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Bible Commentaries
Romanos 13

Comentario de Grant sobre la BibliaComentario de Grant

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Versículos 1-14

Sujeci�n a la autoridad adecuada

Este cap�tulo es tan claro como puede ser en su ense�anza: nada m�s que un esp�ritu de rebeli�n podr�a encontrar dificultades con �l, excepto posiblemente en el asunto de hasta d�nde debe extenderse esta sujeci�n al gobierno. Claramente, si los asuntos son simplemente gubernamentales, aunque sus requisitos sean a nuestro juicio injustos y discriminatorios, perjudiciales para nuestra comodidad o bienestar personal, la actitud cristiana honorable es la sumisi�n.

Cualquier otra cosa es resistencia al orden establecido por Dios, y podemos esperar sufrir por ello. Todos saben que los gobiernos de la �poca, cualquiera que sea la forma que adopten, no se gu�an por la pura verdad, la honestidad y la justicia, pero esto de ninguna manera afecta la actitud cristiana de sujeci�n. Dios ha establecido la autoridad, no la forma particular de ella, ni los abusos de ella. La �nica alternativa, si se quitara la autoridad, es un indescriptible estado de anarqu�a, cada hombre libre para complacer plenamente su mala voluntad. �Qui�n de nosotros elegir�a esto?

"Porque los gobernantes no son terror para las buenas obras, sino para las malas". Este es ciertamente el estado normal. Seguramente hay un punto m�s all� del cual no debemos obedecer ni a los gobernantes ni a nadie m�s que a Dios. Si nos exigieran lo que se debe solo a Dios, la adoraci�n, por ejemplo, como en el caso de Daniel con Dar�o, o sus tres amigos con Nabucodonosor, debemos negarnos firmemente. Si nos exigen que pequemos definitivamente contra Dios, debemos usar con valent�a el lenguaje de Pedro: "Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.

"Pero esto es muy diferente incluso de los estatutos o pr�cticas injustas que son duras y opresivas. Mientras no se comprometa una buena conciencia hacia Dios, es mejor que suframos en sujeci�n y encomendamos la custodia de nuestras almas a Dios, como a un Creador fiel Debemos recordar que "el coraz�n del rey est� en la mano del Se�or: �l lo vuelve a donde �l quiere".

Sin embargo, en general, si hacemos el bien, encontramos la autoridad que Dios nos ministra para bien. �l es s�lo uno de los medios de Dios para recompensar en la tierra lo que practicamos: bien por bien, mal por mal. 1 Pedro 3:13 re�ne los dos puntos: primero, "�qui�n es el que os har� da�o, si segu�s el bien?" Esta es una condici�n normal de las cosas contempladas.

Pero el vers�culo 14 permite la posibilidad de un estado anormal: "Pero si padec�is por causa de la justicia, felices ser�is; y no tem�is su terror, ni os turb�is". Bienaventurado de saber que ninguna circunstancia, normal o anormal, est� m�s all� del poder de la gracia de Dios para mantener un testimonio firme y tranquilo.

La sujeci�n de los imp�os a la autoridad se compra solo por temor al castigo. Pero el temor a las consecuencias no es ciertamente el �nico principio que deber�a impedir que el cristiano desobedezca: "no solo por ira, sino tambi�n por el bien de la conciencia". Mantener una buena conciencia hacia Dios, la sujeci�n a la autoridad es una simple necesidad. Podemos juzgar nosotros mismos que cierto acto no es intr�nsecamente malo, pero si contradice la autoridad, es una desobediencia indirecta, pero sin embargo definitiva, a Dios.

El pago de impuestos est� directamente relacionado con esto. Es por este medio que se apoya al gobierno, y es responsabilidad del creyente pagar todo lo que se requiere de �l, con simple honestidad. Participamos de muchas ventajas del gobierno: �por qu� no deber�amos estar agradecidos de pagar por ellas? Si las autoridades son culpables de abusar de su poder, por mal uso del dinero, etc. , tendr�n que responder ante Dios; pero no nos da libertad para retener lo que se nos debe.

Si nos disculpamos as�, esto no es m�s que el trabajo sutil del ego�smo que se aprovecha del mal para justificar el mal. Ya sea tributo, costumbre, temor u honor, lo que se nos debe debemos rendir sin tener en cuenta nuestros pensamientos sobre la persona o personas que est�n en autoridad. Es la autoridad, no la persona, a la que debemos sujeci�n.

Los vers�culos 8, 9, 10 nos dan, no simplemente autoridades, sino lo que se debe a todos los hombres. "No deb�is nada a nadie, sino amarnos los unos a los otros". Esta es una deuda que nunca se puede pagar por completo. El conocimiento de Pablo del evangelio y su amor por los hombres lo hicieron "deudor tanto de los griegos como de los b�rbaros, tanto de los sabios como de los insensatos", y este es el caso, en cualquier medida, de todos los santos. Pero est� muy claro que se deben evitar las deudas en cosas temporales. "El prestatario es sirviente del prestamista" es una verdad a considerar.

"El amor es el cumplimiento de la ley". Es el principio fundamental del que debe brotar toda verdadera obediencia. La ley misma, sin embargo, aunque exig�a obediencia, no supl�a el amor para producir obediencia: por lo tanto, aquellos que estaban bajo la ley estaban en un lugar mucho menos probable para cumplir la ley que aquellos que no est�n bajo la ley sino bajo la gracia. Porque es bajo la gracia que "el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo que nos ha sido dado".

"Este principio simple pero bendito se expresa claramente en Romanos 8:4 -" Para que se cumpla en nosotros el justo requisito de la ley, que no andamos seg�n la carne, sino seg�n el Esp�ritu ".

