Bible Commentaries
San Juan 20

Comentario Pozos de agua vivaPozos de agua viva

Versículos 1-31

La resurrecci�n de cristo

Juan 20:1

PALABRAS INTRODUCTORIAS

1. La ropa de lino. Antes de discutir la resurrecci�n con usted, queremos que considere con nosotros la manera en que Cristo fue envuelto en ropas de lino y especias, como era la manera de enterrar a los jud�os. La costumbre era, como se nos ha dicho, colocar cien libras de especias en la tela de lino y envolver el cuerpo de manera segura, dando vueltas y vueltas. Luego se cubri� la cabeza con una servilleta.

Recordar� que cuando naci� Cristo, estaba envuelto en pa�ales. Los envoltorios de ese d�a nos sugieren el hecho de que Cristo estaba circunscrito. Moraba en un cuerpo humano como nuestro cuerpo. Era como un barco atado a un muelle, mantenido dentro.

2. El lugar donde yac�a. Una vez m�s, estaba atado por la muerte. En la resurrecci�n, todo lo que lo hab�a atado, desapareci�. Cristo hab�a sido crucificado en el monte Calvario, com�nmente conocido como G�lgota. El vers�culo 41 nos dice que hab�a un huerto cerca del monte Calvario, en el cual hab�a un sepulcro nuevo, en el que todav�a no se hab�a puesto a nadie. Esta tumba era propiedad de Jos� de Arimatea. Fue all� donde se coloc� el cuerpo.

Ha sido un privilegio para nosotros visitar ese jard�n y entrar en el sepulcro, conocido en este momento como la tumba de Gordon, porque fue descubierto por el general Gordon. Creemos que el lugar es aut�ntico. Nos sentimos realmente solemnes al ver la tumba con el lugar a la cabecera y al pie, donde se hab�an sentado los �ngeles. Como se acercaba el d�a de la preparaci�n, la tumba, evidentemente, no estaba sellada por dentro, pero la gran piedra se rod� por fuera del sepulcro, y esto fue sellado. El sellado interior aguardaba el paso del d�a de preparaci�n.

3. Mientras a�n estaba oscuro. El cap�tulo 20 comienza con las palabras: "El primer d�a de la semana llega Mar�a Magdalena, cuando a�n estaba oscuro". El verdadero amor por el Se�or Jes�s no espera el d�a completo. Est� dispuesto a confiar donde no puede ver. Para nosotros, por tanto, la expresi�n "cuando a�n estaba oscuro" est� llena de significado. En Juan 20:1 leemos que el Se�or le dijo a Tom�s: "Bienaventurados los que no vieron y creyeron". La fe camina sin ver y conf�a donde est� oscuro.

4. La piedra fue quitada. �Cu�l fue la consternaci�n de las mujeres al contemplar la gran piedra que se alejaba de la puerta del sepulcro? Se hab�an estado preguntando qui�n remover�a la piedra, pero cuando llegaron, la piedra ya no estaba.

�Con qu� frecuencia nos preguntamos qu� podemos hacer?

Cuando surge una piedra y no podemos pasar,

Sin embargo, m�s all� de la piedra, tenemos trabajo que hacer;

�Qui�n remover� nuestra piedra?

Luego, cuando llegamos, hay algo nuevo,

Porque nuestra piedra se ha ido y nuestro cielo es azul

Y el Se�or est� ah� para guiarnos

Y la victoria corona nuestro d�a.

5. Una sensaci�n de desesperaci�n. Cuando Mar�a Magdalena encontr� que la piedra hab�a sido removida, corri� y fue a Sim�n Pedro y al otro disc�pulo a quien Jes�s amaba, y les dijo: "Se han llevado al Se�or del sepulcro, y no sabemos d�nde lo han hecho. lo puso ".

Hay ciertos hombres que se han infiltrado sin darse cuenta, que est�n alejando a muchos santos d�biles, a su Se�or y a su Salvador. Lo est�n haciendo mediante sus negaciones viles de Su nacimiento virginal, Su deidad y la eficacia salvadora de Su sangre. Muchos de estos hombres llegan a repudiar la resurrecci�n.

Mar�a pens� que su Se�or se hab�a ido. Para ella, la tumba vac�a no le trajo m�s que tristeza y angustia, mientras que deber�a haberle tra�do alegr�a, alegr�a y canto.

