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Deuteronomio 20

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Versículo 1

Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos y veas caballos y carros, un equipo que Israel no pose�a en ese momento y que siempre daba la impresi�n de poder superior por parte del enemigo, y un pueblo m�s que t�, no les temas, porque la batalla no ser�a para los m�s fuertes y numerosos seg�n el c�lculo humano; porque el Se�or, tu Dios, est� contigo, como lo mostr� tan a menudo en tiempos posteriores, que te sac� de la tierra de Egipto, mostrando as� la extensi�n de Su poder.

Versículos 1-9

La selecci�n de soldados para una campa�a

Versículo 2

Y ser� cuando os acerqu�is a la batalla, cuando sean movilizados para la guerra y preparados para avanzar a la batalla, que el sacerdote, uno especialmente comisionado para ese prop�sito, se acercar� y hablar� al pueblo:

Versículo 3

y les dir�: O�d, Israel, os acerc�is hoy para pelear contra vuestros enemigos; No desmay�is vuestro coraz�n, sed d�biles y tiernos, no tem�is y no temblad, no os turb�is de consternaci�n, ni os aterroric�is por ellos, multiplic�ndose intencionadamente las expresiones para enfatizar la necedad del miedo;

Versículo 4

porque el Se�or, tu Dios, es el que va contigo para luchar por ti contra tus enemigos, para salvarte, para efectuar un rescate de todos los enemigos y para asegurar la victoria.

Versículo 5

Y los oficiales, los guardianes de los registros geneal�gicos y de las listas de tribus, cuyo deber era tambi�n llevar la cuenta de los soldados reunidos, hablar�n al pueblo, diciendo: �Qui�n hay que haya construido una casa nueva y haya no lo dedico? Que se vaya y vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y otro hombre la dedique.

Versículo 6

�Y qu� hombre es el que plant� una vi�a y a�n no ha comido de ella, porque, por mandato de Dios, no podr�a haber un uso com�n del fruto hasta el quinto a�o, Lev�tico 19:23 ? V�yase tambi�n �l y vu�lvase a su casa, no sea que muera en la batalla y otro la coma.

Versículo 7

�Y qu� hombre hay que se haya desposado con una mujer y no la haya tomado, sin haberse celebrado a�n el matrimonio formal? que se vaya y vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y otro hombre se la lleve. La vida humana independiente se reconoce aqu� en sus tres comienzos: "la construcci�n de viviendas como el primer fundamento; la plantaci�n de la vi�a como la primera ampliaci�n de las relaciones de vida; los esponsales como primera culminaci�n de la posici�n independiente en la vida. "El Se�or no quer�a que el orden social y econ�mico se desorganizara por la guerra; No quer�a quitarle a su pueblo el disfrute de ninguna de las bendiciones que hab�a proporcionado.

Versículo 8

Y los alguaciles hablar�n m�s al pueblo, y dir�n: �Qu� hombre hay temeroso y cobarde? que vaya y vuelva a su casa, no sea que el coraz�n de sus hermanos se desmaye, literalmente, se derrita, se disuelva, as� como su coraz�n. Un solo soldado d�bil, a quien la sola idea de ir a la batalla llenaba de los m�s terribles recelos y de terror, probablemente contagiara a todo el ej�rcito con su actitud.

Versículo 9

Y ser� cuando los oficiales hayan terminado de hablar al pueblo, que har�n capitanes de los ej�rcitos para dirigir al pueblo, hombres que deb�an tener el mando real en la campa�a y durante las batallas. Todo esto se hizo bajo la direcci�n de Jehov�, quien siempre retuvo el mando supremo de Su hueste, as� como �l es el �nico Gobernante y L�der en Su Iglesia hasta el fin de los tiempos.

Versículo 10

Cuando t�, en el curso de una campa�a durante una guerra, te acerques a una ciudad para luchar contra ella, entonces proclama la paz, invitando a la gente de la ciudad a someterse pac�ficamente, a rendirse sin resistencia.

Versículos 10-20

Manera de lidiar con una ciudad sitiada

Versículo 11

Y suceder� que, si la ciudad te da respuesta de paz, acepta las condiciones ofrecidas y te abre (sus puertas) , entonces todo el pueblo que se encuentre all� ser� tributario de a ti, y ellos te servir�n, siendo retenidos en vasallaje y obligados a pagar tributo, tambi�n en servicio personal, como recompensa por salvar sus vidas. El prop�sito de esta ordenanza era, por supuesto, evitar un derramamiento de sangre innecesario.

Versículo 12

Y si ella, la ciudad en cuesti�n, no hace las paces contigo, neg�ndose a considerar las condiciones propuestas, pero te hace la guerra, entonces la sitiar�s;

Versículo 13

y cuando el Se�or, Dios tuyo, la entregue en tus manos, herir�s a todo var�n de ella a filo de espada, N�meros 31:7 ;

Versículo 14

pero las mujeres, los ni�os, el ganado y todo lo que hay en la ciudad, y todo su despojo, tomar�s para ti como bot�n bien ganado; y comer�s el bot�n de tus enemigos, y lo usar�s para el sustento de la vida que el Se�or, el Dios tuyo, te ha dado.

Versículo 15

As� har�s con todas las ciudades que est�n muy lejos de ti, que no son de las ciudades de estas naciones, del pueblo que vive en Cana�n propiamente dicho.

Versículo 16

Pero de las ciudades de este pueblo que el Se�or tu Dios te da por heredad, nada salvar�s con vida, ni hombre ni bestia, porque ser�a una guerra de exterminio.

Versículo 17

Pero los destruir�s por completo; a saber, los hititas, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos, como el Se�or tu Dios te ha mandado;

Versículo 18

que os ense�en a no hacer conforme a todas las abominaciones que han hecho a sus dioses, las costumbres id�latras e inmorales relacionadas con su adoraci�n; as� deb�is pecar contra el Se�or, vuestro Dios, como lo muestra abundantemente la historia posterior.

Versículo 19

Cuando asedies una ciudad durante mucho tiempo, al hacer la guerra contra ella para tomarla, no destruir�s sus �rboles, los diversos �rboles que dan frutos y nueces, forzando un hacha contra ellos, cort�ndolos con el acostumbrado balanceo. movimiento; porque puedes comer de ellos, su fruto puede sustentar la vida, y no los cortar�s (porque el �rbol del campo es la vida del hombre), �l depende de �l para alimentarse, para emplearlos en el asedio, en el campo. construcci�n de parapetos y trincheras. Los hijos de Israel deb�an recordar que la guerra deb�a librarse �nicamente con los hombres, no con los �rboles cuyos frutos sirvieran de alimento. No deb�an practicar el vandalismo y la crueldad.

Versículo 20

Solamente los �rboles que sabes que no son �rboles para la carne, cuyo fruto no se puede usar para comer, los destruir�s y cortar�s; y construir�s baluartes contra la ciudad que te hace la guerra hasta que sea subyugada, literalmente, hasta que (los muros) caiga desde su altura fortificada y as� sea derribada. Con el Se�or de su lado, los hijos de Israel siempre estaban seguros de la victoria.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Deuteronomy 20". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/deuteronomy-20.html. 1921-23.