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Sunday, September 29th, 2024
the Week of Proper 21 / Ordinary 26
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Bible Commentaries
Comentario Popular de la Biblia de Kretzmann Comentario de Kretzmann
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 2 Samuel 15". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/2-samuel-15.html. 1921-23.
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre 2 Samuel 15". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
Y sucedi� despu�s de esto, poco despu�s de que Absal�n hubo recibido el perd�n de su padre, que Absal�n le prepar� carros, un carro estatal y caballos, y cincuenta hombres para correr delante de �l, para ser corredores o lacayos. As� apareci� ante el pueblo en estado real e influy� en sus mentes para que pensaran en �l como el gobernante venidero.
Versículos 1-12
La insurrecci�n comenzada
Versículo 2
Y Absal�n se levant� temprano para impresionar a la gente con su celo por ellos, y se par� junto al camino de la puerta, a la entrada del palacio real; y era as� que, cuando cualquier hombre que ten�a una controversia acud�a al rey para que lo juzgara, si ten�a un asunto en el que buscaba la decisi�n del rey, Absal�n, con toda muestra de condescendencia ganadora, lo llamaba y dec�a: que ciudad eres tu Una pregunta as� por parte de un pr�ncipe real era, por supuesto, muy halagadora para el miembro medio de la naci�n. Y �l dijo: Tu siervo es de una de las tribus de Israel, un miembro de la naci�n israelita, perteneciente a esta o aquella tribu espec�fica.
Versículo 3
Y Absal�n, que tambi�n hab�a preguntado acerca de su negocio, le dijo: Mira, tus asuntos son buenos y justos, y su decisi�n se tom� sin una investigaci�n exhaustiva del asunto; pero no hay ning�n diputado del rey que te escuche. Los "oyentes" de los reyes orientales eran funcionarios judiciales cuyo deber era investigar los asuntos llevados a la corte del rey, y el rey sol�a decidir sobre la base de sus hallazgos. Es posible que la negligencia y la parcialidad se hubieran infiltrado sin el conocimiento de David, de modo que Absal�n pudiera valerse de una insatisfacci�n ya existente.
Versículo 4
Absal�n dijo adem�s, aprovechando la buena impresi�n causada por esta oferta por el favor del pueblo: �Oh , si yo fuera hecho juez en la tierra, literalmente, "�Qui�n me establecer� como juez en la tierra?" para que todo hombre que tenga alg�n pleito o causa venga a m�, y yo le haga justicia. La imaginaci�n de Absal�n le hace ver a la gente api��ndose a su alrededor mientras se sienta en el trono del juicio ante ellos, ansioso por corregir todas las faltas que se hab�an infiltrado en el procedimiento judicial del reino.
Versículo 5
Y fue as� que cuando alguno se le acercaba para hacerle una reverencia, postrarse ante �l y rendirle homenaje, �l extend�a la mano, lo tomaba y lo besaba, fingiendo as� una afabilidad que estaba lista para morir. reconoce a todos los hombres como hermanos.
Versículo 6
Y as� hizo Absal�n a todo Israel que ven�a al rey para juicio; as� Absal�n rob� los corazones de los hombres de Israel, secretamente, con enga�o, los gan� para s� mismo, prepar� todo para la insurrecci�n que hab�a planeado.
Versículo 7
Y sucedi� que despu�s de cuarenta a�os, como cuatro marchas despu�s del regreso de Absal�n a Jerusal�n, Absal�n dijo al rey: Te ruego que me dejes ir y cumplir mi voto que hice al Se�or en Hebr�n. Fingi� que su voto requer�a un sacrificio en la ciudad de su nacimiento, pero en realidad consideraba a Hebr�n una ciudad especialmente adecuada para su capital temporal despu�s de haber sido proclamado rey.
Versículo 8
Porque tu siervo hizo un voto mientras yo resid�a en Gesur en Siria, durante su destierro, diciendo: Si el Se�or me llevara de nuevo a Jerusal�n, entonces servir� al Se�or, es decir, con un sacrificio especial.
