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Romanos 3

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

Versículo 1

Entonces, �qu� ventaja tiene el jud�o, o de qu� aprovecha la circuncisi�n?

Versículos 1-4

La culpa del hombre y la justicia de Dios.

La ventaja del jud�o:

Versículo 2

Mucho en todos los sentidos: principalmente, porque a ellos les fueron confiados los or�culos de Dios.

Versículo 3

�Y si algunos no creyeran? �Su incredulidad invalidar� la fe de Dios?

Versículo 4

�Dios no lo quiera! S�, sea Dios veraz, pero todo hombre mentiroso; como est� escrito: Para que seas justificado en tus dichos, y vencer cuando seas juzgado.

El ap�stol hab�a mostrado por �ltima vez que la mera posesi�n externa de la Ley no exim�a a los jud�os del juicio y la condenaci�n, ya que Dios exige que se guarde la Ley y no se satisface con una mera audiencia; adem�s, hab�a argumentado que la circuncisi�n en la carne, aunque era el sello del pacto de Dios y la prenda de sus promesas, s�lo pod�a tener valor si iba acompa�ada de una circuncisi�n del coraz�n.

Pero el lector jud�o ahora podr�a responder que estas declaraciones eran inconsistentes con la superioridad y los privilegios reconocidos de su naci�n. Esta objeci�n se encuentra aqu� con el ap�stol. En consecuencia de lo que se acaba de exponer: �cu�l es, entonces, la ventaja, la preeminencia, la superioridad del jud�o, o cu�l es el beneficio, el valor, el beneficio de la circuncisi�n? Las dos preguntas tienen el mismo pensamiento, porque por la circuncisi�n el descendiente de Abraham se convirti� en miembro de la naci�n jud�a.

La respuesta es: mucho, en todos los sentidos, en todos los aspectos. La superioridad de los jud�os se hizo evidente en todas las condiciones de vida. Pero Pablo aqu� menciona s�lo la principal prerrogativa: Primero, la ventaja m�s destacada e inconfundible, porque o que se les han confiado los or�culos, los dichos especiales, de Dios, las revelaciones de Dios tal como se incluyen en los escritos del Antiguo Testamento, ambas leyes. y evangelio.

Al depositar este tesoro en medio de ellos, Dios otorg� a los jud�os una distinci�n sobre todas las dem�s naciones; Puso una confianza casi ilimitada en ellos y esperaba de ellos una medida proporcional de fidelidad.

El ap�stol ahora encuentra necesario reivindicarse a s� mismo contra una posible objeci�n adicional: �Cu�l es la situaci�n? Si algunos fueron infieles, seguramente su infidelidad no har� que la fidelidad de Dios sea ineficaz. Los jud�os, la mayor�a de los jud�os, hab�an sido infieles; no hab�an mostrado el debido aprecio y reverencia por las revelaciones divinas; no hab�an cre�do en las promesas de Dios.

Y, por lo tanto, se podr�a concluir que, dado que hab�an roto su confianza y no hab�an obedecido la Ley de Dios, la parte del pacto de Dios tambi�n hab�a sido anulada. Pero Pablo responde con un enf�tico: �De hecho no! �De ninguna manera! Al ap�stol le parece que la misma idea tiene sabor a blasfemia; el pensamiento de que la fe de Dios se ha vuelto ineficaz, su confianza ha sido retirada, no es una inferencia justa de su ense�anza.

No hay "quebrantamiento de las promesas de Dios involucradas en la condenaci�n de los jud�os inicuos". La situaci�n es m�s bien esta: sea Dios veraz, pero todo hombre mentiroso. Dios siempre ser� fiel en guardar Su parte del pacto, y debe ser visto y reconocido como verdadero. Ese ser� el resultado final y la consecuencia de la deriva de los asuntos: Dios se presentar� ante el mundo entero como el Fiel, que se adhiri� estrictamente a Sus promesas, pero los jud�os como mentirosos, que han abandonado la Palabra de Dios.

Pero Pablo deliberadamente habla en t�rminos generales. Todos los hombres, en comparaci�n con Dios, en su relaci�n con Dios, son mentirosos, Salmo 116:11 . A todos ellos Dios se ha revelado, aunque no en el mismo grado; y todos se han apartado de �l a la vanidad y la mentira. El ap�stol fundamenta esta afirmaci�n con un pasaje de las Escrituras, Salmo 51:4 : Para que seas justificado en tus dichos y vencido, permanece victorioso cuando seas juzgado.

En el an�lisis final, Dios siempre ser� hallado justo y veraz, el caso ser� y debe ser decidido a Su favor, si no antes, seguramente en el �ltimo d�a. La evidencia demostrar� que Dios solo mostr� bondad y misericordia a los hombres, pero que ellos lo ofendieron y rompieron el pacto de confianza en todo momento. Y as�, las mismas transgresiones de los hombres servir�n para resaltar la fidelidad inmutable de Dios con m�s fuerza.

Nota: Las palabras de Pablo en este caso deber�an ser el incentivo m�s fuerte para que todo cristiano le demuestre su fidelidad en todo momento y no dependa de una mera forma convencional de observaci�n religiosa.

