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Daniel 4

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Versículo 1

Nabucodonosor, el rey, a todos los pueblos, naciones e idiomas, este t�rmino, en una proclamaci�n p�blica o edicto real, incluidos todos los s�bditos del imperio, que habitan en toda la tierra, porque el Imperio Babil�nico abarcaba pr�cticamente todo el mundo en ese entonces. explorado: La paz os sea multiplicada, literalmente, "La paz os sea impartida en gran medida", un saludo que estuvo en uso en Oriente durante muchos siglos y luego fue asumido por los cristianos. Cf 1 Pedro 1:2 ; 2 Pedro 1:2 .

Versículos 1-18

El rey le cuenta a Daniel su sue�o

Versículo 2

Pens� que era bueno, agradaba al rey, �l consideraba que era lo correcto y apropiado, mostrar las se�ales y maravillas que el Dios alto ha obrado hacia m�, la referencia aqu� es al Dios verdadero, de cuyo poder omnipotente Nabucodonosor hab�a recibi� m�s evidencia inconfundible, como �l relata en este edicto.

Versículo 3

�Cu�n grandes son sus se�ales y cu�n poderosas son sus maravillas! superando a los de los llamados dioses de los paganos. Su reino es un reino eterno, y su dominio es de generaci�n en generaci�n. Es una doxolog�a que honra debidamente al Dios verdadero, aunque no confiesa fe en Jehov�. Ahora sigue el relato de los acontecimientos que provocaron este estallido de alabanza.

Versículo 4

Yo, Nabucodonosor, estaba en reposo en mi casa, sus guerras concluidas victoriosamente, su reino en paz y floreciendo en mi palacio, disfrutando de una maravillosa prosperidad.

Versículo 5

Vi un sue�o que me atemoriz�, lo repentino de cuya llegada lo llen� de alarma, y los pensamientos sobre mi cama, que lo ejercitaron en relaci�n con su sue�o, y las visiones de mi cabeza, aquellas que se presentaron a los ojos de su mente, me preocupaba, sus fantas�as e im�genes lo llenaban de aprensi�n por el mal que se acercaba.

Versículo 6

Por tanto, hice un decreto, �l dio la orden de traer a todos los sabios de Babilonia ante m� para que me dieran a conocer la interpretaci�n del sue�o, siendo el sue�o mismo con todos sus detalles, en este caso, muy claro. en el recuerdo del rey, de modo que s�lo deseaba una explicaci�n.

Versículo 7

Luego entraron los magos, los astr�logos, los caldeos y los adivinos, cf. Daniel 2:2 , y les cont� el sue�o delante de ellos; pero no me dieron a conocer su interpretaci�n, su sabidur�a meramente humana fue incapaz de penetrar en las profundidades de los misterios que Dios quiso dar a conocer en este caso.

Versículo 8

Pero al final Daniel entr� delante de m�, cuyo nombre, que le dieron cuando entr� al servicio del rey, era Beltsasar, seg�n el nombre de mi dios, "el principal de Bel", el dios principal de Babilonia, y en quien est� el esp�ritu de los dioses santos, de cuyos eminentes dones prof�ticos se hab�a dado testimonio al rey en ocasiones anteriores, aunque en este caso, por alguna raz�n inexplicable, estaba reservado para los �ltimos; y ante �l le cont� el sue�o, diciendo:

Versículo 9

�Oh, Beltsasar, maestro de magos, cuya posici�n comparativamente independiente como el jefe de todos los sabios de Babilonia hizo posible que se ausentara de una gran asamblea de los oficiales de la corte real en esta ocasi�n, porque s� que el el esp�ritu de los dioses santos est� en ti, y ning�n secreto te perturba, ning�n secreto es demasiado dif�cil de explicar para �l, cu�ntame las visiones de mi sue�o que he visto y la interpretaci�n de las mismas.

Versículo 10

As� fueron las visiones de mi cabeza en mi cama, literalmente, "Y con respecto a las visiones de mi cabeza sobre mi cama" , vi, y he aqu� un �rbol en medio de la tierra, por lo tanto , evidentemente posee gran importancia para toda la tierra, y la altura del mismo era grande, era de un tama�o conspicuo al principio.

