Bible Commentaries
Romanos 4

Comentario de Grant sobre la BibliaComentario de Grant

Versículos 1-25

Abraham y David justificados por la fe

Ahora, Dios demuestra la m�s profunda paciencia y gracia a trav�s de Pablo, Su instrumento al escribir esta ep�stola: porque es una bendici�n ver que �l no da una mera declaraci�n perentoria de la verdad. Hay m�s bien un razonamiento perfectamente ordenado a partir de hechos conocidos y admitidos, un razonamiento que no puede dejar de apelar a la sabidur�a espiritual. Cada argumento de objeci�n, ya sea de jud�os o gentiles, se cumple plenamente.

Romanos 4:1 luego toma dos casos de prueba para confirmar la conclusi�n de Romanos 3:28 . El primero de ellos es Abraham, una consideraci�n muy importante para los jud�os en particular; por ser el padre de Israel (haci�ndolo su mayor gloria), Abraham fue el depositario original de todas las promesas de Dios de bendici�n, especialmente para la naci�n de Israel, pero tambi�n para los gentiles. Ning�n israelita se atrever�a a contradecir esta verdad, aunque sin duda prestaron poca atenci�n a la clara promesa de bendici�n para los gentiles: "todas las naciones de la tierra".

Pero primero se plantea el asunto de la justificaci�n personal de Abraham . �Se puede decir que Abraham fue justificado ante Dios? - �Y mientras a�n estaba en carne? y si es as�, �c�mo se justific�? �Sus obras lo justificaron? Si es as�, tuvo una ocasi�n para jactarse, "pero no ante Dios". Sus obras son sin duda un testimonio que lo justifica ante los hombres, pero "a los ojos de Dios" es un asunto diferente.

El ojo de Dios penetra m�s profundamente. Santiago 2:18 ; Santiago 2:21 nos recuerda que Abraham fue justificado por las obras cuando ofreci� a Isaac; pero Santiago trata de la justificaci�n ante los hombres, no ante Dios. Sus palabras son "Mu�strame tu fe sin tus obras, y yo te mostrar� mi fe por mis obras" ( Santiago 2:18 ).

"Pero, �qu� dice la Escritura? Abraham crey� a Dios y le fue contado por justicia". Ahora bien, esto se menciona en la historia de Abraham muchos a�os antes de que "ofreciera" a Isaac. El primero est� en G�nesis 15:6 , el �ltimo en G�nesis 22:1 . Entonces, cu�n completamente distinta es la justificaci�n ante Dios de la justificaci�n ante los hombres.

Es una bendici�n contemplar esta simple y sublime declaraci�n tan temprano en la historia de los hombres: "Abraham crey� a Dios, y le fue contado por justicia". Este es todo el car�cter de la justificaci�n. Porque, naturalmente, el hombre no tiene absolutamente ninguna justicia. Pero Dios proporciona la justicia que exige. A causa del hombre hay una gran deuda de injusticia; pero "por la redenci�n que es en Cristo Jes�s", Dios acredita a la cuenta del "que cree en Jes�s" una justicia que elimina por completo y para siempre toda deuda, toda injusticia; y deja un relato en el que Dios mismo puede deleitarse sinceramente.

Ahora bien, quien trabaja por una recompensa no considera al final que se le haya dado por gracia: se lo ha ganado y estar�a muy resentido si alguien sugiriera que es un "don de la gracia": su trabajo ha hecho de su patr�n su patr�n. deudor. �Emplea Dios as� a los hombres en este negocio? Los hombres pueden suponerlo, pero su trabajo no significa nada para �l. No les ha dado tal contrato. Son como hombres que trabajan, sin instrucci�n autorizada, para construir un ferrocarril por donde nunca viajar� ning�n tren.

"Pero al que no obra, sino que cree en Aquel que justifica al imp�o, su fe le es contada por justicia". Dios no es deudor del hombre: es un Dador; y cualquier bendici�n de Dios al hombre nunca puede basarse en las obras del hombre, sino �nicamente en la base de la gracia de Dios. El juicio es conforme a las obras; pero la salvaci�n, gracias a Dios, es por gracia. Y este vers�culo 5 es maravillosamente claro y decisivo para los ojos que han sido abiertos por el Esp�ritu de Dios.