Versículo 5

Pero si nuestra injusticia alaba la justicia de Dios, �qu� diremos? �Es injusto el Dios que se venga? (Hablo como un hombre)

Versículos 5-8

Dios reivindicado en todos los aspectos:

Versículo 6

�Dios no lo quiera! Entonces, �c�mo juzgar� Dios al mundo?

Versículo 7

Porque si la verdad de Dios sobreabund� por mi mentira para su gloria, �por qu�, sin embargo, tambi�n soy juzgado como pecador?

Versículo 8

Y no m�s bien (como se nos calumnia, y como algunos afirman que decimos) hagamos el mal para que venga el bien. Cuya condenaci�n es justa.

El ap�stol introduce aqu� un nuevo pensamiento. Porque si el argumento de los vers�culos 3 y 4 es correcto, entonces la incredulidad de los jud�os en realidad sirve como un contraste para contrarrestar la fidelidad de Dios; hace que Su verdad sea a�n m�s conspicua; en realidad redunda en Su gloria: �por qu�, entonces, deber�an estar todav�a expuestos al juicio y la condenaci�n? Si nuestra injusticia, nuestra maldad, nuestra condici�n de infidelidad y propensi�n a mentir, realmente demuestra, expone, la justicia, la rectitud, la excelencia moral de Dios, �qu� diremos, qu� sigue, qu� conclusi�n podemos sacar? Un jud�o podr�a sentir que, con la fidelidad de Dios prometida a su salvaci�n y su maldad demostrando la rectitud de Dios, seguramente su condici�n no podr�a ponerlo en peligro de condenaci�n eterna.

San Pablo afirma tal argumento: �Puede ser? �Nos atrevemos a asumir o inferir que Dios es injusto al tomar venganza? Dado que toda la situaci�n resulta tan obviamente en una ventaja de parte de Dios, entonces, si uno quiere argumentar desde un punto de vista puramente humano, �no parece que Dios, al infligir castigo, est� actuando de una manera vengativa y rencorosa? Pero el ap�stol nuevamente rechaza la sugerencia con un enf�tico: �De hecho, no! �De ninguna manera! Porque si la implicaci�n es cierta de que Dios recurrir�a a formas tan insignificantes de venganza y, por lo tanto, se volver�a injusto, �c�mo, entonces, juzgar� al mundo? Si �l mismo fuera injusto, seguramente no podr�a ejecutar su ira sobre la injusticia de los hombres, G�nesis 18:25 . Si Dios fuera realmente injusto, ser�a imposible que �l dictara sentencia sobre el mundo.

Pablo ahora amplifica y confirma a�n m�s la respuesta dada a los jud�os en el verso 6, colocando su propia persona en primer plano: Porque si la verdad de Dios por medio de mi mentira ha abundado para Su glorificaci�n, �por qu� entonces yo todav�a deber�a ser juzgado como pecador? ? �l argumenta como lo har�a un miembro de la familia humana en el D�a del Juicio. Si el hecho de que la adhesi�n de Dios a sus promesas se manifiesta con tanta fuerza por la falsedad y la maldad del hombre, si ha hecho m�s notoria la gloria de Dios, �por qu� deber�a el hombre ser juzgado y condenado como pecador? Dios deber�a estar satisfecho con el hecho de que el pecado del hombre aumenta su propia gloria y honor.

La respuesta de Pablo se da en forma de su pregunta. El hecho de que Dios todav�a condena se debe a la culpa y la culpabilidad del pecado, que �l, que es y sigue siendo el Santo y Justo, no puede hacer otra cosa que dictar sentencia de condenaci�n sobre la transgresi�n del pecador, aunque esto redunde en Su honor y gloria. La justicia de Dios no puede permitir que el que ha hecho el mal quede impune.

Este pensamiento se resalta a�n con m�s fuerza en el v. 8. Si el argumento de los jud�os fuera v�lido, entonces no solo todo pecador podr�a reclamar una exenci�n, sino que se seguir�a que uno podr�a hacer el mal libremente, con la s�plica enga�osa de que vendr�a el bien. de ella: �Por qu� no es as� la situaci�n cuando se nos calumnia y como algunos informan que decimos: Hagamos el mal para que venga el bien? Si el principio planteado en la objeci�n fuera correcto, entonces esta conclusi�n ser�a perfectamente l�gica y aceptable.

Cada nuevo pecado realza la gloria de Dios; Por tanto, pequemos, por todos los medios. Tales propuestas se atribuyeron calumniosamente a los cristianos en aquellos d�as, tal como se informa hoy. La conclusi�n que extraen los incr�dulos de la doctrina de la justificaci�n es que los cristianos deliberadamente realizaron actos inicuos para que la gracia de Dios, en el perd�n de los pecados, se destaque de manera m�s gloriosa.