Versículo 11

El �rbol creci� y se hizo fuerte, se hizo grande y poderoso, y su altura llegaba hasta el cielo y su vista hasta el fin de toda la tierra, de modo que se extend�a lo suficiente para ser visto desde los mismos confines del mundo;

Versículo 12

sus hojas eran hermosas, su ramificaci�n, formando la corona, era muy hermosa, y su fruto mucho, creciendo en grandes cantidades, y en �l hab�a carne para todos, encontr�ndose en �l alimento para todos los que viv�an bajo su abrigo; las bestias del campo ten�an sombra debajo de �l, y las aves del cielo habitaban en sus ramas, y toda carne se alimentaba de �l, siendo la imagen de toda la raza humana unida bajo el cetro de Nabucodonosor y disfrutando de la prosperidad bajo su poder. gobierno ben�fico.

Versículo 13

Vi en las visiones de mi cabeza sobre mi cama, y ??he aqu�, un vigilante y un santo, es decir, un centinela santo, un �ngel delegado por Dios para velar por los asuntos de los hombres, descendi� del cielo;

Versículo 14

grit� en voz alta y dijo as�, anunciando con voz poderosa, como el heraldo del Dios todopoderoso: Corta el �rbol y corta sus ramas, sacude sus hojas, haci�ndolas caer r�pidamente, y esparce su fruto, con desd�n. manera, como si no tuviese valor; que las bestias se alejen de debajo de �l, como ya no est�n seguras dentro de su refugio, y las aves de sus ramas, que ya no les ofrece un refugio seguro;

Versículo 15

sin embargo, dejar el mu��n de sus ra�ces en la tierra, incluso con una banda de hierro y bronce, en la tierna hierba del campo, esta descripci�n ya indica que la aplicaci�n debe hacerse a un ser animado, cuyos grilletes eran los del oscuridad mental y espiritual provocada por la p�rdida de la raz�n; y que se moje con el roc�o del cielo, sin que haya refugio que aleje de �l el clima, y que su porci�n est� con las bestias en la hierba de la tierra, para que �l participe de su comida;

Versículo 16

que su coraz�n se cambie del de hombre, para que este centro de la vida intelectual pierda su aspecto humano, y se le d� el coraz�n de una bestia, para que descienda plenamente al nivel de una bestia; y que pasen siete tiempos sobre �l, sin que se indique la duraci�n exacta de estos per�odos.

Versículo 17

Este asunto es por decreto de los vigilantes, de acuerdo con su juicio uniforme, y la demanda por la palabra de los santos, habi�ndole recordado los �ngeles de Dios, por as� decirlo, los requisitos de Su santidad y justicia sobre tan flagrante un transgresor, a la intenci�n de que los vivos, todos los seres humanos de la tierra, sepan que el Alt�simo gobierna en el reino de los hombres, impartiendo autoridad y poder seg�n Su voluntad, y a quien �l quiere, y establece sobre es el m�s bajo de los hombres, un hombre del m�s humilde rango de vida, si Dios as� lo desea, asumiendo las riendas del gobierno de acuerdo con Su car�cter.

Versículo 18

Este sue�o yo, el rey Nabucodonosor, lo he visto, todos sus detalles est�n claros ante sus ojos y presentados de la misma manera. Ahora, t�, oh Beltsasar, declara la interpretaci�n de la misma, exponiendo su significado, por cuanto no todos los sabios de mi reino pueden darme a conocer la interpretaci�n; v. 7. pero puedes, porque el esp�ritu de los dioses santos est� en ti. Los asuntos del mundo entero y de todas las naciones de la tierra est�n en manos de Dios, quien los dirige seg�n su benepl�cito, en inter�s de su Iglesia.

Versículo 19

Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, se asombr�, se qued� horrorizado por el sue�o y su significado, durante una hora, durante un largo per�odo de tiempo, y sus pensamientos lo turbaron, porque estaba abrumado por el temor. El rey, por la apariencia de su rostro, concluy� que hab�a encontrado la interpretaci�n, habl� y dijo: Beltsasar, no dejes que el sue�o o la interpretaci�n del mismo te molesten, lo llene de aprensi�n por su seguridad si revelara su significado.

Beltsasar respondi� y dijo, hablando como un s�bdito leal del rey en cuyo imperio �l ahora viv�a: �Se�or m�o, sea el sue�o para los que te odian y su interpretaci�n para tus enemigos! es decir, �Ojal� el sue�o se refiriera a los enemigos del rey, y que su significado se relacionara con sus enemigos m�s que con �l! Despu�s de este comentario introductorio, Daniel se sumergi� inmediatamente en su explicaci�n.