"Trabajar" se opone a "creer en Aquel que justifica al imp�o". �Trabajo por la justificaci�n o la recibo gratuitamente por la gracia de Dios a trav�s de la fe en Su Hijo? Es uno o el otro. No hay mezcla: los dos son distintos. Pero Dios no puede imputarme justicia en virtud de mis obras. Porque no son perfectos en justicia: tienen un sabor demasiado fuerte a la injusticia.

Pero la virtud de la obra de Cristo es otra cosa: es perfecta, impecable, sin adulterar; y sobre esta base Dios puede imputar libremente justicia a la cuenta de "aquel que cree en Jes�s".

Considerado ahora brevemente, m�s o menos como un par�ntesis, est� el testimonio de "David tambi�n". Aqu� est� el primer rey elegido por Dios en Israel. A diferencia de Abraham, �l naci� y vivi� "bajo la ley". Pero, �ten�a �l, por tanto, un medio de justificaci�n diferente al que ten�a Abraham? Es una pregunta vital, pero una que el mismo David responde con maravillosa claridad y decisi�n. En Salmo 32:1 �l "describe la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas y cuyos pecados son cubiertos".

Bienaventurado el hombre a quien el Se�or no le imputar� pecado. "�D�nde est� la ley en todo esto? �D�nde est�n las obras del hombre? No hay lugar para ellas. El mismo David reconoce tal bendici�n como absoluta y �nicamente la obra de Dios en gracia inconfundible. .

David aqu� habla de bendici�n para quien ha desobedecido la ley: un pecador, un transgresor. Ahora bien, en tal caso, la ley s�lo hablaba de maldecir. De hecho, la ley promet�a la bendici�n, pero s�lo sobre la base de la obediencia; mientras que la desobediencia provoc� una maldici�n absoluta.

David habla del perd�n obtenido: la ley podr�a acusar; no pod�a perdonar. David habla de los pecados cubiertos ahora: la ley expuso los pecados; no pod�a cubrirlos. David habla de que el Se�or no imputa pecado; mientras que la ley se hab�a visto obligada a imputar el pecado: no pod�a hacer otra cosa. Pero el que dio la ley es mayor que la ley, y por el ejercicio de la gracia puede revertir la imputaci�n.

El lector de Salmo 32:1 ver� r�pidamente que David no huye a la ley en busca de refugio en ocasi�n de su grave pecado. Cuando tambi�n se lea Salmo 51:1 (escrito sobre la misma ocasi�n), esto ser� sumamente claro.

Ni siquiera busc� alivio mediante los sacrificios previstos por la ley ( Salmo 51:16 ); porque sab�a que tales sacrificios no pod�an satisfacer su caso: su pecado exig�a la muerte inmediata, si se iba a cumplir la ley. Pero su s�plica es simplemente: "Ten misericordia de m�, oh Dios, seg�n tu misericordia; conforme a la multitud de tus tiernas misericordias borra mis transgresiones" ( Salmo 51:1 ).

Adem�s, en Salmo 32:1 (v. 5), �l puede decir "T� perdonaste la iniquidad de mi pecado". Bendita respuesta, conforme a la misericordia, �ciertamente no conforme a la ley!

Pero el vers�culo 9 plantea la pregunta: �pueden obtener esta bienaventuranza solo los que est�n circuncidados, es decir, los que est�n conectados externamente con el testimonio terrenal de Dios? La respuesta es evidente: Abraham recibi� esta bendici�n, fue contado justo por la fe, antes de ser circuncidado, de hecho, al menos trece a�os antes.

Sin embargo, la circuncisi�n era una se�al (y simplemente una se�al) que recibi� como un sello identificativo de la justicia de la fe que ya pose�a. Significaba simplemente el corte de la carne, lo que imprim�a la lecci�n de que esta justicia no estaba mezclada con ninguna actividad o m�rito carnal, sobre el cual la circuncisi�n puso el sello externo de la muerte.

Abraham fue, por tanto, el primer hombre "en quien se estableci� p�blicamente por primera vez la separaci�n real con Dios". (Ver nota en Nueva traducci�n). Por lo tanto, es "padre de todos los que creen", es decir, p�blicamente su padre, haya o no la misma separaci�n p�blica con ellos. El punto no est� en absoluto en su identificaci�n externa con Abraham, porque la propia se�al externa de Abraham fue el sello de la justicia previamente imputada, un sello que lo marca como "el padre de todos los que creen; para que la justicia tambi�n les sea imputada a ellos". "

De modo que �l es "el padre de la circuncisi�n" no s�lo para los que est�n circuncidados, sino para los que andan en los pasos de la fe de nuestro padre Abraham, la cual ten�a siendo a�n incircunciso "- aquellos que tienen la misma fe a causa de del cual Abraham fue circuncidado.

