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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario Popular de la Biblia de Kretzmann Comentario de Kretzmann
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Isaiah 37". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/isaiah-37.html. 1921-23.
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Isaiah 37". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
Y sucedi� que cuando el rey Ezequ�as lo escuch�, es decir, el informe de sus enviados, se rasg� la ropa y se cubri� con cilicio, y la profundidad de su dolor y angustia se demostr� por el hecho de que se envolvi� en las vestiduras. de luto, y entr� en la casa del Se�or, buscando ayuda en el lugar en el que Dios hab�a prometido escuchar las oraciones de su pueblo fiel, 1 Reyes 8:29 .
Versículos 1-20
El efecto de la jactancia de Senaquerib sobre Ezequ�as
Versículo 2
Y envi� a Eliaquim, que estaba a cargo de la casa, el chambel�n real, y a Sebna, el escriba, un alto funcionario del estado, y a los ancianos de los sacerdotes, un comit� de sacerdotes seleccionados por su edad y experiencia, cubiertos de cilicio, con las mismas vestimentas de luto que el rey se hab�a puesto, a Isa�as, el profeta, hijo de Amoz, lo que indica la importancia de la posici�n del profeta en ese momento.
Versículo 3
Y le dijeron: As� ha dicho Ezequ�as: Este d�a es un d�a de angustia, de gran aflicci�n y de reprensi�n, reconociendo el rey aqu� una reprensi�n del Se�or a causa de los pecados de su pueblo y de la blasfemia, a saber: de las blasfemas del Rabsaces; porque los hijos han llegado al nacimiento, y no hay fuerza para parir, siendo el trabajo de la madre inadecuado para completar el parto, siendo la referencia a la situaci�n de la naci�n, que estaba amenazada de destrucci�n por su propia debilidad.
Versículo 4
Puede ser que el Se�or, tu Dios, oiga las palabras del Rabsaces, a quien el rey de Asiria, su se�or, envi� para reprochar al Dios viviente, y reprender� las palabras que el Se�or, el Dios tuyo, ha o�do, a saber: las declaraciones blasfemas de que Jehov�, despu�s de todo, no era m�s que los dioses de las naciones circundantes, un error que otros hab�an cometido antes, 1 Reyes 20:23 ; por tanto, eleva tu oraci�n por el remanente que queda, es decir, Jerusal�n y sus habitantes, todo lo dem�s ha sido conquistado por los invasores.
Versículo 5
Entonces los siervos del rey Ezeik�as fueron a Isa�as.
Versículo 6
Y les dijo Isa�as, cuando hubieron presentado su mensaje: As� dir�is a vuestro se�or: As� ha dicho Jehov�: No tem�is las palabras que hab�is o�do, con las que los sirvientes, literalmente, "los j�venes", designaci�n que caracteriza su jactancia vac�a, del rey de Asiria me han blasfemado, siendo esa la ofensa real y grave cometida por la embajada del Rabsaces.
Versículo 7
He aqu�, enviar� una r�faga sobre �l, influir� en sus juicios y acciones mediante un esp�ritu que lo guiar� de acuerdo con los planes del Se�or, y oir� un rumor, una mala noticia y volver� a su propia tierra, en lugar de atacar a Jerusal�n, como evidentemente ten�a la intenci�n de hacerlo; y lo har� caer a espada en su propia tierra, por mano de asesinos, como se relata al final del cap�tulo.
Versículo 8
Entonces Rabsaces regres�, marchando de regreso al campamento de su se�or sin haber cumplido su fin, y encontr� al rey de Asiria en guerra contra Libna, una ciudad fortificada algo m�s cerca de Jerusal�n; porque hab�a o�do que se hab�a marchado de Laquis y se hab�a retirado ante el avance egipcio.
Versículo 9
Y oy� decir acerca de Tirhaca, rey de Etiop�a, entonces se�or de todo el pa�s de Egipto: Ha venido a hacer la guerra contigo, siendo este el informe que, seg�n la promesa de Isa�as, iba a influir en Senaquerib para que abandonara a su pueblo. Campa�a. Y cuando oy� esto, envi� mensajeros a Ezequ�as, diciendo, en un segundo intento de apoderarse de Jerusal�n y as� fortalecer su causa contra Egipto:
Versículo 10
Hablar�is as� a Ezequ�as, rey de Jud�, diciendo: No te enga�e tu Dios en quien conf�as, diciendo: Jerusal�n no ser� entregada en mano del rey de Asiria. Habiendo fracasado su intento de intimidar a los habitantes de Jerusal�n, Senaquerib esperaba influir en el mismo Ezequ�as y hacer que se rindiera.
Versículo 11
He aqu�, has o�do lo que los reyes de Asiria han hecho a todas las tierras destruy�ndolas por completo, siendo este un ejemplo t�pico de la jactancia que caracteriza a las tablas reales de los reyes asirios; y ser�s librado?
Versículo 12
�Han entregado los dioses de las naciones, es decir, los sometidos hasta ese momento, a los que mis padres destruyeron, como Goz�n, una provincia y ciudad en el l�mite de Mesopotamia y Armenia, y Har�n, en Mesopotamia propiamente dicha, y Resef, en el valle del �ufrates, en el lado occidental, y los hijos de Ed�n que estaban en Telassar? una localidad mesopot�mica en el lado este del Tigris.
Versículo 13
�D�nde est� el rey de Hamat y el rey de Arphad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, Isa�as 30:19 , Hena e Ivah? siendo estas �ltimas ciudades de Babilonia.
Versículo 14
Y Ezequ�as recibi� la carta de mano de los mensajeros, es decir, las hojas en las que estaba escrito el mensaje. y l�elo. Y subi� Ezequ�as a la casa del Se�or, la extendi� delante del Se�or y desenroll� el rollo de pergamino escrito. De este modo, llam� la atenci�n del Se�or sobre la blasfemia.
Versículo 15
Y Ezequ�as or� a Jehov�, diciendo:
Versículo 16
Oh Se�or de los ej�rcitos, Comandante de los ej�rcitos celestiales, Dios de Israel, que moras entre los querubines, porque ese era el lugar desde donde el Se�or se comunic� con Mois�s, donde habit� en medio de Su pueblo, �xodo 25:22 ; N�meros 7:89 , T� eres el Dios, y solo T�, de todos los reinos de la tierra, el �nico y supremo Gobernante del universo; T� hiciste el cielo y la tierra, y en virtud de su creaci�n est�n sujetos a �l.
Versículo 17
Inclina Tu o�do, oh Se�or, en el gesto de mucha atenci�n, y escucha; Abre Tus ojos, oh Se�or, y mira, ambos, por as� decirlo, enfocados en las condiciones que obtuvieron en Jud� en ese momento, y escucha todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a reprochar al Dios viviente, a amontonar desprecio hacia �l.
Versículo 18
En verdad, Se�or, los reyes de Asiria han asolado todas las naciones y sus pa�ses, las naciones y su tierra,
Versículo 19
y arrojaron sus dioses al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera y piedra, �dolos muertos e indefensos; por eso los han destruido, este hecho explica la f�cil victoria de los asirios.
Versículo 20
Ahora, pues, oh Se�or, Dios nuestro, en quien Ezequ�as y su pueblo basaron su firme confianza para la liberaci�n, l�branos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que t� eres el Se�or, y t� solo, la s�plica. siendo as� que el Se�or debe rescatar su honor. Ese es el argumento m�s fuerte que podemos defender ante el Se�or en oraci�n, que la mentira debe escucharnos por amor a Su santo nombre, no sea que Su honor sea atacado con una demostraci�n de derecho por parte de los enemigos.