Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
Tired of seeing ads while studying? Now you can enjoy an "Ads Free" version of the site for as little as 10¢ a day and support a great cause!
Click here to learn more!

Bible Commentaries
Apocalipsis 19

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Buscar…
Enter query below:

Versículo 1

Y despu�s de estas cosas o� una gran voz de mucha gente en el cielo, que dec�a: �Aleluya! �Salvaci�n y gloria y honra y poder al Se�or, nuestro Dios!

Versículos 1-4

El triunfo de los elegidos en el cielo.

El himno de la hueste en el cielo:

Versículo 2

Porque verdaderos y justos son sus juicios; porque ha juzgado a la gran ramera que corrompi� la tierra con su fornicaci�n, y ha vengado la sangre de sus siervos de su mano.

Versículo 3

Y de nuevo dijeron: �Aleluya! Y su humo se elev� por los siglos de los siglos.

Versículo 4

Y los veinticuatro ancianos y las cuatro bestias se postraron y adoraron al Dios que estaba sentado en el trono, diciendo: Am�n, �Aleluya!

La idea de que s�lo se hab�a sugerido en el 18: 20 , aqu� se lleva a cabo al fin, en una escena que presenta el triunfo final de las fuerzas de la justicia luz y: Despu�s de esto o� lo que se parec�a a la voz de una gran multitud en el cielo, diciendo: �Aleluya! La salvaci�n, la gloria y el poder son de Dios; porque verdaderos y justos son sus juicios, ya que juzg� a la gran ramera, que corrompi� la tierra con su fornicaci�n; y ha vengado la sangre de sus siervos de su mano.

Aqu� se anticipa la gloria del �ltimo d�a. As� como la gente de una naci�n sale con gritos de victoria al encuentro de los conquistadores que regresan, as� las multitudes de los santos perfeccionados estallan en himnos de triunfo ante el regreso del victorioso Se�or de los ej�rcitos. La salvaci�n de los santos estaba en sus manos y la obr� mediante la poderosa manifestaci�n de su gracia. Y as� toda la gloria y el poder pertenecen solo a nuestro Se�or por toda la eternidad.

Sus juicios, Sus sentencias, son verdaderas; se han cumplido de acuerdo con sus promesas; y son justos, porque los gobernantes del reino del Anticristo tuvieron todas las oportunidades para ver los errores de su camino y regresar a la verdad, pero deliberadamente se negaron y as� invitaron la ira del Se�or. Por las innumerables almas que la gran ramera romana corrompi� con su idolatr�a, y por las vidas de otros miles cuya sangre ella derram�, ella tendr� que responder con un juicio agudo en el �ltimo d�a.

Los cantores y los ancianos repiten la canci�n de triunfo: Y por segunda vez dijeron: �Aleluya! Y su humo asciende por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron al Dios que est� sentado en el trono, diciendo: Am�n, �Aleluya! La gran ramera es arrojada al abismo de fuego y azufre, para ser quemada con fuego por toda la eternidad, cap.

18: 8. Y este hecho hace que tanto los ancianos que representan a la Iglesia de Dios como los cuatro querubines que actuaron como sus siervos y mensajeros se postran ante el trono de Dios en el acto de adoraci�n y repitan, en interminable estribillo, su himno de alabanza. , Am�n, Aleluya; �A Dios solo toda alabanza y gloria, por toda la eternidad!

Versículo 5

Y sali� del trono una voz que dec�a: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le tem�is, peque�os y grandes.

Versículos 5-10

La voz desde el trono:

Versículo 6

Y o� como la voz de una gran multitud y como la voz de muchas aguas y como la voz de fuertes truenos, que dec�a: Aleluya; porque el Se�or Dios omnipotente reina.

Versículo 7

Goc�monos y regocij�monos y d�mosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

Versículo 8

Y a ella se le concedi� que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es la justicia de los santos.

Versículo 9

Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son las verdaderas palabras de Dios.

Versículo 10

Y ca� a sus pies para adorarlo. Y me dijo: Mira, no lo hagas; Soy consiervo tuyo y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jes�s; Alabar a Dios; porque el testimonio de Jes�s es el Esp�ritu de Profec�a.

