Vive Dios, un juramento solemne destinado a impresionar a sus oyentes con la importancia de sus declaraciones, que ha quitado mi juicio, que se neg� a dar derecho a Job en este caso, que no lo declarar�a inocente, y el Todopoderoso, que ha molestado mi alma, llen�ndola de amarga angustia y dolor,
mientras mi aliento est� en m�, y el esp�ritu de Dios est� en mi nariz, Job todav�a pose�a vida y aliento, todav�a pod�a dar un testimonio v�lido acerca de su inocencia:
Mis labios no hablar�n iniquidad, falsedad, mentira, ni mi lengua proferir� enga�o. Tal era el contenido del solemne juramento de Job de que dir�a toda la verdad sin temor ni favoritismos.
Dios no quiera que te justifique, es decir, Lejos est� de m� declararte en lo cierto; hasta que muera, no quitar� de m� mi integridad, no dejar� de afirmar su inocencia.
Me aferro a mi justicia y no la dejar� ir, a pesar tambi�n del comentario burl�n de su esposa, 2: 9; mi coraz�n no me reprochar� mientras viva, sin culparlo por una maldad deliberada durante toda su vida.
Sea mi enemigo como el imp�o y el que se levanta contra m�, el adversario de Job, como el injusto, siendo esa la justa recompensa de los enemigos de Job por dudar y disputar su inocencia.
Porque, �cu�l es la esperanza del hip�crita, del imp�o, aunque haya ganado, cuando Dios le quita el alma, cuando Dios corta, cuando Dios saca su alma? El malhechor ya no tiene nada que esperar cuando Dios una vez corta el hilo de su vida y le quita el alma.
�Oir� Dios su clamor cuando le sobrevenga la angustia? Cfr. Salmo 66:18 . La respuesta, evidentemente, es que el Se�or no le har�a caso, sino que le dejar�a sumergirse en su miseria.
�Se deleitar� en el Todopoderoso? �Siempre invocar� a Dios? No hay posibilidad de un compa�erismo confiado, gozoso y amoroso entre la persona imp�a y Dios. Incluso cuando el coraz�n del creyente est� lleno de temor y aprensi�n, su confianza en Dios es inquebrantable, aunque sea necesario que el Esp�ritu interceda por �l con gemidos indecibles.
Por la mano de Dios os ense�ar� el camino y la manera en que obra su mano ; lo que est� con el Todopoderoso no lo ocultar�, �l declarar�a a sus amigos los mismos consejos y pensamientos de Dios que gobiernan su trato con los hombres.
He aqu�, todos vosotros lo hab�is visto, �l concede que la suerte final de los malvados es a menudo de extrema aflicci�n, est� de acuerdo en aceptar esta observaci�n; �Por qu�, entonces, sois as� del todo vanidosos, guiados tan completamente por enga�os vac�os y necios?
Esta es la porci�n del imp�o con Dios, la suerte que est� destinada a herirlo, y la herencia de los opresores que recibir�n del Todopoderoso; el juicio de Dios se lleva a cabo principalmente en tres formas de castigo, como Job ahora muestra.
Si sus hijos se multiplican, siendo su gran n�mero una prueba de la bendici�n divina, es por la espada, que es el primer gran azote en la mano de Dios; y su descendencia no se saciar� de pan, siendo el hambre un segundo azote de las naciones.
Los que queden de �l ser�n enterrados en la muerte, los que escaparon a los primeros castigos ser�an v�ctimas de la pestilencia; y sus viudas no llorar�n, estando impedidas incluso de observar las ceremonias habituales de duelo por la severidad de la plaga.
Aunque amontone plata como el polvo, en cantidades inconmensurables, y prepare vestidos, vestidos finos, como el barro, que son tan numerosos, tan comunes como el barro de las calles;
�l podr� prepararlo, pero el justo se lo vestir�, porque entrar� en la heredad de los imp�os, y el inocente repartir� la plata, Cf Salmo 37:29 ; Eclesiast�s 2:16 .
El rico se acostar�, pero no ser� recogido, se acostar� una vez y no m�s, es decir, nunca se levantar�; abre los ojos, y no es, en el momento de despertar se ha ido, arrebatado de repente por la mano de la muerte.
Los terrores se apoderan de �l como las aguas, el miedo a la muerte se apodera de �l como los torrentes de un torrente desbordado; una tempestad lo roba en la noche, una r�faga repentina del violento viento del este se lo lleva.
Porque Dios arrojar� sobre �l y no perdonar�, lanzando las flechas de su ira y venganza sobre �l; de buena gana huir�a de su mano, todos sus intentos de escapar de la condenaci�n de la mano de Dios son in�tiles.
Los hombres le aplaudir�n, burl�ndose y burl�ndose, y lo sacar�n de su lugar con silbidos, oblig�ndolo a dejar su morada bajo sus burlas desde�osas. Job describi� as� la desgracia final de los malvados en t�rminos que incluso iban m�s all� de los empleados por sus amigos.
Información bibliográfica Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Job 27". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/job-27.html. 1921-23.
