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Bible Commentaries
Colosenses 1

Comentario Pozos de agua vivaPozos de agua viva

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Versículos 1-16

Visiones de los prop�sitos de Dios en Cristo

Colosenses 1:1

PALABRAS INTRODUCTORIAS

Como introducci�n a nuestro estudio en la Ep�stola Paulina a los Colosenses, pensamos que valdr�a la pena observar los saludos de Pablo en las diversas ep�stolas que escribi� en el Esp�ritu.

1. El saludo a los romanos: "Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser ap�stol, apartado para el evangelio de Dios". En este saludo presionamos la declaraci�n, "Separados para el Evangelio de Dios". El Evangelio de Dios se refer�a a Su Hijo Jesucristo, nuestro Se�or. Era un evangelio acerca de Cristo crucificado, Cristo resucitado y Cristo regresando. No importa cu�ndo alguien haya venido a escuchar la predicaci�n de Pablo, lo habr�a encontrado agrupando su mensaje en torno a este triple Evangelio.

2. El saludo a los corintios: "Pablo, llamado a ser ap�stol de Jesucristo por la voluntad de Dios". Pablo en cada ep�stola enfatiza su Apostolado. En esta ep�stola enfatiza particularmente que fue un ap�stol por voluntad de Dios. Todos los que decimos predicar debemos saber qui�n nos llam� al servicio. Si vamos a donde no somos enviados, no somos un ap�stol, un enviado. Si vamos adonde los hombres nos han enviado, no podemos llamarnos enviados de Dios.

3. El saludo a los G�latas: "Pablo, un ap�stol, (no de hombres, ni por hombre, sino por Jesucristo, y Dios el Padre * *). A los G�latas Pablo enfatiza no solo que fue enviado de Dios sino Pablo dijo a los g�latas que cuando agrad� a Dios, que lo llam� por su gracia, revelar a su Hijo en �l para que lo predicara entre los gentiles, no consult� con carne y sangre. Los que predicamos hoy debemos averiguar si estamos bajo los mandamientos de los hombres o de Dios.

4. El saludo a los efesios : "Pablo, ap�stol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos que est�n en �feso ya los fieles en Cristo Jes�s". Muchos hoy en d�a tienen la idea de que son enviados s�lo para predicar a los pecadores y para "convertir a la gente". Pablo dijo a los corintios: "Un ap�stol * * de la Iglesia de Dios". A los G�latas les dijo: "A las Iglesias de Galacia". A los Efesios, "A los santos que est�n en Efeso".

Seguramente hay, por necesidad, un mensaje particular que necesita ser declarado a los miembros del Cuerpo de Cristo.

5. El saludo a los Filipenses: "Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jes�s que est�n en Filipos". Encontramos algo similar en los otros saludos. Sin embargo, queremos llamar la atenci�n de los j�venes sobre el hecho de que Pablo no era simplemente un ap�stol, es decir, un enviado, sino que era un siervo. La palabra siervo significa un esclavo bajo �rdenes abyectas. Los enviados de Dios deben obedecer al Se�or y hacer lo que �l dice.

6. Otros saludos. En el saludo de Pablo a los tesalonicenses observamos que sus palabras de apertura, despu�s de la declaraci�n de su discurso personal, son: "Damos gracias a Dios siempre por ustedes".

En la Segunda Ep�stola dice: "Gracia y paz teng�is". A los romanos les dijo: "Amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia a vosotros y paz". A los corintios les dijo: "Gracia a vosotros y paz". A los g�latas les dijo: "Gracia a vosotros y paz". A los efesios les dijo lo mismo, mientras que a Timoteo les dijo: "Gracia, misericordia y paz". Esto tambi�n le dijo a Tito. A Filem�n le dijo: "Gracia y paz para ti".

Este saludo no es formal, pero expresa el verdadero deseo de Pablo hacia aquellos a quienes se dirigi�. Marque las obras en su orden. No es paz y luego gracia; pero es la gracia primero, seguida de la paz. No hay paz de Dios hasta que una manifestaci�n de la gracia de Dios nos ha llevado al lugar de la reconciliaci�n divina.

Al observar estos saludos, esforc�monos al escribir nuestras cartas para seguir este maravilloso ejemplo.

I. EL SE�OR JESUCRISTO ( Colosenses 1:1 )

No queremos parecerle exagerados y, sin embargo, creemos que nos beneficiar� observar el nombre de nuestro Se�or en estos vers�culos iniciales de Colosenses.

1. En Colosenses 1:1 leemos: "Pablo, ap�stol de Jesucristo",

2. En Colosenses 1:2 leemos: "De Dios nuestro Padre y del Se�or Jesucristo".

3. En Colosenses 1:3 leemos: "Dios y Padre de nuestro Se�or Jesucristo".

4. En Colosenses 1:4 leemos; "Tu fe en Cristo Jes�s".

As� podr�amos continuar a lo largo de la ep�stola. �Cu�l es el significado m�s profundo de estos nombres de Cristo? No encontramos nada en esta Ep�stola ni en ninguna de las otras en las que se encuentra el Nombre que usamos tan com�nmente. Queremos decir que no se habla de nuestro Se�or como "Jes�s". Concedemos que puede usar la palabra "Jes�s" con toda sinceridad y buena intenci�n. Sin embargo, Su Nombre no se usa as� en las Ep�stolas, ni despu�s de Su resurrecci�n ".

