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Bible Commentaries
Colosenses 3

Comentario de Grant sobre la BibliaComentario de Grant

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Versículos 1-25

CAMBIANDO LO VIEJO POR LO NUEVO

(contra 1 a 11)

Hemos visto algunas exhortaciones pr�cticas mezcladas con la doctrina de esta ep�stola. Ahora este cap�tulo comienza con lo que es principalmente instrucci�n pr�ctica basada en la verdad antes declarada. As� como antes hay destellos de l�neas pr�cticas mezcladas con la doctrina, as� aqu�, cuando se considera la pr�ctica, tambi�n hay destellos de la doctrina que brilla.

El creyente muri� y resucit� con Cristo. Aqu� se le mira, no como sentado en los lugares celestiales, como en Efesios (Efesios Efesios 2:6 ), sino como todav�a caminando sobre la tierra, aunque Cristo est� sentado a la diestra de Dios (v.1). Por lo tanto, Su lugar es nuestra verdadera esfera de bendici�n, y debemos buscar aquellas cosas que est�n por encima del nivel en el que caminamos, siendo �l mismo nuestro verdadero Objeto y deleite.

No podemos ignorar nuestras relaciones terrenales y la necesidad de mantener nuestros propios cuerpos y familias, pero estas no deben ser la ocupaci�n principal de nuestras mentes. Nuestras mentes deben estar puestas en las cosas de arriba (v.2), dispuestas en cualquier momento a dejar todo lo que es de la tierra, para cambiar lo que es s�lo una tenencia temporal por lo que es "nuestro" en posesiones permanentes.

Hemos muerto judicialmente ante Dios, y nuestra verdadera vida est� escondida con Cristo en Dios (v.3). �Qu� perfecta seguridad! Es intocable por los hombres o por el diablo. El verdadero car�cter de esa vida solo se ve plenamente en Cristo, quien es la imagen misma de Dios. Esa vida no se puede manifestar plenamente en nosotros hacia el mundo mientras tambi�n tengamos la naturaleza carnal, aunque el creyente tenga la vida eterna que permanece en �l. Entonces, en el presente, la perfecci�n y la belleza absolutas de la vida eterna est�n escondidas con Cristo en Dios.

Pero su manifestaci�n futura es segura. Cuando Cristo sea manifestado, tambi�n nosotros seremos manifestados con �l, y en gloria, no m�s en circunstancias de debilidad y prueba. Antes de esa manifestaci�n, seremos llevados para estar con �l en el Rapto, antes de que podamos ir con �l en el d�a de Su manifestaci�n. Entonces nuestra vida ya no estar� oculta, porque Cristo es nuestra vida.

Hemos visto el lado positivo de buscar las cosas de arriba que est�n conectadas con nuestra verdadera vida. En el vers�culo 5, el lado negativo ahora se nos presiona. Debemos dar muerte a nuestros miembros que est�n en la tierra. Como ante Dios, en principio, hemos muerto, pero hay cosas que somos responsables de dar muerte. Se les llama miembros porque son cosas que se adhieren a la carne. Ya que hemos crucificado la carne ( G�latas 5:24 ), entonces tambi�n debemos dar muerte consistentemente a todas sus actividades. La fuerza del verbo griego aqu� es hacer que este asunto se resuelva, no tener que seguir adelante. haci�ndolo.

Estos males, fornicaci�n, inmundicia, pasi�n, etc. deben ser juzgados tan totalmente por el hijo de Dios que no tengan m�s influencia sobre �l. El �ltimo (la codicia) puede ser ignorado con demasiada facilidad, pero se equipara con la idolatr�a, porque solo Dios debe ser el Objeto de nuestro ardiente deseo.

Es por estas cosas que la ira de Dios viene sobre los imp�os, quienes son caracterizados como hijos de desobediencia (v.6). Por lo tanto, estas cosas ciertamente no tienen lugar en la vida de un creyente. Antes de ser salvos, caminamos y vivimos en ellos, �pero bajo la ira de Dios! La salvaci�n de Cristo cambia totalmente esto.

El vers�culo 8 usa la misma forma de verbo que el vers�culo 5. Hemos dejado de una vez por todas cosas como la ira, la ira, la malicia, el lenguaje vil y la mentira. Un creyente no tiene excusa para no controlar su temperamento. Y su menor tendencia a albergar resentimientos debe ser juzgada a fondo como malvada. Ninguna palabra debe escapar de sus labios que tenga un car�cter malsano. Las mentiras son completamente ajenas a la pura verdad de Dios, por la cual la �nica bendici�n ha llegado a nuestras almas.