I. PEDRO Y JUAN VISITAN AL SEPULCRO ( Juan 20:3 )

1. Pedro y ese otro disc�pulo fueron corriendo al sepulcro. Es bastante sorprendente ver a estos dos hombres corriendo esta carrera. Estaban llenos de emoci�n. Mientras corr�an, John estaba superando a Peter, por lo que no podr�an haber estado hablando entre ellos mientras corr�an, de este asunto inaudito. Sin embargo, imaginamos que en sus mentes vinieron algunas de las declaraciones del Se�or, c�mo �l hab�a dicho que al tercer d�a resucitar�a.

Nunca hab�an aceptado esas palabras literalmente. Le hab�an visto resucitar a otros que hab�an estado muertos, pero ninguno de ellos pensaba que �l, estando muerto, podr�a sacar Su propio cuerpo de la tumba. As� corrieron, llenos del temor de que alguien hubiera abierto la tumba a la fuerza; y sin embargo, pregunt�ndose si, acaso, su Se�or hab�a resucitado.

2. John se inclin� y mir� hacia adentro. Al llegar primero al sepulcro, Juan, "mirando hacia adentro, vio las s�banas de lino puestas; pero no entr�". Nos gustar�a que cada uno de ustedes se uniera a nosotros para agacharse y mirar hacia el lugar donde el Se�or una vez estuvo. Estamos seguros de que la piedra no fue quitada para dejar salir a Cristo; m�s bien se quit� para dejar entrar a los disc�pulos. Tambi�n puede mirar adentro, si lo desea.

Juan estaba todav�a afuera cuando lleg� Sim�n Pedro, sigui�ndolo. Pedro entr� inmediatamente en el sepulcro, y vio las ropas de lino tendidas, y la servilleta que estaba alrededor de Su cabeza, no acostada con las ropas de lino, sino envuelta en un lugar aparte. Luego entr� Juan tambi�n.

3. El significado m�s profundo de lo que vieron. Primero, estaba la maravilla de que Cristo hubiera dejado las ropas envueltas alrededor de �l, intactas y no en un desorden salvaje. Las ropas de lino estaban all�, creemos, tal como estaban, cuando estaban atadas alrededor del Se�or, solo que el Se�or se hab�a ido. La ropa y las especias no estaban esparcidas por todos lados alrededor de la tumba. La servilleta que estaba alrededor de Su cabeza, no estaba junto con las ropas de lino; estaba envuelto juntos, en un lugar por s� mismo.

Cuando los dos disc�pulos vieron estas cosas, creyeron. Hasta ahora no hab�an conocido la Escritura de que Cristo resucitar�a de entre los muertos. Ahora todo cay� sobre ellos, con un gozo inefable y lleno de gloria. No se apresuraron a buscar el cuerpo del Se�or; silenciosamente se dirigieron a sus propios hogares.

II. MAR�A LLORANDO ( Juan 20:10 )

1. Mar�a estaba fuera del sepulcro llorando. �Con qu� frecuencia lloramos cuando deber�amos estar gritando con gloria? �Y por qu� llor�? Llor� por lo que no sab�a. Ella pens� que se hab�an llevado a su Se�or. Cuando mir� hacia adentro y vio el sepulcro vac�o, pens� que alguien hab�a robado el cuerpo del Se�or.

2. Los dos �ngeles de blanco. Cuando Mar�a mir�, vio a estos �ngeles vestidos con sus vestiduras blancas y sentados, "uno a la cabeza y el otro a los pies, donde hab�a estado el cuerpo de Jes�s", �no es hermoso que el Se�or nos env�e a menudo? , en la hora de nuestra necesidad y angustia, �Sus resplandecientes para ayudarnos en el camino?

3. Una pregunta notable. Los �ngeles dijeron a Mar�a: Mujer, �por qu� lloras? Ella les dice: Porque se han llevado a mi Se�or, y no s� d�nde le han puesto. No nos sorprende que los �ngeles dijeran: "Mujer, �por qu� lloras?" Imaginamos que los �ngeles que acampan alrededor de los que le temen, a menudo hacen la misma pregunta: "�Por qu� lloras?" Tambi�n pensamos que nuestro Se�or, que vela por nosotros desde lo alto, a menudo se pregunta por qu� lloramos. Cu�nta energ�a desperdiciada y cu�nto da�o nos pasa por el dolor, porque miramos a trav�s de un espejo con oscuridad.