Los evangelios hablan continuamente de "Jes�s" mientras se mov�a entre la gente ense�ando y haciendo milagros, porque estaba all� como Aquel que vino a la tierra para salvar a su pueblo de sus pecados. Sin embargo, en el momento en que complet� Su obra en el Calvario, entr� en una nueva fase de servicio para nosotros. Resucit� de entre los muertos y ascendi� a lo alto como Jesucristo, Jes�s el Ungido. Se sent� a la diestra del Padre como Se�or y como Cristo.

Por lo tanto, cuando hablamos de nuestro Se�or como "Jes�s", corremos el peligro de limitar nuestra concepci�n de �l solo como Aquel que muri�; olvidando que �l ha resucitado, est� sentado y vestido con toda autoridad y poder como Cabeza de la Iglesia.

Sugerimos algunos de los t�tulos de los cuatro cap�tulos de Colosenses adem�s de los que ya se mencionaron en los vers�culos iniciales:

En Colosenses 1:7 leemos Colosenses 1:7 de "un fiel ministro de Cristo".

En Colosenses 1:27 leemos: "Cristo en ti, la esperanza de gloria".

En Colosenses 1:28 leemos Colosenses 1:28 de ser presentado "todo hombre perfecto en Cristo Jes�s".

En Colosenses 2:6 encuentra esta expresi�n: "Cristo Jes�s el Se�or".

En Colosenses 2:8 est� la expresi�n "Cristo".

En otras tres ocasiones en el cap�tulo, nuestro Se�or es llamado Cristo.

En Colosenses 3:3 , nuestra vida est� escondida con "Cristo en Dios".

En Colosenses 3:4 es "Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca".

En Colosenses 3:11 es, "pero Cristo es todo, y en todos".

II. EL NOMBRE DE LOS CREYENTES ( Colosenses 1:2 )

1. Los creyentes son llamados santos. La palabra santos tiene un doble significado. Primero, sugiere que son santos. Sin embargo, Dios no quiere decir que los santos sean inherentemente santos. Son santos en esto: sus pecados son puestos sobre el Se�or Jesucristo, y ellos mismos han obtenido la justicia que es por la fe.

La palabra santos tambi�n sugiere "separaci�n". Los hijos de Dios no solo son llamados por Dios para separarse del mundo, sino que tambi�n son llamados por Dios en separaci�n para Dios.

Ambos debemos "salir" y tambi�n debemos "entrar"; hay muchas cosas a las que renunciar, tambi�n hay muchas cosas que recibir o conseguir. Por tanto, si somos santos, vivamos santos, llevando nuestra vida diaria y caminando a nuestra posici�n en Cristo.

2. Los creyentes son llamados hermanos fieles en Cristo. Consideremos primero la palabra "hermanos". Esta palabra sugiere dos cosas:

(1) Sugiere nuestra relaci�n con Cristo. Somos sus hermanos por la sencilla raz�n de que somos hijos de Dios y �l es el Hijo de Dios.

Jesucristo, despu�s de Su resurrecci�n, le dijo a Mar�a: "Ve y dile a Mis hermanos". Hay otro vers�culo de la Escritura que dice: "Por lo cual no se averg�enza de llamarnos hermanos".

(2) Sugiere nuestra relaci�n entre nosotros. Tenemos una relaci�n entre nosotros porque estamos unidos en nuestra relaci�n con �l. Est� escrito: "�Cu�n bueno y cu�n agradable es para los hermanos vivir juntos en unidad!"

Puede parecer anticuado, pero todav�a nos deleitamos en llamar a nuestros hermanos, hermano esto o hermana aquello. Si somos miembros de una gran Familia, somos miembros los unos de los otros. Regocij�monos en esta relaci�n. Puesto que somos hermanos, seamos hermanos fieles.

III. EL TRIPLE PATRIMONIO DE LOS CREYENTES ( Colosenses 1:4 )

1. La primera herencia del creyente es la fe. Nuestro vers�culo clave dice: "Desde que nos enteramos de su fe en Cristo Jes�s". No podr�an haber sido hermanos si no tuvieran fe. Fueron salvos por fe, y habiendo sido salvos, vivieron por fe; caminaron por fe; obraron con fe.

Debemos recordar que la fe es algo muy activo. Es mucho m�s que un asentimiento intelectual. Es un regalo de Dios vivo, vital y activo. Simplemente lea el cap�tulo 11 de Hebreos, o el cap�tulo 2 de Santiago, y ver� algunos de los logros de la fe en la vida del cristiano. Lea acerca de la fe en su relaci�n con la oraci�n y c�mo recibe las cosas de Dios; y ver�s que la fe est� lejos de ser algo inactivo y muerto.

2. La segunda herencia del creyente es el amor. El amor es el segundo de una trinidad de gracias. Todo joven nos conceder� que el amor es todo menos inactivo. El amor nunca cuenta el costo, ni pesa el sacrificio. Muchas aguas no pueden apagar el amor, ni las inundaciones pueden ahogarlo. Si un hombre entregara todas sus posesiones, encontrar�a que el amor verdadero no est� a la venta.

El amor en Colosenses 1:4 , se habla en Colosenses 1:8 como, "Tu amor en el Esp�ritu". El amor es fruto del Esp�ritu. Es derramada en nuestros corazones por el Esp�ritu.

3. La tercera herencia del creyente es la esperanza. La esperanza es la tercera de las tres gracias. Nuestro vers�culo dice: "Por la esperanza que os est� guardada en el cielo". La esperanza es ese principio dentro de nosotros que se apodera de las cosas por venir. Lo que tiene un hombre, �por qu� espera todav�a?

IV. EL DOBLE ALCANCE DEL EVANGELIO ( Colosenses 1:5 )

1. "El Evangelio, que ha llegado a vosotros". Podemos recordar el d�a en que nos lleg� el Evangelio, y tambi�n puedes recordar cuando te lleg�. Hab�as escuchado el Evangelio muchas veces, sin duda, pero nunca lleg� a casa en el verdadero sentido de la palabra, hasta que dio a luz la vida eterna.

El evangelio significa "buenas noticias". Es como agua para la tierra sedienta. Es una buena palabra de un pa�s lejano. Es una nota sobre la salvaci�n. Es la salvaci�n que se centra en Jesucristo nuestro Se�or.

2. El Evangelio que ha venido a todo el mundo. La segunda declaraci�n de nuestro vers�culo es "como en todo el mundo". Gracias a Dios, las buenas nuevas del cielo que nos llegaron, tambi�n llegaron a otros. Nunca debemos considerarnos los �nicos y �nicos receptores de la gracia, ni los �nicos y �nicos herederos de la Gloria. El alcance del Evangelio llega hasta el �ltimo hombre de la tierra. Es precisamente aqu� donde asumimos nuestra propia responsabilidad hacia los dem�s.

"�Ha tenido alguna amabilidad?

P�salo:

No te fue dado solo a ti,

P�salo:

D�jalo ir a lo largo de los a�os

Deja que se seque las l�grimas de otro

Hasta que en el cielo aparezca el hecho

P�salo."

�Qu� mayor gozo podemos tener que ser anunciadores del Evangelio?

3. El Evangelio que vino a nosotros y al mundo, da fruto. Cuando el Esp�ritu Santo, a trav�s de Pablo, le escribi� a Tito, le dio un mandamiento acerca de la clase de di�conos y ancianos, acerca de la clase de ancianos, ancianas, hombres j�venes y mujeres j�venes, y tambi�n la clase de siervos que deben caracterizar al pueblo. Iglesia de Dios.

El Esp�ritu de Dios escribi�: "La gracia de Dios que trae salvaci�n [nos ense�a] que * * debemos vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo presente".

V. LA ORACI�N DE PABLO POR LOS COLOSENSES ( Colosenses 1:9 )

1. Or� para que los colosenses pudieran caminar dignos del Se�or. Este fue un gran anhelo de su alma. Sab�a que despu�s de la vida, viene caminar y vivir. Quer�a que los hijos de la luz caminaran en la luz. Para todos nosotros, la oraci�n de Pablo puede parecer sorprendente. �C�mo puede la criatura glorificar al Creador? �C�mo puede alguien en la carne honrar a Cristo en los Cielos? �C�mo puede un pecador, salvo por gracia, andar digno de Aquel que lo salv�?

El Ap�stol, sin embargo, fue m�s all� y or� para que los colosenses pudieran caminar dignos del Se�or para todo agrado. Debemos sugerir que Pablo no pens� en absoluto en la igualdad de los santos con el Salvador. Un ni�o peque�o puede estar muy por debajo de la dignidad y el poder de su padre y, sin embargo, puede caminar digno de ese padre para ser agradable. Este deber�a ser el mayor deseo de nuestro coraz�n.

2. Or� para que fueran fruct�feros en toda buena obra. Aqu� hay algo m�s que vivir. Aqu� est� el servicio, hacer cosas para Dios. Sin duda, esto tambi�n es un deseo supremo de todos nosotros, que seamos fruct�feros en toda buena obra.

3. Or� para que los colosenses pudieran aumentar el conocimiento de Dios. Seguramente ninguno de nosotros lo sabe todo. por lo tanto, todos podemos crecer en el conocimiento de nuestro Se�or y Salvador, mediante el estudio de Su Palabra y nuestra comuni�n con �l.

4. Or� para que los colosenses fueran fortalecidos con todas las fuerzas de acuerdo con su glorioso poder. Su poder, por lo tanto, no era un poder propio. Fue Su poder. El prop�sito de ser revestidos con Su poder no era simplemente que pudi�ramos ser fruct�feros en toda buena obra, sino que pudi�ramos ser revestidos de toda paciencia y longanimidad, de gozo.

5. Or� por los colosenses en relaci�n con su acci�n de gracias, porque hab�an sido hechos aptos para participar de la herencia de los santos en luz. He aqu� una herencia que nos pertenece a todos y que es nuestra por gracia. Que Dios nos conceda que la oraci�n de Pablo por los colosenses se realice en nosotros.

VI. EL ESP�RITU SANTO GLORIFICA A CRISTO ( Colosenses 1:13 )

1. El Esp�ritu glorifica a Cristo en su liberaci�n de los pecadores del poder de las tinieblas. Cu�n maravilloso es todo, est�bamos muertos en delitos y pecados, caminando seg�n el pr�ncipe de la potestad del aire; �ramos hijos de las tinieblas, como los dem�s; pero Dios envi� a su propio Hijo y nos libr�.

Recordamos c�mo Cristo estaba en Nazaret, y dijo: "Me ha enviado a * * predicar liberaci�n a los cautivos, y que recupere la vista a los ciegos, para poner en libertad a los heridos".

�Qu� maravilloso Salvador es este! Saca nuestros pies del barro fangoso y los coloca sobre la roca. �l convierte nuestras tinieblas en luz; nuestra lluvia a la luz del sol; nuestra penumbra en gloria. Hay una gran diferencia entre lo que �ramos en los d�as de nuestro pecado y lo que somos en los d�as de nuestra regeneraci�n. Nos parece que la distancia es tan grande como lo es el cielo del infierno.

2. El Esp�ritu glorifica a Cristo al trasladarnos al Reino de Su amado Hijo. Este no es el Reino del Milenio, aunque cuando somos salvos, somos herederos de ese Reino, si es que sufrimos, para que seamos glorificados juntos.

Este Reino es el Reino de Dios y del Hijo. Es el Reino al que nos levantamos cuando nacemos de nuevo. Es un Reino de luz, de vida y de amor. Es la ant�tesis misma de la oscuridad. Es el Reino de un nuevo poder, incluso el poder de conquista y victoria sobre todo poder de las tinieblas.

3. El Esp�ritu glorifica a Cristo como Aquel en quien tenemos redenci�n, el perd�n de los pecados. El Esp�ritu incluso nos lleva a la Cruz de Cristo y nos dice que nuestra maravillosa redenci�n es a trav�s de la Sangre. Justo aqu� podr�amos hacer una pausa y cantar: "En la cruz de Cristo me glorifico".

VII. CRISTO Y SU GLORIA CONTIN�AN ( Colosenses 1:15 )

1. El Esp�ritu habla de Cristo como la imagen del Dios invisible. En el Libro de Hebreos leemos: "Su Hijo * * quien siendo el resplandor de Su gloria, y la expresa Imagen de Su Persona".

En el evangelio de Juan leemos: "A Dios nadie le vio jam�s; el unig�nito Hijo, que est� en el seno del Padre, �l le ha dado a conocer".

La palabra "declarada" significa que Cristo se lo dijo al Padre; que �l lo interpret�. Por eso Jes�s dijo: "El que me ha visto a m�, ha visto al Padre".

2. El Esp�ritu habla de Cristo como el Primog�nito de toda criatura. Cuando el Esp�ritu Santo usa la expresi�n "Primog�nito" en el Libro de Hebreos, �l dice, "El Primog�nito". Nuestras mentes regresan a la eternidad antes de que existiera el mundo, y pensamos en el Se�or Jesucristo como el Hijo Eterno de Dios, destinado en los prop�sitos de Dios a ser la imagen del Padre en Su encarnaci�n.

Cuando Dios cre� a Ad�n y Eva, los cre� a la imagen de Dios, es decir, a la imagen que Jesucristo estaba destinado a llevar cuando se hizo carne. Es por esta raz�n que hemos llevado, en nuestro cuerpo terrenal, el. imagen de lo terrenal, y que estamos destinados, en nuestro cuerpo de resurrecci�n, a llevar la imagen de lo celestial.

Nuestro cuerpo terrenal fue formado seg�n el cuerpo terrenal predestinado de nuestro Se�or; nuestro cuerpo de resurrecci�n ser� formado seg�n el cuerpo glorificado actual de nuestro Se�or.

Hay otro pensamiento aqu�. Jesucristo es el Primog�nito de toda criatura, en el sentido de que fue el Primog�nito de entre los muertos y, por tanto, el primero en llevar el cuerpo resucitado.

3. El Esp�ritu habla de Cristo como el Creador de todas las cosas, visibles e invisibles. �l dice acerca de Cristo: "Porque en �l fueron creadas todas las cosas, que est�n en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados o potestades; todas las cosas fueron creadas por �l, y para �l; y �l es antes de todas las cosas, y en �l todas las cosas subsisten ".

UNA ILUSTRACI�N

�Qu� maravilloso Cristo es �l!