El coro de alabanza por la destrucci�n de la gran ramera se da en forma de canto antifonal: Y una voz sali� del trono, diciendo: Ensalza a nuestro Dios, a todos sus siervos, a los que le temen, peque�os y grandes. Esa fue la �nica estrofa dirigida a los siervos del Se�or, a aquellos que no son simplemente miembros de Su comunidad, pero cuya devoci�n especial a Sus intereses, a Su servicio y adoraci�n, les ha dado la comuni�n m�s cercana con �l.

Ese es su glorioso privilegio por toda la eternidad, alabar y ensalzar al Se�or de su salvaci�n. Por tanto, ellos, en un canto antifonal, responden a la urgente invitaci�n: Y o� lo que se parec�a a la voz de una gran multitud y al rumor de muchas aguas y el murmullo de poderosos truenos, que dec�a: Aleluya, por el Se�or Dios Todopoderoso, Es rey. Como el grito de innumerables masas de gente, como el irresistible torrente de poderosos arroyos, como los murmullos y murmullos de un fuerte trueno, el c�ntico de los elegidos irrumpe en la palabra del Se�or, dando toda la alabanza a �l, el Se�or, el Todopoderoso. Dios, el Rey de los siglos. El Dios omnipotente ha conquistado los portales de todos sus enemigos y se ha revelado como Rey sobre todo.

A este hecho se a�ade otro motivo de regocijo: Goc�monos, regocij�monos y d�mosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado; ya ella le fue dada que se vistiera de lino fino, blanco y resplandeciente (porque el lino fino eran las obras justas de los santos). Lo que hab�a sido predicho por los profetas y hablado una y otra vez por Cristo y los ap�stoles se representa aqu� como consumado en el cielo.

La esposa de Cristo, la santa Iglesia cristiana, la comuni�n de los santos, todo el n�mero de los que han llegado a la fe y permanecieron fieles al Se�or hasta el final, est� celebrando sus bodas con el Cordero, con el Salvador, con Cristo. Eso, en verdad, es motivo de mayor regocijo, de mayor j�bilo, saber que todas las esperanzas de los siglos se han cumplido ahora, que todos los creyentes est�n ahora unidos con su Salvador por toda la eternidad.

La novia, adem�s, est� vestida con el traje de boda m�s hermoso, todo de un blanco puro y resplandeciente de brillo. Es un vestido de honor puro y precioso, el vestido de salvaci�n. Porque mientras que sin Cristo todas nuestras justificaciones son como trapos de inmundicia, en �l, por la fe, hasta nuestras obras m�s peque�as, todos los actos de nuestra vida diaria, son aceptables al Padre celestial. As� seremos adornados en el cielo con el manto que el Esposo celestial ha merecido por Su perfecta obediencia al mandamiento de Dios, por el derramamiento de Su sangre, por Su muerte y resurrecci�n.

La importancia de este incidente se acent�a a trav�s de un factor adicional que se registra aqu�: Y me dice: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a las bodas del Cordero. Y me dice: Estas son palabras verdaderas de Dios. As� que la Esposa, los santos perfeccionados, los creyentes que han sido fieles hasta el fin, tambi�n est�n invitados a las bodas del Cordero, la uni�n que �l hab�a planeado antes del principio del mundo.

En verdad, esas personas son bendecidas con una felicidad que trasciende toda concepci�n humana, y no puede haber la menor duda de que son herederos de todas estas alegr�as, porque Aquel que es el Fiel, el Verdadero, ha dado la promesa, y �l no se equivoca. La escena que Juan hab�a presenciado lo abrumaba tanto que relata: Y me postr� ante sus pies para adorarlo. Estaba dispuesto a dar honor divino a este mensajero del cielo que le revel� el triunfo final de una manera tan singular, pero el �ngel intervino: Y me dice: No eso: tu consiervo soy yo y uno de tus hermanos. que tienen el testimonio de Jes�s; adorar a Dios (porque el testimonio de Jes�s es el Esp�ritu de Profec�a).

El testimonio de Jes�s, al que se refiri� el �ngel, es ese Esp�ritu de Profec�a por cuyo poder todos los profetas y ap�stoles, incluido el mismo Juan, hab�an testificado de Jes�s y de Su reino. Aunque los �ngeles son esp�ritus celestiales, poderosos y bendecidos, no son m�s que siervos y testigos de Cristo y, por lo tanto, no deben recibir el honor divino; porque eso pertenece solo a Dios.

Versículo 11

Y vi el cielo abierto, y he aqu� un caballo blanco; y el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra.

