Y cuando la reina de Sab� se enter� de la fama de Salom�n, desde que las caravanas de Cana�n penetraron en los rincones m�s remotos de Arabia y difundieron los relatos de su gran sabidur�a por todas partes, vino a probar a Salom�n con preguntas dif�ciles, con acertijos y acertijos epigram�ticos. , como los que se usaban mucho en Oriente, en Jerusal�n, con una gran compa��a, y camellos que llevaban especias, y oro en abundancia, y piedras preciosas, con toda la pompa y el esplendor que tanto amaba el coraz�n del monarca oriental; y cuando lleg� a Salom�n, le comunic� todo lo que hab�a en su coraz�n, todas las preguntas dif�ciles que hab�a preparado de antemano.
y la carne de su mesa, la cantidad y el precio de la comida que se sirve en el palacio real, y el asiento de sus siervos, d�nde y c�mo viv�an, y la asistencia de sus ministros y sus ropas, tambi�n sus coperos y sus ropas. , y su ascenso por el cual subi� a la casa del Se�or, el magn�fico viaducto arqueado por el que cruz� a la colina del Templo, una de las maravillas de la arquitectura antigua, con su escalera que conduc�a al nivel superior, no hab�a m�s esp�ritu en ella, estaba completamente abrumada.
sin embargo, no cre� sus palabras, es decir, las palabras de aquellos que tra�an informes tan entusiastas, hasta que llegu� y mis ojos lo vieron; y he aqu�, la mitad de la grandeza de tu sabidur�a no me fue contada, porque excediste la fama que o�, pose�a una plenitud que ella no hab�a considerado posible.
Bendito sea el Se�or, tu Dios, que se complaci� en ti para ponerte en su trono, siendo Jehov� el verdadero soberano de los hijos de Israel, para ser rey del Se�or, tu Dios; porque tu Dios amaba a Israel, para afirmarlos para siempre, por eso te hizo rey sobre ellos para hacer juicio y justicia, para ajustar los casos que se le presentaban y para impartir justicia de acuerdo con sus hallazgos.
Y dio al rey ciento veinte talentos de oro (por valor de casi $ 2.500.000) y especias arom�ticas, de las cuales se produc�an grandes cantidades en Arabia, gran abundancia y piedras preciosas; ni hab�a ninguna especia como la que la reina de Sab� le dio al rey Salom�n; tanto la calidad como la cantidad eran inauditas en aquellos d�as. V . 10. Y tambi�n los siervos de Hiram y los siervos de Salom�n que trajeron oro de Ofir, 2 Cr�nicas 8:18 , trajeron algum-�rboles, s�ndalo y piedras preciosas.
Y el rey hizo terrazas de �rboles de algum a la casa del Se�or y al palacio del rey, pavimentos elevados con hermosos dise�os, y arpas y salterios para los cantantes, porque la madera estaba especialmente adaptada para ese prop�sito; y no se hab�a visto antes ninguno de ellos en la tierra de Jud�.
Y el rey Salom�n dio a la reina de Sab� todo lo que ella deseaba, todo lo que ella pidi�, adem�s de lo que hab�a tra�do al rey, es decir, adem�s del equivalente en regalos a cambio de los que ella present�. Entonces ella se volvi� y se fue a su propia tierra, ella y sus sirvientes. Nota: Salom�n era m�s sabio que todos los hombres y su sabidur�a merec�a ser alabada. Pero inmensamente mayor es la sabidur�a eterna del Hijo de Dios en la palabra del Evangelio, una sabidur�a que ense�a el misterio de la salvaci�n eterna.
adem�s de lo que trajeron los chapmen, los comerciantes, especialmente los que establecen conexiones comerciales con nuevos territorios, y los comerciantes. Y todos los reyes de Arabia, los jeques poderosos y ricos de las diversas tribus de la pen�nsula y los gobernadores del pa�s le llevaron oro y plata a Salom�n, como regalos que mostraban su buena voluntad.
Y el rey Salom�n hizo doscientos blancos, una clase especial de escudo, de oro batido: seiscientos siclos de oro batido fueron a un blanco (aproximadamente $ 2,000).
Y trescientos escudos, de menor tama�o, de oro batido; trescientos siclos de oro, o tres libras completas, 1 Reyes 10:17 , iban a un escudo. Y el rey los puso en la casa del bosque del L�bano, la gran armer�a justo delante de su palacio.