Pero tal teor�a y pr�ctica no se encuentra entre los cristianos, como lo enfatiza aqu� San Pablo, tanto por la part�cula interrogativa negativa como por las palabras: cuya condenaci�n es totalmente justa. Las personas que persisten en malinterpretar la justificaci�n por gracia mediante la fe, como se ense�a en las Escrituras, traer�n sobre s� mismos un castigo justo. As� tambi�n esta �ltima declaraci�n del ap�stol es una vindicaci�n de la justicia y la justicia divinas, y una refutaci�n de la falsa conclusi�n de que Dios es injusto al condenar a los pecadores.

Nota: Los cristianos hasta el d�a de hoy est�n bajo sospecha debido a la doctrina de la justificaci�n. Se les echa en los dientes la falsa conclusi�n: Cuanto peores seamos, mejor; porque cuanto m�s malvados seamos, m�s notoria ser� la misericordia de Dios en nuestro perd�n. Pero los cristianos, a pesar de esta calumnia, son plenamente conscientes de la culpabilidad y culpabilidad del pecado, del hecho de que la justa ira de Dios golpear� a todos los transgresores, pero sobre todo del hecho de que todo pecado es causa de dolor para el Esp�ritu Santo. de Dios y de Jesucristo, el Redentor.

Versículo 9

�Entonces que? �Somos mejores que ellos? No, de ninguna manera; porque antes hemos probado tanto a jud�os como a gentiles que todos est�n bajo pecado;

Versículos 9-18

La prueba b�blica de la culpa universal de la humanidad.

La Escritura incluye a todos los hombres bajo pecado:

Versículo 10

como est� escrito: No hay justo, ni aun uno;

Versículo 11

no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.

Versículo 12

Todos se han desviado del camino, juntos se han vuelto in�tiles; no hay quien haga el bien, no, ni uno

Versículo 13

sepulcro abierto es su garganta; con su lengua han enga�ado; veneno de �spides hay debajo de sus labios;

Versículo 14

cuya boca est� llena de maldici�n y amargura;

Versículo 15

sus pies se apresuran a derramar sangre;

Versículo 16

destrucci�n y miseria hay en sus caminos;

Versículo 17

y camino de paz no conocieron;

Versículo 18

no hay temor de Dios ante sus ojos.

El ap�stol ahora, incluy�ndose a s� mismo con los jud�os, resalta muy claramente la culpa general de la humanidad, tanto de jud�os como de gentiles: �C�mo ahora? �Cual es la situaci�n? �Tenemos nosotros, como jud�os, alguna preferencia o ventaja sobre los gentiles? �Tenemos mejor derecho a los privilegios del reino de Dios que ellos? Su respuesta es decisiva: en absoluto. Los jud�os de ninguna manera eran m�s excelentes que los gentiles en su relaci�n con Dios; porque antes hemos acusado a jud�os y gentiles de que todos est�n bajo pecado, su condici�n es de transgresi�n y culpa.

Esto el ap�stol hab�a hecho extensamente, comenzando con el cap. 1:18. Contaminado por el pecado y sujeto a la condenaci�n de los pecadores: esa es la situaci�n de todos los hombres, sean jud�os o gentiles.

Pablo ahora fundamenta estas declaraciones con una referencia a las Escrituras. Lo que �l mismo dice y escribe es en s� mismo la verdad, la Palabra de Dios. Pero para superar toda oposici�n de antemano, agrega la autoridad de la profec�a del Antiguo Testamento a la palabra inspirada de su carta. Est� escrito: ha sido escrito y est� ah� como la verdad eterna. El ap�stol aqu� cita libremente del Antiguo Testamento, Salmo 14:1 ; Salmo 53:1 ; Salmo 5:10 ; Salmo 10:7 ; Isa�as 59:7 ; Salmo 36:1 .

Ofrece los textos en una traducci�n libre o seg�n la versi�n griega, el Esp�ritu Santo ordena las palabras de la verdad eterna para que se adapten al presente argumento. Este m�todo de razonamiento, con aplicaci�n de pasajes generales, es totalmente leg�timo. La prevalencia de ciertos actos y cr�menes en un pueblo bien puede tomarse como una manifestaci�n del car�cter nacional. Es una acusaci�n terrible de la humanidad la que se ofrece aqu�.

No hay que sea justo, ni siquiera uno; la universalidad del pecado se declara rotundamente. No hay un hombre comprensivo, uno con verdadero sentido y sabidur�a en religi�n. No hay uno que busque a Dios, que use celo y diligencia para encontrar al Se�or. Se han distanciado de Dios y ahora son totalmente indiferentes a Su voluntad y adoraci�n. Todos se han apartado del camino correcto y apropiado que ha mostrado la voluntad de Dios; en conjunto se han vuelto in�tiles, in�tiles, no sirven para nada, en lo que respecta a los asuntos espirituales. No hay quien haga el bien. ni siquiera uno.

Esta depravaci�n de los hombres se manifiesta tanto en su discurso como en todas sus acciones. Una tumba abierta de par en par es su garganta: exhalan muerte, s�lo tienen en mente hacer da�o con la lengua. Con la lengua enga�an; suavizan la lengua, lisonjean, hablan p�rfidamente, con enga�o. Veneno de �spid est� debajo de sus labios: en medio de toda su simpat�a y adulaci�n fingida tienen intenciones malignas y traidoras, infligir sufrimiento deleita su alma maligna.