"No ahora, sino en los pr�ximos a�os,

Puede ser en la mejor tierra;

Leeremos el significado de nuestras l�grimas

Y all�, en el cielo, lo entenderemos ".

Tambi�n pensamos que cuando entendamos nos avergonzaremos de haber llorado alguna vez. Mar�a admiti� que llor� porque se hab�an llevado a su Se�or y porque no sab�a d�nde lo hab�an puesto.

La verdad es que no lo hab�an puesto en ninguna parte, y nadie se lo hab�a llevado. Hab�a roto las ligaduras de la muerte y hab�a salido con el glorioso poder de la resurrecci�n.

III. MAR�A HABLA CON CRISTO ( Juan 20:14 )

1. Mar�a vio a Cristo pero no sab�a que era �l. Esto est� pasando extra�o. Sin embargo, debemos recordar que su conversaci�n con los dos �ngeles, vestidos de blanco, a�n no hab�a aclarado su mente. Todav�a pensaba que alguien se hab�a llevado el cuerpo de Jes�s. Sus ojos estaban empa�ados por las l�grimas mientras se alejaba de la tumba y entraba en el jard�n. Mientras miraba de un lado a otro, vio a Jes�s de pie y no lo reconoci�. �Y por qu� se qued� all�? Fue porque �l era un Cristo comprensivo y quer�a alejar las nubes del coraz�n de quien confiaba en �l.

2. Cristo le dijo a Mar�a: "Mujer, �por qu� lloras? �A qui�n buscas?" Aun as�, Mary no pod�a comprender lo que hab�a sucedido. Ella pens� que era el jardinero, as� que le pregunt�: "Se�or, si lo has tra�do de aqu�, dime d�nde lo has puesto, y se lo llevar�".

Para nosotros, una de las grandes pruebas de la resurrecci�n, radica en las expresiones gr�ficas y, sin embargo, comunes de los d�as, tan fieles a la vida, relacionadas en conexi�n con Su resurrecci�n. Mar�a nunca habr�a podido recoger un cad�ver y llev�rselo. Simplemente estaba fuera de s� por el dolor, y pens� que pod�a.

3. Las nubes desaparecen. Mientras Cristo estaba all�, vio en el coraz�n de Mar�a una devoci�n indescriptible hacia �l como Salvador y Se�or. Ella no lo estaba mirando cuando, con su vieja voz, dijo una sola palabra: "�Mar�a!" No necesit� m�s para abrir su mente, porque ella se volvi�, y frente a �l, le dijo: "Rabboni, es decir, Maestro". Mar�a lo habr�a agarrado de los pies, pero Jes�s le dijo: "No me toques, porque a�n no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre". ya tu Dios y mi Dios. "

Cu�n hermoso fue de nuestro Se�or decir: "Padre m�o, y Padre vuestro, y de mi Dios y vuestro Dios". Envuelto en estas palabras hay una visi�n de nuestra uni�n con Cristo en Su muerte, sepultura, resurrecci�n y ascensi�n. Cristo parece estar diciendo: Todo lo m�o es tuyo; y todo tuyo es m�o.

IV. UNA MEZCLA DE TEMOR Y PAZ ( Juan 20:19 )

1. El miedo a los once. Juan 20:19 nos dice: "Entonces, ese mismo d�a por la tarde, siendo el primer d�a de la semana, cuando se cerraron las puertas donde los disc�pulos estaban reunidos por temor a los jud�os, vino Jes�s y se par� en medio, y dijo a ellos, la paz sea con vosotros ".

En este vers�culo leemos acerca de un temor que se hab�a apoderado de los disc�pulos. Los jud�os sab�an, por supuesto, que Cristo hab�a sido crucificado; sab�an que los soldados que hab�an estado vigilando la tumba, hab�an huido asustados por la resurrecci�n de Cristo. Sabiendo esto, y la consternaci�n que se apoderar�a de los principales sacerdotes y gobernantes, los disc�pulos supusieron que, naturalmente, los jud�os los buscar�an y los matar�an. No sab�an lo que podr�a pasar, por lo tanto lo hicieron. se reunieron y discutieron asuntos con las puertas cerradas.

Mientras hablaban entre ellos y se llenaron de miedo, tambi�n se llenaron de gozo. Pedro nos cuenta en su ep�stola c�mo fueron engendrados de nuevo para una esperanza viva. Puedes imaginar algo de la alegr�a exultante que llen� sus pechos. Sin embargo, ese hecho no disminuy� sus temores en lo m�s m�nimo.