Y hab�a seis escalones hasta el trono, que conduc�an al asiento mismo, con un escabel de oro, que estaban sujetos al trono, y tirantes, apoyabrazos, a cada lado del lugar para sentarse, y dos leones de pie junto al trono. cors�;
Y todos los vasos para beber del rey Salom�n eran de oro, y los vasos de la casa del bosque del L�bano eran de oro puro; ninguno era de plata; no era nada contado en los d�as de Salom�n, siendo tan abundante y tan com�n que perdi� su valor como metal precioso.
Para los barcos del rey, la armada del mar Mediterr�neo fue a Tarsis, la rica regi�n minera de Espa�a, con los sirvientes de Hiram; una vez cada tres a�os llegaban los barcos de Tarsis, trayendo oro, plata, marfil, en forma de colmillos de elefantes, monos y pavos reales. Las palabras tambi�n pueden interpretarse en el sentido de que se refieren a los barcos de Tarsis, grandes barcos construidos para el comercio mar�timo, como los enviados desde Ezion-gaber y Elath.
Y todos los reyes de la tierra, aquellos en el mundo como se conoc�a entonces, buscaron la presencia de Salom�n, para escuchar la sabidur�a que Dios hab�a puesto en su coraz�n.
Y trajeron cada uno su presente, mostrando su buena voluntad y consideraci�n, vasos de plata y vasos de oro, y vestidos, arneses y especias, caballos y mulas, una tasa a�o tras a�o, la tra�da de estas ofrendas se hizo anual. amor�o.
Y Salom�n ten�a cuatro mil establos para caballos y carros, para un total de cuarenta mil caballos, 1 Reyes 4:26 , y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros y con el rey en Jerusal�n.
Y rein� sobre todos los reyes desde el r�o, es decir, desde el �ufrates, hasta la tierra de los filisteos y hasta la frontera de Egipto, siendo todos los reinos y tribus en toda esa regi�n tributarios de su reino en ese momento.
Y el rey hizo plata en Jerusal�n como piedras, tan com�n y por lo tanto comparativamente de bajo valor, y los cedros hizo como los �rboles de sic�moro que abundan en las llanuras bajas, 2 Cr�nicas 1:15 ; 1 Reyes 10:27 .
Y trajeron a Salom�n caballos de Egipto y de todas las tierras, 1 Reyes 10:28 . De modo que Salom�n indudablemente llev� al reino hebreo a su m�s alto pin�culo de gloria y poder mundanos, y su centralizaci�n de la adoraci�n sirvi� para unificar a la naci�n como nunca antes ni despu�s. Al mismo tiempo, sin embargo, el lujo introducido por �l sirvi� para enervar al pueblo y tener una mala influencia en el car�cter de toda la naci�n.
Ahora, el resto de los hechos de Salom�n, primero y �ltimo, �no est�n escritos en el Libro de Nat�n, el profeta, y en la Profec�a de Ah�as el silonita, y en las Visiones de Iddo, el vidente, contra Jeroboam, el hijo de Nabat? Parece que el escritor inspirado se bas� en estos relatos para obtener su informaci�n, guiado aqu� por el Esp�ritu Santo, el verdadero Autor de la Biblia.
Y durmi� Salom�n con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David, su padre, en el lugar conocido despu�s como los sepulcros de los reyes; y rein� en su lugar Roboam, su hijo. Toda la riqueza, el honor y la sabidur�a de este mundo es vana y se desvanece. Lo m�s seguro es poner la confianza de uno en la Palabra y las promesas de Dios, la fe en la cual llevar� a cada creyente a trav�s de la muerte a la vida eterna m�s all�.
Información bibliográfica Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 2 Chronicles 9". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/2-chronicles-9.html. 1921-23.
Versículo 1
Y cuando la reina de Sab� se enter� de la fama de Salom�n, desde que las caravanas de Cana�n penetraron en los rincones m�s remotos de Arabia y difundieron los relatos de su gran sabidur�a por todas partes, vino a probar a Salom�n con preguntas dif�ciles, con acertijos y acertijos epigram�ticos. , como los que se usaban mucho en Oriente, en Jerusal�n, con una gran compa��a, y camellos que llevaban especias, y oro en abundancia, y piedras preciosas, con toda la pompa y el esplendor que tanto amaba el coraz�n del monarca oriental; y cuando lleg� a Salom�n, le comunic� todo lo que hab�a en su coraz�n, todas las preguntas dif�ciles que hab�a preparado de antemano.
