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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario Pozos de agua viva Pozos de agua viva
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
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Texto cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en Isaiah 53". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/isaiah-53.html.
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en Isaiah 53". "Agua viva". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-12
La sustituci�n del Salvador
Un estudio de Isa�as 53:1
PALABRAS INTRODUCTORIAS
El cap�tulo cincuenta y tres de Isa�as se llama el Gran Cap�tulo del Calvario. El cap�tulo, sin embargo, se remonta al Calvario y describe tanto la infancia como el ministerio de Cristo. Luego, en la conclusi�n de su mensaje, Isa�as cincuenta y tres pasa m�s all� del Calvario, exponiendo el maravilloso futuro cuando el alma de Cristo estar� satisfecha.
1. La consulta del vers�culo inicial. Antes de que el Profeta conduzca a la discusi�n de la Cruz misma, clama: "�Qui�n ha cre�do a nuestro anuncio, ya qui�n se revela el brazo del Se�or?" Aqu� hay dos preguntas:
(1) La primera pregunta. Cuando el Profeta dice: "�Qui�n ha cre�do a nuestro anuncio?", El Esp�ritu Santo est� sugiriendo que el Se�or Jes�s no ser�a recibido ni aceptado por los hombres.
Parece que un informe respaldado, al igual que el informe sobre el Se�or Jes�s, habr�a sido cre�do. Sin embargo, ese no fue el caso.
(2) La segunda pregunta. Cuando el Profeta pregunt�: "�A qui�n se revela el brazo del Se�or?" aclar� que el poder del Se�or estar�a circunscrito por la incredulidad del pueblo. En Isa�as 51:9 , leemos: "Despierta, despierta, v�stete de fuerza, brazo de Jehov�; despierta, como en los d�as antiguos". El Se�or respondi� a la s�plica de Israel diciendo: "Despierta, despierta, v�stete de tu fuerza, oh Sion; v�stete con tus hermosas vestiduras, oh Jerusal�n, la ciudad santa. * * Sac�dete del polvo; * * su�ltate de las ataduras de tu cuello ".
La verdad es que el brazo del Se�or no se acorta para que no pueda salvar. Es fuerte y capaz de entregar. Fue el pecado de Israel, lo que hizo imposible que Cristo obrara.
2. La doctrina de la sustituci�n. Podemos escanear con nuestro ojo el cap�tulo en su conjunto. En Isa�as 53:4 hay dos palabras, "nuestros dolores", "nuestros dolores". En Isa�as 53:5 encontraremos, "nuestras transgresiones", "nuestras iniquidades", "nuestra paz".
"Cada una de estas expresiones lleva consigo el pensamiento de sustituci�n, ya sea en la vida o en la muerte. �l carg� con nuestros dolores, carg� con nuestros dolores, fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades, y el castigo de nuestra paz fue sobre �l. .
En Isa�as 53:6 , "Jehov� carg� sobre �l la iniquidad de todos nosotros". En Isa�as 53:8 , "Por la rebeli�n de mi pueblo fue herido". En Isa�as 53:10 , Su alma fue hecha "una ofrenda por el pecado.
" En Isa�as 53:11 , leemos:" �l llevar� las iniquidades de ellos ". En Isa�as 53:12 ," �l llev� el pecado de muchos e intercedi� por los transgresores ".
I. LA INFANCIA DE CRISTO ( Isa�as 53:2 )
El vers�culo que tenemos ante nosotros sugiere varias cosas:
1. Que Cristo brot� una ra�z de la tierra seca. Sabemos que Jes�s fue la ra�z y la descendencia de David. Tambi�n se le llama, el tallo de Isa�. Fue Natanael quien dijo: "�Puede salir algo bueno de Nazaret?" El Profeta dice que Natanael es mejor, y parece decir: �Puede salir algo bueno de una naci�n que se ha alejado de Dios? Israel, en su verg�enza e incredulidad, no era un terreno adecuado del que brotara un fruto tan maravilloso como el del Hijo de Dios. Israel era "tierra seca". Y, sin embargo, Cristo seg�n la carne surgi� de esa naci�n.
2. Que Cristo creci� ante el Padre como una tierna planta. El Se�or Jes�s, cuando era un ni�o en los brazos de su madre, necesitaba ser socorrido y protegido contra las artima�as del enemigo. Satan�s estaba listo para devorarlo tan pronto como naciera. El decreto de C�sar es prueba suficiente de que el enemigo busc� la vida del ni�o Cristo. La masacre de los infantes es descrita por Dios, como Raquel llorando por sus hijos, y no pudo ser consolada, porque ellos no lo estaban.