Hace algunos a�os que un ministro estaba predicando en Plymouth, cuando se envi� una petici�n al p�lpito, a este efecto: "La acci�n de gracias de esta congregaci�n es deseada al Dios Todopoderoso, por el capit�n, los pasajeros y la tripulaci�n del 'West India- hombre, 'por su misericordiosa liberaci�n del naufragio durante la terrible tempestad tard�a ".

Al d�a siguiente, el ministro subi� a bordo y entabl� conversaci�n con los pasajeros, cuando una dama se dirigi� a �l: "�Oh, se�or, qu� inestimable bendici�n debe ser la religi�n personal! Nunca la vi m�s ejemplificada que en mi pobre negra. "Ellen, durante la tormenta. Cuando esper�bamos que cada ola nos sepultara a todos, mi mente estaba en un estado horrible. Ten�a miedo de morir". a Jesucristo.

�l hizo gobernar el mar. Y cuando, se�or, nos acercamos a la orilla y no sab�amos d�nde est�bamos, temiendo a cada minuto chocar contra las rocas, la pobre Ellen dijo, con la misma compostura que antes. Jesucristo He de Rock: ning�n naufragio en esa Roca, �l salv� al m�ximo. No tengas miedo, se�orita: �mira a Jesucristo! '".

La mujer de color ten�a raz�n. No hay ning�n "naufragio en esa Roca". Aquellos que miran a Jes�s en la tormenta de la vida nunca naufragan. Los que hacen naufragio de su fe son los que le quitan los ojos de encima. "�l gobierna los mares" tiene raz�n. �l es el soberano del mar. La Palabra Maravillosa.

Versículos 16-29

El gran creador

Colosenses 1:16

PALABRAS INTRODUCTORIAS

Estamos entrando en una parte maravillosa de las Escrituras. Tiene varias cosas muy importantes que decir, tanto sobre Cristo como sobre nosotros, los siervos de Cristo. Magnifica la redenci�n a trav�s de la Sangre de Cristo y pone �nfasis en la vida cristiana y su gloriosa consumaci�n final.

1. Por �l fueron creadas todas las cosas. Si tuvi�ramos que hacer la pregunta, "�Qui�n cre� los cielos y todas las cosas?" algunos sin duda dir�an que Dios los cre�. Eso ser�a correcto, porque la Biblia dice: "En el principio, Dios cre� los cielos y la tierra". Sin embargo, la palabra Dios (Elohim) est� en plural y se refiere al Dios Triuno.

Es correcto decir que Dios el Padre cre� todas las cosas; Tambi�n es correcto decir que Dios, el Esp�ritu, cre� todas las cosas. �No has le�do "Env�as tu Esp�ritu, son creados"?

Tambi�n es cierto que Dios el Hijo cre� todas las cosas. En el Libro de Hebreos est� escrito: "T�, Se�or, en el principio pusiste los cimientos de la tierra; y los cielos son obra de tus manos". Por tanto, cuando pensamos en Jesucristo, debemos pensar en �l como el Creador. �No hemos le�do que el hombre fue creado a imagen de Dios? Es por esta raz�n que la Biblia dice que hemos tra�do la imagen de lo terrenal.

2. Por �l fueron creadas todas las cosas, que est�n en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles. Aqu� tenemos el maravilloso alcance de la creaci�n. Incluye no solo aquellas cosas que vemos a simple vista, como el sol, la luna y las estrellas, sino que tambi�n incluye innumerables cuerpos celestes que se encuentran mucho m�s all� del ojo desnudo, s�, mucho m�s all� del telescopio m�s potente.

Debajo de las cosas creadas por Jesucristo, invisibles para el hombre, hay dominios, principados y potestades. Estos tienen que ver con cosas celestiales. Incluyen �ngeles y sus ministraciones; incluyen a Satan�s y todo su r�gimen. Detr�s de todos ellos est� Jesucristo, y todas las cosas fueron creadas por �l,

3. Todas las cosas fueron creadas para �l. No solo todas las cosas fueron creadas por �l, sino que le pertenecen . Del Se�or es la tierra y su plenitud. As� tambi�n lo son el sol, la luna y las estrellas, y toda su plenitud.

4. �l es antes de todas las cosas. Esta declaraci�n ( Colosenses 1:17 ) solo enfatiza y refuerza las declaraciones de Colosenses 1:16 . �l es, por necesidad, antes de las cosas que cre�. A los jud�os, Cristo les dijo: "Antes que Abraham fuese, YO SOY". En el Antiguo Testamento leemos: "S�, antes que el d�a fuera YO SOY". As� es que podr�amos decir: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios".

5. En �l todas las cosas subsisten. La palabra "consistir" significa "unidos". Estamos acostumbrados a llamarlo "gravedad". Es, supuestamente, la gravedad lo que mantiene a todas las innumerables mir�adas de mundos en su lugar. Sin embargo, �qu� es la gravedad? Decimos claramente que Cristo es la gravedad. Una vez dijo: "Yo soy la Resurrecci�n y la Vida". Decimos que �l es la gravedad, porque Dios dice en efecto: "En �l todas las cosas se mantienen juntas".

