Bible Commentaries
Romanos 1

Comentario Pozos de agua vivaPozos de agua viva

Versículos 1-19

El evangelio de dios

Romanos 1:1

PALABRAS INTRODUCTORIAS

La declaraci�n inicial del primer cap�tulo de Romanos nos da una base suficiente para nuestra palabra introductoria. La declaraci�n dice as�: "Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser ap�stol, apartado para el evangelio de Dios".

Aqu� hay tres cosas claramente expresadas.

1. Pablo fue un siervo de Jesucristo. La palabra significa nada menos que un esclavo de bonos. No lleva consigo la idea de un servicio por pago. Es el servicio prestado a un se�or y amo. �sta es la �nica actitud que debe adoptar cualquier verdadero creyente. Si Cristo es Se�or y Maestro, entonces somos siervos. Si no somos siervos, Cristo no es nuestro Se�or.

La servidumbre sugiere obediencia. Si estamos bajo nuestro Se�or, como siervos, somos llamados a ir a donde �l nos dice que vayamos; hacer lo que �l nos dice que hagamos; y ser lo que �l nos dice que seamos. El sirviente nunca puede estar por encima de su Amo.

2. Pablo fue un ap�stol de Jesucristo. La palabra "Ap�stol" significa "enviado". Un enviado, saliendo bajo �rdenes.

Cuando el ap�stol Pablo fue a Damasco con cartas de autoridad, era el ap�stol del Sanedr�n jud�o. Cuando, despu�s, sali� con el Evangelio de Dios, era Ap�stol de Jesucristo.

Si examinamos nuestros papeles, descubriremos que somos comisionados por el Se�or para ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura.

3. Pablo fue separado para el evangelio de Dios. Solo ten�a una cosa que hacer, y era predicar a Cristo.

(1) Pablo no fue llamado a reformarse. No ten�a ning�n mensaje sobre la mejora del mundo. No estaba en el negocio de la "limpieza". No fue enviado para ense�ar mejores modales a los perdidos. No recibi� el encargo de mostrarle a la gente c�mo comer, beber y vestirse.

(2) Pablo fue llamado a la separaci�n. Cuando pensamos en la palabra "separaci�n", pensamos en estar separados de ; tambi�n podemos pensar en estar separados para. Si estamos llamados a una cosa, somos llamados por cualquier otra cosa que, en lo m�nimo, contrarreste la �nica cosa a la que estamos llamados.

Por lo tanto, sostenemos que cuando Pablo fue separado para el Evangelio de Dios , fue llamado a realizar cualquier otro esfuerzo, que era distinto del Evangelio de Dios. El Evangelio es "el poder de Dios" que salva, y no hay otro evangelio. Guardemos sagradamente nuestra separaci�n de ese Evangelio.

I. EL EVANGELIO DE DIOS ( Romanos 1:1 )

1. Tendencia a dejar a Dios fuera. Entre los creyentes fieles y los obreros, hay una tendencia, al ense�ar el Evangelio, a eliminar a Dios el Padre y a poner todo el �nfasis en Dios el Hijo. Evidentemente, esto est� mal.

Dios mismo am� tanto al mundo. �l es Aquel de quien est� escrito: "Dios encomia su amor para con nosotros, en que, siendo a�n pecadores, Cristo muri� por nosotros".

Es la paciencia de Dios que esper� en los d�as de No�.

Es Dios, que estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo. La verdad es que, al estudiar la Palabra de Dios, descubrimos que el Padre estaba tan vitalmente conectado en la obra del Evangelio como el Hijo.

Dios, el Esp�ritu Santo, tambi�n es indispensable para el Evangelio. Todo creyente nace de arriba, regenerado por el Esp�ritu.

Est� escrito: "Yo os lo enviar�. Y cuando �l venga, reprender� al mundo de pecado, de justicia y de juicio". El Evangelio, sin Dios el Esp�ritu, ser�a completamente ineficaz.

Por lo tanto, tengamos cuidado al predicar de no centrarnos en nuestro precioso Se�or y Salvador, en la eliminaci�n de Dios el Padre y Dios el Esp�ritu.

2. En el que el Evangelio, es el Evangelio de Dios. El Evangelio es el Evangelio de Dios, porque el Evangelio fue propuesto por Dios. �l origin� el plan de redenci�n.

Antes de la fundaci�n del mundo, el Se�or Dios nos escogi�, en Cristo, "para que fu�ramos santos y sin mancha delante de �l en amor".