Versículo 9
Y el rey le dijo: Vete en paz. Dado que a�n no se hab�a restaurado el orden completo en las observancias religiosas de Israel y la estricta ley de Lev�tico 2 Samuel 17:3 , no estaba en operaci�n pr�ctica, tales sacrificios, especialmente en ciudades sacerdotales, no eran inusuales en ese momento. Entonces se levant� y fue a Hebr�n, para llevar a cabo su intenci�n de conquistar el reino.
Versículo 10
Pero Absal�n, habiendo conquistado el coraz�n del pueblo por los m�todos descritos anteriormente, envi� esp�as, emisarios por todas las tribus de Israel, diciendo: En cuanto oig�is el sonido de la trompeta, dir�is: Absal�n reina en Hebr�n. El sonido de la trompeta deb�a ser una se�al para todos los que lo favorec�an para proclamarlo rey de toda la naci�n.
Versículo 11
Y con Absal�n salieron de Jerusal�n doscientos hombres llamados, miembros de la casa del rey; los que sol�an acompa�ar a los pr�ncipes reales, invitados a la fiesta del sacrificio; y fueron en su sencillez, y no sab�an nada, estaban en total ignorancia de las intenciones de Absal�n.
Versículo 12
Y Absal�n envi� a buscar a Ahitofel, el gilonita, consejero de David, desde su ciudad, incluso desde Giloh, una ciudad cerca de Hebr�n, mientras ofrec�a sacrificios, porque sent�a que hab�a llegado el momento de la insurrecci�n abierta. Es probable que Ahitofel se hubiera unido al grupo de Absal�n alg�n tiempo antes, convirti�ndose en un traidor para David, ya sea por motivos de ambici�n o por el romance con Betsab�, que aparentemente era pariente suyo.
Y la conspiraci�n fue fuerte; porque el pueblo aumentaba continuamente con Absal�n. Su empresa pareci� tener mucho �xito. Absal�n es un tipo de rebelde que ignora el cuarto mandamiento. Estas personas son desobedientes a sus padres y se oponen al gobierno legalmente constituido. Su valor comercial consiste en enga�os y traici�n, y terminan siendo asesinos.
Versículo 13
Y vino un mensajero a David, diciendo: El coraz�n de los hombres de Israel est� detr�s de Absal�n. Antes de que David se diera cuenta de cualquier insatisfacci�n, mientras se ocupaba de los asuntos de su reino con tranquilidad y seguridad, el da�o ya estaba hecho.
Versículos 13-30
El vuelo de David
Versículo 14
Y David, presa de un repentino terror por este acontecimiento inesperado, dijo a todos sus siervos que estaban con �l en Jerusal�n: Levantaos y huyamos; porque no escaparemos m�s de Absal�n. Apres�rate para partir, no sea que nos alcance de repente y traiga el mal sobre nosotros, arroje sobre ellos de repente la desgracia amenazada y hiera la ciudad a filo de espada. Sin saber cu�n fuerte era el ej�rcito de Absal�n en ese momento ni cu�n vigoroso hab�a crecido el esp�ritu de la insurrecci�n, la medida de David ten�a la intenci�n de evitar un asalto a la ciudad con el consiguiente derramamiento de sangre.
Versículo 15
Y los siervos del rey dijeron al rey, demostrando una fidelidad espl�ndida en medio de la deserci�n general: He aqu�, tus siervos est�n dispuestos a hacer todo lo que mi se�or el rey mande. Le aseguraron su lealtad inquebrantable.
Versículo 16
Y sali� el rey, y toda su casa despu�s de �l, como ayudantes y seguidores. Y el rey dej� diez mujeres, que eran concubinas, como parte de su har�n, para que cuidaran la casa y custodiaran el palacio.
Versículo 17
Y el rey sali�, y todo el pueblo que lo segu�a, y se detuvieron en un lugar que estaba lejos, se detuvo por alg�n tiempo en Bet-merhak, posiblemente un fuerte que guardaba el paso del Cedr�n, para reunir a todos los fieles seguidores de �l.