Los creyentes han desanimado al anciano con sus obras (v.9). El anciano es lo que era el creyente como un hombre en la carne. Eso se ha pospuesto para siempre: ya no puede ser el mismo. Por supuesto, la naturaleza carnal permanece, pero no estamos "en la carne" ( Romanos 8:9 ), aunque la carne est� en nosotros. Nos hemos puesto el nuevo hombre. Esto sucedi� cuando confiamos por primera vez en el Se�or Jes�s como Salvador.

Ha habido una renovaci�n vital en el conocimiento, porque el nuevo hombre es parte de la nueva creaci�n de Dios, en la que la vida que est� en Dios mismo es el poder que lo impregna, de modo que el nuevo hombre es a imagen del Creador, una representaci�n de Su propia naturaleza.

Por tanto, el hombre nuevo est� en esta nueva creaci�n, donde se eliminan todas las barreras nacionales, todas las distinciones religiosas, todas las diferencias culturales y sociales: porque estas cosas pertenecen a un mundo que ha sido corrompido por el pecado. Pero Cristo es todo y en todos. En lo que respecta a nuestras asociaciones en la tierra, las distinciones anteriores ciertamente existen y deben ser reconocidas, pero nuestra posici�n en Cristo es la de una nueva creaci�n y, por lo tanto, est� conectada con el d�a futuro de la eternidad cuando todas las cosas sean renovadas.

En esta nueva creaci�n, la Persona de Cristo lo es todo, �l mismo impregna la atm�sfera y el car�cter de su nueva creaci�n. Por lo tanto, de una manera muy preciosa y viva, el hijo de Dios anticipa la eternidad. El vers�culo 12 nuevamente usa la misma forma de verbo que en los vers�culos 5 y 8, de modo que debemos revestir permanentemente las caracter�sticas virtuosas que sean consistentes para los que son los elegidos de Dios, tiernas misericordias, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad. sufrimiento.

soport�ndose unos a otros y perdon�ndose unos a otros (v.13). El incentivo aqu� es que tenemos este elevado y santo llamamiento, establecido y seguro, y Dios nos considera santos y amados. Y Cristo es el gran ejemplo en cuanto a perdonarnos unos a otros. Todo creyente debe recordar que se le ha perdonado mucho, por lo tanto, no deber�a ser dif�cil para �l perdonar a los dem�s.

En todas estas hermosas caracter�sticas, es bueno para nosotros recordar el ejemplo del Se�or Jes�s. Las tiernas misericordias se ven bellamente en �l, si consideramos que fue "movido a compasi�n" ( Mateo 9:36 ), y bondad en sus gentiles tratos incluso con Judas hasta el final, aunque conociendo bien el enga�o y la traici�n que animaron a este enga�ado. disc�pulo ( Mateo 26:50 ).

La humildad se ve bellamente en Filipenses 2:5 en la bajada voluntaria de Cristo a la terrible muerte de la cruz. La mansedumbre (no defender sus derechos) se manifiesta en toda su vida, incluso cuando se somete al odio cruel y la persecuci�n de jud�os y gentiles que estaban decididos a crucificarlo.

No abri� su boca ( Isa�as 53:7 ). La gran paciencia (paciente que soporta la aflicci�n constante) caracteriz� toda su vida. De hecho, todav�a es cierto de �l ahora, habiendo sufrido pacientemente con el fr�o rechazo de los hombres durante toda esta era de gracia, "no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" ( 2 Pedro 3:9 ).

Soportar con los dem�s implica contener cualquier reacci�n negativa a las cosas que tienden a provocar a las personas. Cu�n cierto fue esto del Se�or Jes�s, y con esto est� vinculado el perdonar a los dem�s. Sabemos que esas palabras de la cruz, "Padre, perd�nalos, porque no saben lo que hacen" ( Lucas 13:34 ) vinieron de lo m�s profundo de Su coraz�n amoroso. Por lo tanto, tambi�n para nosotros el perd�n debe ser franco y sin rencor.

A todas estas cosas hay que a�adir el amor, porque es el �nico poder motivador verdadero para todas ellas. La preocupaci�n genuina del amor por el bien de los dem�s debe impregnar todas las virtudes. Es el v�nculo de la perfecci�n, es decir, del desarrollo espiritual pleno y apropiado, que tiene en s� un precioso poder unificador: "Y la paz de Cristo presida en vuestros corazones" (v.15 - JND). Es la paz de �l ahora resucitado de entre los muertos, en un triunfo sereno y tranquilo sobre todas las cosas.