En la eternidad, el Padre nos predestin� para la adopci�n de hijos por Jesucristo para �l mismo, seg�n el benepl�cito de Su voluntad.

El Evangelio es el Evangelio de Dios, en segundo lugar, porque Dios envi� a Cristo para ser el Salvador del mundo. La verdad es que Dios est� detr�s de todo lo relativo al Evangelio. Por tanto, el Evangelio es el Evangelio de Dios.

II. EL HIJO DE DIOS ( Romanos 1:4 )

1. El mensaje del Evangelio se trata del Hijo de Dios.

Este es el testimonio de los profetas del Antiguo Testamento. La primera mitad de la Biblia est� llena del mensaje de redenci�n, que est� en Cristo Jes�s. Se ha dicho verdaderamente que el hijo de Dios, nuestro Se�or Jesucristo, es el n�cleo de toda la Biblia. Tomemos al profeta Isa�as, el Se�or Jesucristo es su gran tema. �l es el Cordero, llevado al matadero; el Var�n de Dolores y familiarizado con los dolores.

�l es Aquel cuya alma es ofrecida por el pecado; el Uno que fue herido por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades. Es �l qui�n ver� del trabajo de su alma, y quedar� satisfecho. Entonces, a lo largo de la Biblia, el Evangelio de Dios se centra en el Hijo de Dios.

2. El mensaje del Evangelio se trata de Aquel que es declarado Hijo de Dios. El modernista puede esforzarse por convertirlo en el Hijo de Jos�. Puede buscar humanizarlo y arrastrarlo hacia abajo de Su Deidad. Sin embargo, est� escrito que �l es "declarado Hijo de Dios con poder, seg�n el Esp�ritu de santidad, por la resurrecci�n de entre los muertos".

El que est� de pie ante la tumba vac�a, reconoce el hecho de que Jesucristo es el Hijo de Dios. Su resurrecci�n est� certificada por muchas pruebas infalibles; y la certeza de su resurrecci�n certifica a Cristo como el Hijo de Dios.

Dios nunca habr�a resucitado a un impostor de la tumba. Dios nunca hubiera puesto a un impostor a su diestra. Dios nunca le habr�a otorgado a un impostor toda la autoridad y el poder.

As� es como damos gracias a Dios, porque el Evangelio de Dios, se centra en el Hijo de Dios que fue hecho de la simiente de David, seg�n la carne, para que �l pudiera tener Sangre para derramar; pero, quien fue declarado, en Su resurrecci�n, Hijo de Dios con poder. En estas notables palabras, toda la gloria del nacimiento virginal se reafirma en t�rminos inconfundibles.

III. EL PODER DE DIOS ( Romanos 1:16 )

El Ap�stol dijo: "Porque no me averg�enzo del Evangelio de Cristo, porque es poder de Dios para salvaci�n a todo aquel que cree; al jud�o primeramente, y tambi�n al griego".

1. El Evangelio de Dios, es tambi�n el Evangelio de Cristo. Es el Evangelio de Dios en el sentido de que Dios lo origin�, propuso y plane�; es el Evangelio de Cristo, porque �l es el mensaje del Evangelio, y tambi�n es el coraz�n del Evangelio,

2. El Evangelio de Dios y de Cristo es el poder de Dios. No hay nada d�bil en el Evangelio. Hay quienes quieren llamar a la salvaci�n un asunto infantil; o algo que sea bueno solo para las mujeres.

La Biblia proclama el Evangelio como el poder de Dios, en la salvaci�n de todo creyente. No fue un asunto peque�o que Dios emprendi�, en Cristo, a favor de los pecadores perdidos.

Si queremos ver el alcance y el poder del Evangelio de la salvaci�n, primero debemos descender a las profundidades del pecado, s�, a las profundidades del infierno al que el pecado lleva al incr�dulo.

3. El Evangelio de Dios, que es el poder de Dios, trae salvaci�n al creyente. Todos pueden salvarse. Hay suficiente poder en el Evangelio, no solo para salvar al mayor pecador, sino para salvar a todo pecador. Sin embargo, ese poder no opera hasta que opera la fe.

A veces hemos utilizado la historia del tranv�a. Hay mucha energ�a pasando a trav�s de los cables, pero esos cables deben ser contactados con el toque del tranv�a, antes de que el tranv�a pueda moverse. La fe es el carro.

IV. LA JUSTICIA DE DIOS ( Romanos 1:17 )

1. El Evangelio de Dios contiene la justicia de Dios. Nuestro texto dice, en cuanto al Evangelio: "Porque en �l se revela la justicia de Dios".