El Se�or Jesucristo, el beb� indefenso, era para Dios una "planta tierna". Jos� fue advertido en un sue�o por un �ngel, diciendo: "Lev�ntate, toma al ni�o ya su madre, y huye a Egipto, y permanece all� hasta que yo te avise".
3. Que Cristo no ten�a forma, ni hermosura, ni hermosura. Hay quienes colocan esta Escritura exclusivamente en la Cruz diciendo que fue en la hora de Su muerte, que �l estaba desordenado y atractivo. Esto es confirmado en parte por Isa�as 52:14 , que dice: "Como muchos se asombraron de ti, as� fue desfigurado su rostro m�s que el de cualquier hombre, y su forma m�s que la de los hijos de los hombres".
Estamos seguros de que Cristo, en su agon�a agonizante en la Cruz, perdi� toda belleza y hermosura de forma. Sin embargo, no estamos seguros de que fuera hermoso y apuesto cuando era ni�o, o joven, o como hombre. En Jesucristo no parec�a haber nada de lo que el mundo, humanamente, se jactara. Los hombres se jactan de la gran ciudad en la que nacieron, Jes�s naci� en Bel�n y se cri� en Nazaret. El mundo se jacta de saber y escribir, a Cristo se le pregunt�: "�C�mo sabe este Hombre que no ha aprendido letras?" Los hombres adoran nacer en hogares de grandes y nobles, Cristo naci� en el hogar de un carpintero.
Los hombres se deleitan en la opulencia y la riqueza, leemos de Cristo que "no ten�a d�nde recostar la cabeza". Los hombres son considerados grandes que hacen grandes avances pol�ticos y se convierten en l�deres en los asuntos del estado, Jesucristo nunca toc� ese �mbito en absoluto: no fue grande como fil�ntropo, como estadista, como poeta, como escritor, como m�sico. , como guerrero, ni como nada en com�n con la grandeza generalmente estimada de los hombres. Por esta raz�n leemos: "Cuando lo veamos, no hay belleza para que lo deseemos".
II. LA HUMANIDAD DE CRISTO ( Isa�as 53:3 )
El Esp�ritu Santo, en el Profeta, nos lleva del rechazo que recibi� a Cristo como el Ni�o cuando no hab�a lugar en la posada, a los dolores que lo rodearon en vida. Si se supiera la verdad, creemos que Cristo fue m�s o menos despreciado y rechazado en los d�as de su ni�ez y juventud. Hay un vers�culo en los Salmos que parece sugerir esto. El vers�culo dice: "Me he vuelto extra�o para mis hermanos, y extra�o para los hijos de mi madre" ( Salmo 69:8 ). No es de extra�ar que la verg�enza cubriera Su rostro mientras soportaba estos reproches.
Cuando Cristo entr� en su ministerio, pareci� volverse popular de repente, debido a los milagros que obr� y los beneficios que trajo a la gente com�n. Sin embargo, su popularidad no dur� mucho; pronto el sumo sacerdote y sus colegas se llenaron de envidia. Comenzaron a sembrar semillas de odio entre la gente. La gente comenz� a esconder sus rostros de Cristo. Los mismos que hab�an comido de Sus panes y peces; los mismos que hab�an sido receptores de las bendiciones de sus milagros, comenzaron a unirse a la chusma contra �l, "fue despreciado, y [ellos] no lo estimaron".
Seguramente el camino de Cristo, desde la cuna hasta el sepulcro, fue pavimentado con un rechazo ingrato, hasta que, en la muerte, se cubri� de verg�enza y escupitajos.
III. CRISTO LLEVANDO LOS DOLORES Y DOLORES DE OTROS ( Isa�as 53:4 )
Hay quienes llevan este vers�culo a las agon�as de la experiencia del Calvario, e instan a que en la Cruz Cristo carg� con nuestras enfermedades y nuestros dolores, y por lo tanto, nunca deber�amos estar enfermos. No negamos que la obra de Cristo en el Calvario incluy� la redenci�n de todo el dominio y dominio del pecado. Toda la vinculaci�n de la obra de Satan�s est� destinada a deshacerse en virtud de la Cruz. Sabemos que a�n no vemos todas las bendiciones del Calvario realizadas, incluso cuando la fe trae salvaci�n al coraz�n y a la vida.
No es hasta que la Nueva Jerusal�n descienda de Dios del Cielo que leemos: "No habr� m�s muerte, ni tristeza, ni llanto, ni habr� m�s dolor; porque las cosas anteriores pasaron".
Por lo tanto, en esta vida, somos sujetos de aquellas cosas que pasan solo cuando se trae la plena fruici�n de la obra del Calvario de Cristo. Sin embargo, podemos regocijarnos en esto al menos, que si la enfermedad o el dolor nos enfrentan ahora, tenemos la promesa de curaci�n en respuesta a la "oraci�n de fe".