Su boca est� llena de maldici�n y amargura, y no se detienen en maldiciones y blasfemias, sino que contin�an en su camino con pecados de violencia. R�pidos son sus pies para derramar sangre: est�n ansiosos, no pueden esperar, se deleitan en quitarle la vida al pr�jimo: dondequiera que puedan da�ar a su pr�jimo en cuerpo y vida, aprovechan la oportunidad con alegr�a asesina. La destrucci�n y la miseria est�n en sus caminos: su camino por la vida est� marcado por pobres desgraciados a quienes han pisoteado y hundido en el dolor.

Y el camino de la paz que no han aprendido a conocer: una manera de vivir mediante la cual puedan dispensar paz, salvaci�n, bendiciones, nunca ha atra�do su seria atenci�n. No hay temor de Dios ante sus ojos: esa es la causa de toda su depravaci�n; la ausencia del temor de Dios, de la reverencia, de la piedad, se manifiesta en toda su vida y en todas sus obras. Una persona que tiene el temor de Dios en su coraz�n y la imagen de Dios ante los ojos de su mente har� todo lo posible por llevar una vida de acuerdo con Su voluntad.

As�, San Pablo ha dado una descripci�n completa de la depravaci�n del hombre natural, un cuadro que es cierto en la actualidad, tal como lo fue hace varios miles de a�os. Del hombre que dej� la mano del Creador, con la huella de la imagen divina en su raz�n y voluntad, s�lo queda una caricatura, que llena el coraz�n del espectador de estremecimiento y horror.

Versículo 19

Ahora sabemos que todo lo que dice la Ley a los que est�n bajo la Ley, tal vez se cierre toda boca y todo el mundo sea culpable ante Dios.

Versículos 19-20

Una palabra especial para los jud�os:

Versículo 20

Por tanto, por las obras de la ley ninguna carne ser� justificada delante de �l; porque por la ley es el conocimiento del pecado.

En el pasaje anterior, el ap�stol hab�a hablado de los hombres en general, tanto jud�os como gentiles, dando una descripci�n completa y detallada de su condici�n natural. Ahora aplica el pensamiento a los jud�os en particular, a aquellos que estaban bajo la Ley en un sentido especial. As� que sabemos, es un hecho generalmente admitido, es una afirmaci�n que puede asumirse de una vez, sin m�s pruebas. Cualesquiera cosas, todas las cosas que dice la Ley, habla con referencia al Legislador y al prop�sito de Su voluntad, a los que est�n bajo la Ley, que se jactaron de la Ley mosaica, cuya vida entera, hasta el los detalles m�s m�nimos, estaba regulado por sus disposiciones.

Pero el prop�sito de la ley y de toda instrucci�n en la ley es que toda boca sea callada y que el mundo entero sea culpable ante Dios. En el caso de los paganos, los actos de su depravaci�n fueron evidentemente culpables. Pero los jud�os, en cuyo caso los vicios y las transgresiones a menudo se cubr�an con una cierta justicia externa y una demostraci�n de santidad, eran igualmente culpables ante la Ley de Dios.

No se puede abrir una boca para alegar inocencia y justicia, pero el mundo entero, sin importar la raza y la nacionalidad, deber�a ser condenado por culpabilidad, estar sujeto al castigo a causa del pecado. �Y por qu� todo el mundo se har� culpable ante Dios? Porque por las obras de la ley ninguna carne ser� justificada ante �l. Es imposible que una persona, por medio de las obras que exige la Ley, se presente ante Dios, sea aceptada por �l, como una persona justa; Ning�n pecador puede cumplir la Ley en sus requisitos reales, en realidad cumplir con todas sus exigencias en cuanto a omisi�n y comisi�n.

Porque por la ley, por la ley, es el conocimiento del pecado. La ley nos condena de pecado; nos muestra nuestras m�ltiples transgresiones; nos condena al traer a casa el hecho de que nuestro pecado merece la ira de Dios; y este conocimiento es completo y exacto. "A trav�s de la Ley, mi conciencia crece y me llena de ira contra la Ley y contra Dios que ha dado la Ley, y el pecado se vuelve sumamente pecaminoso por el mandamiento.

"(Lutero.) Justificar a un pecador, pronunciarlo justo ante los ojos de Dios, ese no es el prop�sito de la Ley; para eso nunca fue su intenci�n. Nota: Los cristianos utilizan este prop�sito de la Ley todos los d�as. al examinar sus vidas, porque, como en un espejo, revela los pecados y defectos del hombre, lo convence de su culpa y condenaci�n.

Versículo 21

Pero ahora la justicia de Dios sin la Ley se manifiesta, siendo testificada por la Ley y los profetas;

Versículos 21-31

Justificaci�n por la fe.