Lo que Dios ten�a que afrontar era c�mo pod�a ser justo y, sin embargo, perdonar al culpable. Debemos recordar que cuando Dios propuso la redenci�n, tuvo que sostener la dignidad de sus santas leyes; defiende su propia justicia; y eliminar todo obst�culo legal para la redenci�n del hombre.

Todo esto se logr� mediante la muerte del Se�or Jesucristo. El Se�or Jes�s fue hecho "pecado por nosotros * * para que seamos hechos justicia de Dios en �l".

�l tom� nuestros pecados, pag� su castigo y sufri�, el Justo por los injustos.

Nunca debemos pensar que Dios simplemente se arrepinti� del pecador y decidi� pasar por alto sus pecados.

Nunca debemos imaginar que Dios, de alguna manera, fall� en sustentar Su propia justicia inherente, y santidad y justicia, en la salvaci�n de los perdidos. Dios permaneci� justo, y sin embargo recibi� en su propia c�mara de presencia, por el camino de la Cruz, a los que eran injustos.

2. El Evangelio de Dios imparte la justicia de Dios. Dios no solo sostuvo Su justicia en el Evangelio; pero hizo justo al pecador que crey�.

La Cruz de Cristo no solo ve a Jes�s sufriendo por nuestros pecados y llev�ndolos, sino que ve a Dios imput�ndonos la justicia de Dios.

El pecador creyente se presenta ante Dios a trav�s de la Sangre de la Cruz, como sin pecado. No queda ni una mancha de su pecado sobre �l. Dios no solo olvida su pecado, y borra su pecado, y pone su pecado detr�s de Su propia espalda, sino que Dios tambi�n hace blanco al pecador. Est� escrito: "Aunque tus pecados sean como escarlata, ser�n blancos como la nieve".

Fue esta justicia imputada de Dios, de la que habl� Pablo cuando dijo que quer�a estar delante de Dios "no teniendo mi propia justicia, que es de la ley, * * sino * * la justicia que es de Dios por la fe".

V. LA IRA DE DIOS ( Romanos 1:18 )

Nuestro vers�culo dieciocho dice as�: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres".

1. La raz�n del Evangelio de Dios. Comenzamos este estudio con el Evangelio de Dios. Descubrimos que ese Evangelio se refer�a al Hijo de Dios. Luego, aprendimos que el Evangelio de Dios era el poder de Dios que transmit�a al creyente la justicia de Dios. Descubrimos ahora la raz�n del Evangelio, la necesidad del Evangelio. El evangelio era necesario porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres.

Dios consider� necesario condenar a todo imp�o. Su santidad y justicia inherentes hicieron necesaria Su ira contra la impiedad y la injusticia. Por esta causa, Dios envi� las buenas nuevas de salvaci�n. Por tanto, cuando los hombres vienen y se esconden bajo las alas del Evangelio, no pueden ser tocados por la ira de Dios. El hombre Jesucristo se convierte en un encubierto de la tormenta.

Est� escrito: "Dios no nos ha puesto para ira, sino para alcanzar la salvaci�n por nuestro Se�or Jesucristo".

2. Aquellos que rechazan el Evangelio permanecen bajo la ira. "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; y el que no cree * * la ira de Dios permanece sobre �l". Hay muchos hoy que se niegan a creer en la ira de Dios. En vano imaginan que, de una forma u otra, Dios lograr� llevar a todos los hombres al cielo.

La segunda venida de Cristo, en su actitud hacia aquellos que se han negado a sostener la verdad en justicia, se describe as�: "El Se�or Jes�s ser� revelado desde el cielo * * en fuego llameante, tomando venganza de los que no conocen a Dios, y que no obedezcas al evangelio del puro Se�or Jesucristo: quien ser� castigado con perdici�n eterna de la presencia del Se�or ".

VI. LA GLORIA DE DIOS ( Romanos 1:23 )

1. El terrible intento del pecado. Los hombres que sostienen el Evangelio de Dios y rechazan la justicia de Dios por fe, seguir�n adelante en sus pecados. Ellos "se volvieron vanos en su imaginaci�n, y su necio coraz�n se oscureci�. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en una imagen hecha como un hombre corruptible".

El Libro de Judas describe a los hombres de los �ltimos d�as, como "hombres imp�os, que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan al �nico Se�or Dios, ya nuestro Se�or Jesucristo". En el mismo Libro, se insta a los santos a adorar al "�nico Dios sabio, nuestro Salvador"; y darle "gloria y majestad, dominio y poder, ahora y siempre".