CRISTO, CABEZA DE LA IGLESIA ( Colosenses 1:18 )

1. La Iglesia es un organismo. Algunas personas piensan en la Iglesia como una organizaci�n, que est� hecha por el hombre y est� aislada de cualquier contacto con Dios. La concepci�n de la Biblia es completamente diferente. La Biblia describe a Cristo como la Cabeza de la Iglesia y a cada uno de nosotros como miembros del Cuerpo.

No podemos operar separados de �l, ni �l puede operar aparte de nosotros. Somos, por tanto, como se dice en Primera a los Corintios, "Obreros juntamente con Dios". En Efesios est�n estas palabras: "Para que * * crezcamos en �l en todas las cosas, el cual es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo est� bien unido y compactado por lo que toda coyuntura suple".

2. Cristo es la Cabeza de este organismo. La cabeza significa jefatura. La jefatura significa autoridad, poder y control. Cada uno de nosotros, como miembros del Cuerpo, estamos bajo la autoridad y la gu�a de la Cabeza. Debemos actuar y movernos seg�n las indicaciones de la Cabeza.

Quisi�ramos que la iglesia de hoy reconociera la suprema jefatura de Cristo. La jefatura en nuestros d�as se le ha quitado a Cristo con demasiada frecuencia y se la ha conferido a un individuo, o a un grupo de individuos.

3. La Cabeza de la Iglesia es Aquel que es el Primog�nito de entre los muertos. �Cu�n maravilloso es Aquel que tiene autoridad sobre nosotros! Casi podemos ver a Juan, en la isla de Patmos, cuando oye la voz del Se�or Jes�s, que dice: "�Yo soy el Primero y el �ltimo! Yo soy el que vive, y estuve muerto; y he aqu�, estoy vivo. para siempre, am�n, y ten las llaves del infierno y de la muerte ".

Con una Cabeza tan viva y victoriosa, la Iglesia no tiene nada que temer. Cristo, Cabeza de la Iglesia, es el Conquistador de la muerte y del infierno. Nosotros tambi�n viviremos, porque �l tambi�n vive.

II. EL CRISTO PREEMINENTE ( Colosenses 1:18 , lc)

1. Cristo es preeminente en el cielo. �l es uno con el Padre en esta preeminencia. Cu�n maravillosas son las magn�ficas escenas de Apocalipsis 4:1 y Apocalipsis 5:1 . All� contemplamos el trono y al que se sienta en �l. All� vemos al Le�n de la tribu de Jud�, de pie ante el trono, como el Cordero que hab�a sido inmolado. Alrededor del trono estaban los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos.

M�s all� de ellos, hab�a un n�mero innumerable de �ngeles, diez mil veces diez mil y miles de miles; y dec�an: "Se�or, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque t� creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas".

En todo esto, vemos al Cristo preeminente en la gloria y preeminencia que tuvo con el Padre antes que el mundo existiera.

En el quinto cap�tulo de Apocalipsis, el mismo grupo rodea el trono. Atribuyen una gloria adicional al Cordero, diciendo a gran voz: "Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir poder, riquezas, sabidur�a, fortaleza, honra, gloria y bendici�n".

2. Cristo es preeminente en la tierra. Nuestro verso dice que en todo �l debe tener la preeminencia. Te garantizamos que, por el momento, los hombres de este mundo se han rebelado contra �l. Hay miles, s�, millones, que blasfeman Su Santo Nombre. Sin embargo, leemos en el Libro de Filipenses estas palabras: "Para que en el Nombre de Jes�s se doble toda rodilla de los que est�n en el cielo, y en la tierra y debajo de la tierra; y que toda lengua confiese que Jes�s Cristo es el Se�or, para gloria de Dios Padre ". Todo esto est� escrito porque "agrad� al Padre que en �l habitase toda plenitud". Gracias a Dios que de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.

III. EL CRISTO DE LA CRUZ ( Colosenses 1:20 )

1. Cristo hizo la paz mediante la Sangre de la Cruz. Aqu� hay una declaraci�n maravillosa: "As� que, justificados por la fe, tenemos paz para con Dios". Cuando Jesucristo muri� en la cruz, nos devolvi� a Dios.

En Efesios est� escrito: "En aquel tiempo estabais sin Cristo, siendo ajenos a la naci�n de Israel, y ajenos a los Pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo; pero ahora en Cristo Jes�s, vosotros que a veces se acercan a lo lejos por la Sangre de Cristo. Porque �l es nuestra paz ". El resultado de la paz hecha en la Cruz, lo mencionamos a continuaci�n.

2. Cristo nos reconcili� por la Sangre de la Cruz. Nuestros pecados nos hab�an separado de Dios. El Se�or, sin embargo, en el Calvario, el sufrimiento, el Justo por los injustos, resolvi� la cuesti�n del pecado. Nosotros, que �ramos enemigos, nos hicimos amigos. Nosotros, que est�bamos alienados, fuimos recomprados y se nos dio acceso a Dios. Gracias a Dios por esta bendita verdad. Ahora podemos acercarnos al Padre sobre la base de la Sangre de Cristo.

