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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario de Grant sobre la Biblia Comentario de Grant
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
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Información bibliográfica
Grant, L. M. "Comentario sobre 1 Samuel 30". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lmg/1-samuel-30.html. 1897-1910.
Grant, L. M. "Comentario sobre 1 Samuel 30". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/
Versículos 1-31
Al regresar a Siclag, David y sus hombres se encuentran descritos por el significado del nombre de Siciag, "envueltos en dolor". Hab�an estado al menos algunos d�as fuera, y los amalecitas hab�an invadido la tierra, saqueando Siciag y quem�ndola. No hab�an matado a las mujeres ni a los ni�os, sino que los hab�an llevado cautivos (v.2). David hab�a atacado antes a los amalecitas al menos en cierta �rea y hab�a matado a hombres, mujeres y ni�os (cap.
27: 8-9). Probablemente otros amalecitas restantes se enterar�an, por lo que este ataque podr�a haber sido una represalia. En cualquier caso, David no se hab�a preocupado por su propia ciudad, pero estaba en un viaje desacertado con Aquis. Esta es una lecci�n espiritualmente importante para nosotros. Cuando no estamos debidamente en guardia y en comuni�n con el Se�or, los deseos de la carne (de los que habla Amalec) casi con certeza se aprovechar�n de nosotros. Esto no resultar� en la destrucci�n total de un creyente, pero le quitar� mucho de lo que Dios le ha confiado.
David y sus hombres estaban tan abrumados por el dolor que lloraron hasta que no pudieron llorar m�s (v.4). Tambi�n se menciona que las esposas de David, junto con todos los dem�s, hab�an sido llevadas cautivas (v.5). Pero la angustia de David aument� cuando el dolor de sus hombres se convirti� en ira contra �l. F�cilmente se�alar�an la p�rdida de tiempo de David en un viaje in�til en el que Aquis, y al estar afligidos por la p�rdida de sus familias, �consideran apedrear a David hasta la muerte! Por supuesto, esto no ayudar�a en nada.
De manera similar, los hombres hablan en contra de Dios por permitir que sus enemigos los lastimaran. En ese caso, es totalmente injusto y ciertamente no ayuda. Pero David se volvi� al Se�or en su necesidad. (v.6). Esta fue la �nica fuente de ayuda real.
David le pide al sacerdote Abiatar que le traiga el efod. Esta era la prenda que llevaba el sumo sacerdote sobre su t�nica. En el efod estaba el pectoral que conten�a el urim y el thummin, las doce piedras preciosas, cada una de las cuales simbolizaba una tribu de Israel ( �xodo 28:6 ). Se us� para preguntarle a Dios. Las doce piedras enfatizan la verdad vital de que Dios solo responder� sobre la base de su amor y cuidado por TODO Israel, no desde un punto de vista sectario, como si favoreciera a una persona u otra. Sa�l no pod�a usarlo correctamente porque no era a Israel a quien amaba, sino a s� mismo. Puede ser que el mismo Abiatar lo usara cuando David consult� al Se�or.
Es bueno ver a David tan inquisitivo. No lo hizo en el caso de Nabal (cap. 25: 12-13), y fue preservado de actuar precipitadamente solo por la gracia de Dios al obrar en el coraz�n de Abigail. Esta vez Dios responde a su pregunta sobre c�mo perseguir a los amalecitas asegur�ndole que no solo los alcanzar�, sino que recuperar� todo lo que se hab�a llevado.
Por lo tanto, pod�an ir con plena confianza en el Dios viviente. Los seiscientos hombres de David fueron con �l solo hasta el arroyo Besor, donde doscientos se quedaron atr�s porque estaban cansados ??(v. 9). Los otros cuatrocientos, al perseguirlos, encontraron a un egipcio agotado y se lo llevaron a David. Primero le dieron pan y agua, un trozo de torta de higos y dos racimos de pasas, luego se enteraron de que hab�a estado sin comida ni agua durante tres d�as (vs.
11-12). El hombre fue bienvenido y alimentado antes de que lo interrogaran. Esta es una imagen refrescante de la gracia de Dios. El hecho de la propia necesidad es suficiente para darle derecho a una salvaci�n gratuita. La abundancia de la gracia espera a aquellos que saben que est�n realmente necesitados. Cristo ya muri� por ellos y resucit�. �l es "el pan de vida" ( Juan 6:35 , Juan 6:35 ), disponible para todo coraz�n hambriento, y da gratuitamente "el agua de la vida" a quien lo desee ( Apocalipsis 22:17 ).
Esa agua es el Esp�ritu de Dios ( Juan 7:37 ) que aplica la Palabra de Dios al que se da cuenta de que la necesita ( Efesios 5:26 ). Los higos y las pasas indican que la gracia de Dios abunda m�s all� de nuestra necesidad real.
Cuando el hombre fue revivido, David le pregunt�: "�A qui�n perteneces? �Y de d�nde eres?". Todo pecador en la tierra debe estar preparado para responder honestamente a estas preguntas. Si es as�, su respuesta ser�a similar a las respuestas de este hombre. "Soy un joven de Egipto" (v.13). Sabemos que Egipto es un tipo del mundo en su independencia de Dios. Por lo general, los hombres dicen: "Soy un joven del mundo.
"M�s que eso, agrega," siervo de un amalecita ". T�picamente, esto significa" siervo de los deseos de la carne ". �Cu�ntos en el mundo de hoy describe esto! Nunca han sido liberados de su esclavitud al pecado.
Su maestro no se preocupaba por �l personalmente. Cuando se enferm�, su amo lo dej� tirado en un campo. As�, muchos se vuelven esclavos del pecado, de la bebida, de las drogas, etc., y se encuentran solos y desamparados, perdidos sin remedio. El �nico recurso verdadero para ellos es la gracia de Dios en Cristo Jes�s, quien puede salvar a los m�s culpables y sacarlos de su miserable condici�n.
En el vers�culo 14, el hombre confiesa francamente su participaci�n en la invasi�n que los amalecitas hab�an hecho en la tierra de los cereteos, de Jud� y de Caleb, y en la quema de Siciag. La confesi�n de qui�n era y a qui�n pertenec�a, junto con la confesi�n de lo que hab�a hecho, ilustra la actitud adecuada de quien viene al Se�or Jes�s para salvaci�n. No esconde nada, simplemente dice la verdad, aunque puede resultarle doloroso hacerlo.
David luego le pregunta al hombre si lo traer� a esta banda de los amalecitas (v. 15). Esto es similar a cuando el Se�or le pregunta a una persona reci�n convertida si traer� a Cristo a sus antiguos amigos. El hombre estuvo de acuerdo solo con la condici�n de que David le jurar�a por Dios que no lo matar�a y que no lo devolver�a a las manos de su amo. No es necesario que se nos diga que David le dio esta seguridad.
Dios da una seguridad similar a todos los que conf�an en el Se�or Jes�s como Salvador. Las palabras del Se�or Jes�s son: "No perecer�n jam�s" ( Juan 10:28 ). Adem�s, Romanos 8:14 asegura al creyente, "el pecado no se ense�orear� de ti, porque no est�s bajo la ley, sino bajo la gracia".