Versículos 19-37

La interpretaci�n y la realizaci�n del sue�o

Versículo 20

El �rbol que viste, m�s bien, "del cual viste", que crec�a y era fuerte, o "que era grande y fuerte", cuya altura llegaba hasta el cielo y su vista a toda la tierra, el poder de el imperio llegando a los l�mites m�s extremos del mundo conocido,

Versículo 21

cuyas hojas eran hermosas y abundante fruto, y en �l hab�a comida para todos, bajo el cual habitaban las bestias del campo, y en cuyas ramas ten�an su morada las aves del cielo, tal como el rey lo hab�a descrito en su relato. de su sue�o:

Versículo 22

eres t�, oh rey, que has crecido y te has hecho fuerte; porque tu grandeza ha crecido y llega hasta el cielo, ya que su poder excedi� al de cualquier monarca viviente, y tu dominio hasta los confines de la tierra, un poder mundial real. Tenga en cuenta que Daniel, aunque est� lleno de compasi�n por el rey, habla con franqueza sin concesiones. La misma condenaci�n tranquila y desapasionada del pecado debe encontrarse en los pastores de hoy.

Versículo 23

Y mientras que el rey vio a un vigilante y a un santo que descend�a del cielo, uno de los santos �ngeles de Dios delegado para este prop�sito, y dijo: Cortad el �rbol y destr�yelo, pero deja el toc�n de sus ra�ces, la cepa. , en la tierra, con una banda de hierro y bronce, en la tierna hierba del campo, y que se moje con el roc�o del cielo, y su porci�n sea con las bestias del campo hasta que siete tiempos pasen sobre �l. , Cf vv. 15. 16:

Versículo 24

esta es la interpretaci�n, oh rey, y este es el decreto del Alt�simo que ha venido a mi se�or el rey, siendo plenamente decidido en el consejo de Dios,

Versículo 25

que ellos, siendo el tema deliberadamente indefinido, te alejar�n de los hombres, expuls�ndolo de la sociedad de los seres humanos, y tu morada ser� con las bestias del campo, completamente al nivel de las bestias irracionales, y te har�n a comer hierba como bueyes, y te mojar�n con el roc�o del cielo; y siete tiempos, per�odos de tiempo definidos, pasar�n sobre ti, hasta que sepas, reconociendo y reconociendo abierta y libremente, que el Alt�simo gobierna en el reino de los hombres, como el verdadero Soberano de las diversas naciones de la tierra, y da a quien �l quiere.

En otras palabras, Nabucodonosor ser�a presa de la locura, que lo excluir�a de la sociedad humana por alg�n tiempo, siendo el prop�sito del Se�or al castigarlo as� llevarlo a la realizaci�n de su absoluta impotencia ante el verdadero Gobernante del universo. .

Versículo 26

Y mientras que ellos ordenaron, es decir, al consejo de los vigilantes que hablaban en el nombre de Dios, que dejaran el toc�n de las ra�ces de los �rboles: tu reino te ser� seguro, ser� preservado para �l, para que pueda reasumir su gobierno. despu�s del intervalo, despu�s de eso, habr�s sabido que los cielos s� gobiernan, despu�s de que �l hiciera gustosamente esta confesi�n, dando as� todo el honor y la gloria solo a Dios.

Versículo 27

Por tanto, oh rey, acepta mi consejo, porque Daniel honestamente ten�a en mente el bienestar de su soberano, y rompi� tus pecados con la justicia, repudiando todas las transgresiones por las cuales los monarcas orientales eran conocidos a favor del ejercicio de la verdad. justicia y derecho, y tus iniquidades mostrando misericordia a los pobres, a los que est�n en cualquier tipo de tribulaci�n, si puede ser una prolongaci�n de tu tranquilidad, o, "si tu buena fortuna actual ha de perdurar.

"Era necesario un cambio completo de coraz�n por parte del rey, junto con una pr�ctica constante de las virtudes m�s elevadas como prueba de su regeneraci�n, a fin de evitar el castigo amenazado por parte del Se�or.

Versículo 28

Todo esto, exactamente como lo hab�a predicho el profeta, le sobrevino al rey Nabucodonosor.

Versículo 29

Al cabo de doce meses, tan pronto despu�s de haber recibido su advertencia, camin� por el palacio del reino de Babilonia, sobre su techo plano, desde el cual pod�a mirar toda la ciudad y tener una impresi�n adecuada de su esplendor.

Versículo 30

El rey habl� y dijo: �No es esta gran Babilonia que yo edifiqu� para la casa del reino, para que sea la sede o la capital de todo su imperio, con el poder de mi poder y para el honor de mi majestad? Fue una declaraci�n de orgullo desmesurado, por la cual Nabucodonosor se hizo a s� mismo el creador del tama�o y la gloria de su reino, robando as� a Dios el honor que deber�a serle dado a �l solo.

