Bible Commentaries
1 Samuel 24

Comentario de Grant sobre la BibliaComentario de Grant

Versículos 1-22

Con 600 hombres con �l, David no pod�a esconderse f�cilmente, y Sa�l recibe el informe de su estar en el desierto de En-gedi. No siendo �l mismo precisamente un hombre valiente, Sa�l requiri� que 3000 hombres escogidos de Israel (cinco veces m�s hombres que con David) fueran con �l a buscar a David y sus hombres. As�, el ej�rcito, mantenido a expensas del pueblo de Israel, es utilizado por su rey, no para beneficio de Israel, �sino para la perversa empresa personal del rey! No permitir�a que nada se interpusiera en su camino para matar a David.

En su camino, Sa�l encuentra apriscos con una cueva cercana. Probablemente los pliegues se construyeron all� porque la cueva proporcionar�a refugio a los pastores cuando pusieran sus ovejas en los pliegues por la noche. Sa�l, por supuesto, no sabr�a cu�n grande era la cueva. Dej� a sus hombres para tomar una siesta en la cueva. Ciertamente fue el Se�or quien arregl� esto, porque David y sus hombres estaban dentro de la cueva. �Poco pens� Saulo que se estaba poniendo en manos del hombre al que consideraba su enemigo!

Cuando Sa�l entr� solo en la cueva y se acost� a dormir, algunos de los hombres de David que estaban en la cueva estaban a favor de matar a Sa�l. Apelaron al hecho de que Dios hab�a insinuado que David ser�a rey, pero interpretaron los hechos de una manera que no era precisamente correcta (v. 4). No tenemos registro de que Dios le hab�a dicho a David que entregar�a a Sa�l en sus manos, que David podr�a hacer con �l lo que le pareciera bueno.

Sin embargo, no cab�a duda de que Dios hab�a hecho esto. A los hombres de David les pareci� bien que matara a Sa�l. Si las tablas se hubieran invertido, sin duda Sa�l se habr�a alegrado de matar a David. Pero David se acord� de respetar al hombre que Dios hab�a ungido por primera vez para ser rey. No lo matar�a, aunque le cort� la falda de la t�nica. Incluso entonces esto fue una irritaci�n para su conciencia: su coraz�n lo golpe� incluso a causa de esta indignidad hecha al rey ungido de Dios.

Aqu� hay una lecci�n que todo creyente deber�a aprender. Cuando sufrimos injustamente, es natural (no espiritual) que queramos tomar represalias. Dios puede darnos gracia para resistir esta tentaci�n, de modo que seamos alejados de cualquier esp�ritu de lucha por nuestros propios derechos. Sin embargo, incluso entonces podemos aprovechar la oportunidad de exponer a nuestro adversario a los ojos de los dem�s, para que sepan que estamos en lo correcto.

Pero si caminamos con Dios, debemos evitar incluso esto. La fe puede depender de �l para eventualmente llevar todo a su nivel apropiado. Es m�s prudente que no busquemos poner a nadie en una mala posici�n debido a su oposici�n a nosotros. Si Dios lo expone, este es un asunto diferente. Las palabras de David en el vers�culo 6 expresan el sobrio ejercicio de una fe genuina. Todav�a consideraba a Sa�l como su amo y no se atrever�a a hacerle da�o.

Sin embargo, esta ocasi�n le da a David la oportunidad de hacer un llamamiento personal a Sa�l. Cuando Sa�l est� un poco lejos, David lo llama: "Mi se�or el rey" (v.8). Sa�l se volvi� y David se inclin� y se inclin� como correspond�a a su posici�n como siervo del rey. Entonces David pregunta por qu� Sa�l estaba escuchando las palabras de los hombres en el sentido de que David buscaba da�ar a Sa�l. David estaba decepcionando a Sa�l con facilidad al decir esto, porque fue la propia imaginaci�n de Sa�l la que concibi� estos pensamientos (aunque posiblemente otros hab�an agregado le�a al fuego de manera deshonesta).

