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Bible Commentaries
2 Samuel 12

Comentario de Grant sobre la BibliaComentario de Grant

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Versículos 1-31

David no confes� inmediatamente su pecado a Dios, y Salmo 32:3 muestra que el Se�or esper� por alg�n tiempo al menos antes de enviarle al profeta Nat�n, probablemente m�s de nueve meses, porque hab�a nacido un hijo de Betsab�. Le estaba dando a David la oportunidad de confesar voluntariamente su pecado, y en ese tiempo, como dice David, "d�a y noche" la mano de Dios pesaba sobre �l.

�C�mo podr�a descansar su conciencia? La miseria de esta experiencia continu� hasta que Dios finalmente le envi� a Nat�n con una par�bola muy aguda. David no supo que era una par�bola acerca de �l hasta que le dijeron que lo era.

Se enfatiza la gran diferencia entre el rico y el pobre. El rico lo ten�a todo: el pobre no ten�a m�s que un corderito que hab�a cuidado con ternura, de modo que era como una hija para �l. Pero cuando el rico quiso un cordero para preparar la comida para un visitante, rob� el cordero del pobre a pesar de tener sus propios reba�os. En la par�bola hab�a lo suficiente en el camino de la diferencia con el caso de David como para no hacerlo demasiado evidente.

Sin embargo, la par�bola subestim� en gran medida el hecho de que el mismo David deb�a ser llamado a enfrentar, porque el caso de este hombre rico no era tan grave como el de David, quien era culpable, no solo de robo, sino de adulterio y asesinato.

Cuando David escuch� la par�bola de Nat�n, se indign� al escuchar la codicia ego�sta del rico, e inmediatamente juzg� que el rico deb�a ser condenado a muerte por esto, y que el pobre deb�a recibir una restauraci�n cu�druple (v. 5). -6). �David poco se dio cuenta de que se estaba condenando a muerte! �Cu�n severos y decididos podemos ser en cuanto a las faltas de los dem�s, mientras olvidamos las nuestras!

Pero Nathan pronuncia el veredicto de Dios con una fuerza impactante: "�T� eres el hombre!" Fielmente declara lo que Dios tiene que decirle a David. Seis vers�culos est�n ocupados con el resumen de la evidencia y de la solemne sentencia del juicio que iba a sacudir, no solo a David, sino a toda su casa. Primero, Dios le recuerda a David que lo hab�a ungido en pura gracia como rey de Israel, libr�ndolo de los esfuerzos del rey Sa�l para matarlo.M�s que eso, Dios hab�a entregado la casa de Sa�l y sus esposas a la custodia de David, y tambi�n hab�a tra�do tanto a Jud� como a todos. Israel en sujeci�n a David De hecho, �l le habr�a dado a David a�n m�s si David sintiera que no ten�a suficiente (vs.7-8). Todo esto fue para recordarle a David cu�n totalmente dependiente era de la gran gracia de Dios.

Pero a pesar de este abundante incentivo para estar completamente sujeto a la autoridad del Se�or, David hab�a despreciado el mandamiento positivo del Se�or. Se le dice: "Has matado a espada a Ur�as el hitita; has tomado a su mujer para que sea tu mujer, y lo has matado con la espada de los amonitas" (v. 9). El veredicto del Se�or es claro y positivo: David es culpable. No pod�a atreverse a dar la m�s m�nima excusa para s� mismo.

Tampoco escapar�a a las terribles consecuencias de su crimen. Dios levantar�a serios problemas contra �l desde dentro de su propia casa. Hab�a violado gravemente la santidad de la casa de otro hombre. �Qu� sorpresa debi� haber sido para David que le dijeran que un vecino suyo cometer�a adulterio con las esposas de David, no en secreto, sino con descarado desprecio por David y con el pleno conocimiento de la gente!

�Cu�nto m�s impactante hubiera sido si en ese momento el Se�or le hubiera dicho que el vecino ser�a su propio hijo (cap. 16: 21-22)! David hab�a pecado en secreto, queriendo ocultar sus acciones al pueblo, pero Dios lo recompensar�a p�blicamente ante todo el pueblo (v. 12). Cuando el Se�or Jes�s advirti� a sus disc�pulos contra la hipocres�a, les dijo: "No hay nada encubierto que no sea revelado, ni escondido que no sea conocido" ( Lucas 12:1 ). �Cu�n profundamente humillante es un principio! Pero la luz de Dios debe revelar todo como realmente es. Hacemos bien en tomarnos esto en serio.

�Qu� pod�a decir David? �Podr�a ofrecer alguna excusa? �Podr�a sugerir que alguien m�s podr�a ser en parte culpable de su pecado? �Podr�a alegar circunstancias que agravaran la tentaci�n de hacer el mal, como es el caso general de muchos delincuentes en la actualidad? �No! Se puso de pie ante Dios y solo pudo responder: "He pecado contra el Se�or" (v.13).

Este no es un lugar f�cil de tomar para nadie, y especialmente para un rey de una gran naci�n. Pero la simple honestidad debe reconocer la culpa personal de uno y no alegar circunstancias atenuantes, ni excusas de ning�n tipo. Esta es una raz�n importante por la que a David se le llama un hombre conforme al coraz�n de Dios. Dos salmos de David (32 y 51) nos muestran algo de la profundidad de su arrepentimiento, y que se tom� un tiempo solo en la presencia del Se�or para juzgar a fondo la maldad de lo que hab�a hecho.

Era un hombre totalmente destrozado. Esto fue muy diferente a la confesi�n de Sa�l: "He pecado; pero h�nrame ahora, por favor, ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel" ( 1 Samuel 15:30 ). Saulo en realidad no sinti� la deshonra que le hab�a hecho a Dios, sino que us� una confesi�n con el objeto de salirse con la suya.

