Bible Commentaries
2 Crónicas 7

Comentario Pozos de agua vivaPozos de agua viva

Versículos 1-22

Obst�culos para la oraci�n

2 Cr�nicas 7:11

PALABRAS INTRODUCTORIAS

Alguien ha dicho que la oraci�n es el aliento vital del cristiano, el aire nativo del cristiano. Esto deber�a ser cierto. Sin embargo, tememos que no sea el caso de muchos creyentes porque hay muchos santos que no oran. Incluso entre los que oran hay, por desgracia, demasiados cuyas oraciones se ven obstaculizadas y nunca alcanzan el trono de Dios. Nuestra lecci�n de las Escrituras de hoy es la respuesta de Dios a Salom�n despu�s de la oraci�n que Salom�n hab�a ofrecido en la dedicaci�n del Templo.

Leemos en el cap�tulo 7 que cuando Salom�n termin� de orar, el fuego descendi� del cielo y consumi� el holocausto y los sacrificios, y la gloria del Se�or llen� la casa. En ese momento, el sacerdote no pudo entrar en la Casa del Se�or debido al resplandor de la gloria de Dios.

La oraci�n de Salom�n no solo lleg� al trono, sino que recibi� una respuesta inmediata. Cuando termin� la fiesta y Salom�n termin� la Casa del Se�or, el Se�or se le apareci� de noche y le dijo: "He o�do tu oraci�n".

Despu�s de esto, el Se�or dio ciertas promesas, algunas de las cuales eran condicionales. Por ejemplo, en 2 Cr�nicas 7:17 , el Se�or dijo: "Si andas delante de m�, como anduvo David tu padre, y haces todo lo que te he mandado, y guardas mis estatutos y mis juicios, entonces Yo afirmo el trono de tu reino ".

Por otro lado, Dios le dijo a Salom�n que si �l y sus sucesores se apartaban de �l para servir a otros dioses o para abandonar Sus mandamientos, �l los "arrancar�a de ra�z" de "[Su] tierra que les hab�a dado. , "y enviar un juicio terrible sobre ellos.

Las promesas de Dios hasta el d�a de hoy en el �mbito de la vida de oraci�n son promesas contingentes. En 2 Cr�nicas 7:14 de nuestro estudio, Dios dijo: "Si mi pueblo, sobre el cual mi nombre es llamado, se humilla y ora, y busca mi rostro y se aparta de sus malos caminos, entonces yo lo oir� desde el cielo. y perdonar� su pecado y sanar� su tierra ".

La respuesta a la oraci�n estaba, pues, condicionada a la humildad de los Hijos de Israel, a que buscaran el rostro del Se�or y a que abandonaran todo mal camino.

�Tenemos derecho a imaginar que Dios estableci� una condici�n para la oraci�n contestada por Israel en los d�as de Isa�as, y que �l establece otra condici�n ante nosotros en nuestros d�as? Si queremos que nuestras oraciones sean escuchadas, debemos ser lavados y purificados. Debemos dejar de lado la maldad de nuestras acciones y debemos aprender a hacerlo bien.

La oraci�n, para ser escuchada, debe provenir de vidas obedientes y entregadas. Incluso el Se�or dijo: "Obedece mi voz, y yo ser� tu Dios, y t� ser�s mi pueblo".

Esta misma actitud de Dios hacia las oraciones de ciertos santos se establece nuevamente en el Nuevo Testamento. Se nos ordena orar por los enfermos y por aquellos que son castigados por Dios. El Se�or, sin embargo, nos dice: "Hay pecado de muerte; no digo que ore por �l". El Ap�stol, por supuesto, est� hablando de muerte f�sica. A veces los santos van demasiado lejos en sus andanzas.

En I Corintios leemos acerca de un hombre que hab�a pecado, y Dios dijo: "Entr�galo a Satan�s para destrucci�n de la carne, para que el esp�ritu sea salvo en el d�a del Se�or Jes�s". El pecado no es un asunto menor, y ciertamente tiene una influencia tremenda en nuestra vida de oraci�n.

