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Jeremías 36

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Versículo 1

Y sucedi� que en el a�o cuarto de Joacim, hijo de Jos�as, rey de Jud�, alrededor del a�o 607 a.C., vino esta palabra de parte del Se�or a Jerem�as, diciendo:

Versículos 1-18

Las profec�as registradas y le�das

Versículo 2

Toma un rollo de libro, una tira larga de pergamino como el que se usaba para manuscritos en ese momento, y escribe en �l todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Jud� y contra todas las naciones, desde el d�a en que te ha dicho, desde los d�as de Jos�as 25: 3, hasta este d�a, un per�odo de veintitr�s a�os. La orden fue dada en ese momento, pero la lectura p�blica de las profec�as no tuvo lugar hasta el a�o siguiente, en el noveno mes del quinto a�o de Joacim.

Mientras tanto, Nabucodonosor hab�a reunido su ej�rcito y tom� la ciudad al final del quinto o al comienzo del sexto a�o de Joacim. Joacim fue llevado cautivo y llevado a Babilonia, pero tras su promesa de lealtad fue devuelto a Jerusal�n. Sin embargo, cuando retuvo el tributo estipulado, se lo llevaron de nuevo y muri� antes de que terminara la campa�a. Las profec�as que se registraron aqu� pueden haber sido escritas antes, pero ahora se reunieron en un solo rollo para ser le�das a los jud�os.

Versículo 3

Puede ser que la casa de Jud� escuche todo el mal que me propongo hacerles, para que cada uno se vuelva de su mal camino, siendo este el prop�sito misericordioso del Se�or al predicar el arrepentimiento, para que yo perdone su iniquidad. y su pecado, por un regreso al Se�or en verdadero dolor por los pecados cometidos, tal dolor habiendo sido causado por el poder de Su Palabra, lo encontrar� m�s que listo para dispensar perd�n.

Versículo 4

Entonces Jerem�as llam� a Baruc, hijo de Ner�as, que actuaba como su escribiente o secretario; y Baruc escribi� de la boca de Jerem�as, por dictado exacto, todas las palabras del Se�or que le hab�a hablado en un rollo de libro, un proceso que evidentemente tom� alg�n tiempo.

Versículo 5

Y Jerem�as orden� a Baruc, diciendo: Estoy encerrado, en ese momento se le impidi� atender este asunto en persona; No puedo entrar en la casa del Se�or;

Versículo 6

Por tanto, ve y lee en el rollo que escribiste de boca en boca las palabras del Se�or a o�dos del pueblo en la casa del Se�or, antes de que toda la congregaci�n se reuniera para adorar, en el d�a de ayuno, un d�a especialmente reservado. con este prop�sito por el rey, probablemente en conmemoraci�n de la primera toma de la ciudad por Nabucodonosor; y tambi�n las leer�s a o�dos de todo Jud� que salga de sus ciudades, para que el mensaje llegue a la atenci�n de tanta gente como sea posible.

Versículo 7

Puede ser que presenten su s�plica ante el Se�or, literalmente, "Posiblemente caer�n sus ruegos ante el rostro de Jehov�", como si se arrodillaran ante �l en actitud de mendicidad, y cada uno se volver� de su mal camino; porque grande es la ira y el furor que el Se�or ha pronunciado contra este pueblo, porque hab�a amenazado con un castigo muy severo.

Versículo 8

Y Baruc, hijo de Ner�as, hizo conforme a todo lo que el profeta Jerem�as le mand�, leyendo en el libro las palabras del Se�or en la casa del Se�or, delante de toda la congregaci�n reunida en los atrios.

Versículo 9

Y sucedi� que en el a�o quinto de Joacim, hijo de Jos�as, rey de Jud�, en el mes noveno, proclamaron un ayuno delante del Se�or a todo el pueblo de Jerusal�n y a todo el pueblo que ven�a de las ciudades. de Jud� a Jerusal�n, la celebraci�n fue ordenada por las autoridades y proclamada en todo el pa�s para el d�a especificado, el objetivo probablemente sea despertar la conciencia nacional contra la invasi�n y opresi�n babil�nica combinando las caracter�sticas religiosas de un ayuno con una asamblea p�blica de esta magnitud. Jerem�as probablemente hizo que Baruc leyera las palabras de Jehov� para contrarrestar los planes del rey y sus consejeros.