Versículos 11-16

La visi�n del Cristo exaltado:

Versículo 12

Sus ojos eran como una dama de fuego, y en su cabeza hab�a muchas diademas; y ten�a un nombre escrito que nadie conoc�a sino �l mismo.

Versículo 13

Y estaba vestido con una vestidura te�ida en sangre; y su nombre se llama La Palabra de Dios.

Versículo 14

Y los ej�rcitos que estaban en el cielo lo siguieron sobre caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio.

Versículo 15

Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y los regir� con vara de hierro; y �l pisa el lagar del vino del ardor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Versículo 16

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Se�or de se�ores.

Aqu� se abre la �ltima puerta, y el gran Vencedor aparece en persona: Y vi el cielo abierto, y he aqu� un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra. Sus ojos eran como una llama de fuego, y en su cabeza ten�a muchas diademas, con un nombre escrito que nadie conoce sino �l mismo, y estaba vestido con un manto salpicado de sangre, y su nombre se llama "La Palabra de Dios".

"Todo lector de la Biblia reconoce a este hombre de un vistazo; porque cada rasgo de esta imagen se representa y se repite una y otra vez. El mismo Se�or Jesucristo aparece aqu� sobre un caballo blanco como el Vencedor, como el Rey triunfante. En esa sangrienta batalla para las almas de los hombres, �l ha demostrado ser el m�s fuerte, ha vencido a todos los enemigos de la humanidad, oblig�ndolos a reconocer su poder para siempre.

Fiel es, porque ha cumplido Su promesa, como fue dada incluso en el Jard�n del Ed�n despu�s de la Ca�da; Es cierto que �l es, en quien confiar en todo momento de manera impl�cita, porque �l es una Roca sobre la cual nuestra confianza puede descansar sin vacilar. Ha tra�do una decisi�n en la justa causa que represent�; Ha vencido en la guerra que comenzaron los propios enemigos. El celo de la justicia y del juicio brilla en sus ojos, y tiene poder sobre todas las diademas y coronas del mundo, y todos los reyes y gobernantes son arcilla en sus manos.

No es posible que todos los idiomas del mundo expresen la inefable majestad del nombre del Se�or, Mateo 11:27 . Su manto est� salpicado de la sangre que derram� para la salvaci�n del mundo, G�nesis 49:11 ; Isa�as 63:2 .

Como las heridas en Sus manos y pies y en Su costado, Su manto salpicado de sangre es un testimonio de Su triunfo. Uno de los nombres que lleva con orgullo es "La Palabra de Dios", Juan 1:1 . Como la Palabra todopoderosa del Padre, �l se ha revelado en esta guerra por la victoria que ha ganado, por la cual el mundo, la muerte y Satan�s son vencidos y vencidos para siempre.

El Se�or y sus compa�eros se describen m�s adelante: Y las tropas en el cielo lo siguieron en caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio; y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y �l mismo las regir� con vara de hierro, y pisar� el lagar del vino de la ira de la ira del Dios Todopoderoso; y en Su manto y en Su muslo tiene escrito un nombre: "Rey de reyes y Se�or de se�ores".

"El gran ej�rcito del cielo, que consiste en las tropas de todos los elegidos, participa en el triunfo del Campe�n. Con seda blanca, limpia, como lino, los santos est�n vestidos, como el Se�or les hab�a prometido, cap. 3: 5 porque su vestidura es la perfecta justicia de su Salvador, y pueden confiar en su Se�or a�n m�s impl�citamente desde que de Su boca sale la espada aguda de dos filos de la Palabra.

Esta es la Palabra con la cual el Se�or matar� a Sus enemigos, Isa�as 66:16 , y vencer� a todos los anticristos y adversarios, Isa�as 11:4 ; 2 Tesalonicenses 2:8 .

Contra ellos est� la Palabra de Su ira, con la cual El gobernar� como con cetro de hierro, Salmo 2:9 . �l es el que pisa el lagar de la ira de Dios, de que hab�a hablado el vidente, Apocalipsis 14:19 . As�, en la destrucci�n final de Sus enemigos, el Cristo exaltado se revelar� como Rey de reyes y Se�or de se�ores, teniendo poder y gloria divinos desde la eternidad hasta la eternidad.