SOBRE LA INIQUIDAD EN NUESTROS CORAZONES ( Salmo 66:18 )

En Salmo 66:1 encontramos esta tremenda declaraci�n: "Venid y o�d ??todos los que tem�is a Dios, y contar� lo que ha hecho por mi alma. Clam� a �l con mi boca, y fue exaltado con mi lengua." Inmediatamente despu�s de estas palabras vienen las palabras de nuestro vers�culo clave: "Si en mi coraz�n contemplo la iniquidad, el Se�or no me escuchar�". Entonces David respondi�: "Pero, en verdad, Dios me ha escuchado; ha atendido a la voz de mi oraci�n".

David, el rey, evidentemente ten�a en mente esos meses agotadores en los que los cielos estaban cerrados a su oraci�n. En ese momento sus huesos se fatigaron con el rugido de todo el d�a. Sin embargo, despu�s de que su pecado en el caso de Ur�as y Betsab� fue purgado, clam� al Se�or y fue escuchado.

En Salmo 3:1 tenemos esto claramente establecido. David dijo: "Muchos son los que dicen de mi alma: No hay ayuda para �l en Dios". David, sin embargo, afirm�: "Clam� al Se�or con mi voz, y �l me escuch� desde su santo monte". Cuando el pecado no es confesado, la oraci�n es in�til; cuando se confiesa el pecado, la oraci�n llega al trono y es contestada.

En Isa�as 59:1 leemos: "He aqu�, la mano de Jehov� no se ha acortado para salvar; ni pesado su o�do para o�r; pero vuestras iniquidades se han separado entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han escondi� de ti su rostro, y no oir� ".

Este lenguaje es bastante sencillo. Dios no puede contestar la oraci�n cuando el pecado est� en el coraz�n. Aqu� est� la amonestaci�n que se encuentra en la primera ep�stola de Pedro: "As�, maridos, habitad con ellos sabiamente, dando gloria a la mujer, * * para que vuestras oraciones no sean estorbadas". Esta es una declaraci�n clara de que la oraci�n puede verse obstaculizada por una vida familiar inadecuada.

Unos vers�culos m�s abajo leemos: "Porque los ojos del Se�or est�n sobre los justos, y sus o�dos atentos a sus oraciones, pero el rostro del Se�or est� contra los que hacen el mal". Nuestra conclusi�n es que el pecado en la vida dificulta la respuesta a nuestras oraciones.

II. TENER UN ESP�RITU PERDONADOR ( Marco 11:25 )

Quiz�s Marco 11:22 y Marco 11:24 contienen dos de las mayores promesas a la oraci�n en la Biblia. Sin embargo, el Se�or agreg� una advertencia solemne que no debemos pasar por alto. El Maestro dijo: "Cuando est�is orando, perdonad, si ten�is algo contra alguno; para que tambi�n vuestro Padre que est� en los cielos os perdone vuestras ofensas. Pero si no perdon�is, tampoco vuestro Padre que est� en los cielos perdonar� vuestras ofensas. transgresiones ".

Estas palabras son m�s enf�ticas porque siguen inmediatamente a esa maravillosa promesa: "Todo lo que dese�is, cuando ores, creed que lo recibir�is, y lo tendr�is". El Se�or protegi� Su promesa al especificar que un esp�ritu que no perdona har�a que la promesa fuera inoperante.

En Mateo 5:23 tenemos la instrucci�n divina: "Por tanto, si llevas tu ofrenda al altar y all� te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja all� tu ofrenda delante del altar y vete; primero reconc�liate con tu hermano, y luego ven y presenta tu ofrenda ". �Crees que Dios escuchar� nuestras oraciones o recibir� nuestra adoraci�n, si tenemos algo en nuestro coraz�n contra nuestro hermano?

En Mateo 18:1 el Se�or Jes�s indag� m�s y m�s profundamente cuando relat� la historia del siervo despiadado. Este siervo ten�a una gran deuda con su amo, y su amo le perdon� la deuda. Inmediatamente ese criado encontr� a un consiervo que le deb�a una miseria; sin embargo, le impuso las manos y lo tom� del cuello, diciendo: "P�game lo que debes". Luego meti� al hombre en la c�rcel porque no pod�a pagar.

Cuando el Se�or del siervo despiadado oy� lo que hab�a hecho, lo llam� y le dijo: "�Oh, siervo imp�o, yo te perdon� toda esa deuda porque me deseaste! �No debiste t� tambi�n haber tenido compasi�n de tu pr�jimo? �servidor?" Aqu� est� la conclusi�n de nuestro Se�or: "Entr�galo a los verdugos hasta que pague todo lo que le deb�a". Entonces Cristo a�adi�: "As� tambi�n har� mi Padre Celestial con vosotros, si de vuestro coraz�n no perdon�is cada uno a su hermano sus ofensas".

La tremenda importancia de esto en relaci�n con la oraci�n se establece en la oraci�n que el Se�or dijo a sus disc�pulos. "Perd�nanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Es cierto que si no perdonamos a los que nos son deudores, tampoco nuestro Padre Celestial nos perdonar� nuestras deudas.

III. EL PECADO DE LA INCREDULIDAD ( Marco 11:22 )

Esta lectura de las Escrituras precede a la que acabamos de considerar. Jes�s dijo a sus disc�pulos: "Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: Mu�vete, y �chate en el mar, y no dudar� en su coraz�n, sino que creer�. que suceder�n las cosas que �l dice; recibir� todo lo que diga ". Entonces el Se�or a�adi� las palabras en Marco 11:24 : "Por tanto, os digo que todo lo que dese�is, cuando or�is, creed que lo recibir�is, y lo tendr�is".

El argumento de este vers�culo no es simplemente que la fe trae resultados, sino que la incredulidad hace que los resultados sean imposibles. Hay un vers�culo en Hebreos 11:6 que dice: "El que viene a Dios, debe creer que �l es". Hay dos cosas en las que debemos creer: primero, debemos creer que Dios existe; en segundo lugar, debemos creer que �l recompensa a quienes lo buscan diligentemente.

La incredulidad es negra con el ce�o fruncido de Dios. En Salmo 78:1 Dios dice: "En todo esto * * no creyeron". La misma Escritura agrega que "limitaron al Santo de Israel". La incredulidad siempre limita a Dios. Cuando Jesucristo fue a la ciudad de Nazaret donde hab�a vivido, no pudo hacer all� ninguna obra poderosa debido a su incredulidad.

En Santiago 1:6 leemos: "Pida con fe, sin vacilar nada. Porque el que se mueve es como una ola del mar impulsada por el viento y sacudida. Porque no piense ese hombre que recibir� nada. del Se�or." Esto es bastante claro. Si la Palabra de Dios es verdadera cuando dice: "Seg�n tu fe sea contigo", entonces lo contrario tambi�n es cierto: "Seg�n tu incredulidad, te sea hecho".

IV. UN CORAZ�N AUTO CONDENADO ( 1 Juan 3:20 )

He aqu� una declaraci�n que puede sorprendernos. "Porque si nuestro coraz�n nos reprende, Dios es mayor que nuestro coraz�n y conoce todas las cosas". "Amados, si nuestro coraz�n no nos reprende, confianza tenemos en Dios". "Y todo lo que pedimos, lo recibimos de �l, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que agrada a sus ojos". �Qu� maravillosos vers�culos sobre la oraci�n son estos! Cuando oramos, si encontramos que hay en nuestro coraz�n autocondenaci�n, debemos buscar inmediatamente encontrar su causa y corregirla.

Por otro lado, cuando llegamos a la presencia de Dios con un coraz�n incondicional y una conciencia tranquila, recibimos lo que pedimos. Lo recibimos porque agradamos a Dios y guardamos sus mandamientos.

La Biblia nos dice claramente que cuando nos condenamos a nosotros mismos, Dios ciertamente nos condenar�. Puede mirar mucho m�s profundo de lo que nosotros podemos mirar. �l puede ver cosas en nuestro ser m�s �ntimo que nosotros no podemos ver.

En Romanos 8:1 leemos: "Por tanto, ahora no hay condenaci�n para los que no andan seg�n la carne, sino seg�n el Esp�ritu".