Porque la promesa a Abraham de que �l ser�a heredero del mundo no fue por ley y, por lo tanto , no estuvo condicionada a su obediencia a la ley; sino m�s bien por la justicia de la fe, es decir, como resultado de la justicia ya plenamente establecida, que no se requiere que sea establecida por obras futuras. Por tanto, la promesa era irreprochable; no hab�a posibilidad de que fallara.

G�nesis 17:1 nos da la promesa en t�rminos inequ�vocos, como un asunto absolutamente resuelto con Dios, que solo necesita tiempo para su cumplimiento. Solo despu�s de esto (en los vv. 9-14) vemos a Dios d�ndole a Abraham la se�al de la circuncisi�n.

Ahora bien, si, como el jud�o fingir�a argumentar, solo los que son de la ley tienen t�tulo de herencia, la fe se convertir�a en algo vano e in�til, y la promesa de Dios ser�a tan in�til e ineficaz como la palabra de un malvado. hombre. �Qu� insensatez y virtual infidelidad, qu� ciega e inflexible incredulidad, qu� vana confianza en la carne y qu� desprecio de Dios es el culpable del hombre que insiste en que puede ser justificado por las obras, o que se opone a que se muestre la gracia a los que han salido! del camino.

"Porque la ley produce ira; porque donde no hay ley, no hay transgresi�n". Un pecador, al que se le proh�be bajo pena, pecar, solo incurrir� en la pena. Por lo tanto, imponer la ley a un pecador es llevarlo a la ira, porque se convierte en un transgresor (no simplemente un pecador: lo era antes de que se diera la ley: la transgresi�n es desobediencia a una ley dada). El pecado estaba ciertamente en el mundo antes, y por el pecado, tanto los gentiles como los jud�os est�n bajo juicio de Dios; pero la ley puso al jud�o demostrativamente bajo ira al convertirlo en un transgresor.

"Por tanto, es por fe, para que sea por gracia; al fin, la promesa ser� segura para toda la simiente". Ninguno de los descendientes verdaderos de Abraham debe ser excluido, como ser�a el caso si la promesa se hiciera sobre el principio de la ley; pero el principio de la fe es la �nica base sobre la cual toda la semilla podr�a ser bendecida, mientras que al mismo tiempo este principio encierra todo a la gracia de Dios como la �nica fuente de bendici�n. Pero solo as� la promesa es segura para los creyentes jud�os o gentiles, pero absolutamente segura.

Ante Dios, Abraham "es el padre de todos nosotros", todos los que son de fe. Dios declar� esto antes de que Abraham hubiera obtenido a Isaac, a quien Dios llam� su "hijo �nico", sin considerar a Ismael, por haber nacido de una esclava, era un esclavo. Pero en ese momento todas las circunstancias naturales se opon�an por completo al cumplimiento de la promesa. Abraham estaba pr�cticamente muerto, y Sara tambi�n, en lo que respecta al nacimiento de un ni�o.

Pero la fe de Abraham se elev� muy por encima de las circunstancias cuando Dios habl�. Tambi�n lo hizo la de Sara ( Hebreos 11:11 ), aunque al principio dud�.

Pero este es un ejemplo bendito de la paciencia de la fe que crey� en un Dios de resurrecci�n. En el nacimiento de Isaac, as� como cuando fue atado en el altar como una ofrenda, vemos que Abraham no reconoci� ni siquiera en la muerte ning�n obst�culo para el cumplimiento de la promesa de Dios. Claramente vio que es prerrogativa de Dios llamar "aquellas cosas que no son como si fueran".

Contrariamente a toda esperanza natural, �l "cre�a en la esperanza", es decir, confiaba plenamente en Dios, aunque significaba una fe puramente anticipativa, no es que la palabra "esperanza" sugiera el menor pensamiento de duda. Se inclin� ante la palabra hablada de Dios, acept�ndola simplemente como tal: a los ojos de Dios �l fue entonces hecho padre de muchas naciones, seg�n la Palabra hablada en G�nesis 15:1 - "As� ser� tu descendencia".