Versículo 17

Y vi a un �ngel de pie al sol; y clam� a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid y reun�os para la cena del gran Dios,

Versículos 17-21

La destrucci�n de las fuerzas anticristianas:

Versículo 18

para que com�is carne de reyes y carne de capitanes y carne de valientes y carne de caballos, y de los que se sientan en ellos, y la carne de todos los hombres, libres y esclavos, peque�os y grandes.

Versículo 19

Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ej�rcitos reunidos para hacer guerra contra el que montaba el caballo y contra su ej�rcito.

Versículo 20

Y fue tomada la bestia, y con �l el falso profeta que hizo milagros delante de �l, con el cual enga�� a los que hab�an recibido la marca de la bestia y a los que adoraban su imagen. Ambos fueron arrojados vivos a un lago de fuego que arde con azufre.

Versículo 21

Y el resto fue muerto a espada del que estaba montado en el caballo, espada que sali� de su boca; y todas las aves se saciaron de su carne.

Esta escena se presenta con un anuncio terrible y aterrador: Y vi a un solo �ngel de pie en el sol, y llam� a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, reun�os para la gran fiesta. de Dios, para que com�is carne de reyes y carne de generales y carne de valientes y carne de caballos, y de los que se sientan sobre ellos, y la carne de todos los libres as� como de esclavos, tanto peque�os. Y genial.

Este es un anuncio espantoso, tanto m�s debido a su finalidad. En la posici�n m�s dominante y conspicua se coloca el �ngel con este mandato, para que todos los oyentes se den cuenta y aprecien su importancia. Esto ciertamente contrasta con las gozosas bodas del Cordero; porque no solo los cad�veres de los enemigos del Se�or yacer�n insepultos, en s� mismo una de las peores desgracias que los hombres conocieron, sino que sus cuerpos se convertir�n en la presa, el alimento, de los p�jaros, principalmente los buitres que vuelan en el cielo. por encima de la cabeza de los hombres. La destrucci�n del Anticristo y de su hueste est� as� asegurada desde el principio; ser�n entregados a los esp�ritus malignos, al diablo y sus �ngeles, para ser destruidos y atormentados para siempre.

Este anuncio sirvi� como una se�al para que las fuerzas del mal se reunieran para un �ltimo gran y desesperado, pero in�til esfuerzo por asaltar el cielo: Y vi a la bestia y los reyes de la tierra y sus hordas reunidas para librar la guerra contra Aquel que est� sentado sobre el caballo y contra su ej�rcito. Y fue capturada la bestia, y con �l el falso profeta que hizo los milagros delante de �l, por los cuales enga�� a los que hab�an aceptado la marca de la bestia y a los que adoraban su imagen; en vida, estos dos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre.

Este es el derrocamiento final de la bestia, el reino del Anticristo, de su falso profeta, los Papas, y de todos aquellos que se hab�an convertido en los sirvientes de la bestia al recibir su marca en la frente o en la mano, que ten�an ador� su imagen rescatando el sistema jer�rquico de la Iglesia de Roma como una organizaci�n de Dios. Y los l�deres del reino anticristiano, los seductores del mundo, los enemigos declarados e implacables del Se�or y de Su Evangelio, fueron castigados con condenaci�n eterna en el lago ardiendo con fuego y azufre.

El infierno mismo los devorar�, y recibir�n el castigo que merecieron sus obras. Su suerte es compartida por sus seguidores: Y los dem�s fueron muertos por la espada del que est� sentado sobre el caballo, que sale de su boca, y todas las aves se hartaron de su carne. Un cuadro espantoso, bien calculado para llamar a los hombres al arrepentimiento. Porque la espada del Se�or es la palabra: "Apartaos de m�, malditos, al fuego eterno", Mateo 25:41 .

As� como los buitres se alimentan de los cad�veres a los que se dirige su atenci�n, Satan�s y sus �ngeles se alimentar�n para siempre de las almas y los cuerpos de aquellos que se atrevieron a oponerse al Se�or todopoderoso y tomar las partes del Anticristo. Ese es el fin de la Iglesia de Roma, del reino del Anticristo.

Resumen

El triunfo del Cristo exaltado y de los elegidos en el cielo se muestra en una serie de im�genes que dan el himno de la victoria, mostrando el ej�rcito del Se�or alineado contra las hordas del Anticristo, y el derrocamiento completo y el castigo final del Se�or. enemigos.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Revelation 19". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/revelation-19.html. 1921-23.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile