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Bible Commentaries
2 Samuel 9

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Versículos 1-13

Mefiboset, un tipo de gracia salvadora

2 Samuel 9:1

PALABRAS INTRODUCTORIAS

La historia de Mephiboseth es fascinante. Tiene una mirada hacia atr�s, ya que recordamos los esponsales de Jonat�n con David. Marquemos esto en primer lugar:

1. Los desposorios de David y Jonat�n. Los corazones de estos dos hombres se unieron como verdaderos amantes. Se unieron el uno al otro. Hicieron votos el uno al otro. Hicieron m�s, demostraron la sinceridad de su amor con su continua fidelidad. Las palabras son baratas y f�ciles de pronunciar, ya veces no son m�s que halagos pasajeros. Los hechos prueban el amor.

2. El odio de Sa�l hacia David. Sa�l sinti� envidia de David por la matanza del gigante Goliat; y tambi�n porque las mujeres atribuyeron a David la muerte de diez mil, ya Sa�l de miles. Este odio de Sa�l nunca cambi� el coraz�n de Jonat�n, el hijo de Sa�l, hacia su amado amigo. Jonat�n incluso advirti� a David de la intenci�n de Sa�l en su vida y lo liber� de los lazos que Sa�l hab�a puesto para la muerte de David.

Necesitamos m�s del tipo de amor de Jonathan. Necesitamos amar a trav�s de dificultades y obst�culos, que humanamente, son insuperables.

3. La recompensa de un amor eterno. David no dej� de corresponder al amor de Jonat�n. Despu�s de que Jonat�n muri� en la batalla, David demostr� la realidad de su amor en su bondad hacia Mefiboset, el hijo de Jonat�n. En esta bondad, David demostr� ser un verdadero hombre, porque el hombre que trajo a su propia mesa, aunque era hijo de Jonat�n, tambi�n era nieto de Sa�l y heredero del trono de Sa�l.

Confiamos en que se traer�n muchas verdades perdurables m�s adelante a medida que se estudie la historia en su totalidad.

I.MOSTRANDO BONDAD POR JONAT�N ( 2 Samuel 9:1 )

Sa�l, el enemigo de David y el buscador de la vida de David, est� muerto en batalla. Jonat�n, el amigo de David, tambi�n est� muerto. David ahora est� en el trono en lugar de Sa�l y es rey de Israel. Los filisteos que hab�an matado a Sa�l hab�an sido derrotados por David. La paz estaba ahora asegurada, y David centr� su atenci�n en fortalecer su reino y hacer de su reinado una bendici�n para sus s�bditos.

1. Observe c�mo David procur� ser amable con la casa de Sa�l. David no pregunt� si quedaba alguien de la casa de Jonat�n. Fue hacia Saulo, el que tantas veces hab�a intentado matarlo y lo hab�a obligado a vivir en un exiliado de su hogar y pa�s, a quien deseaba favorecer.

En esto David estaba siguiendo los pasos de Aquel que le hab�a perdonado una deuda tan grande. �l hab�a sido por naturaleza un pecador contra Dios, y sin embargo, Dios hab�a sido bondadoso con �l, hab�a lavado sus pecados y borrado sus transgresiones.

2. Observe c�mo David quer�a mostrar bondad a la casa de Sa�l por amor a Jonat�n. Record� el amor que le hab�a mostrado Jonat�n, el hijo de Sa�l. Record� su promesa a Jonat�n: "No cortar�s tu bondad de mi casa para siempre".

Las citas sagradas no deben descuidarse. Dios no ha olvidado sus promesas para con nosotros, que hizo en su Hijo. Por amor de Cristo, nos ha salvado con una salvaci�n gloriosa. Todo esto aparecer� a medida que avanza la lecci�n.

II. MOSTRANDO LA BONDAD DE DIOS ( 2 Samuel 9:3 )

Cuando llamaron a Siba, un siervo de la casa de Sa�l, el rey David habl� y dijo: "�No hay todav�a alguien de la casa de Sa�l para que yo le muestre la bondad de Dios?"

1. La bondad de David no era natural en su carne. Llam� a su bondad, "La bondad de Dios", tanto como para decir: "Mi bondad para con la casa de Sa�l es inspirada por el Esp�ritu del Dios viviente que mora en m�".

He aqu� una gran verdad. No necesitamos jactarnos de nuestras acciones nobles y divinas como si emanaran de nuestro propio ser. Nuestra hermosura es Su hermosura, puesta sobre nosotros. Nuestra bondad, nuestra mansedumbre y nuestra bondad, es lo que poseemos a trav�s del Esp�ritu Santo que mora en nosotros. Es el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Esp�ritu Santo lo que nos hace amar a nuestros enemigos.

2. La bondad de David hacia Sa�l fue de hecho una imagen fiel de la bondad de Dios hacia nosotros. Aqu� tenemos una de las mejores definiciones de la Biblia para "gracia". La gracia es la bondad de Dios para con los pecadores, los imp�os. La gracia es un favor inmerecido. La gracia es bondad inmerecida. La gracia trata con nosotros mientras a�n somos pecadores. Es insondable e incomprensible.

Amar a los amados y ser bondadosos con los que han sido bondadosos con nosotros, no es la bondad de Dios manifestada en la gracia. La gracia fue la bondad de Dios al proporcionar salvaci�n a los que merecen el infierno. La gracia es la bondad de Dios que conduce a la vida, la luz y el amor para siempre a los que son dignos de la muerte eterna.

III. MEPHIBOSHETH EN LODEBAR

Siba le dijo a David que Jonat�n ten�a un hijo, llamado Mefiboset, que era cojo de ambos pies. Este hijo habit� en la casa de Machir en Lodebar.

1. Mefi-boset habitaba en Lodebar. Lodebar significa "el lugar donde no hay pastos". All� es donde moran todos los pecadores. El pecado nos empobrece. El pecado nos roba nuestros derechos y riquezas. Los malvados, por un tiempo, pueden prosperar, pero �c�mo son derribados en un momento y llevados a la oscuridad y la desesperaci�n! Es su �ltimo fin el que nos hace reflexionar. Para ellos est� reservada para siempre la negrura de las tinieblas.

2. Mefiboset estaba cojo de ambos pies. Cuando era ni�o, qued� cojo cuando su nodriza lo dej� caer, mientras lo cargaba, huyendo de la marcha victoriosa de David. Cojo de la ni�ez cojo, cojo para siempre. El pecador es cojo y no puede llegar a Dios sin ayuda ni b�squeda. No puede hacer nada para recuperar la restauraci�n de todo lo que perdi� en el pecado de Ad�n. Est� indefenso porque no puede levantar sus pies del barro fangoso de sus malas acciones y colocarlos sobre la roca, Cristo Jes�s. No puede salvarse a s� mismo del pecado, ni tampoco puede salvarse a s� mismo para la vida eterna.

IV. DAVID LO ENVI� Y LO BUSC� ( 2 Samuel 9:5 )

Podemos sacar muchas lecciones a lo largo de la l�nea de la gracia, de este acto de David.

1. David envi� mensajeros a Mefiboset. Dios nos ha enviado al mundo. Tenemos el encargo de ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura.

Cristo mismo fue enviado al mundo; y antes de irse, dijo a los disc�pulos: "Como me envi� mi Padre, as� tambi�n yo os env�o". �C�mo puede la gente creer en Aquel de quien no han o�do? �C�mo pueden o�r sin un predicador, y c�mo pueden predicar si no son enviados?

Al otro lado de las arenas pasaron los embajadores de David en Mefiboset. V�monos tambi�n nosotros.

"�Podemos nosotros, cuyas almas est�n iluminadas con sabidur�a de lo alto?

�Podemos a las almas ignoradas, la L�mpara de Dios negar? "

2. David fue a buscar a Mefi-boset. Lo recogi� de Lodebar y lo llev� al palacio del rey. No le pidi� que viniera, lo trajo. El pastor se fue a la selva y encontr� la oveja que se hab�a perdido, luego la puso sobre sus hombros y la llev� a casa.

Jos� envi� carros para llevar a su anciano padre, Jacob, a Egipto. Para Israel de Dios de edad dijo: "Y hasta la vejez yo soy �l, y hasta las canas voy a llevar a usted: he hecho, y soportar�: Y har� que realizar ., Y guardar�"

Dios todav�a nos lleva en sus brazos.

V. MEFIBOSETE LLEGA A DAVID ( 2 Samuel 9:6 )

Las Escrituras guardan silencio sobre el viaje de Lodebar al palacio del rey David. Los eventos se incluyen en una palabra, "recuperados". No as� los eventos cuando Mephiboseth lleg� al palacio.

1. Mefiboset cay� de bruces. Aqu� est� la actitud correcta para un s�bdito que recibe un gran favor de su rey; aqu� tambi�n est� la actitud correcta para un pecador que busca el favor de su Dios.

Necesitamos m�s humillaci�n y contrici�n. Necesitamos un sentido m�s profundo de nuestro propio pecado, por un lado, y una concepci�n m�s profunda de la santidad y la grandeza de Dios, por el otro. Es el coraz�n contrito y humillado lo que Dios no despreciar�.

2. Mefiboset hizo reverencia. No debemos adorar a los hombres, pero debemos adorar a Dios. Necesitamos ver en Dios lo alto y lo santo, el eterno. Mefiboset se dio cuenta tanto de la grandeza del rey David como de su clemencia. Sab�a que David ten�a el poder de matarlo y el poder de mantenerlo con vida. Sab�a que David ten�a el poder de confiscar todos los bienes que pertenec�an a la casa de Sa�l, o el poder de devolverle todo, como un acto de gracia. Por tanto, no nos maravillamos de que le hiciera reverencia.

VI. LA ABUNDANTE GRACIA DE DAVID. ( 2 Samuel 9:7 )

1. Devolver a Mefi-boset lo que hab�a perdido en Sa�l. David no solo mostr� bondad hacia la casa de Sa�l, sino que tambi�n dijo: "Te devolver� toda la tierra de Sa�l tu padre".

Cuando el Se�or nos salva, nos devuelve al lugar del que cay� Ad�n. De hecho, todo lo que perdimos en Ad�n lo recuperamos en Cristo. Sin embargo, hay m�s para nosotros que esto. Dios mejora a David, nos eleva muy por encima de lo que perdimos en Ad�n; �l nos da la filiaci�n y la herencia con Cristo para siempre. El cielo mismo con todas sus riquezas y maravillas de gloria est� incluido en la salvaci�n que Dios obr� para nosotros a trav�s de Su Hijo y nuestro Salvador.

2. Otorgar a Mephiboseth un asiento en su mesa. David dijo al hijo de Jonat�n: "Comer�s el pan a mi mesa continuamente". Debe haber sido algo maravilloso haber venido de Lodebar y del lugar del miedo y estar alojado en Jerusal�n en el lugar de seguridad. Pocas personas ten�an el privilegio de comer pan continuamente en la mesa de David, pero Mefiboset ten�a ese privilegio; y sin embargo, Mefi-boset era de la casa de Sa�l.

Tenemos aqu� exactamente lo que Dios nos concede; s�lo que, una vez m�s, Dios va mejor a David. David se llev� al hijo de Jonat�n a vivir con �l. Jesucristo dijo: "No los dejar� sin consuelo: vendr� a ustedes". Tambi�n dijo que tanto �l como el Padre vendr�an a nosotros y har�an su morada con nosotros. David no fue a Lodebar a vivir con Mefiboset. Nuestro Se�or, sin embargo, mora con nosotros en nuestro Lodebar.

Aqu� hay un significado m�s profundo. Al final, Dios nos sacar� de este desierto y estaremos para siempre con el Se�or. Como David recibi� a uno de los hijos de Sa�l, as� seremos recibidos en la morada eterna y comeremos para siempre a la mesa del Se�or.

VII. LOS SIERVOS DE MEFIBOSETE ( 2 Samuel 9:9 )

Aqu� hay algo que vale la pena. El rey llam� a Siba y le dijo: "T�, por tanto, y tus hijos y tus siervos labrar�s la tierra para �l, y traer�s los frutos para que el hijo de tu se�or tenga qu� comer".

�Existe una analog�a para nosotros en todo esto? Despu�s de que el Se�or nos ha salvado y nos ha hecho comer en Su mesa como uno de los hijos del Rey, �nos proporciona, adem�s, siervos para que nos velen y nos sirvan?

Perm�tanos citarle un vers�culo de Hebreos: "�No son todos esp�ritus ministradores, enviados para ministrar por los que ser�n herederos de la salvaci�n?" Los �ngeles son nuestros sirvientes. Acampan alrededor de los que temen al Se�or y los libran.

UNA ILUSTRACI�N

Al hablar de la gracia de Dios manifestada en la bondad de David hacia Mefiboset, estamos abrumados por el asombro. Es simplemente imposible para nosotros sondearlo todo, y comprender la altura, la profundidad, la longitud y la amplitud de la gracia de Dios para con nosotros, en que, cuando a�n �ramos pecadores, Cristo muri� por nosotros.

Est�bamos cruzando el r�o Amazonas cien millas en el mar. Cuando el Capit�n de nuestro vapor nos dijo que tal era el caso, objetamos, diciendo: "Es imposible cruzar el Amazonas a cien millas de la costa de Am�rica del Sur". Sin embargo, nos record� que el Amazonas, a seis mil kil�metros de donde nos encontr�bamos a bordo de su barco, entre Ecuador y Bolivia, ten�a un kil�metro de ancho; y que en su desembocadura ten�a ciento sesenta kil�metros de ancho, llevando millones de toneladas de agua dulce por segundo al seno del Atl�ntico.

El Capit�n nos dijo que si no cre�amos que el agua era fresca, pod�amos sacar un balde con una cuerda y probar el agua. Despu�s de habernos dicho esto, pensamos en otro r�o, el R�o de la Gracia, que fluye del trono de Dios y pasa con fuerza por todo coraz�n pecador. Sab�amos que, con nuestra peque�a taza de hojalata, bebiendo del Amazonas podr�amos saciar nuestra sed, pero nunca podr�amos secar el r�o. As� sucede con la Gracia de Dios. Millones de millones han bebido y se han saciado y, sin embargo, el r�o fluye lleno y libre.

Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en 2 Samuel 9". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/2-samuel-9.html.
 
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