Romanos 7:1 habla de una vida sin oraci�n, o, al menos, una vida obstaculizada por la oraci�n, porque es una vida de autocondena. All�, el creyente clama: "�Miserable de m�! �Qui�n me librar� del cuerpo de esta muerte?" Romanos 8:1 es la vida cristiana victoriosa.

En Romanos 7:1 predomina el gran "yo" de la vida del yo. En Romanos 8:1 se pierde de vista el "yo" del yo, y predomina el Esp�ritu.

Romanos 8:1 es el cap�tulo de la oraci�n, porque cumple con las condiciones que hemos considerado en 1 Juan 3:20 , y nos lleva a un lugar sin auto-condenaci�n. El resultado se expresa en Romanos 8:15 : "Porque no hab�is vuelto a recibir el esp�ritu de servidumbre para temer, sino que hab�is recibido el Esp�ritu de adopci�n, por el cual clamamos: Abba, Padre".

En Romanos 8:26 del mismo cap�tulo se encuentra esa maravillosa declaraci�n que llega al santo lleno del Esp�ritu y guiado por el Esp�ritu: "De la misma manera, el Esp�ritu tambi�n ayuda en nuestras debilidades, porque no sabemos lo que debemos pedir como conviene, sino el El Esp�ritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles ".

V. GUSTOS PERSONALES ( Santiago 4:1 )

El Esp�ritu Santo no est� discutiendo guerras y peleas entre naciones, sino guerras y peleas entre santos. Luego pregunta: "�De d�nde vienen?" Tambi�n se da la respuesta: "Incluso de tus concupiscencias que pelean en tus miembros". La gran conclusi�n se declara a continuaci�n: "Codici�is (es decir, dese�is), y no ten�is; matas, y quer�is tener, y no pod�is obtener; pele�is y guerre�is, pero no ten�is, porque no ped�s. Ped�s y no recib�s, porque ped�s mal, para consumirlo en vuestra concupiscencia ".

Hay dos grandes declaraciones en estos vers�culos. La primera es que los creyentes que caminan en los deseos y las concupiscencias de la carne, y pelean y hacen guerra entre ellos, son creyentes sin oraci�n. No lo han hecho, porque no piden.

En segundo lugar, hay una advertencia de que algunos de ellos oran, que piden, pero no reciben, porque est�n orando mal. Den gracias a Dios por los mensajes claros y sencillos que nos ha dado, que nos explican por qu� no se responden las oraciones.

Si vivimos en los deseos de nuestra carne satisfaciendo los deseos de la carne y la mente, no podemos orar a Dios de manera aceptable. Cuando la oraci�n o petici�n que sale de nuestros labios se centra en nosotros mismos, estaremos pensando, no en la voluntad de Dios, no en las necesidades de los dem�s, sino que estaremos rezando una oraci�n ego�sta y egoc�ntrica. Dios dice tales oraciones que no escuchar�.

Independientemente de lo que se pueda decir, si queremos que Dios escuche nuestras oraciones, no podemos estar alimentando la carne y caminando en comuni�n con el mundo. Nuestro Dios es un Dios celoso y quiere tenernos enteramente para �l.

VI. NO SEG�N SU VOLUNTAD ( 1 Juan 5:14 )

Estos vers�culos nos llevan al lugar de la confianza en la oraci�n. "Esta es la confianza que tenemos en �l, que si pedimos algo conforme a Su voluntad, �l nos escucha; y si sabemos que �l nos escucha, todo lo que le pedimos, sabemos que tenemos las peticiones que deseamos. de �l."

"Si alguno ve a su hermano pecar un pecado que no es de muerte, pedir�, y �l le dar� vida por los que pecan, no de muerte. Hay pecado de muerte: no digo que ore por �l. eso."

Todo el mensaje se centra en el hecho de que la oraci�n por los enfermos, los afligidos y los afligidos debe ser conforme a la voluntad de Dios. Si estamos orando por un hermano que ha pecado, pero su pecado no es uno que Dios considere digno de muerte f�sica, Dios responder� esa oraci�n.

