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Bible Commentaries
Isaías 37

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

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Versículo 1

Y sucedi� que cuando el rey Ezequ�as lo escuch�, es decir, el informe de sus enviados, se rasg� la ropa y se cubri� con cilicio, y la profundidad de su dolor y angustia se demostr� por el hecho de que se envolvi� en las vestiduras. de luto, y entr� en la casa del Se�or, buscando ayuda en el lugar en el que Dios hab�a prometido escuchar las oraciones de su pueblo fiel, 1 Reyes 8:29 .

Versículos 1-20

El efecto de la jactancia de Senaquerib sobre Ezequ�as

Versículo 2

Y envi� a Eliaquim, que estaba a cargo de la casa, el chambel�n real, y a Sebna, el escriba, un alto funcionario del estado, y a los ancianos de los sacerdotes, un comit� de sacerdotes seleccionados por su edad y experiencia, cubiertos de cilicio, con las mismas vestimentas de luto que el rey se hab�a puesto, a Isa�as, el profeta, hijo de Amoz, lo que indica la importancia de la posici�n del profeta en ese momento.

Versículo 3

Y le dijeron: As� ha dicho Ezequ�as: Este d�a es un d�a de angustia, de gran aflicci�n y de reprensi�n, reconociendo el rey aqu� una reprensi�n del Se�or a causa de los pecados de su pueblo y de la blasfemia, a saber: de las blasfemas del Rabsaces; porque los hijos han llegado al nacimiento, y no hay fuerza para parir, siendo el trabajo de la madre inadecuado para completar el parto, siendo la referencia a la situaci�n de la naci�n, que estaba amenazada de destrucci�n por su propia debilidad.

Versículo 4

Puede ser que el Se�or, tu Dios, oiga las palabras del Rabsaces, a quien el rey de Asiria, su se�or, envi� para reprochar al Dios viviente, y reprender� las palabras que el Se�or, el Dios tuyo, ha o�do, a saber: las declaraciones blasfemas de que Jehov�, despu�s de todo, no era m�s que los dioses de las naciones circundantes, un error que otros hab�an cometido antes, 1 Reyes 20:23 ; por tanto, eleva tu oraci�n por el remanente que queda, es decir, Jerusal�n y sus habitantes, todo lo dem�s ha sido conquistado por los invasores.

Versículo 5

Entonces los siervos del rey Ezeik�as fueron a Isa�as.

Versículo 6

Y les dijo Isa�as, cuando hubieron presentado su mensaje: As� dir�is a vuestro se�or: As� ha dicho Jehov�: No tem�is las palabras que hab�is o�do, con las que los sirvientes, literalmente, "los j�venes", designaci�n que caracteriza su jactancia vac�a, del rey de Asiria me han blasfemado, siendo esa la ofensa real y grave cometida por la embajada del Rabsaces.

Versículo 7

He aqu�, enviar� una r�faga sobre �l, influir� en sus juicios y acciones mediante un esp�ritu que lo guiar� de acuerdo con los planes del Se�or, y oir� un rumor, una mala noticia y volver� a su propia tierra, en lugar de atacar a Jerusal�n, como evidentemente ten�a la intenci�n de hacerlo; y lo har� caer a espada en su propia tierra, por mano de asesinos, como se relata al final del cap�tulo.

Versículo 8

Entonces Rabsaces regres�, marchando de regreso al campamento de su se�or sin haber cumplido su fin, y encontr� al rey de Asiria en guerra contra Libna, una ciudad fortificada algo m�s cerca de Jerusal�n; porque hab�a o�do que se hab�a marchado de Laquis y se hab�a retirado ante el avance egipcio.

Versículo 9

Y oy� decir acerca de Tirhaca, rey de Etiop�a, entonces se�or de todo el pa�s de Egipto: Ha venido a hacer la guerra contigo, siendo este el informe que, seg�n la promesa de Isa�as, iba a influir en Senaquerib para que abandonara a su pueblo. Campa�a. Y cuando oy� esto, envi� mensajeros a Ezequ�as, diciendo, en un segundo intento de apoderarse de Jerusal�n y as� fortalecer su causa contra Egipto:

Versículo 10

Hablar�is as� a Ezequ�as, rey de Jud�, diciendo: No te enga�e tu Dios en quien conf�as, diciendo: Jerusal�n no ser� entregada en mano del rey de Asiria. Habiendo fracasado su intento de intimidar a los habitantes de Jerusal�n, Senaquerib esperaba influir en el mismo Ezequ�as y hacer que se rindiera.

Versículo 11

He aqu�, has o�do lo que los reyes de Asiria han hecho a todas las tierras destruy�ndolas por completo, siendo este un ejemplo t�pico de la jactancia que caracteriza a las tablas reales de los reyes asirios; y ser�s librado?

Versículo 12

�Han entregado los dioses de las naciones, es decir, los sometidos hasta ese momento, a los que mis padres destruyeron, como Goz�n, una provincia y ciudad en el l�mite de Mesopotamia y Armenia, y Har�n, en Mesopotamia propiamente dicha, y Resef, en el valle del �ufrates, en el lado occidental, y los hijos de Ed�n que estaban en Telassar? una localidad mesopot�mica en el lado este del Tigris.

Versículo 13

�D�nde est� el rey de Hamat y el rey de Arphad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, Isa�as 30:19 , Hena e Ivah? siendo estas �ltimas ciudades de Babilonia.

Versículo 14

Y Ezequ�as recibi� la carta de mano de los mensajeros, es decir, las hojas en las que estaba escrito el mensaje. y l�elo. Y subi� Ezequ�as a la casa del Se�or, la extendi� delante del Se�or y desenroll� el rollo de pergamino escrito. De este modo, llam� la atenci�n del Se�or sobre la blasfemia.

Versículo 15

Y Ezequ�as or� a Jehov�, diciendo:

Versículo 16

Oh Se�or de los ej�rcitos, Comandante de los ej�rcitos celestiales, Dios de Israel, que moras entre los querubines, porque ese era el lugar desde donde el Se�or se comunic� con Mois�s, donde habit� en medio de Su pueblo, �xodo 25:22 ; N�meros 7:89 , T� eres el Dios, y solo T�, de todos los reinos de la tierra, el �nico y supremo Gobernante del universo; T� hiciste el cielo y la tierra, y en virtud de su creaci�n est�n sujetos a �l.

Versículo 17

Inclina Tu o�do, oh Se�or, en el gesto de mucha atenci�n, y escucha; Abre Tus ojos, oh Se�or, y mira, ambos, por as� decirlo, enfocados en las condiciones que obtuvieron en Jud� en ese momento, y escucha todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a reprochar al Dios viviente, a amontonar desprecio hacia �l.

Versículo 18

En verdad, Se�or, los reyes de Asiria han asolado todas las naciones y sus pa�ses, las naciones y su tierra,

Versículo 19

y arrojaron sus dioses al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera y piedra, �dolos muertos e indefensos; por eso los han destruido, este hecho explica la f�cil victoria de los asirios.

Versículo 20

Ahora, pues, oh Se�or, Dios nuestro, en quien Ezequ�as y su pueblo basaron su firme confianza para la liberaci�n, l�branos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que t� eres el Se�or, y t� solo, la s�plica. siendo as� que el Se�or debe rescatar su honor. Ese es el argumento m�s fuerte que podemos defender ante el Se�or en oraci�n, que la mentira debe escucharnos por amor a Su santo nombre, no sea que Su honor sea atacado con una demostraci�n de derecho por parte de los enemigos.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Isaiah 37". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/isaiah-37.html. 1921-23.
 
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