No se nos dice que hagamos que la paz gobierne, pero que gobierne ella, ya que el �nico obst�culo para esto es una voluntad no sumisa. Somos llamados a esta regla de paz, y se agrega una breve y muy saludable palabra, "y s� agradecido", porque olvidamos con demasiada facilidad este simple e importante asunto. El vers�culo 16 nos da por octava vez el t�tulo de Cristo (el Ungido) aparece en este cap�tulo, porque Su liderazgo de la nueva creaci�n es predominante hasta el final del vers�culo 17.

La palabra de Cristo es esa palabra relacionada con �l en la gloria de la resurrecci�n, como es verdad de la paz de Cristo. La palabra de Cristo es "habitar en ustedes en abundancia" como algo fijo y permanente, con plenitud de prosperidad espiritual. La coma en la Nueva Versi�n King James despu�s de "sabidur�a" deber�a colocarse despu�s de "abundantemente" (JND), porque la sabidur�a est� relacionada con la ense�anza y la amonestaci�n, donde se necesita profundamente.

Otra coma est� bien colocada despu�s de "unos a otros" (JND). En un lugar distinto de la ense�anza, pero acompa��ndola, est� el maravilloso ejercicio del canto. Esto inclu�a salmos, que denotaban canciones acompa�adas de instrumentos de cuerda; himnos, c�nticos de alabanza; y cantos espirituales, los de la experiencia cristiana, ejercicios del alma, disfrute de la ense�anza de las Escrituras, etc. Toda esta m�sica debe ir acompa�ada de gracia en nuestro coraz�n hacia Dios.

No se trata simplemente de poder cantar bien o de manera hermosa, sino con corazones que responden a la gracia de Dios por la cual hemos sido tan infinitamente bendecidos. Las palabras que cantamos deben coincidir plenamente con la verdad de la Palabra de Dios, y la gracia en nuestros corazones absorber� profundamente su significado, porque aunque cantar es un ejercicio precioso, la m�sica debe ser solo secundaria a las palabras.

Por �ltimo, en esta secci�n se hace referencia a nuestras acciones reales, ya sea de palabra o de hecho. Estos deben ser regulados por el gran principio de actuar directamente hacia el Se�or Jes�s en todo lo que se dice y se hace, con un esp�ritu de genuina acci�n de gracias al Padre por �l. Si con esto en mente, en contraste con un mero esp�ritu legal, observamos honestamente nuestras acciones, �cu�n precioso ser� el car�cter de esas acciones!

RELACIONES TERRESTRES

(contra 18-4: 6)

Esta es otra secci�n de Colosenses, que trata de relaciones particulares que est�n conectadas, no con la nueva creaci�n, sino con la primera creaci�n. Todos los creyentes tienen una parte vital en la nueva creaci�n, pero por este motivo no est�n exentos de las responsabilidades de las relaciones terrenales, no importa cu�nto disfrutemos de la nueva creaci�n. De hecho, tal disfrute deber�a hacernos a�n m�s diligentes y fieles en esto. relaciones temporales.

En primer lugar, se habla de la sumisi�n voluntaria de las esposas a sus maridos como una actitud normal y adecuada "en el Se�or". Es el car�cter propio de la relaci�n en la que ella ha entrado voluntariamente, una relaci�n que encierra una maravillosa bendici�n para quienes la consideran correctamente y aprecian la gracia de Dios que ha establecido la uni�n matrimonial sagrada entre dos creyentes.

Los maridos no son menos responsables. Deben amar a sus esposas. �Que no pongan excusas para no hacerlo! No se les dice que impongan la sumisi�n de sus esposas, pero el amor real por la esposa alentar�a su sumisi�n. Es una triste necesidad que requiere el agregado de las palabras "no te amargues con ellos" (v.19). A menudo, un esposo espera que su esposa est� a la altura de un cierto est�ndar, y si ella no lo hace, puede desobedecer las Escrituras al mostrarse amargado con ella.

Bien puede preguntarse a s� mismo, �a qu� nivel est� �l mismo a la altura? - porque no es el est�ndar de la Escritura. Su amargura ciertamente no alentar� ni su amor ni su sumisi�n a �l. Si �l obedece las Escrituras amando verdaderamente a su esposa y no siendo amargado con ella, esta es la �nica forma en que influir� en su actitud y sus acciones para bien. Por otro lado, la obediencia de la esposa a las Escrituras al practicar una sumisi�n de fe llena de gracia contribuir� mucho a influir adecuadamente en su esposo.