3. El tiempo en que todas las cosas se reconciliar�n. Colosenses 1:20 dice: "Por �l para reconciliar Colosenses 1:20 todas las cosas; por �l, digo, sean cosas en la tierra o cosas en el cielo". Qu� maravillosa perspectiva hay aqu�. Jesucristo reinar� hasta que haya puesto todas las cosas bajo sus pies.

Cuando todo enemigo de Dios que no se arrepienta e incr�dulo haya sido arrojado a las tinieblas eternas; cuando Satan�s y todas sus hordas hayan sido entregados a las cadenas de las tinieblas, incluso al lago de fuego y azufre, entonces, sin un vestigio de pecado o rebeli�n, habr� perfecta paz, perfecta reconciliaci�n y perfecta camarader�a entre Dios. y hombre.

Todas las cosas en el Cielo y todas las cosas en la tierra, por la Sangre de la Cruz, ser�n reconciliadas. �sta es la perspectiva que tenemos ante nosotros; cuando lo consideramos, nos regocijamos.

IV. LA PRESENTACI�N DE LOS SANTOS ( Colosenses 1:20 )

1. Una presentaci�n que espera a los santos de Dios. Colosenses 1:22 dice: "Para presentarte * * a sus ojos". Viene un tiempo en el que todos debemos comparecer ante Cristo. Este tiempo se describe en Tesalonicenses, donde leemos: "Quien muri� por nosotros, para que, despierte o durmamos, vivamos con �l".

En el Evangelio de Juan, Cristo dijo: "Si me voy * * volver� y os recibir� a m� mismo".

Pablo nos cuenta c�mo el Se�or descender� del cielo con un grito; de c�mo los muertos en Cristo se levantar�n primero, y de c�mo nosotros, los que estamos vivos y quedamos, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Se�or en el aire.

Esta ser� una hora maravillosa. Es la hora de nuestro Rapto. Ser� maravilloso para nosotros. Ser� maravilloso para �l. Maravilloso para nosotros al contemplar Su rostro y entrar en Su gloria. Maravilloso para �l al contemplar la maravillosa herencia de Su Cruz.

2. Una presentaci�n santa, irreprensible e irreprensible a sus ojos. Para ser presentados as�, debemos continuar en la fe, arraigados y asentados, y no dejarnos alejar de la esperanza del Evangelio que hemos escuchado. Esta Escritura no compensa de ninguna manera el hecho de que en Cristo, revestidos con su justicia imputada, seremos salvos de la ira y herederos de los santos en luz.

En Segunda de Corintios est� escrito: "Es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que ha hecho en su cuerpo, * * sea bueno o malo".

V. GOZO DE LOS SUFRIMIENTOS ( Colosenses 1:24 )

1. Los santos est�n llamados a ministrar. Pablo, en la �ltima cl�usula de Colosenses 1:23 , dice: "De lo cual yo Pablo fui hecho ministro". Colosenses 1:25 comienza con las mismas palabras: "De lo cual soy hecho ministro". El Esp�ritu Santo evidentemente quer�a enfatizar el hecho del apostolado de Pablo. Un ministro es aquel que sirve.

Pablo fue un ministro que sirvi� en gran medida. Habla de c�mo, en su d�a, la esperanza del Evangelio hab�a sido escuchada por los colosenses y hab�a sido predicada a toda criatura que est� debajo del cielo.

2. Los santos est�n llamados a sufrir mientras ministran. En lo que a Pablo se refer�a, se regocijaba en sus sufrimientos, deseando suplir lo que quedaba detr�s de las aflicciones de Cristo. Pablo no quiso decir que la obra de Cristo en el Calvario no fuera una obra terminada. �l quiso decir exactamente lo que Cristo quiso decir cuando dijo: "Si han llamado Belceb� al Maestro de la Casa, �cu�nto m�s los llamar�n de Su Casa?"

El soldado de su pa�s no se atreve a esperar estar libre para siempre de la lucha; tampoco necesita esperar escapar de las privaciones, los peligros o incluso la muerte que corresponde a la guerra.

3. Los santos deben sufrir por causa del cuerpo. Si sufrimos por la Iglesia, sufrimos por Cristo. Todav�a es cierto: "Saulo, Saulo, �por qu� me persigues?" El Se�or mostr� as� que �l y Su Iglesia son uno. Por lo tanto, si sufrimos por el cuerpo, sufrimos por la Cabeza de ese cuerpo.

VI. EL MISTERIO OCULTO ( Colosenses 1:26 )

1. La Iglesia misma era un misterio oculto a los tiempos pasados. Lleg� el momento, en los misterios de Dios, en Sus tratos entre los hombres, en que era necesario que Israel se separara temporalmente. Dios la puso a un lado, como Su agencia para darse a conocer a los hombres.