Versículo 18
Y todos sus siervos pasaron junto a �l; y todos los cereteos y todos los peleteos, 2 Samuel 8:18 , y todos los geteos, los hombres que hab�an estado con David en el desierto y lo hab�an seguido desde Gat en adelante, seiscientos hombres que vinieron despu�s de �l desde Gat, pasaron. ante el rey. Estos compa�eros de sus vagabundeos por el desierto eran la vieja guardia, los h�roes de David, que estaban listos ahora como siempre para defender a su amo con sus vidas.
Versículo 19
Entonces el rey dijo a Ittai Getheo, un filisteo que hab�a unido sus fuerzas: �Por qu� vas tambi�n t� con nosotros? Vuelve a tu lugar y qu�date con el rey, con el que ocupar�a ese puesto; porque eres un forastero y tambi�n un desterrado, por lo que no ser�a aconsejable que tomara partido en este momento.
Versículo 20
Mientras que viniste ayer, despu�s de haber arrojado sus fortunas con David, pero recientemente, �debo este d�a hacerte subir y bajar con nosotros? Viendo que voy a donde puedo, vuelve t� y toma a tus hermanos; la misericordia y la verdad sean contigo. Dado que la suerte de David ser�a, en el mejor de los casos, m�s incierta en el futuro cercano, no quer�a que Ittai compartiera esta incertidumbre, que participaba de la naturaleza de un destierro, sino que lo encomendaba a la gracia y fidelidad de Dios.
Versículo 21
E Ittai respondi� al rey y dijo, con un juramento solemne. Vive Jehov�, y vive mi se�or el rey, que ciertamente en el lugar donde estar� mi se�or el rey, ya sea en muerte o en vida, all� tambi�n estar� tu siervo. As� le expres� su devoci�n incondicional y su fidelidad hasta la muerte.
Versículos 21-37
Husai va a Jerusal�n
Versículo 22
Y David, aceptando este espl�ndido voto de lealtad, dijo a Ittai: Ve y pasa. Y pas� Ittai el Gitita y todos sus hombres, porque ten�a compa��a propia, y todos los peque�os que estaban con �l, los miembros de su familia.
Versículo 23
Y todo el pa�s, los habitantes del campo al oriente de Jerusal�n, a lo largo de la l�nea de marcha, lloraron a gran voz, lamentando la desgracia de su rey; y pas� todo el pueblo, los que estaban en compa��a del rey . El rey tambi�n pas� por encima del arroyo Cedr�n, el valle entre Jerusal�n y el monte de los Olivos, cuyo curso se llena de agua s�lo durante el invierno o la temporada de lluvias; y pas� todo el pueblo hacia el camino del desierto, al norte del desierto de Jud�, entre Jerusal�n y Jeric�.
Versículo 24
Y he aqu� que tambi�n Sadoc y todos los levitas estaban con �l, llevando el arca del pacto de Dios; y depositaron el arca de Dios, para dar tiempo a la procesi�n al pueblo que a�n ven�a. Y Abiatar subi� por el camino que pasaba por el monte de los Olivos hacia el oriente, hasta que todo el pueblo termin� de salir de la ciudad. Abiatar era el sumo sacerdote y Sadoc el oficial principal a cargo del arca.
Versículo 25
Y el rey dijo a Sadoc: Lleva el arca de Dios a la ciudad, a su lugar en el santuario. Si hallo gracia ante los ojos del Se�or, �l me traer� de nuevo y me mostrar� tanto ella como su morada;
Versículo 26
pero si as� dice: No me complazco en ti, he aqu�, aqu� estoy; hazme lo que bien le parezca. As� David se resign� al Se�or para bien o para mal, para favor o para mal; porque vio en estos eventos la mano del Se�or, como hab�a predicho el profeta Nat�n.