Versículos 1-12
Visita de la Reina de Saba
Versículo 2
Y Salom�n le cont� todas sus preguntas, resolviendo todos sus acertijos; y nada se ocult� a Salom�n que �l no le dijera.
Versículo 3
Y cuando la reina de Sab� vio la sabidur�a de Salom�n, como se muestra en su conversaci�n, y la casa que �l hab�a construido,
Versículo 4
y la carne de su mesa, la cantidad y el precio de la comida que se sirve en el palacio real, y el asiento de sus siervos, d�nde y c�mo viv�an, y la asistencia de sus ministros y sus ropas, tambi�n sus coperos y sus ropas. , y su ascenso por el cual subi� a la casa del Se�or, el magn�fico viaducto arqueado por el que cruz� a la colina del Templo, una de las maravillas de la arquitectura antigua, con su escalera que conduc�a al nivel superior, no hab�a m�s esp�ritu en ella, estaba completamente abrumada.
Versículo 5
Y ella dijo al rey: Fue un informe verdadero lo que o� en mi propia tierra de tus actos, sus diversas empresas y de tu sabidur�a;
Versículo 6
sin embargo, no cre� sus palabras, es decir, las palabras de aquellos que tra�an informes tan entusiastas, hasta que llegu� y mis ojos lo vieron; y he aqu�, la mitad de la grandeza de tu sabidur�a no me fue contada, porque excediste la fama que o�, pose�a una plenitud que ella no hab�a considerado posible.
Versículo 7
Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos tus siervos que est�n continuamente delante de ti y oyen tu sabidur�a.
Versículo 8
Bendito sea el Se�or, tu Dios, que se complaci� en ti para ponerte en su trono, siendo Jehov� el verdadero soberano de los hijos de Israel, para ser rey del Se�or, tu Dios; porque tu Dios amaba a Israel, para afirmarlos para siempre, por eso te hizo rey sobre ellos para hacer juicio y justicia, para ajustar los casos que se le presentaban y para impartir justicia de acuerdo con sus hallazgos.
Versículo 9
Y dio al rey ciento veinte talentos de oro (por valor de casi $ 2.500.000) y especias arom�ticas, de las cuales se produc�an grandes cantidades en Arabia, gran abundancia y piedras preciosas; ni hab�a ninguna especia como la que la reina de Sab� le dio al rey Salom�n; tanto la calidad como la cantidad eran inauditas en aquellos d�as. V . 10. Y tambi�n los siervos de Hiram y los siervos de Salom�n que trajeron oro de Ofir, 2 Cr�nicas 8:18 , trajeron algum-�rboles, s�ndalo y piedras preciosas.
Versículo 11
Y el rey hizo terrazas de �rboles de algum a la casa del Se�or y al palacio del rey, pavimentos elevados con hermosos dise�os, y arpas y salterios para los cantantes, porque la madera estaba especialmente adaptada para ese prop�sito; y no se hab�a visto antes ninguno de ellos en la tierra de Jud�.
Versículo 12
Y el rey Salom�n dio a la reina de Sab� todo lo que ella deseaba, todo lo que ella pidi�, adem�s de lo que hab�a tra�do al rey, es decir, adem�s del equivalente en regalos a cambio de los que ella present�. Entonces ella se volvi� y se fue a su propia tierra, ella y sus sirvientes. Nota: Salom�n era m�s sabio que todos los hombres y su sabidur�a merec�a ser alabada. Pero inmensamente mayor es la sabidur�a eterna del Hijo de Dios en la palabra del Evangelio, una sabidur�a que ense�a el misterio de la salvaci�n eterna.
Versículo 13
Ahora, el peso del oro que recibi� Salom�n en un a�o fue seiscientos sesenta y seis talentos de oro (casi $ 20,000,000),
Versículos 13-31
La inmensa riqueza de Salom�n y su muerte
Versículo 14
adem�s de lo que trajeron los chapmen, los comerciantes, especialmente los que establecen conexiones comerciales con nuevos territorios, y los comerciantes. Y todos los reyes de Arabia, los jeques poderosos y ricos de las diversas tribus de la pen�nsula y los gobernadores del pa�s le llevaron oro y plata a Salom�n, como regalos que mostraban su buena voluntad.
Versículo 15
Y el rey Salom�n hizo doscientos blancos, una clase especial de escudo, de oro batido: seiscientos siclos de oro batido fueron a un blanco (aproximadamente $ 2,000).
Versículo 16
Y trescientos escudos, de menor tama�o, de oro batido; trescientos siclos de oro, o tres libras completas, 1 Reyes 10:17 , iban a un escudo. Y el rey los puso en la casa del bosque del L�bano, la gran armer�a justo delante de su palacio.