Hemos visto en los vers�culos 1 al 7 sujeci�n al gobierno; en los vers�culos 8 al 10, amor a todos los hombres: ahora el cap�tulo se cierra (vv. 11 al 14) con la armadura de la luz. Todas estas cosas tienen una clara referencia al testimonio, y todas son una protecci�n decidida para el santo. Pero el sometimiento a la autoridad o el amor a todos los hombres no significa de ninguna manera renunciar a la verdad. La luz de la verdad y la honestidad debe brillar con un brillo inmaculado en todo esto.

Si somos hombres que tenemos alg�n conocimiento de la �poca, sabemos que ya es hora de despertarnos. El mundo est� en tinieblas y completamente muerto para con Dios. El creyente est� en la luz y est� vivo para Dios; pero puede estar durmiendo, sin usar la luz, s�, apenas consciente de la infinita diferencia que Dios ha hecho entre �l y el mundo. Pero nuestra salvaci�n, es decir, nuestra liberaci�n del mundo, de la misma esfera y presencia del pecado, est� m�s cerca que cuando cre�mos. Si nos impresionaron las realidades de la eternidad cuando cre�mos por primera vez, �cu�nto m�s deber�amos estarlo ahora, cuando estamos m�s cerca de la venida del Se�or que nunca!

Los que creemos, ahora tenemos la salvaci�n de nuestras almas; pero la salvaci�n de nuestros cuerpos es un tema diferente, y se cumplir� perfectamente en la venida del Se�or. �Somos conscientes del tremendo cambio que esto implicar�? Ser� un traslado de las circunstancias de "la noche" a las del "d�a". Porque aunque nosotros mismos no somos "de la noche", sino "del d�a", sin embargo, vivimos en el mundo a su hora de la noche y estamos rodeados de hombres del mundo que son "de la noche", y cuyo deleite es en "las obras de las tinieblas.

"Pero estas circunstancias ciertamente no nos gobernar�n". La noche est� avanzada, el d�a est� cerca. "�Por tanto, queremos algo que ver con" las obras de las tinieblas "? Desechemos m�s bien como vestidura de inmundicia, y pong�monos la armadura protectora de la luz.

Porque la luz es una protecci�n decidida contra las sutiles obras del mal. Cuanto m�s brillante sea la luz, m�s repeler� a las bestias depredadoras de este mundo. Por lo tanto, dejemos que nuestras luces brillen intensamente en medio de la oscuridad. No es que la luz del cristiano sea meramente una protecci�n: es m�s que eso: es un testimonio de la verdad y la justicia de Dios reveladas en el Se�or Jesucristo. �Ojal� pudi�ramos dejar que la confesi�n de Cristo sea constantemente una luz brillante en todo nuestro camino!

El vers�culo 13 nos recuerda que esta luz significa transparencia honesta de la vida y el caminar, sin enga�os ni encubrimientos, una aflicci�n que todos adquirimos con demasiada facilidad y nos atrevemos a practicar con demasiada habilidad. Pero esa es la esencia misma de la oscuridad, al igual que los vicios contra los que se advierte inmediatamente en este vers�culo: disturbios y borracheras, trepar (libertinaje) y desenfreno, contiendas y envidia.

"Pero vest�os del Se�or Jesucristo". El contexto aqu� decide claramente el significado para nosotros. Hay otra l�nea de pensamiento en G�latas 3:27 , que nos dice. "Todos los que hemos sido bautizados en Cristo, nos hemos revestido de Cristo". Por lo tanto, el bautismo es revestirse de Cristo como una profesi�n externa, la asunci�n externa de Su Nombre p�blicamente.

Pero aqu� en Romanos 13:14 , no se trata de una ordenanza inicial, sino de la vestimenta de Cristo en la conducta pr�ctica diaria de la vida. Se nos ha dicho que desechemos las obras de las tinieblas, que luego nos vistamos con la armadura de la luz y ahora que nos vistamos de Cristo. �No est� claro que esto implica que para ponernos realmente la armadura de la luz debemos vestirnos de Cristo? As�, la rectitud moral, la honestidad y la bondad no constituyen en s� mismas la armadura de la luz, porque el centro vital de todo el asunto es la confesi�n de Cristo.

Si no se ve al Se�or Jes�s como el poder regulador de la vida, toda bondad y moralidad aparentes muy pronto encontrar�n su nivel como mera justicia propia, y no ser�n la armadura de la luz en absoluto.

Entonces, vestirse del Se�or Jesucristo es el poder pr�ctico positivo para el bien. En el lado negativo se nos dice que "no hagamos provisi�n para la carne, para satisfacer sus concupiscencias". �Cu�n importante es este asunto! No es guerra ni contienda contra la carne. Esto me ensuciar�a tan eficazmente como complacer la carne. Pero no voy a alimentarlo: no le proporciono ninguna provisi�n. Est� ah�, y toda mi energ�a o celo nunca lo erradicar�.

Pero d�jame apartarme de �l simplemente. Si no lo alimento, no prosperar�; mientras que la naturaleza espiritual, siendo alimentada con la leche o la carne de la Palabra, ser� la que crece y prospera. Es solemne para nosotros pensar que en cualquier medida en que yo provea para la carne, en la misma medida me causar� problemas. Si ponemos deliberadamente la tentaci�n en el camino de los ladrones y salteadores, �no se aprovechar�n de ella? Y no hay ladr�n m�s despreciable que la carne.

Información bibliográfica
Grant, L. M. "Comentario sobre Romans 13". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lmg/romans-13.html. 1897-1910.
 
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