Versículo 10

Luego lea Baruc en el libro, del rollo, las palabras de Jerem�as en la casa del Se�or, en la c�mara de Gemar�as, hijo de Saf�n, el escriba, en el patio superior, el patio de los sacerdotes, en la entrada. de la puerta nueva de la casa del Se�or, a o�dos de todo el pueblo. La celda de Gemar�as estaba evidentemente ubicada en o cerca del muro exterior del Atrio de los Sacerdotes, de modo que daba al Atrio de Israel, donde el pueblo estaba reunido.

Versículo 11

Cuando Mica�as, hijo de Gemar�as, hijo de Saf�n, oy� del libro todas las palabras del Se�or, como Baruc hab�a proclamado a gran voz,

Versículo 12

luego baj� a la casa del rey, a la c�mara del escriba, a la oficina del canciller en el palacio real; y he aqu�, todos los pr�ncipes estaban sentados all�, los consejeros del rey sentados en la oficina del Secretario de Estado, incluso Elisama, el escriba, un funcionario pol�tico de muy alto rango, y Dela�a, el hijo de Sema�as, y Einat�n, el hijo. de Acbor, y Gemar�as, hijo de Saf�n, y Sedequ�as, hijo de Hanan�as, y todos los pr�ncipes.

Versículo 13

Entonces Mica�as les cont� todas las palabras que hab�a o�do cuando Baruc ley� el libro a o�dos del pueblo. Rendi� un informe completo del mensaje que se hab�a le�do en el templo.

Versículo 14

Por tanto, todos los pr�ncipes, despertados por el informe que les hab�a dado Mica�as, enviaron a Jehudi, hijo de Netan�as, hijo de Selam�as, hijo de Cusi, a Baruc, diciendo: Toma en tu mano el rollo que has le�do en los o�dos del pueblo y ven. Entonces Baruc, hijo de Ner�as, tom� el rollo en su mano y se acerc� a ellos.

Versículo 15

Y le dijeron: Si�ntate ahora y l�elo en nuestros o�dos. Entonces Baruc lo ley� en sus o�dos.

Versículo 16

Ahora bien, sucedi� que cuando hab�an escuchado todas las palabras, se asustaron tanto unos como otros, es decir, sus rostros y porte mostraban el terror que sent�an a causa de este preg�n con sus horribles amenazas, un mensaje que era, al mismo tiempo, tan completamente en desacuerdo con los deseos y esperanzas del rey, y dijo a Baruc: Seguramente le diremos al rey todas estas palabras. Sintieron que era su deber como oficiales del reino dar a conocer lo que hab�an escuchado ahora, ya que afectaba a todo el pa�s.

Versículo 17

Y preguntaron a Baruc, diciendo: Dinos ahora: �C�mo escribiste todas estas palabras de su boca? Quer�an informaci�n exacta antes de seguir adelante con el asunto.

Versículo 18

Entonces Baruc les respondi�: �l, Jerem�as, me pronunci� todas estas palabras con su boca, y las escrib� con tinta en el libro. Fue muy franco en su informe, como pueden serlo los creyentes en todo momento, sabiendo que tienen la verdad de su lado.

Versículo 19

Entonces dijeron los pr�ncipes a Baruc: Ve, esc�ndete t� y Jerem�as; y que nadie sepa d�nde est�is. La lectura les hab�a impresionado profundamente, pero ten�an la sensaci�n instintiva de que Jerem�as y Baruc estaban en peligro de muerte a causa del mensaje que proclamaban, sobre todo porque hab�a que informar al rey de lo sucedido.

Versículos 19-32

El rollo destruido y reescrito

Versículo 20

Y entraron al rey, al patio, al gran sal�n o sal�n del trono, pero pusieron el rollo en la c�mara de Elisama, el escriba, dej�ndolo en su oficina para que lo guardara, y contaron todas las palabras. en los o�dos del rey.

Versículo 21

Entonces el rey envi� a Jehudi, que parece haber sido el mensajero de la corte, a buscar el rollo; y lo sac� de la c�mara del escriba Elisama. Y Jehudi lo ley� en o�dos del rey y en o�dos de todos los pr�ncipes que estaban al lado del rey, literalmente, "sobre el rey"; porque, como estaban parados en su presencia, sus cabezas eran m�s altas que las de �l.