Este es el d�a en que a los hombres no les gusta retener a Dios en su conocimiento. Contin�an blasfem�ndolo con sus labios y repudi�ndole en sus vidas. Es por esta causa que Dios entrega a los hombres a una mente reprobada.

2. El resultado de negarse a glorificar a Dios. Cuando los hombres glorifican a Dios y lo adoran, exalt�ndolo como Se�or y Salvador, son aceptables ante �l. Cuando los hombres no le glorifican como a Dios, tampoco son agradecidos; pronto se llenan de toda injusticia, fornicaci�n, iniquidad, codicia, malicia, etc.

Hay un peque�o verso que dice: "As� que, ya sea que com�is o beb�is, o hac�is cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios".

No es dif�cil discernir entre los piadosos y los imp�os. Los primeros se deleitan en cantar el himno de la coronaci�n, coronando a Cristo, Se�or de todo. Este �ltimo se gloria s�lo en los hombres; se glor�an en la carne; y no tienen lugar en su coraz�n ni en sus labios para glorificar al Se�or.

VII. EL JUICIO DE DIOS ( Romanos 1:32 ; Romanos 2:2 ; Romanos 2:5 )

1. Dios juzga a los imp�os como dignos de muerte. El mismo Cristo que dijo: "Venid a m� todos los que est�is trabajados y cargados, y yo os har� descansar", dijo tambi�n: "Y en el infierno alz� los ojos, estando en tormentos".

El hombre que acepta el Evangelio, se salva de la ira venidera, ya que la ira de Dios contra su pecado cay� sobre Cristo.

El hombre que rechaza el Evangelio se niega a entrar en el secreto de la seguridad y se expone a la ira de Dios.

2. Dios advierte a los malvados de las falsas esperanzas. �l dice: "�Y piensas esto, oh hombre, * * que escapar�s del juicio de Dios?" El siguiente vers�culo dice: "�O menosprecias las riquezas de su bondad, paciencia y paciencia, sin saber que la bondad de Dios te conduce al arrepentimiento?"

Es una locura total para cualquier hombre inconverso despreciar la gracia de Dios y, sin embargo, imaginar que puede escapar del juicio de Dios.

3. El juicio de Dios cae irremediablemente sobre el coraz�n duro e impenitente. Los malvados que rechazan la misericordia, rechazan el llamado del Esp�ritu; ap�rtate del amor de Dios. Por lo tanto, encontrar�n que sus corazones se vuelven cada d�a m�s duros y m�s impenitentes. Tales hombres atesoran para s� mismos ira para el d�a de la ira.

4. Los juicios de Dios contra los malvados son justos. Nuestro Dios no puede pasar por alto el pecado. El pagar� a cada uno seg�n sus obras. A los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, les dar� "indignaci�n e ira, tribulaci�n y angustia".

En ese d�a del juicio del gran trono blanco, Dios abrir� los libros de registro. El que ha rechazado a Cristo ser� condenado; entonces, cada uno de los condenados ser� juzgado seg�n las cosas que est�n escritas en los libros.

Los hombres pueden burlarse de la ira de Dios y condenar el juicio de Dios, sin embargo, est� escrito: "La muerte y el infierno fueron lanzados al lago de fuego". Tambi�n est� escrito: "El humo de su tormento sube por los siglos de los siglos, y no descansan ni de d�a ni de noche".

UNA ILUSTRACI�N

"Como resultado de una apuesta para poner a prueba el escepticismo del p�blico brit�nico, un hombre disfrazado de vendedor ambulante apareci� en las calles de Londres y ofreci� billetes genuinos de cinco libras por un centavo cada uno. Aunque ofreci� estos extraordinarios negocios durante una hora, floreciendo los billetes en su mano y gritando: "Billetes de cinco libras por un centavo cada uno", incluso permitiendo que la gente los examinara, el vendedor ambulante vendi� s�lo dos. Parec�a una oferta demasiado buena para ser verdad.

Nos sugiere la pregunta: '�Es el Evangelio demasiado barato?' Nuestra respuesta es que se ofrece gratuitamente sin dinero, pero que el hombre debe entregarse a s� mismo y su vida a cambio. Entonces, el precio de nuestra redenci�n fue el sufrimiento en el Calvario. Si bien se ofrece gratuitamente, y se insta a todos a venir y participar de �l, nunca debemos olvidar que el precio que se pag� no fue la plata ni el oro, sino la 'preciosa Sangre de Cristo'.