Versículo 27
El rey dijo tambi�n al sacerdote Sadoc: �Tienes un vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y tus dos hijos contigo, Ahimaas, tu hijo, y Jonat�n, hijo de Abiatar. David le pidi� a Sadoc, como segundo sumo sacerdote y como profeta del Se�or, que regresara a su lugar en el santuario, donde adem�s podr�a observar los eventos a medida que suced�an.
Versículo 28
Mira, me quedar� en la llanura del desierto, cerca de los vados del Jord�n, hasta que recibas palabra tuya para certificarme; debe observar la tendencia de los acontecimientos e informar a David.
Versículo 29
Por tanto, Sadoc y Abiatar llevaron de nuevo el arca de Dios a Jerusal�n; y se quedaron all�, quedando para ver cu�l ser�a el resultado.
Versículo 30
Y David subi� por la subida del monte de los Olivos, el camino que sub�a m�s all� de su cumbre, y llor� mientras sub�a, con la cabeza cubierta, como s�mbolo de una mente afligida completamente retirada del mundo exterior, y se fue descalzo, como signo de gran dolor y humillaci�n; y toda la gente que estaba con �l, siguiendo su ejemplo, cada uno cubri� su cabeza, y subieron llorando mientras sub�an.
Al ceder el paso a una fuerza superior y asumir el sufrimiento enviado por el Se�or sobre �l, David prepar� el camino para la salvaci�n del pueblo. Aparece aqu� como un tipo de Cristo, quien tambi�n entr� en Su gran sufrimiento al pasar el arroyo Cedr�n.
Versículo 31
Y uno le dijo a David, diciendo: Ahitofel, en quien David hab�a confiado como su consejero secreto, est� entre los conspiradores con Absal�n. Y David dijo, en un breve suspiro, recomendando el asunto al Se�or: Te ruego , oh Se�or, que conviertas en necedad el consejo de Ahitofel. Inmediatamente se prepar� el camino para el cumplimiento de esta oraci�n.
Versículo 32
Y sucedi� que, cuando David lleg� a la cima del monte, donde ador� a Dios, o, donde los hombres sol�an adorar a Dios, porque las cumbres de las colinas, los llamados lugares altos, todav�a se usaban para ese prop�sito en el tiempo de David, he aqu�, Husai el Arquitecto, vino a recibirlo con su abrigo rasgado y tierra sobre su cabeza, como una muestra de su dolor compasivo;
Versículo 33
a quien David dijo, si sigues adelante conmigo, uniendo sus fuerzas en la campa�a que seguramente vendr�, entonces ser�s una carga para m�, probablemente a causa de su avanzada edad y su d�bil condici�n:
Versículo 34
pero si vuelves a la ciudad y dices a Absal�n, yo ser� tu siervo, oh rey; como he sido hasta ahora siervo de tu padre, en calidad de consejero particular, 2 Samuel 16:16 ; 1 Cr�nicas 27:33 , as� ser� yo tambi�n tu siervo, entonces t� por m�, en el inter�s de David, derrotar�s el consejo de Ahitofel. De esta manera, Husai podr�a ayudar a derrotar la insurrecci�n y restaurar al rey leg�timo en el trono.
Versículo 35
�Y no tienes all� contigo a Sadoc y Abiatar, los sacerdotes? Estos dos hombres tambi�n defendieron la causa de David. Por tanto, todo lo que oigas de la casa del rey, se lo dir�s a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, con quienes David hab�a acordado que se le enviaran tales informes.
Versículo 36
He aqu�, tienen all� con ellos a sus dos hijos, Ahimaas, hijo de Sadoc, y Jonat�n, hijo de Abiatar; y por ellos me enviar�is todo lo que pod�is o�r.
Versículo 37
As� que Husai, amigo de David, puesto que permaneci� como tal durante los sucesos que siguieron, entr� en la ciudad, y Absal�n entr� en Jerusal�n aproximadamente al mismo tiempo. Nota: Es deber de todos los cristianos no solo orar contra los proyectos malvados de los enemigos, sino tambi�n, hasta donde est� en ellos, hacer todo lo que est� en su poder para frustrar los designios malvados de los enemigos contra el reino de Cristo. .