2. La entrada de Cristo. Mientras hablaban, tanto regocijados como atemorizados, el Se�or Jes�s mismo estaba en medio de ellos. Sus primeras palabras fueron: "Paz a vosotros". Luego les mostr� sus manos y su costado. Entonces, los disc�pulos se alegraron doblemente. No solo sab�an, ahora, de la tumba vac�a, sino que hab�an visto al Se�or. El Se�or no se demor� mucho con ellos. Sin embargo, les dijo una vez m�s: "La paz sea con ustedes.

"Entonces dijo:" Como me envi� mi padre, as� tambi�n yo os env�o ". As�, con una nueva comisi�n impuesta sobre ellos, una comisi�n para predicar su palabra, sopl� sobre ellos y les dijo:" Recibid el Esp�ritu Santo."

Cu�n r�pido estaban sucediendo las cosas. Agrupados en un d�a glorioso estaba el enunciado de la resurrecci�n, la visita personal del Se�or, Su seguridad de paz, Su comisi�n a Sus disc�pulos y Su soplo del Esp�ritu Santo sobre ellos.

De la oscuridad a la luz, del dolor al canto, de la desesperaci�n al regocijo, paso a paso, hab�an sido conducidos.

V. TOM�S NO ESTABA CON ELLOS ( Juan 20:23 )

1. La ausencia de Thomas. No sabemos por qu� Tom�s no estaba con los disc�pulos en el aposento alto, cuando Cristo se les apareci� por primera vez. Si hab�a estado ausente y no hab�a o�do hablar de la resurrecci�n; o, si le hab�an informado, pero no se hab�a reunido con los otros que no conocemos. Sabemos que �l no estaba all� cuando vino Jes�s.

La ausencia de Tom�s nos sugiere, en primer lugar, que todav�a hay muchos que se ausentan de la asamblea de los santos. Esto no deber�an hacer. Dios nos ha dado una advertencia especial, una advertencia que es particularmente aplicable al d�a en que vivimos. Aqu� est�n las palabras: "No dejando de reunirnos como algunos lo hacen, sino exhort�ndonos unos a otros: y tanto m�s, mientras veis que se acerca el d�a". Escuchar sermones por radio es muy bueno para los que est�n encerrados, pero nunca debe usarse como una excusa para no asistir al ministerio de la Palabra y la oraci�n.

Lo segundo que nos viene a la mente es lo que extra�� Thomas por su ausencia. Echaba de menos ver al Se�or. Tampoco sabemos lo que puede suceder en el camino de la bendici�n espiritual, que perderemos, si no estamos en la casa de Dios y en nuestros asientos acostumbrados.

2. La falta de compa�erismo sugiere una falta de cooperaci�n. Thomas no estaba con ellos y, por lo tanto, Thomas se mantuvo apartado de ellos. Los otros disc�pulos le dijeron: "Hemos visto al Se�or". Inmediatamente respondi�: "Si no veo en sus manos la huella de los clavos, y pongo mi dedo en la huella de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creer�". No es dif�cil descubrir que se estaba produciendo una divisi�n entre Thomas y los dem�s. Ten�an un punto de vista y una fe; mientras que �l ten�a otro punto de vista y no ten�a fe.

3. El dominio de la incredulidad. Thomas no solo exigi� pruebas de la resurrecci�n, sino que dijo sin rodeos: A menos que tenga estas pruebas, no creer�. Siempre que hay falta de fe, est� el ce�o fruncido de Dios. Los hombres est�n perdidos porque no creen. Los santos pierden muchas bendiciones porque, en muchas cosas, no creen. Hasta el d�a de hoy, a Tom�s se le conoce como el disc�pulo que duda.

VI. TOM�S ESTABA CON ELLOS ( Juan 20:26 )

1. Despu�s de ocho d�as. No se dan los eventos de los ocho d�as que transcurrieron entre la primera y la segunda aparici�n de Cristo a los disc�pulos. Sabemos que antes de la noche del primer encuentro con los disc�pulos, Cristo ya se hab�a aparecido a Mar�a Magdalena, a las mujeres y a dos disc�pulos, en el camino a Ema�s, tambi�n se hab�a aparecido a Pedro. Durante el �nterin de los dos Primeros D�as de la semana, los disc�pulos observaron atentamente los eventos a su alrededor.