Versículo 32

La ira y los juicios de Dios

Romanos 1:32 ; Romanos 2:1

PALABRAS INTRODUCTORIAS

Al escuchar los latidos del pensamiento del siglo veinte, encontramos que Dios no solo est� siendo negado por muchos, sino que su ira contra la injusticia y sus juicios contra el pecado generalmente est�n siendo desechados por los imp�os.

Un estudio de la Palabra de Dios revela que el amor y la bondad de Dios en ning�n sentido disminuyen la severidad de su juicio contra los imp�os.

La gracia no hace que la justicia sea insignificante; m�s bien lo hace m�s severo. El amor no hace que el pecado sea menos pecaminoso, ni hace que el castigo del pecado sea menos severo. La misericordia no disminuye la ira.

Lo que hace la gracia es hacer operativo el amor de Dios al sostener cada demanda legal de justicia de la Ley, mediante la muerte de un Sustituto. La gracia transfiri� la ira del pecador al Salvador. La gracia no solo sostuvo la Ley, sino que cumpli� plenamente con los justos juicios de Dios contra el pecador por sus pecados, al colocar los azotes debidos a los imp�os sobre el Hijo enviado por Dios.

Aquel que se burla de la justicia de la ira de Dios y del honor de los juicios de Dios, debe detenerse en la Cruz y contemplar las agon�as del Hijo de Dios, mientras recorr�a su fatigado camino alrededor del ciclo de sus sufrimientos, el Justo muriendo por el injusto.

El que niega el infierno, har�a imposible el cielo; porque el descenso de Cristo al infierno solo hace posible el ascenso del creyente al cielo.

Cuando el mundo crea que no hay juicio por el pecado; no hay castigo para los malvados, entonces el pecado se desencadenar� en la tierra. "Debido a que la sentencia contra una obra mala no se ejecuta r�pidamente, el coraz�n de los hijos de los hombres est� plenamente dispuesto en ellos para hacer el mal".

Los malvados se han opuesto a la fe en cualquier justicia divina que los alcance; han tratado de persuadirse a s� mismos de que Dios no sabe, o que si sabe, es bueno y no castiga al culpable; sin embargo, estos mismos hombres malvados nunca han dejado de invocar juicio sobre la cabeza de aquellos que pecan contra s� mismos.

Si la ley, el juicio y el castigo se eliminan de cualquier pa�s, el asesinato en la masa y la queja gobernar�n el d�a.

Destacaremos varios aspectos de la ira de Dios y de sus juicios contra el pecado, lo que deber�a ayudar a los estudiantes a comprender mejor algunas cosas que quiz�s no hayamos considerado desde el punto de vista de Dios.

�Date prisa, pecador, para ser bendecido!

No te quedes por el sol de ma�ana

No sea que la perdici�n te arreste,

Antes de que comience el d�a de ma�ana.

I. EL HECHO DE LA IRA DE DIOS ( Romanos 1:18 )

La ira de Dios contra toda impiedad e injusticia de los hombres no es cuesti�n de conjeturas, y de discusi�n a favor y en contra, porque es una ira revelada. Esta es la declaraci�n de nuestro texto.

El vers�culo anterior dice que la "justicia" de Dios tambi�n se revela en el Evangelio de Cristo. En Romanos 1:20 se dice que el poder eterno de Dios y la Deidad se ven claramente, por lo que tambi�n se revela.

El hombre que se rebela contra la revelaci�n de la ira de Dios como se establece en Romanos 1:18 , debe necesariamente, por lo tanto, rebelarse contra la justicia de Dios, e incluso contra el poder eterno y la Deidad de Dios.

No hay lugar para criticar porque Dios ha revelado Su ira. Es un hecho y no una fantas�a. Es imposible que los hombres vivan en la impiedad, es decir, en una relaci�n incorrecta con Dios, y en la injusticia, es decir, en una relaci�n incorrecta con los hombres, sin merecer la ira de Dios.

A lo largo de los siglos, Dios ha manifestado su ira contra el pecado, ya sea pecado contra Dios o pecado contra el hombre. Al principio, la ira de Dios cay� sobre Ad�n y fue expulsado del jard�n. Ca�n vino despu�s bajo la ira de Dios y grit�: "Mi castigo es mayor de lo que puedo soportar". Pronto el mundo entero se volvi� malo y se corrompi� ante Dios y fue derrocado con el diluvio. La Torre de Babel, la marca del orgullo abovedado del hombre, fue derribada; las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas; los egipcios se ahogaron en el Mar Rojo; las siete naciones que moraban en la tierra de Cana�n con la copa de su iniquidad llena fueron destruidas, y as� la ira de Dios se extendi� y a�n contin�a.

