Bible Commentaries
Colosenses 2

Comentario Pozos de agua vivaPozos de agua viva

Versículos 1-23

La vida cristiana superior

Colosenses 2:1

PALABRAS INTRODUCTORIAS

Al entrar en el segundo cap�tulo de Colosenses, deseamos notar especialmente el primer vers�culo, bajo el tema: "Los anhelos del predicador por su pueblo".

1. El predicador necesita poseer la pasi�n de Cristo por los dem�s. Que es muy vital conocer y predicar a Cristo en Su Persona, no tenemos ninguna duda. Que es muy vital experimentar el gran poder de Cristo, mientras proclamamos nuestra predicaci�n, no tenemos ninguna duda. Tampoco tenemos ninguna duda de que necesitamos conocer las impresiones que impulsaron los ministerios de Cristo.

Es necesaria una buena teolog�a; la unci�n del poder de lo alto es vital, pero es s�lo cuando hay una pasi�n consumidora, expresada en una carga por las almas y en el anhelo del coraz�n por los pecadores, que nuestro ministerio puede alcanzar su m�ximo cumplimiento.

2. La pasi�n de Pablo por los perdidos.

(1) Consideremos su pasi�n y compasi�n por Israel en su conjunto. El ap�stol Pablo sab�a muy bien que los Hijos de Israel hab�an entregado a su Se�or para que lo crucificaran. Tambi�n sab�a c�mo los l�deres hab�an resistido a los ap�stoles desde el d�a de Pentecost�s. Tambi�n sab�a c�mo los jud�os se hab�an unido contra �l.

A pesar de todo esto, vemos lo m�s profundo de los anhelos de Pablo en esta Escritura: "Digo la verdad en Cristo, no miento, d�ndome testimonio tambi�n mi conciencia en el Esp�ritu Santo, de que tengo gran tristeza y continuo dolor. en mi coraz�n. Porque desear�a que yo mismo fuera anatema de Cristo a causa de mis hermanos, mis parientes seg�n la carne ".

(2) Consideremos su pasi�n y compasi�n por los filipenses. Pablo escribi� a este noble grupo de santos: "Hermanos m�os amados y deseados, gozo y corona m�a, estad as� firmes en el Se�or, amados m�os". Pablo tambi�n escribi� a los santos de Filipos: "Porque Dios es mi testimonio, cu�nto anhelo de vosotros".

(3) Consideremos su pasi�n y compasi�n por los colosenses. A ellos les dijo: "Quisiera que supieran el gran conflicto que tengo por ustedes". Los colosenses, y tambi�n los de Laodicea, fueron muy amados por este poderoso evangelista.

(4) Consideremos tambi�n su pasi�n y compasi�n por los tesalonicenses. "Fuimos amables entre ustedes, como una nodriza acaricia a sus hijos; por eso, dese�ndonos con afecto, estuvimos dispuestos a impartirles, no solo el Evangelio de Dios, sino tambi�n nuestras propias almas, porque nos eran queridos . "

Hemos ido lo suficientemente lejos como para descubrir algo de los latidos del coraz�n de Pablo. Al mismo tiempo, hemos descubierto una de las principales razones de las poderosas conquistas de su ministerio.

Ojal� todos pudi�ramos movernos entre las personas a quienes ministramos, con el mismo esp�ritu de amor y afecto, de simpat�a y preocupaci�n. Es cuando amamos a las personas, y con fidelidad b�blica, llevamos sus cargas, haci�ndolas nuestras, es entonces, y solo entonces, que hemos alcanzado el cenit de nuestro servicio.

I. LA EXPRESI�N DEL DESEO DE PABLO HACIA LOS SANTOS EN COLOSENSES ( Colosenses 2:2 )

1. Pablo deseaba que los colosenses fueran consolados en Cristo. Se dio cuenta de algo del conflicto al que se enfrentaban, como creyentes, en medio de una generaci�n malvada y perversa. Sab�a algo de los sufrimientos que sobrevienen a los fieles; sab�a que Satan�s los probar�a con dureza y sin misericordia; por tanto, deseaba que sus corazones fueran consolados en Cristo.

Es Segunda de Corintios, cap�tulo 1, que se especializa en las comodidades que son nuestras en Dios, el Padre, y en el Se�or Jesucristo. Lea especialmente 2 Corintios 1:3 y 2 Corintios 1:4

2. Pablo deseaba que los colosenses estuvieran unidos en amor. A menos que nos amemos unos a otros, no podemos servirnos unos a otros. A menos que nos amemos unos a otros, nunca nos uniremos para servir a los dem�s.

Si los lectores se toman el tiempo para considerarlo, sabr�n que el servicio del amor es el �nico servicio aceptable. Es el �nico servicio que incluso intenta ir m�s all� de los requisitos de la Ley. El servicio del amor es un servicio que va m�s all� de todos los lazos, sin contar el costo.