Nathan sab�a que la confesi�n de David era real. Inmediatamente le asegur� a David que el Se�or hab�a quitado su pecado y que no morir�a, como exigir�a la justicia. Sin embargo, aunque el perd�n es total y gratuito, esto no absolvi� a David de sufrir los resultados gubernamentales de su pecado. Adem�s de los problemas subsiguientes en su propia casa, Nat�n le dijo que debido a que su pecado dio ocasi�n a los enemigos del Se�or para blasfemar, el ni�o que hab�a nacido de Betsab� morir�a. Nat�n, como un verdadero profeta, ha entregado solo el mensaje de Dios, luego deja a David solo con Dios.

LA MUERTE DEL HIJO DE BATHSEBA

Dios, en su fiel gobierno, no se llev� al ni�o de inmediato, sino que le infligi� una grave enfermedad. Esto profundiz� el ejercicio del alma de David, manteni�ndolo en oraci�n y ayuno durante los siete d�as de la enfermedad de su hijo. Evidentemente, pens� que la seriedad de su oraci�n podr�a cambiar la mente de Dios. Sus sirvientes hicieron todo lo que pudieron para desviarlo de la intensidad de su angustia postrada. Pero no los escuch� hasta que los escuch� susurrar juntos y, al interrogarlos, descubri� que el ni�o hab�a muerto.

Cuando David supo que su hijo hab�a muerto, cambi� su actitud por completo, se levant� y se lav�, se ungi� y se cambi� de ropa, fue a la casa de Dios y ador�. Luego regres� a su propia casa y comi� (v.20). Sus siervos estaban desconcertados por esto, porque ten�an la impresi�n habitual de que la muerte requerir�a mucha m�s angustia y dolor que la enfermedad. A sus preguntas, David respondi� que mientras el ni�o estaba vivo hab�a alguna esperanza de que se recuperara, y con este fin hab�a orado y ayunado.

Pero ahora que hab�a ocurrido la muerte, la oraci�n y el ayuno nunca podr�an traer al ni�o de regreso. Agrega: "Ir� a �l, pero �l no volver� a m�". En realidad, podr�a haberse dado cuenta de que todas sus oraciones y ayunos no resultar�an en la curaci�n de su hijo, porque Dios le hab�a dicho positivamente a trav�s de Nat�n que el ni�o morir�a.

Sin embargo, aunque fue por medio de la iniquidad que David obtuvo a Betsab�, sin embargo, la gracia de Dios trascendi� esto en que David tuvo m�s tarde un hijo de ella, a quien se nos dice que "el Se�or amaba". De hecho, Salom�n estaba destinado a suceder a David como rey de Israel, y de esta l�nea la genealog�a oficial de Cristo el Mes�as se remonta a Jos�, el esposo de Mar�a, quien siendo virgen, dio a luz al Se�or Jes�s. Contra todas las tinieblas del pecado del hombre, �cu�n bellamente resplandece la gracia de Dios!

El vers�culo 26 nos lleva a considerar la conquista de los amonitas, un asunto que deber�a haber ocupado las energ�as de David en el momento en que hab�a estado inactivo en casa, lo que lo llev� a su triste ca�da. Joab y el ej�rcito continuaron su lucha y tomaron posesi�n de Rab�, la ciudad real de Amm�n. Parece que su triunfo fue solo parcial en ese momento, sin embargo, evidentemente consigui� una entrada a la ciudad, pero con las operaciones de "limpieza" a�n necesarias por llevar a cabo.

Por tanto, Joab envi� a David a pedirle que trajera el resto de su ej�rcito y terminara la toma de la ciudad. �l le dice a David que si �l (Joab) toma la ciudad, podr�a ser llamada por su propio nombre (v.28). no es probable que Joab fuera reacio a tal honor, pero evidentemente quer�a incitar a David a que asumiera su propia responsabilidad.

David acept� la amonestaci�n (tal vez porque estaba involucrada la cuesti�n de su propio honor) y fue a la batalla, sin que evidentemente tuviera dificultad en dominar la ciudad. Si hubiera ido con Joab en primer lugar, la victoria podr�a haberse obtenido m�s r�pidamente, porque David era un hombre de guerra capaz. Por lo general, esta fue una victoria sobre la doctrina sat�nica, y Dios ten�a la intenci�n de que todo el ej�rcito participara en esto, porque para �l no es un asunto f�cil. Todo el pueblo de Dios debe estar plenamente unido en tal conquista.

La corona del rey de Amm�n, que pesaba un talento de oro engastada con piedras preciosas, fue quitada de su cabeza y colocada sobre la cabeza de David (v.30). El diccionario de la Biblia de Smith considera que un talento de oro pesa casi 200 libras, aunque el diccionario de David lo reduce a 131 libras. Parece incre�ble que esto se sostenga en la cabeza de un hombre, pero tal vez sea lo que llamamos "�un peso de gloria inmenso!" Bien podr�amos maravillarnos de que David estuviera tan deseoso de honra como para usar algo como esto.

Se sac� a la gente de la ciudad y se les dio trabajo manual con sierras, implementos afilados de hierro (como rastras, o posiblemente picos y hachas) y en la fabricaci�n de ladrillos. Esto era apropiado, ya que los amonitas representan a aquellos que son altivos e intelectuales, que se enorgullecen de su superioridad religiosa. Estas personas necesitan un trabajo bueno y pr�ctico para llevarlas a un nivel adecuado. David hizo lo mismo con la gente de todas las ciudades amonitas. Cumplido este trabajo, regres� a Jerusal�n con el ej�rcito.

Información bibliográfica
Grant, L. M. "Comentario sobre 2 Samuel 12". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lmg/2-samuel-12.html. 1897-1910.
 
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