Nuestro tema es correcto porque la ira de Dios es un hecho y no una fantas�a. Los hombres no pueden vivir como quieran, dando rienda suelta a todos los deseos de la carne, sin pagar su castigo.

La mano de Dios todav�a est� escribiendo nuestro juicio y condenaci�n en la pared.

Entonces nuestras acciones quedan registradas

Hay una mano que est� escribiendo ahora:

Pecador, dale tu coraz�n a Jes�s

Incl�nate ante su mandato real;

Porque el d�a se acerca

Debe llegar a todos y cada uno,

Cuando la condenaci�n del pecador

Estar� escrito en la pared.

II. LOS TRABAJADORES DE LA INIQUIDAD SON INJUSTIFICABLES ( Romanos 1:20 ; Romanos 2:1 )

El mundo est� lleno de excusas. Ca�n fue uno de los primeros en excusar su pecado diciendo: "�Soy yo acaso guarda de mi hermano?" Apenas hay un pecado hacia Dios o hacia el hombre, por m�s vil que sea, pero lo que el hombre buscar� para excusarse. Nuestro primer verso dice que los hombres no tienen excusa. Nuestro segundo verso dice: "T� eres inexcusable, oh hombre".

Los malvados pueden proclamar que sus malas acciones no pueden evitarse, pero Dios dice: "No tienen excusa". Un hombre dice que su temperamento ardiente y su ira incontrolable fueron heredados de sus padres, pero Dios dice: "Eres imperdonable". Otro hombre dice que los deseos de la carne eran dominantes en su naturaleza y que no pod�a dejar de ceder a sus deseos, pero Dios dice que no tiene excusa. El hombre dice que no sab�a nada mejor, que sus pecados son pecados de ignorancia, pero Dios dice que no puede excusarse as�.

No importa qu� poder pueda tener el pecado en la vida de cualquiera de los imp�os; no importa qu� dominio del mundo; no importa qu� poder de Satan�s; el pecador no tiene excusa porque Dios ha provisto una forma de escapar de todo esto.

�Por qu� deber�a el hombre continuar en el pecado, o permanecer enga�ado y esclavo del poder del pecado, cuando el Evangelio de Cristo es el poder de Dios para salvaci�n a todo aquel que cree en un Evangelio que salva de estas mismas cosas?

"Porque el Le�n de Jud� romper� todas las cadenas,

Y danos la victoria una y otra vez ".

Incluso los paganos, que nunca han conocido el Evangelio, no tienen excusa, porque no han vivido de acuerdo con la luz que poseen. Cuando conocieron a Dios, no lo glorificaron como Dios ni fueron agradecidos. La misma ignorancia en la que viven ahora se debe al hecho de que cuando profesaron ser sabios, se volvieron tontos. Cuando cambiaron Su gloria en una imagen hecha como un hombre corruptible, y en p�jaros, cuadr�pedos y reptiles. Cuando tuvieron la verdad de Dios, la convirtieron en mentira y adoraron y sirvieron a la criatura m�s que al Creador.

El mundo no puede alegar que no sab�a que la ira de Dios se revel� contra el pecado, la impiedad y la injusticia del hombre, porque los escombros del juicio de Dios han cubierto el mundo con sus escombros.

No hay excusa de que los hombres puedan traer honra porque Dios ha tratado con justicia, rectitud y honestidad con todo pecado e iniquidad.

M�renme y sean salvos.

Miren, hombres de todas las naciones;

Mira, ricos y pobres; mira, viejos y j�venes;

�Miren pecadores, grandes y peque�os!

�M�renlo a �l y sean salvos!

Oh alma cansada y atribulada,

Oh, mira a Jes�s mientras puedas;

�Una mirada te sanar�!

III. LOS MALOS SON DIGNOS DE MUERTE ( Romanos 1:32 )

Acabamos de notar el hecho de que el hombre es imperdonable por su pecado. Ahora debemos considerar que el hombre es digno del juicio que Dios le impone. Si el hombre tuviera la menor excusa para pecar en esa medida, el juicio de Dios no ser�a justo. Lo opuesto tambi�n es cierto. Si los malvados son dignos de muerte, necesariamente no tienen excusa en sus pecados.