La justicia de Dios revel�:

Versículo 22

la justicia de Dios, que es por la fe de Jesucristo para todos y para todos los que creen; porque no hay diferencia,

Versículo 23

por cuanto todos pecaron y est�n destituidos de la gloria de Dios;

Versículo 24

siendo justificado gratuitamente por su gracia mediante la redenci�n que es en Cristo Jes�s;

Versículo 25

a quien Dios ha establecido como propiciaci�n mediante la fe en su sangre para declarar su justicia para la remisi�n de los pecados pasados, mediante la paciencia de Dios;

Versículo 26

para declarar, digo, en este momento su justicia: para que �l sea justo, y el que justifica al que cree en Jes�s. "Habiendo probado que la justificaci�n, sobre la base de la obediencia legal o los m�ritos personales, es imposible para todos los hombres, Pablo procede a desarrollar el m�todo de salvaci�n presentado en el Evangelio" (Hodge). En el v. 20 la sentencia de condenaci�n concerniente a ellos todo ha sido declarado.

Y s�lo el que tiene este conocimiento del pecado comprender� incidentalmente, entender�, lo que realmente significa la justicia que es v�lida ante Dios. El ap�stol coloca sus declaraciones como una expresi�n de consecuencia l�gica: "Pero ahora". Aunque, entonces, todos los hombres est�n bajo la sentencia de condenaci�n, todav�a hay esperanza para ellos, hay un camino de justificaci�n, de salvaci�n, abierto para todos. de ellos.

Sin la Ley, la justicia de Dios se revela, se manifiesta. La Ley no tiene nada que ver con esta revelaci�n; la justicia de la que se habla aqu� no es la de la ley. Es el m�todo de justificaci�n de Dios que se presenta aqu�, como en el cap. 1:17. Es la justicia de la cual Dios es la Fuente y el Autor, que proviene solo de �l, que solo �l puede dar y que, por lo tanto, es aceptable a Sus ojos.

Es la justicia que Dios nos imputa por amor a Jesucristo, de la cual Lutero confiesa: "Por tanto, esta es una predicaci�n majestuosa y sabidur�a celestial la que creemos: nuestra justicia, salvaci�n y consuelo est�n fuera de nosotros, que debemos ser justos, aceptables, santos y sabios ante Dios, y todav�a hay en nosotros solo pecado, injusticia y necedad. En mi conciencia no hay nada m�s que el sentimiento y el recuerdo del pecado y de los terrores de la muerte, y sin embargo, deber�a buscar en otra parte y creer que el pecado y la muerte no est�n ah�.

"La justificaci�n no designa un cambio moral en el hombre, pero significa un acto forense de parte de Dios, por el cual �l nos imputa, nos hace poseedores de una justicia que no era nuestra, que no merec�amos: Pero a quien Dios justifica, declara ser justo, es justo, aunque todo el mundo y todos los demonios se unen para condenarlo, aunque incluso su propia conciencia lo culpa y lo condena.

Esta justicia se ha manifestado, se ha aclarado, se ha puesto en la luz. La sentencia de Dios seg�n la cual el pecador es declarado justo fue dicha y existi� en Cristo antes de la fundaci�n del mundo. Y esto ahora se da a conocer a los pecadores a trav�s del Evangelio, por el testimonio de la Ley y los profetas, las dos partes principales de las Escrituras del Antiguo Testamento, en ambas partes el mensaje del Evangelio estaba claramente contenido; porque las profec�as de Cristo proclamaban la salvaci�n en Cristo y por medio de �l.

Este pensamiento se retoma nuevamente en el siguiente vers�culo para una mayor explicaci�n: La justicia; es decir, ante Dios, mediante la fe en Jesucristo, a todos y sobre todos los que creen. Esa es la justicia a la que se refiere el ap�stol, la justicia que es v�lida antes, aceptable para. Dios, y que se convierte en posesi�n de todos los que creen en Jesucristo, el Dios-hombre, el Mes�as, y as� aceptan la salvaci�n que ha hecho posible la justificaci�n.

El mensaje del Evangelio obra la fe en los corazones de los hombres, y esta fe no gana ni merece la justicia ante Dios, sino que acepta, recibe y se apropia de la justicia imputada. La fe es la aceptaci�n confiable de la misericordia de la salvaci�n. Al creer en el Evangelio, el creyente acepta y se apropia de su Salvador, Jesucristo, y por lo tanto tambi�n de la justicia que Jes�s ha preparado. La justicia de Dios est� destinada a todos los que creen y, por tanto, tambi�n se derrama como un torrente sobre todos los que creen. El que cree, sin importar sus antecedentes y su historia, por su fe recibe lo que Dios ofrece, y as� se convierte en poseedor de esta gran bendici�n del Nuevo Testamento.

Que no puede haber ni el m�rito de una excelencia natural ni siquiera el del acto de creer en los creyentes, se desprende de las palabras clave del ap�stol: Porque no hay diferencia, no hay distinci�n entre los hombres en cuanto a su relaci�n con Dios, porque todos ellos, tambi�n los creyentes, han pecado y les falta la gloria de Dios; no tienen una posici�n ante Dios por naturaleza, no tienen nada de lo que puedan jactarse ante �l.

Debido a que son conscientes de su propia pecaminosidad y de su indigencia moral ante el Dios santo y omnisciente, se aferran a su Salvador con fe y aceptan Su justicia, que los hace aceptables y justos ante Dios.