Aprendieron mucho sobre c�mo los fariseos y los escribas hab�an pagado a los soldados que vigilaban el sepulcro para que informaran que los disc�pulos hab�an robado el cuerpo de Cristo. C�mo hab�an puesto corriente el hecho de que la resurrecci�n no era real, etc.

Sin embargo, los principales sacerdotes hab�an tenido miedo de imponer las manos sobre los disc�pulos. La gente, en todas partes, cre�a en la resurrecci�n, y los l�deres de los jud�os solo esperaban para ver hasta qu� punto iban las cosas.

2. La segunda aparici�n a los once. Una vez m�s los disc�pulos estaban en su lugar de reuni�n, y Tom�s estaba con ellos. Una vez m�s se cerraron las puertas. Esta vez no dice: "Por miedo a los jud�os".

Una vez m�s, el Se�or Jes�s se par� repentinamente en medio de ellos y dijo: "La paz sea con vosotros".

Luego, volvi�ndose a Tom�s, dijo: "Acerca aqu� tu dedo, y mira mis manos; y extiende aqu� tu mano, y m�tela en mi costado; y no seas incr�dulo, sino creyente".

Tenga en cuenta que la incredulidad se llama infidelidad. Creer plenamente es ser fiel y no creer es infidelidad.

3. Tom�s tiene plena seguridad. Juan 20:28 dice: "Y Tom�s respondi� y le dijo: Se�or m�o y Dios m�o". Gracias a Dios que incluso un hombre, por un momento en el castillo de la duda, puede volver a ponerse de pie en tierra firme.

Si bien siempre lamentamos que Thomas dudara, por su propio bien; sin embargo, en su duda y en su posterior expresi�n de fe, hay todav�a otra prueba de la resurrecci�n. Tom�s dud� de estar seguro, pero tambi�n lo hicieron todos los dem�s disc�pulos y las mujeres. Mar�a, la hermana de L�zaro, hab�a cre�do en la muerte de Cristo. Mar�a hab�a ungido al Se�or con ung�ento, el d�a de su entierro. Sin embargo, incluso ella no cre�a en la resurrecci�n.

As�, Mar�a, las mujeres y los disc�pulos, incluido Tom�s, por su falta de fe en la resurrecci�n y por su posterior aceptaci�n de ella; proclama para siempre al mundo, que creyeron porque vieron al Se�or resucitado. Vieron sus manos perforadas por los clavos, y sus pies, y su costado, empujado por la espada. Sab�an que Aquel que estaba muerto, estaba vivo de nuevo.

VII. FE Y SE�ALES ( Juan 20:29 )

1. Es bueno creer, con la fe, causado por la vista. Cristo dijo: "Porque me has visto, has cre�do". Esto es mucho mejor que no tener fe en absoluto. Hay muchos, ay, que ven y no creen. Hasta esta hora, hay multitudes que rechazan la resurrecci�n del Se�or Jesucristo y, sin embargo, sus ojos han contemplado m�s que suficiente para convencer a cualquier buscador honesto de la verdad.

2. Es mejor creer sin ver. Cristo tambi�n dijo: "Bienaventurados los que no vieron y creyeron". Si lo conocemos, eso deber�a ser suficiente para que cada una de sus palabras sea "s� y am�n" para nosotros. No nos encontremos nunca entre aquellos que, como Tom�s, piden pruebas humanas. Ni siquiera pidamos un sue�o, ni una voz, ni una demostraci�n de ning�n tipo.

3. El gran cl�max de la fe. Nuestro cap�tulo concluye con la maravillosa declaraci�n: "Muchas otras se�ales verdaderamente hizo Jes�s en presencia de sus disc�pulos, que no est�n escritas en este libro, sino que est�n escritas para que cre�is que Jes�s es el Cristo, el hijo de Dios; y para que, creyendo, teng�is vida en su nombre ". Gracias a Dios que estuvo dispuesto a condescender a escribir las se�ales de la resurrecci�n de Cristo, para que se estableciera de manera infalible; d�ndonos as� un refugio fuerte, que volamos a Cristo como nuestro Salvador.

Gracias a Dios que los que creen en �l, el Cristo del Calvario, el Cristo de la tumba vac�a y el Cristo de la nube de gloria, tienen vida en Su nombre.

Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en John 20". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/john-20.html.