La Biblia ense�a que la muerte es la paga del pecado. Un hombre no cosecha m�s de lo que sembr�. Seg�n esto, el pecador, por as� decirlo, es el autor de su propia destrucci�n. �l mismo re�ne el combustible para alimentar el fuego que por siempre atormentar� su alma. Siembra la semilla del cerebro enloquecido; planta el germen que desarrolla las aflicciones y las miserias, el crujir de dientes y el llanto de desesperaci�n desesperada.

Los malvados son dignos de muerte. No reciben m�s de lo que les corresponde. Solo se les paga por sus obras. Dios no se complace en la muerte de los malvados. Quisiera que todos los hombres en todas partes se arrepintieran. No es un tirano que con rabia despiadada arroja a los justos a los verdugos. Incluso llega a abrir la puerta de la esperanza en el valle de Acor. Ofrece la salvaci�n por el camino de la Cruz a los m�s viles de los viles.

El hombre es digno de muerte porque el hombre ha rechazado las ofertas de misericordia. Ha rechazado la oportunidad de la justicia. Ha hecho o�dos sordos a la llamada del Evangelio.

En lugar de prestar atenci�n a lo que oye, se ha entregado a la injusticia, llen�ndose de fornicaci�n, iniquidad, codicia, malicia; lleno de envidia, asesinato, debate, enga�o, maldad; murmuradores, murmuradores, odiadores de Dios, despreciativos, orgullosos, jactanciosos, inventores de maldades, desobedientes a los padres, sin entendimiento, quebrantadores de pactos, sin afecto natural, implacables, despiadados. Los hombres que viven en estas cosas son dignos de muerte.

IV. LOS JUICIOS DE DIOS NO PUEDEN SER ESCAPADOS ( Romanos 2:3 )

El argumento que Dios nos ha dado se est� acumulando constantemente. La red se cierra con m�s fuerza y ??el pecador se enreda con mayor seguridad en su injusticia. A veces el pecador reconocer� que es imperdonable, incluso admitir� que es digno de muerte y, sin embargo, buscar� escapar de su justo castigo.

Hay criminales por todo el pa�s que han evadido la justicia. Hay hombres en todas partes que intentan ocultar sus pecados. Sin embargo, los hombres necesitan saber que no pueden enga�ar a Dios.

�A d�nde puede ir el pecador para que Dios no lo encuentre? Dios ha dicho: "Aunque te exaltes como el �guila, y pongas tu nido entre las estrellas, de all� te har� descender". Todo lo que un hombre hace, y todo lo que un hombre tiene en su coraz�n, est� desnudo y abierto a Aquel con quien tenemos que hacer.

Nuestro Se�or mira desde el cielo y todas las cosas est�n ante sus ojos. �l conoce nuestra ca�da y nuestro levantamiento. �l comprende nuestros pensamientos de lejos. Nuestro Dios conoce todos nuestros caminos. No hay una palabra en nuestra lengua que no sea lo que �l conoce. �C�mo pueden los hombres esconderse de Dios? porque los ha acosado por detr�s y por delante. �A d�nde pueden huir los hombres de su Esp�ritu? �O d�nde se esconder�n de su presencia? Escuche la Palabra de Dios: "Si subo al cielo, all� est�s t�; si hago mi cama en el infierno, he aqu� que t� est�s all�".

Si tomo las alas del alba y habito en los confines del mar; aun all� me guiar� tu mano, y me asir� tu diestra. Si digo: Ciertamente las tinieblas me cubrir�n; hasta la noche me iluminar�. Ciertamente, las tinieblas no se esconden de ti, pero la noche resplandece como el d�a; las tinieblas y la luz son iguales para ti. Porque has pose�do mis ri�ones; me cubriste en el vientre de mi madre "( Salmo 139:8 ).

Es in�til evadir el problema. Los malvados deben estar ante el Gran Trono Blanco y enfrentar los registros de sus vidas. No pueden escapar de encontrarse con Dios.

D�nde pasar�s la eternidad

�Esos a�os que no tienen fin?

�Ser� donde est�s excluido?

�Conocer y ver al Se�or alguna vez?

�Habr� recibido alguna vez su gran recompensa?

V. HAY UN D�A FIJADO DE IRA ( Romanos 2:5 ; Romanos 2:16 )

En el quinto vers�culo leemos que el hombre atesora ira para el d�a de la ira. En el vers�culo diecis�is leemos que habr� un d�a en que Dios juzgar� los secretos de los hombres.