Versículo 1
Adem�s, Job continu� su par�bola, su discurso proverbial, y dijo:
Versículos 1-10
Job vuelve a protestar por su inocencia
Versículo 2
Vive Dios, un juramento solemne destinado a impresionar a sus oyentes con la importancia de sus declaraciones, que ha quitado mi juicio, que se neg� a dar derecho a Job en este caso, que no lo declarar�a inocente, y el Todopoderoso, que ha molestado mi alma, llen�ndola de amarga angustia y dolor,
Versículo 3
mientras mi aliento est� en m�, y el esp�ritu de Dios est� en mi nariz, Job todav�a pose�a vida y aliento, todav�a pod�a dar un testimonio v�lido acerca de su inocencia:
Versículo 4
Mis labios no hablar�n iniquidad, falsedad, mentira, ni mi lengua proferir� enga�o. Tal era el contenido del solemne juramento de Job de que dir�a toda la verdad sin temor ni favoritismos.
Versículo 5
Dios no quiera que te justifique, es decir, Lejos est� de m� declararte en lo cierto; hasta que muera, no quitar� de m� mi integridad, no dejar� de afirmar su inocencia.
Versículo 6
Me aferro a mi justicia y no la dejar� ir, a pesar tambi�n del comentario burl�n de su esposa, 2: 9; mi coraz�n no me reprochar� mientras viva, sin culparlo por una maldad deliberada durante toda su vida.
Versículo 7
Sea mi enemigo como el imp�o y el que se levanta contra m�, el adversario de Job, como el injusto, siendo esa la justa recompensa de los enemigos de Job por dudar y disputar su inocencia.
Versículo 8
Porque, �cu�l es la esperanza del hip�crita, del imp�o, aunque haya ganado, cuando Dios le quita el alma, cuando Dios corta, cuando Dios saca su alma? El malhechor ya no tiene nada que esperar cuando Dios una vez corta el hilo de su vida y le quita el alma.
Versículo 9
�Oir� Dios su clamor cuando le sobrevenga la angustia? Cfr. Salmo 66:18 . La respuesta, evidentemente, es que el Se�or no le har�a caso, sino que le dejar�a sumergirse en su miseria.
Versículo 10
�Se deleitar� en el Todopoderoso? �Siempre invocar� a Dios? No hay posibilidad de un compa�erismo confiado, gozoso y amoroso entre la persona imp�a y Dios. Incluso cuando el coraz�n del creyente est� lleno de temor y aprensi�n, su confianza en Dios es inquebrantable, aunque sea necesario que el Esp�ritu interceda por �l con gemidos indecibles.
Versículo 11
Por la mano de Dios os ense�ar� el camino y la manera en que obra su mano ; lo que est� con el Todopoderoso no lo ocultar�, �l declarar�a a sus amigos los mismos consejos y pensamientos de Dios que gobiernan su trato con los hombres.
Versículos 11-23
Creencia en la destrucci�n final de los imp�os.
Versículo 12
He aqu�, todos vosotros lo hab�is visto, �l concede que la suerte final de los malvados es a menudo de extrema aflicci�n, est� de acuerdo en aceptar esta observaci�n; �Por qu�, entonces, sois as� del todo vanidosos, guiados tan completamente por enga�os vac�os y necios?
Versículo 13
Esta es la porci�n del imp�o con Dios, la suerte que est� destinada a herirlo, y la herencia de los opresores que recibir�n del Todopoderoso; el juicio de Dios se lleva a cabo principalmente en tres formas de castigo, como Job ahora muestra.
Versículo 14
Si sus hijos se multiplican, siendo su gran n�mero una prueba de la bendici�n divina, es por la espada, que es el primer gran azote en la mano de Dios; y su descendencia no se saciar� de pan, siendo el hambre un segundo azote de las naciones.
Versículo 15
Los que queden de �l ser�n enterrados en la muerte, los que escaparon a los primeros castigos ser�an v�ctimas de la pestilencia; y sus viudas no llorar�n, estando impedidas incluso de observar las ceremonias habituales de duelo por la severidad de la plaga.
Versículo 16
Aunque amontone plata como el polvo, en cantidades inconmensurables, y prepare vestidos, vestidos finos, como el barro, que son tan numerosos, tan comunes como el barro de las calles;
Versículo 17
�l podr� prepararlo, pero el justo se lo vestir�, porque entrar� en la heredad de los imp�os, y el inocente repartir� la plata, Cf Salmo 37:29 ; Eclesiast�s 2:16 .
Versículo 18
El edifica su casa como polilla, morada fr�gil y temporal, y como caba�a que hace el guardi�n, cobertizo que levanta el centinela por algunos d�as.
Versículo 19
El rico se acostar�, pero no ser� recogido, se acostar� una vez y no m�s, es decir, nunca se levantar�; abre los ojos, y no es, en el momento de despertar se ha ido, arrebatado de repente por la mano de la muerte.
Versículo 20
Los terrores se apoderan de �l como las aguas, el miedo a la muerte se apodera de �l como los torrentes de un torrente desbordado; una tempestad lo roba en la noche, una r�faga repentina del violento viento del este se lo lleva.
Versículo 21
El viento solano se lo lleva, y �l se va, se va sin volver; y como una tormenta lo arroja fuera de su lugar, siendo impotente en su poder.
Versículo 22
Porque Dios arrojar� sobre �l y no perdonar�, lanzando las flechas de su ira y venganza sobre �l; de buena gana huir�a de su mano, todos sus intentos de escapar de la condenaci�n de la mano de Dios son in�tiles.
Versículo 23
Los hombres le aplaudir�n, burl�ndose y burl�ndose, y lo sacar�n de su lugar con silbidos, oblig�ndolo a dejar su morada bajo sus burlas desde�osas. Job describi� as� la desgracia final de los malvados en t�rminos que incluso iban m�s all� de los empleados por sus amigos.