La justificaci�n se transmite as�, como dice el ap�stol, gratuitamente, como don, por la gracia de Dios, que es la �nica fuente de misericordia. Y es posible mediante la redenci�n, literalmente, mediante la liberaci�n mediante el pago del rescate de Jesucristo. Jes�s nos hab�a redimido de todos nuestros pecados y de la ira de Dios poniendo un precio, un rescate, por nuestras almas, Mateo 20:28 ; Marco 10:45 ; 1 Timoteo 2:6 ; Tito 2:14 .

Y este precio de rescate no era otro que Su propia sangre preciosa. Efesios 1:7 ; Colosenses 1:14 ; 1 Pedro 1:18 . Y la manera en que pag� este maravilloso precio est� completamente descrita.

Dios lo ha presentado como un propiciatorio mediante la fe en su sangre; �Ese era el prop�sito, la intenci�n! de Dios puesto en pr�ctica en el sacrificio del Calvario, Juan 3:14 . Jes�s es el verdadero propiciatorio, de quien la cubierta del arca en el Lugar Sant�simo no era m�s que un tipo d�bil. As� como el sumo sacerdote del Antiguo Testamento, en el gran D�a de la Expiaci�n, roci� la sangre del sacrificio contra la tapa del arca, haciendo as� la reconciliaci�n por los pecados de todo el pueblo.

Lev�tico 16:30 , as� Jes�s es el propiciatorio perfecto en Su propia sangre. Sumo sacerdote, sacrificio y propiciatorio en una sola persona, Jes�s ha cumplido todo tipo de sacrificios del Antiguo Testamento mediante el derramamiento de su santa sangre como rescate por los pecados del mundo. As� se convirti� en el verdadero Mediador entre Dios y los hombres, cubriendo todo nuestro pecado, culpa, verg�enza y desnudez ante los ojos de Dios, y obteniendo una perfecta redenci�n para todos los hombres.

Y la reconciliaci�n as� obtenida se convierte en nuestra posesi�n y propiedad por la fe en su sangre: Dios mira la sangre preciosa de su Hijo, a trav�s de la cual los pecados de todo el mundo son expiados, a trav�s de la cual todos los pecadores son librados del pecado, la culpa, la ira y condenaci�n: y por este sacrificio sangriento y perfecto m�rito de Cristo, declara justos y santos a los pecadores.

Habiendo expuesto la naturaleza y el fundamento del m�todo evang�lico de justificaci�n. Pablo ahora declara su objetivo: para la declaraci�n de su justicia. Dios ha presentado a Jes�s, Su Hijo, el Redentor, como el verdadero propiciatorio, todav�a lo est� presentando ante los ojos de todo el mundo de los pecadores, G�latas 3:1 , para mostrar Su justicia.

Fue un acto de la justicia de Dios que conden� a Su Hijo, el Sustituto de todos los pecadores, a la muerte violenta de la cruz; al presentar a Cristo en sus heridas y sangre ante los ojos de todos los hombres, declar� su justicia ante el mundo entero. La justicia vengativa y la santidad de Dios no pueden satisfacerse con menos, debe exigir el sacrificio supremo. Y una declaraci�n y demostraci�n tan abierta de la justicia esencial de Dios era tanto m�s necesaria debido a que los pecados cometidos antes se pasaban por la paciencia de Dios.

Debido a la gran paciencia y tolerancia de Dios en el per�odo antes de Cristo, los pecados de los hombres hab�an quedado impunes, aparte de unas pocas manifestaciones extraordinarias de la justicia vengativa de Dios, Hechos 14:16 ; Hechos 17:30 . Aunque la muerte, la paga del pecado, rein� desde Ad�n hasta Cristo, fue un tiempo de relativa impunidad, y fue una demostraci�n de la paciencia de Dios que los pecadores podr�an vivir a�os y generaciones en sus pecados antes de ser llamados. por la muerte.

Pero ahora, en el momento presente, en la nueva dispensaci�n. Dios demostr� su justicia. El mismo acto de pasar por alto los pecados en el tiempo anterior al advenimiento de Cristo se hab�a realizado en vista de esta demostraci�n de Su justicia en el tiempo presente. Durante todos los siglos antes de la venida de Cristo, la justicia divina, por causa de la justicia de Dios, hab�a exigido el castigo de los pecadores.

Y el castigo completo hab�a sido impuesto a Cristo, el Sustituto de todos los pecadores de todos los tiempos. "La muerte de Cristo vindic� la justicia de Dios al perdonar el pecado en todas las edades del mundo, ya que esos pecados fueron castigados por el Dios justo en Cristo". El castigo de los pecadores que fue asumido por Cristo es la plena expiaci�n por todos los pecados ; con su sufrimiento y muerte ha pagado la deuda en su totalidad, ha agotado la ira y el juicio.

Y la presentaci�n de Cristo como el verdadero propiciatorio se hizo finalmente con el prop�sito de ser �l mismo justo y justificar al que es de la fe de Jes�s, al exigir de Cristo, el Sustituto de los pecadores, el pago completo. de la culpa del pecado, Dios demostr� ser el Justo. Y al enviar a Cristo para hacer este sacrificio vicario, y al estar en Cristo para la reconciliaci�n del mundo, Dios justific� a los pecadores, los declar� puros y justos, y la justificaci�n lleg� a ser posesi�n de aquel que la acepta por la fe en Jes�s, en quien esta fe es caracter�stica, cuya �ndole religiosa y moral entera tiene su origen en su fe en Jes�s.