Es cuando nos amamos unos a otros que el p�blico externo sabr� que somos disc�pulos de Cristo.

3. Pablo deseaba que los colosenses poseyeran todas las riquezas de la plena seguridad y el entendimiento. Quer�a que supieran de qu� hablaban y quer�a que su seguridad se basara en su comprensi�n. Fue nuestro Se�or quien dijo: "Hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos visto". Gracias a Dios por tal seguridad. Queremos vivir la experiencia de Aquel que dijo: "Yo s� en qui�n he cre�do".

II. UNA EXPRESI�N DE LA GRANDEZA DE DIOS ( Colosenses 2:4 )

Las �ltimas palabras de Colosenses 2:2 hablan del "reconocimiento del misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo, en quien est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento".

1. Nuestras mentes regresan al plan eterno. Pensamos en Dios el Padre, el Hijo y el Esp�ritu Santo en sus prop�sitos eternos.

Entrar plenamente en la comprensi�n de estas cosas es, de hecho, imposible. Reconocer la supremac�a de ellos es apropiado.

Cuando Pedro estaba predicando en Pentecost�s, mir� hacia atr�s en la vista distante cuando dijo: "�l, entregado por el determinado consejo y la presciencia de Dios". Servimos al Dios Grande y Eterno. "Conocidas de Dios son todas sus obras desde el principio del mundo".

2. Nuestras mentes est�n sopesando la maravillosa sabidur�a de Dios en el plan de redenci�n terminado. Cuando pensamos en el Calvario y el poder de la Sangre de Cristo, no podemos dejar de clamar: "En [Dios] est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento".

Cuando nos paramos junto al sepulcro vac�o y vemos los lienzos y la servilleta que yace en la cabecera del sepulcro, no podemos sino clamar: "En [Dios] est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento".

Cuando desde el monte de los Olivos, vemos a Cristo ascendiendo de regreso al Padre, de donde vino, y lo contemplamos como se le ha dado un asiento a la diestra de Dios, como Salvador; no podemos dejar de clamar: "En [Dios] est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento".

Cuando vemos al Esp�ritu Santo descender en Pentecost�s y llenar a los santos con el poder de servir, no podemos dejar de clamar: "En [Dios] est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento". Ese es Dios, el Dios Triuno, a quien amamos y servimos.

III. ARRAIGADO Y CONSTRUIDO EN �L ( Colosenses 2:5 )

1. Pablo reconoci� la firmeza de su fe. Los colosenses no solo creyeron, sino que siguieron creyendo. No fueron movidos de sus amarras por todo viento de doctrina y la astuta astucia de los hombres, con los que acechan para enga�ar.

Despu�s de Pentecost�s, leemos las palabras: "Y perseveraban en la doctrina de los ap�stoles, en la comuni�n con los ap�stoles, en el partimiento del pan y en la oraci�n".

El mismo Pablo escribi� que, habiendo obtenido ayuda de Dios, continu� hasta el d�a de hoy.

2. Pablo los inst� a que llevaran su estado a su posici�n. Dijo: "As� que, de la manera que hab�is recibido al Se�or Jesucristo, andad en �l".

Una cosa es conocer la doctrina por la cual somos salvos. Otra cosa es ejemplificar esa doctrina en nuestras vidas. Una cosa es recibir la verdad acerca de Jesucristo, el Se�or; otra cosa es caminar en esa verdad: quiz�s deber�a decir, caminar fuera de esa verdad.

Si somos hijos de la luz, ciertamente deber�amos caminar en la luz y no tener m�s comuni�n con las tinieblas. El pueblo cristiano necesita vivir su fe y expresarla en su ministerio diario.

3. Pablo les pidi� que fueran "arraigados y edificados" en Cristo. A medida que el poderoso roble lanza sus ra�ces hacia el suelo, simult�neamente lanza sus ramas hacia arriba en el aire. Si tenemos una maravillosa "base" en Cristo, deber�amos tener una manifestaci�n igualmente maravillosa de Cristo,

4. Pablo los inst� a abundar en acci�n de gracias. Cuando comenzamos a darnos cuenta de que todo lo que tenemos est� en Cristo, y que todo lo que hacemos es a trav�s de Cristo, no tenemos base alguna para gloriarnos en la carne. Considerando que, tenemos todas las razones para gloriarnos en Dios.

Nosotros que pensamos poco en el Se�or, y mucho en nosotros mismos, nos regocijaremos poco en el Se�or y estaremos siempre parloteando de nosotros mismos. Sin embargo, cuando Cristo se convierta en nuestro todo en todos, se convertir� en el tema de nuestra acci�n de gracias.