El cap�tulo once de Romanos trata este asunto. Sin embargo, muestra que no solo Israel fue desgajado, sino que la Iglesia fue injertada.

Los profetas del Antiguo Testamento profetizaron la ca�da de Israel. Tambi�n profetizaron la restauraci�n final de Israel. Sin embargo, no vieron que durante esta era, que ahora ha abarcado veinte siglos, Dios se dar�a a conocer a trav�s de la Iglesia, que era el Cuerpo de Cristo.

2. La gloria del misterio de la Iglesia es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.

(1) Cristo y el individuo poseen una vida. Esto es cierto por la sencilla raz�n de que Cristo y el creyente individual est�n indisolublemente unidos. Un padre terrenal puede morir y su hijo puede vivir. O el hijo puede morir y el padre vivir. Sus vidas son dos vidas.

Sin embargo, no podemos morir porque Cristo es nuestra vida.

Es la analog�a de la vid y la rama. Nadie puede decir, el p�mpano comienza aqu� y la vid termina all�, porque los dos est�n tejidos y entretejidos, unidos y entrelazados. Como resultado, la vida del p�mpano est� en la vid.

(2) Cristo y la Iglesia, que es Su Cuerpo, poseen una vida. La cabeza no puede vivir separada del cuerpo, ni el cuerpo separado de la cabeza. Uno est� sujeto al otro y unido al otro.

Efesios nos dice que estamos "bien unidos". Es por esta causa que Pablo escribe que el misterio de la Iglesia, un misterio escondido de las edades y generaciones del pasado, es "Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria".

VII. EL MENSAJE Y EL OBJETIVO DEL Colosenses 1:28 ( Colosenses 1:28 )

1. El mensaje del predicador. Despu�s de leer en Colosenses 1:27 , de "Cristo en ti, la esperanza de gloria": seguimos leyendo en Colosenses 1:28 : "A quien predicamos". En otras palabras, Pablo predic� a Cristo y lo predic� como Aquel que muri� por los pecadores y como Aquel que habita en los santos. Lo predic� como la esperanza de gloria.

Cristo deber�a ser siempre el tema del p�lpito. En cierta iglesia, hab�a palabras escritas en la piedra del �ngulo: "Nosotros predicamos a Cristo". Sin embargo, hab�an crecido algunas enredaderas que cubr�an la palabra "Cristo" y provocaban que la inscripci�n dijera: "Predicamos".

�Ay, ay, cu�n a menudo es esto cierto en estos d�as de apostas�a! Dejemos de predicarnos a nosotros mismos, nuestros propios razonamientos, y comencemos a predicar a Cristo.

2. La advertencia del predicador. As� es como se lee: "Advertencia a todos". El que quiera ser fiel a su reba�o, debe advertirles de los peligros que acechan en su camino. Debe advertirles para que no sucumban ante el tentador y se pierdan las maravillosas recompensas que aguardan a los fieles.

3. La ense�anza del predicador. Nuestro vers�culo habla de "ense�ar a todo hombre con toda sabidur�a". El predicador debe hacer m�s que el evangelista; m�s que el exhortador. Debe ser maestro. Debe ense�ar las cosas que conciernen a la vida victoriosa, las glorias de su Se�or y todo lo que concierne al Evangelio una vez entregado.

4. La predicaci�n, la advertencia y la ense�anza del predicador deben tener una cosa en mente. �l hace todas estas cosas, seg�n nuestra Escritura, para "presentar a todo hombre perfecto en Cristo Jes�s". Dios se compadezca del pastor que no puede hacer m�s que presentar beb�s reci�n nacidos a su Se�or.

La ni�ez, en Cristo, deber�a ser el comienzo de nuestro trabajo. La pasi�n del p�lpito debe ser el perfeccionamiento de los santos.

UNA ILUSTRACI�N

En este estudio, la Cruz ocupa un lugar vital. Nuestro Creador es nuestro Salvador; Su Sangre es nuestro rescate.

Derramada por muchos para remisi�n de los pecados ( Mateo 26:28 ).

El Dr. George L. Robinson en su libro sobre los descubrimientos arqueol�gicos en la tierra de Edom acerca de la Ciudad de Petra, cuenta que visit� una fuente termal llamada el Ba�o del Fara�n, cerca de Tafila, al sur del Mar Muerto.

Los nativos, dice, sacrificaron un cabrito y un cordero, degollaron y dejaron que la sangre fluyera al agua burbujeante. Luego, despu�s de muchos gritos y emoci�n, saltaron a la mezcla sangrienta y se sumergieron bajo la inundaci�n enrojecida.

La idea del sacrificio propiciatorio a�n vive en estas tierras de recuerdos sagrados. El Dr. Robinson dijo que mientras observaba los procedimientos, le vinieron las viejas l�neas de ese gran himno,

"Hay una fuente llena de sangre,

Extra�do de las venas de Immanuel;

Y los pecadores, hundidos bajo ese diluvio,

Pierde todas sus manchas de culpa.

Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en Colossians 1". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/colossians-1.html.
 
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