Los ni�os deben obedecer a sus padres. Ciertamente, los padres son responsables de guiar y educar a los ni�os adecuadamente, ya que los ni�os necesitan una disciplina adecuada. Ya sea que la disciplina sea siempre perfectamente justa o no, el ni�o debe obedecer. Recuerde siempre al ni�o que el Se�or est� muy complacido con su obediencia. Puede haber circunstancias muy inusuales en las que un padre requiera algo moralmente incorrecto de un ni�o, como por ejemplo, robar o enga�ar, o adorar a un �dolo.

Esta ser�a una simple excepci�n, en cuyo caso el ni�o deber�a negarse a obedecer al padre con firmeza, pero no de manera desafiante. Efesios 6:1 dice: "Hijos, obedezcan a sus padres en el Se�or". De modo que el ni�o siempre debe obedecer a menos que se le requiera desobedecer al Se�or.

Los padres deben protegerse especialmente de ser injustos o excesivamente duros o exigentes. Esto f�cilmente podr�a provocar que un ni�o actuara mal y se desanimara, por lo que la disciplina no cumplir�a su objetivo apropiado y solo resultar�a en el comportamiento opuesto al que esperaba el padre. Sabemos lo f�cil que es para un padre emitir un juicio r�pido cuando su hijo aparentemente ha hecho algo mal y, debido a que est� enojado, castigarlo severamente.

Entonces puede descubrir despu�s que no era un asunto tan serio como pensaba, y sabe que ha sido injusto con el ni�o. Su �nico recurso entonces es disculparse humildemente con su hijo por esto. Nunca disciplinemos en un ataque de ira, sino busquemos la gracia para considerar con calma ante el Se�or qu� disciplina es necesaria. Porque es cierto que a veces se requiere disciplina. El Se�or dijo de El� que �l mismo y su casa ser�an juzgados por Dios porque no hab�a disciplinado a sus hijos ( 1 Samuel 3:11 ).

�Cu�n a menudo ha sido cierto que los ni�os, en a�os posteriores, han agradecido a sus padres por disciplinarlos cuando lo necesitaban! - mientras que muchos otros se han hundido en el crimen y la miseria porque nunca fueron disciplinados en su juventud.

En el vers�culo 22 se habla de esclavos, pero el principio tambi�n se aplica a los empleados y estudiantes de la escuela. Si incluso los esclavos han de ser obedientes, entonces, sin duda, los que est�n bien pagados tienen m�s razones para obedecer; y los estudiantes a quienes se les ense�a por su propio bien deben reconocer que es sensato estar sujeto a sus maestros. Su obediencia no debe ser "servicio visual", es decir, servicio cuando el maestro est� mirando, sino como estar en todo momento bajo la mirada de Dios, con sinceridad de coraz�n, que es lo opuesto a la duplicidad, influenciado por el verdadero temor. de Dios.

El vers�culo 23, aunque est� dirigido especialmente a los esclavos, puede ser tomado en serio por todos los creyentes. �Qu� diferencia har� en toda nuestra existencia si hacemos todo de coraz�n, Se�or, en lugar de hacerlo de mala gana o de mala gana! Esta actitud har� agradables incluso las irresponsabilidades.

Hacer todas las cosas de coraz�n como para el Se�or da recompensa presente, aunque sea solo con el gozo de la aprobaci�n del Se�or; pero el vers�culo 24 habla de la herencia futura, una recompensa para todos los creyentes, pero especialmente para los esclavos que no tienen herencia terrenal de ning�n tipo. Porque sobre todo, "T� sirves al Se�or Cristo". Manteniendo as� sus ojos m�s altos que los de su amo terrenal, hay verdadera dignidad en el servicio.

Por otro lado, el vers�culo 25 advierte que la maldad (ya sea que el siervo lo considere justificado o no por el trato que le dio su amo) resultar�a en que el siervo coseche lo que sembr�. Sin duda, tambi�n lo ser�a para el amo, pero eso no es un verdadero consuelo para el sirviente. Dios no muestra respeto por las personas. No importa cu�n grande pueda sufrir el mal, esto nunca justifica hacer mal a cambio.

Información bibliográfica
Grant, L. M. "Comentario sobre Colossians 3". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lmg/colossians-3.html. 1897-1910.
 
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