Versículo 17
Adem�s, el rey hizo un gran trono de marfil y lo revisti� de oro puro.
Versículo 18
Y hab�a seis escalones hasta el trono, que conduc�an al asiento mismo, con un escabel de oro, que estaban sujetos al trono, y tirantes, apoyabrazos, a cada lado del lugar para sentarse, y dos leones de pie junto al trono. cors�;
Versículo 19
y doce leones estaban all� a un lado y al otro sobre los seis escalones. No hubo nada parecido, por singularidad y costo, hecho en ning�n reino.
Versículo 20
Y todos los vasos para beber del rey Salom�n eran de oro, y los vasos de la casa del bosque del L�bano eran de oro puro; ninguno era de plata; no era nada contado en los d�as de Salom�n, siendo tan abundante y tan com�n que perdi� su valor como metal precioso.
Versículo 21
Para los barcos del rey, la armada del mar Mediterr�neo fue a Tarsis, la rica regi�n minera de Espa�a, con los sirvientes de Hiram; una vez cada tres a�os llegaban los barcos de Tarsis, trayendo oro, plata, marfil, en forma de colmillos de elefantes, monos y pavos reales. Las palabras tambi�n pueden interpretarse en el sentido de que se refieren a los barcos de Tarsis, grandes barcos construidos para el comercio mar�timo, como los enviados desde Ezion-gaber y Elath.
Versículo 22
Y el rey Salom�n pas� a todos los reyes de la tierra, de todos los pa�ses conocidos en ese momento, en riquezas y sabidur�a.
Versículo 23
Y todos los reyes de la tierra, aquellos en el mundo como se conoc�a entonces, buscaron la presencia de Salom�n, para escuchar la sabidur�a que Dios hab�a puesto en su coraz�n.
Versículo 24
Y trajeron cada uno su presente, mostrando su buena voluntad y consideraci�n, vasos de plata y vasos de oro, y vestidos, arneses y especias, caballos y mulas, una tasa a�o tras a�o, la tra�da de estas ofrendas se hizo anual. amor�o.
Versículo 25
Y Salom�n ten�a cuatro mil establos para caballos y carros, para un total de cuarenta mil caballos, 1 Reyes 4:26 , y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros y con el rey en Jerusal�n.
Versículo 26
Y rein� sobre todos los reyes desde el r�o, es decir, desde el �ufrates, hasta la tierra de los filisteos y hasta la frontera de Egipto, siendo todos los reinos y tribus en toda esa regi�n tributarios de su reino en ese momento.
Versículo 27
Y el rey hizo plata en Jerusal�n como piedras, tan com�n y por lo tanto comparativamente de bajo valor, y los cedros hizo como los �rboles de sic�moro que abundan en las llanuras bajas, 2 Cr�nicas 1:15 ; 1 Reyes 10:27 .
Versículo 28
Y trajeron a Salom�n caballos de Egipto y de todas las tierras, 1 Reyes 10:28 . De modo que Salom�n indudablemente llev� al reino hebreo a su m�s alto pin�culo de gloria y poder mundanos, y su centralizaci�n de la adoraci�n sirvi� para unificar a la naci�n como nunca antes ni despu�s. Al mismo tiempo, sin embargo, el lujo introducido por �l sirvi� para enervar al pueblo y tener una mala influencia en el car�cter de toda la naci�n.
Versículo 29
Ahora, el resto de los hechos de Salom�n, primero y �ltimo, �no est�n escritos en el Libro de Nat�n, el profeta, y en la Profec�a de Ah�as el silonita, y en las Visiones de Iddo, el vidente, contra Jeroboam, el hijo de Nabat? Parece que el escritor inspirado se bas� en estos relatos para obtener su informaci�n, guiado aqu� por el Esp�ritu Santo, el verdadero Autor de la Biblia.
Versículo 30
Y rein� Salom�n en Jerusal�n sobre todo Israel cuarenta a�os.
Versículo 31
Y durmi� Salom�n con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David, su padre, en el lugar conocido despu�s como los sepulcros de los reyes; y rein� en su lugar Roboam, su hijo. Toda la riqueza, el honor y la sabidur�a de este mundo es vana y se desvanece. Lo m�s seguro es poner la confianza de uno en la Palabra y las promesas de Dios, la fe en la cual llevar� a cada creyente a trav�s de la muerte a la vida eterna m�s all�.