IV. FILOSOF�A Y Colosenses 2:8 ( Colosenses 2:8 )

Aqu� hay un vers�culo que no solo se destaca en el Libro de Colosenses, sino que se destaca en toda la Biblia. Ciertamente, es muy vital en su mensaje en la hora que ahora vivimos.

1. Existe una distinci�n entre una filosof�a verdadera y una falsa. La filosof�a es el esfuerzo por descubrir y explicar la raz�n de las cosas. Encontramos a nuestro alrededor ciertas leyes fijas. Por lo tanto, queremos retroceder en esas leyes y conseguir su causa.

Encontramos la vida y queremos saber de d�nde surgi�. Encontramos la tierra y los cuerpos celestes, y queremos saber de d�nde vinieron. Encontramos luz y queremos conocer la fuente de luz.

2. Donde la filosof�a se convierte en vano enga�o seg�n la tradici�n de los hombres, seg�n los rudimentos del mundo, y no seg�n Cristo. Existe un gran peligro en la b�squeda del fil�sofo mientras avanza y retrocede a�n m�s, tratando de conocer y descubrir por la raz�n la causa de las cosas.

Concedemos que hay un �mbito en el que la filosof�a puede moverse. Es el reino de las cosas que est�n al alcance de la raz�n humana. Sin embargo, hay cosas que pertenecen al Esp�ritu de Dios y estas cosas solo pueden conocerse por revelaci�n.

En el �mbito de la revelaci�n, caminamos por fe y no por vista. Creemos en Dios. Creemos que Aquel que fue lo suficientemente grande para crear, es lo suficientemente bueno para revelar las cosas de Su creaci�n que �l quiere que sepamos. El cristiano acepta lo que no puede comprender. La filosof�a vana, construida sobre razonamientos humanos, rechaza todo lo divinamente revelado.

V. LA DIVINA DIOSA ( Colosenses 2:9 )

1. La Palabra de Dios atribuye a Cristo toda la plenitud de la Deidad. Por la Deidad nos referimos al Dios Triuno Padre, Hijo y Esp�ritu Santo. Jesucristo no solo se presenta como igual al Padre y al Esp�ritu Santo, sino que toda investidura del Padre y del Esp�ritu tambi�n le pertenece.

Por tanto, si decimos que Dios cre� los cielos y la tierra, o que el Esp�ritu fue enviado y los cre�, tambi�n podemos decir que todas las cosas fueron creadas por Cristo.

Nuestro Se�or, incluso cuando estuvo en la tierra, dijo: "Yo y el Padre uno somos". Gracias a Dios que en el Hijo, nuestro Salvador y nuestro Se�or, est� investida corporalmente toda la plenitud de la Deidad.

2. La Palabra de Dios atribuye a Cristo la jefatura de todo principado y potestad. No hay nada en la tierra, ni debajo de la tierra, ni arriba en los cielos, de lo cual �l no sea Cabeza y Se�or. No hay poder ni principado que no est� sujeto a �l.

Concedemos que a�n no lo vemos, con todas las cosas bajo Sus pies. Sin embargo, lo vemos exaltado a la diestra del Padre y coronado de gloria y honra. Y reinar� hasta que Satan�s y sus principados y potestades est�n todos bajo sus pies. Cuando Cristo sea as� un Vencedor, le dar� el Reino al Padre, para que Dios, el Dios Triuno, sea todo en todos.

3. La Palabra de Dios dice "y est�is completos en �l". Otro vers�culo habla de que estamos llenos de toda la plenitud de Dios. No somos Dios y, sin embargo, estamos completos en �l. Estamos llenos de Su plenitud.

�No recordamos las palabras del Maestro: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Ve * * y, he aqu�, yo estoy contigo siempre". �No quiere Cristo decir que nos respalda con la plenitud de su poder? �No es por eso que Pablo dijo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece"?

VI. UN SIMBOLISMO DIVINO DE NUESTRA UNI�N CON CRISTO ( Colosenses 2:11 )

1. La circuncisi�n hecha sin manos. La circuncisi�n en las Escrituras del Antiguo Testamento proclamaba a Israel como un pueblo especial para el Se�or su Dios. La circuncisi�n sin manos muestra que en Cristo, nos hemos despojado del cuerpo de los pecados de la carne. De ahora en adelante, debemos caminar en el Esp�ritu y no llenar las obras de la carne. El pecado, ahora, ya no tiene dominio sobre nosotros.

2. Enterrado con �l en el bautismo. El bautismo, en la Palabra de Dios, representa la uni�n del creyente con Cristo en Su muerte, en Su sepultura y en Su resurrecci�n.

Cuando Cristo muri�, yo mor�; por eso Pablo escribi�: "Estoy crucificado con Cristo". En Romanos leemos: "Nuestro anciano est� crucificado con �l". En Su entierro, fui sepultado. En Su resurrecci�n, fui resucitado.

