Bible Commentaries
Deuteronomio 26

Comentario de Grant sobre la BibliaComentario de Grant

Versículos 1-19

PRIMERAS FRUTAS Y DIEZMOS

(vs.1-15)

En Amalek hemos visto lo que Dios rechaza. Ahora se ve un hermoso contraste positivo en lo que Dios acepta. El Se�or le da a Israel su tierra prometida, y �l bendecir�a los frutos de sus labores, el aumento ser�a grande, dependiendo de su obediencia a �l. De este aumento deb�an traer una canasta con lo primero de todos los productos que la tierra rindiera, e ir al lugar que el Se�or escogiera para poner Su nombre (vs.

1-2). Esta era Jerusal�n. Es posible que sientan que, dado que el resto de la cosecha est� lista para la cosecha, no deber�an irse en caso de que surjan algunas condiciones adversas antes de regresar. Pero la pregunta es simplemente, �es Dios primero o no? Cuando se le conceda correctamente el primer lugar, ciertamente se ocupar� de todo lo que sigue.

La canasta deb�a ser llevada al sacerdote y al oferente se le dieron palabras para hablar, en el vers�culo 3. Al declarar al sacerdote que �l, el oferente, hab�a venido al pa�s que el Se�or hab�a jurado a los padres de Israel que les dar�a , el individuo estaba confesando lo que Israel recordar�a constantemente, que Dios hab�a demostrado ser fiel a Su palabra y que las bendiciones de Israel hab�an venido de Su mano. Nosotros tambi�n necesitamos recordatorios constantes del maravilloso trato de Dios con nosotros en fidelidad y gracia.

Entonces el sacerdote tomar�a la canasta y la colocar�a delante del altar. Luego, el concursante iba a hablar de nuevo, dici�ndole al sacerdote que su padre era "un sirio a punto de perecer", que baj� a Egipto para vivir y aument� all� de muy pocos a una gran naci�n (v.5). Por supuesto, esto se refiere a Jacob y su familia, quienes perdieron su identidad siria cuando Dios los convirti� en una naci�n distinta. Pero en Egipto fueron oprimidos como esclavos, sufriendo durante muchos a�os hasta que, en respuesta a sus agonizantes oraciones, Dios los sac� de Egipto con mano poderosa "con gran terror y con se�ales y prodigios" (v.8). Luego, diez plagas enviadas sobre Egipto y el paso milagroso del Mar Rojo fueron cosas que nunca se olvidar�n.

Pero ahora, llevado a "una tierra que fluye leche y miel" (v. 9), Israel ten�a motivos para agradecer y alabar a Dios con todo el coraz�n, y nunca olvidar la bondad con que los hab�a tratado. Seguramente los cristianos tienen a�n mayor raz�n para estar agradecidos y alabanados por haber sido liberados de la miserable esclavitud del pecado, para ser "bendecidos con todas las bendiciones espirituales en los lugares celestiales en Cristo" ( Efesios 1:3 ).

Por lo tanto, el oferente pudo decir que hab�a tra�do las primicias de la tierra que el Se�or le hab�a dado, y all� estaba para adorar al Se�or su Dios (v.10). Tal adoraci�n implicar�a regocijarse en todas las cosas buenas que el Se�or hab�a dado (v.11). Cu�n correcta y verdadera es esta actitud para todos los creyentes de hoy. Este esp�ritu de adoraci�n y regocijo desterrar�a toda queja. Dios sabe c�mo debemos recordar su gran bondad en todas las formas en que nos trata.

Por esta raz�n, as� como por otras razones, ha prescrito la cena del Se�or en memoria de �l. Si hoy valoramos esta fiesta del recuerdo, no cederemos a la actitud de queja que caracteriza a los incr�dulos y que los creyentes imitan con demasiada frecuencia.

Tambi�n hemos le�do antes del diezmo del tercer a�o ( Deuteronomio 14:28 ), una d�cima parte del aumento de la tierra entregada al levita, al forastero, al hu�rfano y a la viuda. Cuando esto se cumpliera, se pod�a decir delante del Se�or: "He quitado el diezmo santo de mi casa, y tambi�n se lo he dado al levita, al forastero, al hu�rfano y a la viuda, conforme a todos tus mandamientos que has dado. me orden�.

No he transgredido Tus mandamientos, ni los he olvidado "(vs.12-13). En el lado negativo, �l podr�a afirmar que �l mismo no hab�a comido de este diezmo, ni siquiera en duelo, ni lo hab�a usado para nada inmundo, ni dar nada de �l por los muertos (v.14), porque la gente podr�a inclinarse a hacer excepciones en cuanto al uso del diezmo.

Si el oferente pudiera hablar as� honestamente, entonces tendr�a el verdadero derecho a pedirle al Se�or que mire desde el cielo y bendiga a su pueblo Israel, y tambi�n a su tierra (v.15). El: El Se�or anima a la oraci�n por Su bendici�n de parte. de los que le obedecen, pero es hipocres�a pedir su bendici�n cuando uno es desobediente.

ISRAEL UN PUEBLO ESPECIAL

(contra 16-19)

Nuevamente el Se�or enfatiza los mandamientos que le estaba dando a Israel, para que tuvieran cuidado de observarlos con todo su coraz�n y alma. Ellos mismos declararon que el Se�or era su Dios. Por lo tanto, que sean fieles a �l guardando Sus estatutos, Sus mandamientos y juicios, siendo totalmente obedientes (vs.16-17).

Por el lado de Dios, los proclam� como su pueblo especial (v. 18). A los gentiles no se les dio tal privilegio, y no se pod�a esperar que guardaran los mandamientos dados a Israel. Israel no era simplemente una naci�n entre naciones, sino una naci�n separada por Dios de todas las dem�s, para pertenecer a �l y representarlo ante el mundo. Por lo tanto, fueron puestos muy por encima de todas las naciones ", como" pueblo santo para el Se�or tu Dios "(v.19). Que mantengan esta distinci�n siendo santos en la pr�ctica.

Información bibliográfica
Grant, L. M. "Comentario sobre Deuteronomy 26". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lmg/deuteronomy-26.html. 1897-1910.