Versículo 22

Ahora, el rey se sent� en la casa de invierno, en una de las habitaciones interiores y protegidas del palacio, donde tambi�n estaba situado el gran sal�n, en el noveno mes, correspondiente aproximadamente a nuestro diciembre; y hab�a un fuego en el hogar que ard�a ante �l, una vasija de bronce con carb�n resplandeciente como los que se usan en Oriente.

Versículo 23

Y sucedi� que cuando Jehudi hubo le�do tres o cuatro hojas, la cort� con la navaja, la navaja del escritor con la que se apuntaba de vez en cuando la ca�a o estilo que se usaba para escribir, y la arroj� al fuego que estaba en el hogar, hasta que todo el rollo se consumi� en el fuego que estaba en el hogar. El rey se hab�a enfurecido tanto por el pasaje que hab�a escuchado que no pudo contenerse, pero puso manos blasfemas sobre el rollo sagrado, cort�ndolo a derecha e izquierda y destruy�ndolo por completo.

Versículo 24

Sin embargo, no tuvieron miedo, no estaban aterrorizados por las amenazas del Se�or, ni rasgaron sus vestiduras, como deber�an haber hecho con dolor y duelo por sus pecados y el inminente castigo del Se�or sobre ellos, ni el rey, ni ninguno de sus siervos que escuch� todas estas palabras.

Versículo 25

Sin embargo, Einathan y Delaiah y Gemariah, tres, al menos, de los consejeros del rey, hab�an intercedido ante el rey para que no quemara el rollo, pero no los escuchara, estaba sordo a todas las protestas.

Versículo 26

Pero el rey mand� a Jerameel, hijo de Hammelec, a Sera�as, hijo de Azriel, ya Selem�as, hijo de Abdeel, que tomaran a Baruc, el escriba, y a Jerem�as, el profeta, es decir, que los arrestaran; pero el Se�or los escondi�, no permiti� que los buscadores encontraran su escondite.

Versículo 27

Entonces vino palabra de Jehov� a Jerem�as, despu�s que el rey hubo quemado el rollo y las palabras que Baruc escribi� de boca de Jerem�as, diciendo:

Versículo 28

Vuelve a tomar otro rollo, una nueva tira de pergamino, y escribe en �l todas las palabras anteriores que estaban en el primer rollo que quem� Joacim, rey de Jud�.

Versículo 29

Y dir�s a Joacim rey de Jud�: Jehov� ha dicho as�: Has quemado este rollo, diciendo: �Por qu� escribiste en �l, diciendo: Ciertamente el rey de Babilonia vendr� y destruir� esta tierra, y har� cesar desde all�? �el hombre y la bestia? El rey evidentemente hab�a dado rienda suelta a su ira con exclamaciones de este tipo cuando destruy� el rollo.

Versículo 30

Por tanto, as� dice el Se�or de Joacim, rey de Jud�: No tendr� quien se siente en el trono de David, porque su hijo Joaqu�n no era m�s que un vasallo del emperador extranjero y de ning�n modo pod�a llamar suyo al reino; y su cad�ver ser� arrojado al calor de d�a y a la helada de noche, es decir, en las tribulaciones que acompa�en a su destierro.

Versículo 31

Y lo castigar� a �l, a su descendencia ya sus siervos por su iniquidad, porque al seguir al rey se colocaron en la misma condenaci�n que �l; y traer� sobre ellos y sobre los habitantes de Jerusal�n y sobre los hombres de Jud� todo el mal que he pronunciado contra ellos; pero no escucharon.

Versículo 32

Entonces tom� Jerem�as otro rollo y se lo dio a Baruc, escriba, hijo de Ner�as, quien escribi� en �l de boca de Jerem�as todas las palabras del libro que Joacim, rey de Jud�, hab�a quemado en el fuego; y se les a�adieron adem�s muchas palabras semejantes; porque Jerem�as hab�a recibido otros mensajes inspirados, y el Se�or aprovech� esta oportunidad para incorporarlos a todos en el libro que se conservar�a como testimonio contra la naci�n desobediente y su rey.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Jeremiah 36". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/jeremiah-36.html. 1921-23.