo cristiano, aunque acosado por la ansiedad y la angustia, puede emprender con alegr�a y valent�a el trabajo que se le ha asignado, despu�s de haberse fortalecido con la oraci�n y la Palabra de Dios.

Versículo 11

Y ellos, los hombres que estaban con David, encontraron a un egipcio en el campo, porque los amalecitas pod�an conseguir esclavos egipcios f�cilmente, y lo llevaron a David, le dieron pan y �l comi�; y le hicieron beber agua, para reanimarlo de su completo cansancio, porque estaba casi muerto de hambre;

Versículos 11-20

David recupera el bot�n

Versículo 12

y le dieron un trozo de torta de higos, una rodaja de higos prensados y dos racimos, tortas prensadas, de pasas; y cuando hubo comido, su esp�ritu volvi� a �l, se recuper�, se llen� de nueva vida; porque no hab�a comido pan ni bebido agua durante tres d�as y tres noches.

Versículo 13

Y David le dijo, cuando tuvo fuerzas para hablar: � De qui�n eres t�? �Y de d�nde eres t�? Y �l dijo: Soy un joven de Egipto, siervo, esclavo, de un amalecita; y mi amo me dej� porque hace tres d�as me enferm�. Simplemente lo hab�an abandonado porque su amo no pod�a molestarse con �l en su apresurada huida.

Versículo 14

Hicimos una invasi�n sobre el sur de los cereteos, una tribu filistea de la regi�n del sur, y sobre la costa que pertenece a Jud�, y sobre el sur de Caleb, la vecindad de Hebr�n; y quemamos Siclag con fuego.

Versículo 15

Y David le dijo: �Me har�s bajar a esta compa��a, al lugar donde la tropa de asalto ten�a su campamento permanente? Y �l dijo: J�rame por Dios que no me matar�s ni me entregar�s en manos de mi se�or, y te har� descender a esta compa��a. La cautela del egipcio se debi� al hecho de que los informantes y gu�as a menudo eran ejecutados por aquellos a quienes hab�an servido, mientras que el odio de aquellos a quienes hab�an traicionado bien pod�a entenderse.

Versículo 16

Y cuando �l, el egipcio, lo trajo a �l, David con sus hombres, he aqu�, ellos, los amalecitas, estaban esparcidos por toda la tierra, habi�ndose abandonado por completo al disfrute de su exitosa incursi�n, sin so�ar con la cercan�a. de cualquier enemigo, comiendo, bebiendo y bailando, a causa de todo el gran bot�n que hab�an sacado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Jud�, celebrando el evento con regocijo.

Versículo 17

Y David, encontr�ndolos tan completamente desprevenidos, los golpe� desde el crep�sculo, desde el amanecer, hasta la tarde del d�a siguiente, literalmente, "de su ma�ana", porque los israelitas comenzaban su d�a al atardecer; fue una batalla de todo el d�a. Y ninguno de ellos escap�, sino cuatrocientos j�venes, que montaron en camellos y huyeron.

Versículo 18

Y David recuper� todo lo que se hab�an llevado los amalecitas; y David rescat� a sus dos mujeres. La persecuci�n fue un completo �xito.

Versículo 19

Y no les falt� nada, ni peque�o ni grande, ni hijos ni hijas, ni despojo, ni nada de lo que les hab�an llevado; David recuper� todo, todo el bot�n de todo el distrito asaltado.

Versículo 20

Y tom� David todos los reba�os y las vacas, los capturados de los amalecitas, adem�s de la propiedad recuperada del territorio saqueado, que arrastraron delante de esos otros ganados, al frente del peque�o grupo de David, y dijo: Este es el bot�n de David. Si las cosas reci�n comienzan con el Se�or, entonces �l dar� Su bendici�n y �xito a su debido tiempo.

Versículo 21

Y vino David a los doscientos hombres, que estaban tan cansados ??que no pod�an seguir a David, a quien tambi�n hab�an hecho quedarse junto al arroyo Besor, habiendo dado David esta orden a causa de su gran cansancio; y salieron a recibir a David ya la gente que estaba con �l; y cuando David se acerc� a la gente, los salud�, salud�ndolos amistosamente y dese�ndoles paz y felicidad.

Versículos 21-31

La distribuci�n del bot�n

Versículo 22

Entonces respondieron todos los malvados y los hombres de Belial, tontos vanos y sin provecho, de los que iban con David, porque incluso en esa banda hab�a tales, y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos nada del el despojo que hemos recuperado, salvo para cada uno su esposa y sus hijos, para que los lleven y se vayan , literalmente, "Pero cada uno su esposa y sus hijos; �stos los dejar�n llevar y se ir�n". idea de que, como los doscientos no hab�an compartido el peligro, tampoco deb�an compartir el bot�n.

Versículo 23

Entonces dijo David, su discreta gentileza evit� una ruptura en las filas que podr�a haberse convertido en una calamidad : No har�is, hermanos m�os, con lo que el Se�or nos ha dado, que nos ha preservado y librado a la multitud que vino contra �l. nosotros en nuestra mano. El �xito de su empresa se hab�a debido enteramente a Jehov� y Su bendici�n y, por lo tanto, de ninguna manera pod�a considerarse como un logro propio.

Versículo 24

Porque, �qui�n te escuchar� en este asunto? La mayor�a ciertamente no compartir�a sus sentimientos ego�stas. Pero como su parte es el que desciende a la batalla, as� ser� su parte el que se detiene junto al material, el que se queda atr�s para vigilar el bagaje; se dividir�n por igual, compartir�n de acuerdo con la misma divisi�n.

Versículo 25

Fue as� que desde ese d�a en adelante, �l, David, lo convirti� en estatuto y ordenanza para Israel hasta el d�a de hoy. Era una regla que se mantuvo hasta la �poca de los Macabeos, siendo considerada justa y equitativa para todos.

Versículo 26

Y cuando David lleg� a Siclag, envi� de los despojos, despu�s de que todos sus hombres hubieron recobrado lo que le hab�an sido quitado y otro bot�n adem�s, a los ancianos de Jud�, s�, a sus amigos, diciendo: He aqu� un presente para vosotros. un regalo de bendici�n, del bot�n de los enemigos del Se�or;

Versículo 27

a los que estaban en Betel, y a los que estaban en el sur de Ramot, la ciudad de este nombre en el pa�s del sur, y a los que estaban en Jattir,

Versículo 28

y a los que estaban en Aroer, y a los que estaban en Siphmoth, y a los que estaban en Eshtemoa,

Versículo 29

y a los que estaban en Rachal, y a los que estaban en las ciudades de los jerahmeelitas, y a los que estaban en las ciudades de los ceneos,

Versículo 30

y a los que estaban en Horma, a los que estaban en Chorashan y a los que estaban en Atac,

Versículo 31

ya los que estaban en Hebr�n, ya todos los lugares donde el mismo David y sus hombres sol�an frecuentar, que le hab�an mostrado bondad cuando era un fugitivo. Todas las ciudades aqu� mencionadas, algunas de las cuales han sido identificadas con bastante certeza, se encuentran en la parte sur y suroeste del territorio de Jud�. Nota: Si el Se�or deposita Su bendici�n sobre nuestros esfuerzos, nos corresponde compartirla con los dem�s seg�n sea necesario u ocasi�n.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 1 Samuel 30". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/1-samuel-30.html. 1921-23.