El Se�or Jes�s en Su vida terrenal dijo: "De un bautismo tengo que ser bautizado; y c�mo me angustiar� hasta que se cumpla". El bautismo que esperaba fue Su muerte en el Calvario, donde todas las ondas de la ira de Dios pasaron sobre �l. Es en ese bautismo que morimos con �l; que fuimos sepultados con �l y resucitamos con �l. Nuestro bautismo en agua es un memorial que simboliza ese bautismo m�s profundo y literal que tuvimos con �l en la Cruz.

3. Animado junto con �l. Colosenses 2:13 nos habla de nuestra nueva vida en Cristo. Nosotros est�bamos muertos en pecado. Estamos ahora vivo en justicia, y muerto al pecado. �Gracias a Dios por esta maravillosa proclamaci�n! �l ha perdonado todas nuestras ofensas.

VII. LOS TRIUNFOS DEL CALVARIO ( Colosenses 2:14 )

1. El primer triunfo. Cristo, en la Cruz, borr� la letra de las ordenanzas que estaban en contra nuestra, que eran contrarias a nosotros, y la quit�, clav�ndola en la Cruz. Las ordenanzas de Dios estaban en contra nuestra, y contra nosotros, por la sencilla raz�n de que bajo ellas, est�bamos condenados.

La Ley era d�bil a trav�s de nuestra carne. La Ley era santa, justa y buena, pero, en lo que a nosotros respecta, era un escrito de condenaci�n, porque llevaba consigo una maldici�n contra todos los que no cumpl�an con sus justas demandas.

Fue porque la Ley no pudo salvarnos, ya que la hab�amos quebrantado, que Cristo intervino bajo la Ley, pag� su justa pena de muerte y, llevando su maldici�n, la quit� y la clav� en la Cruz.

2. El segundo triunfo. Sobre la Cruz, Cristo no solo enfrent� la cuesti�n del pecado y la resolvi�; pero se enfrent� a los principados y potestades del r�gimen de Satan�s, y los exhibi� abiertamente, triunfando sobre ellos en �l.

El resultado es que, si bien Satan�s y sus principados y potestades a�n no han encontrado su derrocamiento final, Jesucristo es su Victoria potencial, y su victoria, gracias a Dios, es la nuestra.

Nosotros, que somos salvos, somos guiados en el tren de Su triunfo.

3. La conclusi�n del triunfo de Cristo en el Calvario. Colosenses 2:16 , dice: "Nadie os juzgue, pues, en comida o bebida, o respecto a d�as de fiesta, luna nueva o d�as de reposo, que son una sombra de lo que vendr�, sino el Cuerpo es de Cristo ".

Las ceremonias del Antiguo Testamento que apuntaban hacia la Cruz, ahora est�n eliminadas. Eran las sombras; el Cuerpo es Cristo. No estamos llamados a sentarnos bajo la escritura de las ordenanzas de esos d�as pasados. Dios nos ha llamado a la libertad.

Somos salvos por gracia, por fe. Somos justificados, redimidos y perdonados por la Sangre del Cordero. Sin embargo, todo esto no nos da libertad para pecar, porque la gracia nos ense�a que debemos vivir con rectitud.

UNA ILUSTRACI�N

�Cu�l es el est�ndar de la vida cristiana superior?

Un joven llam� al superintendente de un observatorio y le dijo: "Me gustar�a una regla de vidrio, de cuarenta y cinco cent�metros de largo, con un borde perfectamente recto. �Cu�nto costar�?" El superintendente hizo un peque�o c�lculo y respondi�. "Te costar� diez mil d�lares".

"�Diez mil d�lares! No tengo tanto dinero en el mundo".

"�Para qu� lo desea?" pregunt� el superintendente.

"Quiero que recorte los bordes de las fotograf�as", fue la respuesta.

"Oh, no quieres 'una regla perfectamente recta', entonces. Un error de hasta sesenta y cuatro de pulgada no importar� para eso; y una regla as� te costar� un d�lar y medio. Pero si quiere que le hagamos 'un borde perfectamente recto', le costar� diez mil d�lares, e incluso entonces no puedo jurar la perfecci�n del borde; solo que, en la medida en que nuestras herramientas puedan determinar, no tendr� fallas. "

Lo perfecto es muy caro. Los hombres no hacen las cosas perfectas, a pesar de todos los gastos que puedan poner en ellas. Los hombres no pueden. * * Dios nos dio una norma perfecta, una medida perfecta, en Su Hijo Jesucristo. Cu�n costoso fue para Dios hacer esto, responde Calvary. (Tiempos de escuela dominical).

Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en Colossians 2". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/colossians-2.html.