Justificaci�n

La doctrina de la justificaci�n de un pobre pecador ante Dios es la doctrina central de la fe cristiana, la doctrina con la que la Iglesia permanece y cae. "Si este art�culo de justificaci�n se pierde, entonces se pierde al mismo tiempo toda la doctrina cristiana ... Porque en �l est�n contenidos todos los dem�s art�culos de nuestra fe, y si este se considera en la luz correcta, entonces todos los dem�s ser�n juzgados adecuadamente.

.. Si este art�culo se deja a un lado, entonces no queda nada m�s que error, hipocres�a, impiedad, idolatr�a, no importa cu�nto pueda parecer como la verdad suprema. "" De este art�culo no podemos ceder ni retroceder nada, no importa si el cielo y la tierra caen y todo lo que no permanecer�. Porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en el que podamos ser salvos, dice Pedro, Hechos 4:12 .

Y por Sus llagas fuimos sanados, Isa�as 53:3 . Y sobre este art�culo descansa todo lo que ense�amos y vivimos contra el Papa, el diablo y el mundo. Por lo tanto, debemos estar completamente seguros de ello y no dudar, de lo contrario todo se perder�, y el Papa y el diablo y todo tendr�n y mantendr�n la victoria y el derecho contra nosotros ".

Los sectarios y los falsos maestros han hecho todo lo posible para debilitar la fuerza del glorioso pasaje, 3: 21-28. Algunos han sostenido que la justicia de Dios aqu� mencionada es simplemente el atributo divino, la justicia, la misericordia y la rectitud general de Dios. Sin embargo, si esto fuera cierto, entonces esta cualidad de Dios se revelar�a fuera de la Ley, verso 22, y se convertir�a en la propiedad y atributo real del creyente por fe, v.

23. Otros han declarado que la justicia de Dios es la cualidad de ser bueno, tal como lo exige la Ley y obra mediante el poder de Dios en los corazones de los hombres. Pero la justicia de la que se habla en el texto se revela sin la cooperaci�n de la Ley, y una justicia moral y c�vica perfecta no es posible sin la Ley dada por Dios. La justicia de la que habla el ap�stol es una sin la ley, con la cual la ley no tiene nada que ver.

Es el m�todo de justificaci�n de Dios. "Siendo imposible el m�todo de justificaci�n por obras, Dios ha revelado otro, ya ense�ado en verdad, tanto en la Ley como en los profetas, un m�todo que no es legal (sin Ley), es decir , no bajo la condici�n de obediencia a la Ley, sino con la condici�n de la fe, que es aplicable a todos los hombres, y perfectamente gratuita. "La justificaci�n, por lo tanto, es el acto de Dios por el cual �l declara a un hombre justo, lo declara justo, declara que est� libre de la sentencia de Dios. condena, afirma abiertamente que el imputado ya no es culpable ni merece ser castigado.

Esta justificaci�n, esta misericordiosa declaraci�n de Dios, es imputada al pecador por fe, Hechos 13:38 , sin las obras de la ley. Quedan excluidos todos los m�ritos del hombre, tanto en las buenas obras como en la actitud adecuada hacia Dios y su misericordia, e incluso la fe misma como fuente o ra�z o poder germinador de las buenas obras.

Incluso cuando la fe ejerce su propio oficio y cualidad peculiar, y de esta manera asume, acepta, la gracia de Dios y la justicia de Cristo, la fe entra en consideraci�n solo en la medida en que es la creaci�n de Dios en el coraz�n del hombre para el prop�sito de recibir el juicio de misericordia. No es el acto de aprehender lo que justifica al creyente, sino s�lo lo aprehendido.

El factor que induce a Dios a declarar justo y justo a un hombre es todo y solo el objeto de la fe. En verdad, "por gracia sois salvos mediante la fe; y eso no de vosotros mismos; es don de Dios; no por obras, para que nadie se glor�e", Efesios 2:8 . "Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, tambi�n nosotros hemos cre�do en Jesucristo, para que seamos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley porque por las obras de la ley ninguna carne ser� justificada ", G�latas 2:16 .

Versículo 27

�D�nde est� entonces la jactancia? Est� excluido. �Por qu� ley? de obras? No; sino por la ley de la fe.

Versículos 27-31

La gran conclusi�n del ap�stol:

Versículo 28

Por tanto, concluimos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley.

Versículo 29

�Es �l solo el Dios de los jud�os? �No es tambi�n de los gentiles? S�, tambi�n de los gentiles;

Versículo 30

ya que es un solo Dios, el cual justificar� la circuncisi�n por la fe y la incircuncisi�n por la fe.

Versículo 31

Entonces, �invalidamos la ley por la fe? �Dios no lo quiera! S�, establecemos la Ley.