IV. LA OBRA DEL CALVARIO DE CRISTO ( Isa�as 53:5 )
Qu� maravilloso es todo: "�l fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre �l, y por sus llagas fuimos sanados". Mateo no incluy� esta porci�n en su declaraci�n de la expulsi�n de demonios y la curaci�n de Cristo durante Su vida terrenal. Las palabras, para nosotros, conducen a la obra del Calvario de Cristo. Lo vemos ahora como el sacrificio sustitutivo de Dios, muriendo en la Cruz, el Justo por los injustos. Dios est� imponiendo nuestros pecados; Dios le est� dando a nuestro sustituto los azotes que nos deben.
�Qu� gracia incomparable! �Qu� maravilloso amor! Cristo cargando con nuestros pecados; recibiendo nuestras rayas; y vamos libres, sanados! Cuando Cristo dijo que no hab�a venido a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento, utiliz� el mismo s�mil, diciendo: "Los sanos no tienen necesidad de m�dico, sino los enfermos".
En Jeremias 8:20 leemos: "Pas� la siega, termin� el verano y no somos salvos". Luego, en Jeremias 8:22 , leemos: "�No hay b�lsamo en Galaad, no hay m�dico all�? �Por qu�, pues, no se ha recuperado la salud de la hija de mi pueblo?" Aqu� nuevamente se usa la curaci�n como un s�mil.
Por lo tanto, entendemos que esta es la curaci�n del pecado. Cristo muri�, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios.
V. SUSTITUCI�N SUGERIDA POR EL SIMIL DE LA "OVEJA" ( Isa�as 53:6 )
1. Observe en Isa�as 53:6 , la imagen del pecador bajo el s�mil de una oveja: "Todos nosotros como ovejas nos hemos descarriado". La oveja es la m�s descuidada de las criaturas al alejarse. Pasa de un c�sped verde a otro, sin importar su camino. Cuando se pierde, aparentemente no tiene sentido de su paradero, y se mueve de aqu� para all� sin ning�n conocimiento de su direcci�n o destino.
No solo que una oveja tambi�n sigue su propio camino. Es voluntarioso en sus andanzas. Nunca el animal necesit� un pastor y un l�der m�s de lo que una oveja lo necesita.
2. Observe ahora, en Isa�as 53:7 , que Cristo "como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores enmudeci�, as� no abri� su boca". El pecador es comparado con una oveja en su deambular; el Salvador es comparado con un cordero cuando fue llevado al matadero, y con una oveja cuando fue despojado de Su gloria y poder como fue despojado de su muerte.
Cristo fue oprimido y afligido; Fue llevado ante Caif�s y An�s; Fue llevado ante Pilato y Herodes. Fue golpeado, escupido y rechazado. Fue entregado a los heridores; Fue aguijoneado en el camino por el peso de Su Cruz; Fue clavado en la Cruz con golpes sordos; Fue contado con los transgresores y malhechores cuando muri�. Sin embargo, como un cordero y como una oveja, sufri� en sumisi�n mansa a la locura de sus despreciadores.
VI. LA MUERTE Y EL ENTIERRO DE CRISTO ( Isa�as 53:8 )
Cuando Cristo muri�, encomend� Su esp�ritu al Padre. Hab�a sondeado las profundidades de la aflicci�n del pecado y hab�a pagado, hasta el �ltimo centavo, el castigo del pecado. Entonces, el Padre pareci� decir: "Manos fuera". Sac� a su Hijo de la prisi�n del hombre y del juicio por el cual el hombre lo hab�a llevado y separado de los vivos.
En la hora de la aparente derrota de Cristo, Dios clama: "Por la rebeli�n de mi pueblo fue herido". Dios est� defendiendo el motivo de la angustia del Calvario de Su Hijo, y establece el hecho de que Su muerte fue sustitutiva y no forzada por la locura del hombre.
El hombre parec�a decidido a dejar que el cuerpo de Cristo se pudriera en la colina del G�lgota, mientras que los cuerpos de los malhechores quedaron abandonados. Pero una vez m�s Dios pareci� decir: "Manos fuera", y con los ricos fue Su sepultura: porque Jos� de Arimatea y Nicodemo tomaron el cuerpo del Se�or y lo pusieron en la tumba de Jos�. En medio de Su muerte, qu� bendici�n es escuchar a Dios decir: "Por cuanto no hizo violencia, ni hubo enga�o en su boca". Nuestro Cristo una vez m�s es el Cordero de Dios, y esta vez es un Cordero sin defecto, sin mancha. El Santo de Dios; el Hijo sin pecado.