Versículo 31

Mientras la palabra estaba en la boca del rey, antes de que terminara su blasfemia, se oy� una voz del cielo, con gran rapidez, que hizo resaltar a�n m�s las consecuencias por contraste, diciendo: �Oh rey Nabucodonosor, para ti! se habla, el �nfasis est� en el pronombre: Tu reino se apart� de ti, es decir, �l ser�a privado de su posici�n y oficio como gobernante.

Versículo 32

Y te apartar�n del hombre, de la sociedad de los seres humanos, y tu morada ser� con las bestias del campo, con las bestias irracionales; ellos, el sujeto nuevamente impersonal, te har�n comer hierba como bueyes, y siete tiempos pasar�n sobre ti, hasta que sepas, siendo plenamente consciente y aceptando el hecho de que el Alt�simo gobierna en el reino de los hombres y lo da a quien �l quiere.

Versículo 33

A la misma hora se cumpli� el asunto sobre Nabucodonosor, de modo que no cab�a duda de causa y efecto; y fue expulsado de los hombres y comi� hierba como bueyes, y su cuerpo fue mojado por el roc�o del cielo, hasta que sus cabellos crecieron como plumas de �guila y sus u�as como garras de p�jaro. Esta forma de locura es bien conocida por la ciencia m�dica, habi�ndose encontrado algunos casos de vez en cuando que coinciden exactamente con la descripci�n de los s�ntomas que aqu� se dan, incluso el comer hierba y vivir al aire libre sin ropa; Dado que las personas en esta condici�n a menudo se creen lobos, se conoce como licantrop�a.

Versículo 34

Y al final de los d�as, el tiempo se�alado para este castigo, yo, Nabucodonosor, alc� mis ojos al cielo, en el gesto de quien busca ayuda desde all� solo, y mi entendimiento volvi� a m�, de modo que una vez m�s hab�a el uso pleno de su raz�n, y bendije al Alt�simo, reconoci�ndolo as� como el �nico Dios verdadero, y alab� y honr� a Aquel que vive para siempre, cuyo dominio es dominio eterno, y Su reino es de generaci�n en generaci�n, como el rey hab�a dicho en la introducci�n de este edicto, v. 3;

Versículo 35

y todos los habitantes de la tierra tienen fama de nada, son indefensos en comparaci�n con Su todopoderosa majestad, y �l hace seg�n Su voluntad en el ej�rcito del cielo, de modo que las compa��as de los �ngeles m�s altos se inclinan ante Su voluntad, y entre los habitantes de la tierra; y nadie puede detener su mano ni decirle: �Qu� haces? Dios es el supremo, el soberano absoluto de todas las cosas creadas.

Versículo 36

Al mismo tiempo, es decir, cuando Nabucodonosor dio as� todo el honor y la gloria solo a Dios, mi raz�n volvi� a m�; y para la gloria de mi reino, mi honor y mi brillo volvieron a m�, de modo que su anterior dignidad y poder le fueron restaurados; y mis consejeros y mis se�ores, que lo hab�an repudiado y abandonado cuando la locura se apoder� de �l, me buscaron, de modo que se le pidi� oficialmente que volviera a ocupar su puesto al frente de la naci�n; y fui establecido en mi reino, y se me a�adi� una excelente majestad, de modo que la autoridad de su posici�n era a�n mayor que antes de que la extra�a locura se apoderara de �l.

Versículo 37

Ahora bien, yo, Nabucodonosor, al emitir este decreto con su confesi�n franca, alabo , ensalzo y honro al Rey del cielo, la acumulaci�n de sin�nimos que muestra la intensidad de las convicciones del rey, todas cuyas obras son verdad, y sus caminos el juicio, de modo que Nabucodonosor reconoci� libremente que su castigo hab�a sido bien merecido; ya los que andan con orgullo, ensalz�ndose a s� mismos a expensas del honor de Dios, �l puede humillarlos.

Aunque Nabucodonosor reconoci� la humillaci�n que hab�a sufrido como un castigo justo de su orgullo, no se dio cuenta de la grandeza de la gracia y la misericordia de Dios que se esforzaba por ganarlo para el verdadero arrepentimiento. Sin embargo, es seguro asumir que esta experiencia fue un paso en la direcci�n correcta, y que este gran rey pagano finalmente muri� en la verdadera fe.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Daniel 4". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/daniel-4.html. 1921-23.