Aqu� el ap�stol ofrece la conclusi�n del glorioso plan de salvaci�n tal como lo acaba de desarrollar. Dado que este es el caso, �d�nde, entonces, est� el acto de gloriarse? �Qu� raz�n tienen los hombres para darse el gusto de jactarse? Todos los hombres por naturaleza, no solo los jud�os, tienen un coraz�n orgulloso, que se deleita en jactarse de las virtudes y hechos de cada uno. Pero ahora la jactancia est� absolutamente, de una vez por todas, excluida, no es admisible.

�A trav�s de qu� ley, por qu� regla u orden, hablando en general? �Por la regla que requiere obras? La regla de las obras es id�ntica a la Ley de Dios. Aqu�, de hecho, habr�a alguna posibilidad de gloriarse, ya que las personas de mentalidad carnal son adictas a la autoaprobaci�n y la autocomplacencia a causa de un cumplimiento exterior y literal de las demandas de la Ley. Sin embargo, toda jactancia est� efectivamente excluida por la regla o norma de la fe, por el orden de la salvaci�n tal como se presenta en el Evangelio e incluye la fe.

El Evangelio habla continuamente de la necesidad de la fe, no en el sentido de una fe exigente, como obra meritoria, sino en el sentido de una invitaci�n a todos los hombres a aceptar la promesa de Dios. La fe justificadora no puede interpretarse ni entenderse en modo alguno como un acto por el que se merezca la salvaci�n de Jes�s, como tampoco se puede decir que un mendigo se gane la rebanada de pan o la moneda por la que ha extendido la mano.

En lo que respecta al Evangelio, por lo tanto, toda jactancia es excluida, eliminada, porque (v. Concluimos que el hombre es justificado por la fe, sin, aparte de las obras de la Ley. Esa es la conclusi�n que todo verdadero El cristiano debe alcanzar con Pablo La justificaci�n, el acto forense de Dios por el cual �l declara a un pecador justo, puro, santo, aceptable ante �l, es recibido por fe, el pecador simplemente cree el hecho de la redenci�n de Cristo y lo aplica a s� mismo.

Se excluyen las obras del hombre, las obras de la Ley, cualquier m�rito personal. El fundamento de nuestra justificaci�n se coloca completamente fuera de nosotros. El contraste, como observa un comentarista, es entre lo que hacemos nosotros, ya sea en un estado de naturaleza o en un estado de gracia, y lo que Cristo ha hecho por nosotros. Por fe, y solo por fe, que es total y exclusivamente un don de Dios, entramos en esa relaci�n con Dios de que somos aceptables ante �l y nos convertimos en Sus amados hijos.

El ap�stol hab�a escrito deliberada y enf�ticamente: Un hombre es justificado; cualquier hombre, toda persona, independientemente de su raza o nacionalidad. Pero siente que es necesario resaltar la universalidad de la justificaci�n mediante una declaraci�n expresa, y as� excluir la idea de una gracia particular, de distinci�n racial o nacional ante Dios. �O s�lo de los jud�os es Dios? �No tambi�n de los gentiles? (�Tienen los jud�os derecho a alguna ventaja? �Tienen alguna prerrogativa con respecto al contenido de la fe?) Pablo responde: S�, tambi�n de los gentiles.

�Y por qu�? Dado que Dios es uno. Desde la unidad de Dios, como axioma, Pablo defiende la universalidad de la salvaci�n presentada en el Evangelio. Por tanto, justificar� la circuncisi�n por la fe y la incircuncisi�n por la fe. Todos los hombres, jud�os y gentiles, son justificados y salvos de la misma manera, es decir, por la fe. La fe es el medio de justificaci�n; la fe sola es necesaria para la apropiaci�n de la justicia de Dios, para la justicia que es v�lida ante Dios.

Un Dios y un Mediador, una salvaci�n y un camino de salvaci�n para toda la humanidad, todos los miembros de los cuales est�n en la misma condenaci�n, esa es la predicaci�n de Pablo, esa es la ense�anza fundamental del cristianismo.

Al concluir esta secci�n, Pablo encuentra una posible objeci�n, una que alguna vez se ha hecho contra esta doctrina central del cristianismo. Entonces, �invalidamos, anulamos, ponemos fuera de servicio la Ley? Por el momento se contenta con rechazar la idea misma con un tajo: En efecto, no, m�s bien establecemos, confirmamos, la Ley. No se debilita ni una sola obligaci�n moral, no se ignora una sola sanci�n, 1 Timoteo 1:8 . Exactamente c�mo la nueva obediencia surge de la fe, lo muestra en otra parte de su ep�stola. "La fe cumple todas las leyes; las obras no cumplen una sola tilde de la ley" (Lutero).

El hombre es y permanece culpable ante Dios, aunque la falsedad de los hombres no invalide la verdad de Dios, y aunque los pecados de los hombres redunden para la gloria de Dios; y as� el hombre es justificado sin las obras de la ley, sin toda jactancia y m�rito, solo por la gracia, por la redenci�n de Cristo, siendo este el �nico camino de salvaci�n para todos los hombres, tanto jud�os como gentiles.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Romans 3". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/romans-3.html. 1921-23.