VII. EL OBJETIVO DE LA ENTREGA DE CRISTO A LA MUERTE ( Isa�as 53:10 )
Dios hiri� al Se�or Jes�s. Dios lo afligi�. Dios hizo de su alma una ofrenda por el pecado. Le�moslo de esta manera: Dios se complaci� en herirlo y entristecerlo, porque al hacerlo, Dios hizo de su alma una ofrenda por el pecado.
Lejos para siempre con el pensamiento de que Cristo muri� como una v�ctima indefensa de la ira abrumadora del hombre y de su fuerza sobreabundante. Abandone el pensamiento de que Cristo muri� bajo la presi�n de la persecuci�n y bajo el dominio de la tiran�a de Satan�s. Jesucristo pudo haber desconcertado a sus enemigos en cualquier momento de su marcha por la v�a dolorosa. Podr�a haber dicho una palabra y haber matado a todos los enemigos. El mismo Jes�s, que fue como un cordero al matadero, cuando regrese, destruir� al anticristo con el resplandor de su venida y con el aliento de sus labios.
Jes�s muri� porque era la ofrenda de Dios por el pecado. Muri� para que Dios a trav�s de su muerte fuera justo y, sin embargo, el justificador de los que creen. Muri� para que Dios pudiera poner "justicia" en nuestra salvaci�n, y �l mismo fuera "justo" al hacerlo.
VIII. LA RESURRECCI�N Y LA RECOMPENSA DE CRISTO ( Isa�as 53:10 , lc, y 11, 12)
El Profeta proclam� que Cristo ver�a Su descendencia y prolongar�a Sus d�as. El Profeta, al ver a Cristo arrebatado, hab�a clamado: "�Y qui�n contar� su generaci�n?" Ahora el Se�or responde a su clamor: "Ver� su descendencia".
Fue al morir que el Cristo sin hijos sufri� dolores de parto y dio a luz a innumerables ni�os a trav�s de Su gracia. Fue al ser cortado de la tierra de los vivientes, que Cristo trajo salvaci�n y vida para siempre en la tierra donde no habr� tala ni muerte.
Isa�as 53:11 describe al Salvador sufriente cuando se convierte en el Salvador que canta y satisface. "Ver� el fruto de la aflicci�n de su alma, y ??quedar� satisfecho". A veces lamentamos que tan pocos se salven. A veces lloramos porque muy pocos est�n dispuestos a aceptar al Dador de vida y luz. Sin embargo, el Se�or quedar� satisfecho. Cuando baje de los cielos, vendr� con un grito. En las edades eternas, incontables millones de santos, con el rango de hijos, se regocijar�n mientras alaban al Cordero que muri�.
Isa�as 53:12 es maravilloso. Proclama que Cristo compartir� Su gozo y las victorias de Su obra en el Calvario con Sus santos. "Repartir� despojos con los fuertes, porque derram� su alma hasta la muerte, y fue contado con los transgresores, y llev� el pecado de muchos, e intercedi� por los transgresores".
Esto da una vista ampliada de Sus sufrimientos. Muri�, y al morir, destruy� principados y potestades. Muri�, y al morir y cargar con los pecados de muchos, resucit� a muchos. Vive y vive vencedor, vencedor de la muerte y del infierno, con las llaves de ambos en sus manos. Vive como un vencedor y como vencedor divide el bot�n de la victoria con los suyos. Toda obtenci�n de la Cruz que es Suya, es nuestra. �l nos gu�a en el tren de Su triunfo. �l nos hace, en �l, m�s que vencedores.
UNA ILUSTRACI�N
Este mensaje no estar�a completo sin que hici�ramos un llamado al pecador para que conf�e en la obra terminada de Cristo. Hacemos esto en nuestra ilustraci�n.
La Biblia habla de la "ira de Dios", as� como del "amor de Dios" ( Mateo 3:7 ). El Se�or Jes�s us� la expresi�n ( Juan 3:36 ). No podemos decir todo lo que significa, pero Cristo nos asegura que todos los incr�dulos lo experimentar�n. Perm�tanme instar a mis lectores, si no est�n libres de la ira venidera, a que huyan de ella de inmediato, por la fe en la expiaci�n del Salvador.
Solo hay un lugar seguro, y ese es Cristo. Como cuando la pradera est� en llamas, la seguridad del viajero es encender la hierba frente a �l y luego pararse donde ha estado el fuego, de modo que cuando el fuego se encienda no tenga nada de qu� alimentarse, y el viajero est� seguro porque �l est� donde el fuego ha hecho su trabajo; as� el alma que reposa en la obra consumada de Cristo, y se esconde en �l, est� donde el fuego del juicio de Dios contra el pecado se ha alimentado, y es salva y sabe que "por tanto, ahora no hay condenaci�n para los que est�n en Cristo Jes�s.