David insisti� m�s en Sa�l sobre lo que Sa�l sab�a que era cierto, que aunque el Se�or hab�a entregado a Sa�l en la mano de David en la cueva, David no le hab�a hecho da�o. Dice que algunos le hab�an instado a que matara a Sa�l, pero que no le har�a esto al ungido del Se�or. Le muestra a Sa�l la falda de su manto, enfatizando que con solo cort�rselo estaba probando que no era enemigo de Sa�l, a pesar de lo cual Sa�l estaba tratando de matarlo (v.11).

Apela al Se�or como juez entre ellos, y espera que el Se�or lo vengue en lugar de vengarse �l mismo (v. 12). �l es decisivo al decir: "Mi mano no estar� contra ti". Citando un antiguo proverbio, le dice a Sa�l: "De los imp�os sale la maldad". David no se rebajar�a a pr�cticas de maldad, �aunque no dice c�mo se clasificar�a a Sa�l en aplicaci�n de la verdad de este proverbio!

En efecto, le dice a Saulo que persegu�a a un perro muerto oa una pulga, algo de lo que no pod�a esperar el menor peligro. Por lo tanto, su �ltima apelaci�n es al Se�or para que juzgue este asunto y libere a David de la mano de Sa�l (v. 15).

La conciencia de Saulo se ve seriamente afectada. Llama a David su hijo y llora. Su confesi�n a David parece sincera, aunque es triste que las circunstancias posteriores hayan demostrado que todo est� en la superficie. Le dice a David que era m�s justo que Sa�l, pero esto implicaba que Sa�l era justo, solo que menos que David. Sin embargo, reconoci� que David le hab�a hecho bien mientras �l le hab�a hecho mal.

Esto ilustra el hecho de que quien no es nacido de Dios todav�a es capaz de reconocer lo que es bueno en contraste con lo que es malo y tambi�n es capaz de reconocer sus propios errores. Sab�a que no era natural que uno permitiera que su enemigo quedara completamente libre cuando lo ten�a en su poder (v.19), de modo que la gracia del coraz�n de David era muy superior a la actitud vengativa de Sa�l. �l tambi�n parece quererlo cuando expresa el deseo de que el Se�or recompense a David por el bien que le hab�a hecho a Sa�l. �Sin embargo, no hace la menor sugerencia de que �l mismo recompensar�a bien a David!

Sa�l le hace una confesi�n de lo m�s sorprendente a David en el sentido de que �l sab�a bien que David ciertamente ser�a rey, con el reino de Israel establecido bajo su gobierno (v.29). Samuel le hab�a dicho a Sa�l que Dios hab�a elegido a otro hombre para que fuera rey, y toda la evidencia apuntaba a David. Si incluso en este momento Sa�l hubiera encontrado la gracia de entregar voluntariamente su autoridad a la mano de David, �cu�nto m�s brillante habr�a sido el resto de su vida! Pero aunque sab�a que David finalmente reinar�a, Sa�l estaba decidido a reinar todo el tiempo que pudiera. Muchos hombres del mundo saben que el Se�or Jesucristo es el �nico gobernante a quien Dios ha ordenado que reine eventualmente, �pero no se inclinar�n ante �l ahora!

Ego�stamente, Sa�l le pidi� a David que le jurara por el Se�or que no cortar�a a su familia ni destruir�a el nombre de Sa�l de Israel. �Por qu� pregunt� esto? Porque el mismo Sa�l ten�a el deseo de cortar a David, y esperaba que David tuviera la misma actitud. La posici�n era tal que deber�a haber sido Sa�l jurando a David que no buscar�a su vida, pero el egocentrismo de Sa�l lo hizo insensible a los principios morales m�s simples.

Sin embargo, David estaba dispuesto a prestar juramento a Sa�l. �l cumpli� con creces esto en su bondad hacia Mefiboset cuando reinaba ( 2 Samuel 9:1 ).

Sa�l luego se va a casa, sin ni siquiera hacer una sugerencia de que restaurar�a a David a un lugar de honor en el reino. David evidentemente tampoco ten�a confianza en que la actitud de Sa�l cambiara permanentemente, porque regres� a su refugio en las monta�as.

Información bibliográfica
Grant, L. M. "Comentario sobre 1 Samuel 24". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lmg/1-samuel-24.html. 1897-1910.