�Recuerdan la amonestaci�n en el libro de Santiago: "�Est� alguno enfermo entre ustedes? Que llame a los ancianos de la Iglesia, y oren por �l, ungi�ndole con aceite en el Nombre del Se�or: y la oraci�n de la fe salvar� al enfermo, y el Se�or lo resucitar�; y si hubiere cometido pecados, le ser�n perdonados "? Esto concuerda perfectamente con nuestro texto clave. Sin embargo, el Se�or pone una declaraci�n provisoria: "Hay un pecado que es de muerte.

"En otras palabras, el hombre de quien hablamos antes en la lecci�n hab�a pecado de muerte, y Pablo definitivamente dijo que tal persona ser�a entregada" a Satan�s para la destrucci�n de la carne, a fin de que el esp�ritu sea salvo en el d�a del Se�or Jes�s ".

En cualquier caso, ya sea que oremos por los enfermos o que oremos por los sanos, debemos orar de acuerdo con Su voluntad. No sabemos el camino por el que debemos ir, pero conocemos a nuestro Gu�a, y debemos buscar Su placer por encima del nuestro. Pablo busc� al Se�or tres veces para que lo liberara de un aguij�n en la carne. Dios no lo liber� porque no era la voluntad de Dios. Sin embargo, el Se�or dijo: "B�state mi gracia".

VII. NO PERMANECER EN CRISTO ( Juan 15:7 )

Estamos usando este vers�culo al final porque sentimos que es un cl�max. Aqu� est� el vers�culo: "Si permanec�is en m�, y mis palabras permanecen en vosotros, pedir�is lo que quer�is, y se os har�". Lo contrario, una vez m�s, es cierto. Si fallamos en permanecer en �l, y Sus Palabras no permanecen en nosotros, nuestras oraciones ser�n obstaculizadas y sin respuesta.

Permanecer en el Se�or significa caminar en la luz como �l est� en la luz. Es entonces cuando tenemos comuni�n unos con otros; pero si caminamos en tinieblas, no estaremos en posici�n de orar, ni Dios se encontrar� capaz de responder.

Fue la oraci�n de Abraham la que result� eficaz en el caso de Lot. Dios dijo: "Se lo dir� a Abraham, porque yo conozco a Abraham". Aquellos de nosotros que solo hacemos peregrinaciones semi-ocasionales al Trono de la Gracia no somos los que somos bendecidos. Son m�s bien los que caminan con Dios d�a a d�a los que tienen la victoria.

En Juan 14:1 el Se�or Jes�s habla de Su venida y de Su morada con Sus santos. Sin embargo, �con qui�n mora? Es con aquellos que guardan Sus Palabras. Tambi�n podemos preguntarnos qui�n es el que permanece con Cristo. Son ellos los que guardan Sus Palabras.

En nuestro mismo cap�tulo se da la promesa: "Todo lo que pidiereis en mi nombre, lo har�, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ped�s algo en mi nombre, lo har�". Entonces Cristo a�adi�: "Si me am�is, guardad mis mandamientos". Entonces, permanecer en Cristo nos da el privilegio de la oraci�n, as� como permanecer en Cristo nos da el privilegio de pedir en Su Nombre. No tenemos derecho a poner Su Nombre sobre cualquier cosa que le pidamos a menos que estemos caminando con Dios.

UNA ILUSTRACI�N

ORACIONES, MERA PALABRA

Una vez un hombre so�� que se encontraba en una iglesia con el viejo sacrist�n, que estaba dando vueltas con una vela encendida, viendo que todo estaba bien antes de cerrar. Al mirar hacia los oscuros recovecos del techo, apenas pudo distinguir una serie de hermosos p�jaros que se mov�an desesperadamente y aparentemente intentaban atravesar el techo, mientras que otros parec�an haberse quedado dormidos en las vigas y vigas.

"�Que son estos?" pregunt� con asombro. "�Oh!" dijo el sacrist�n, "estas son algunas de las oraciones que se dicen hoy aqu�. Solo unas pocas han subido a Dios. Estas nunca lo alcanzar�n, porque fueron meras palabras". El Padre Celestial solo escucha las oraciones del coraz�n. Cr�nica de la escuela dominical.

Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en 2 Chronicles 7". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/2-chronicles-7.html.