No era d�bil en la fe: simplemente acept� la Palabra de Dios como verdadera e inquebrantable, sin considerar las circunstancias, ya sea su propio cad�ver o "la muerte del vientre de Sara". Sab�a que Dios no depend�a de la energ�a de la vida natural, ya fuera en �l mismo o en otro en quien naturalmente se inclinar�a a apoyarse. La fe en el Dios vivo implica siempre el repudio de la confianza en la carne.

S�lo la incredulidad y el confinamiento de Dios en las limitaciones del hombre hubieran hecho vacilar a Abraham: pero �l "era fuerte en la fe, dando gloria a Dios". Bendita simplicidad en verdad; bendita realidad! Sin embargo, es la �nica actitud adecuada para cualquier criatura, se�al�moslo bien. "Dar gloria a Dios" es la raz�n misma de nuestra existencia. Si no practicamos "la obediencia de la fe", le estamos robando a Dios su gloria: ni ocupamos nuestro lugar que nos corresponde ni le damos el suyo. Que nuestras almas contemplen esto seriamente y bien.

�Estamos "plenamente persuadidos" de la verdad de la Palabra de Dios? �Estamos preparados para soportarlo, sea cual sea el gasto o la humillaci�n personal? �Apostaremos todo por esto, que Dios puede cumplir lo que promete? Hablar de nuestra fe es una cosa; hablar y actuar con fe es otra. Estar "plenamente persuadido" de la verdad de Dios, es estar totalmente sumiso a ella, y por lo tanto tener un car�cter de paciencia tranquila, serena y sin quejas; no ciertamente indiferencia, sino la paciencia de un esp�ritu ejercitado y castigado, que conf�a el Dios vivo, y desconf�a de todo lo que es de la carne.

Por tanto, Abraham fue contado como justo por su fe en el Dios de la resurrecci�n. Pero la Palabra escrita con respecto a este resultado no se da meramente por causa de Abraham. Esto es claro: hay un valor mucho m�s amplio que este: la Palabra est� escrita por el bien de las almas en todas las �pocas. "Pero tambi�n para nosotros, a quienes (justicia) nos ser� imputada si creemos en Aquel que levant� de los muertos a Jes�s, quien fue entregado por nuestras ofensas, y resucit� para nuestra justificaci�n".

Por supuesto, existe una distinci�n manifiesta entre la posici�n de Abraham y la nuestra. Abraham crey� en la promesa de Dios, aunque no se cumpli�. Se nos pide que creamos en Dios con respecto a la obra cumplida de Cristo en la muerte y resurrecci�n. Abraham crey� en la promesa de la resurrecci�n: creemos en el hecho de la resurrecci�n. Sin embargo, no es meramente la creencia en la resurrecci�n lo que se requiere, ni la creencia en ninguna otra verdad, simplemente, sino la fe en el Dios vivo, que ha resucitado a Cristo de entre los muertos.

Pero nuestra justificaci�n est� inseparablemente ligada a Su resurrecci�n. Fue entregado a la muerte por nuestras ofensas. Pero si hubiera permanecido en la tumba, �d�nde estar�a nuestro consuelo y seguridad? �C�mo podr�amos creer que nos hab�a justificado si no estuviera vivo? Pero �l "resucit� para nuestra justificaci�n". �Bendito sea Dios por la inefable paz de este conocimiento! La fe no puede tener dudas en cuanto al cumplimiento pleno de la justicia cuando contempla a Aquel que sufri� por los pecados y ahora resucit� por la gloria del Padre, perfectamente aceptado por el Dios que lo hab�a juzgado completamente por los pecados.

Por tanto, su resurrecci�n es prueba de que ha agotado por completo el juicio: el pecado le dio muerte; la justicia lo levant� de entre los muertos y le dio gloria. Esa misma justicia ahora justifica "al que cree en Jes�s". Es un Salvador a quien la muerte no pudo detener: est� "vivo para siempre". �Bendito Objeto para la fe! �Seguridad perfecta e inmutable para el coraz�n renovado por la gracia!

Información bibliográfica
Grant, L. M. "Comentario sobre Romans 4". Comentario de Grant sobre la Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lmg/romans-4.html. 1897-1910.