1. Este es el d�a de la gracia. Estamos convencidos de que Dios juzga con frecuencia la injusticia ahora y env�a terribles manifestaciones de ira, pero estas no son m�s que una sugerencia del gran dolor y aflicci�n que aguarda a los malvados.

En esta era, en su mayor parte, Dios est� permitiendo que los hombres no cosechen m�s que los escombros que ahora implica su propio pecado. Dios ahora est� llamando a los hombres al arrepentimiento. Dios ahora est� ofreciendo gracia. A los predicadores del Evangelio se les manda ir hasta los confines del mundo y predicar a toda criatura la redenci�n que es en Cristo Jes�s. Se cantan canciones de salvaci�n. Se hacen llamamientos al altar, el Esp�ritu Santo lucha con los hombres. Todav�a podemos decir: "He aqu�, ahora es el tiempo aceptable, he aqu�, ahora es el d�a de salvaci�n".

Cuando Cristo entr� en Nazaret, dijo en el templo: "El Esp�ritu del Se�or est� sobre m�, porque me ungi� para predicar el evangelio a los pobres". Estaba leyendo del profeta Isa�as y sigui� leyendo a trav�s de las palabras m�s llenas de gracia hasta que lleg� a la expresi�n "y el d�a de la venganza de nuestro Dios". Antes de leer estas �ltimas palabras, de repente se detuvo y dijo de las palabras que acababa de pronunciar: "Hoy se cumple esta Escritura en vuestros o�dos". No ley� la declaraci�n sobre el d�a de la venganza porque sab�a que ese d�a de la venganza a�n no hab�a llegado.

2. El d�a de la venganza y del juicio es un d�a fijo. El �ngel de la gracia de Dios que se ha apresurado antes de dar ofrecimientos de misericordia y de salvaci�n pronto debe hacerse a un lado, para que el �ngel de su ira desenvaine su espada.

El tiempo se desliza velozmente

La muerte y el juicio se acercan,

A los brazos de Jes�s vuela:

�S� puntual!

Oh, te ruego que cuentes el costo

Antes de que se cruce la l�nea fatal,

Y tu alma en el infierno se perder�:

�S� puntual!

Pecador, escucha la voz de advertencia,

Haz del Se�or tu elecci�n final,

Entonces todo el cielo se regocijar�:

�S� puntual!

Ven de las tinieblas a la luz;

Ven, deja que Jes�s te corrija;

Ven y empieza por el cielo esta noche

�S� puntual!

VI. LA IRA AUMENTA CON EL CONOCIMIENTO ( Romanos 1:19 ; Romanos 1:21 ; Romanos 1:32 )

Fue porque, cuando los hombres conocieron a Dios, pero no lo glorificaron como Dios, ni fueron agradecidos, sino que se volvieron vanos en su imaginaci�n, Dios los entreg�. Si el hombre hubiera sido ignorante y no hubiera conocido a Dios, habr�a sido diferente. Sin embargo, el hombre no solo conoc�a a Dios, sino que tambi�n conoc�a el juicio de Dios.

Si ning�n rayo de luz, que revelara a Dios tanto en gracia como en juicio, hab�a llegado al hombre, el pecado no se le hab�a contado en su contra.

Lo que hace que el pecado sea sumamente pecaminoso es su obstinaci�n; su obstinada negativa a aceptar el derecho.

Debido a que los hombres aman las tinieblas m�s que la luz, sus tinieblas se vuelven m�s oscuras; es porque los hombres rechazan la justicia que Dios los entrega a la iniquidad. El que no conoci� la voluntad de su amo y no la hizo, fue golpeado con pocos azotes. Mientras que el que conoc�a la voluntad de su amo y no la hizo fue golpeado con muchos azotes.

En el d�a del juicio ser� m�s tolerable para Tiro y Sid�n que para Coraz�n y Betsaida, porque "si las maravillas que se hicieron en ti, se hubieran hecho en Tiro y Sid�n, se habr�an arrepentido hace mucho tiempo en cilicio y despojos mortales."

En el d�a del juicio ser� m�s tolerable para Sodoma que para Capernaum, no sino que Sodoma era moralmente m�s vil, sino que Capernaum hab�a sido exaltada al cielo por la presencia, las palabras y la obra de milagros del Hijo de Dios, que Sodoma nunca hab�a conocido. Cristo le dijo a Capernaum: "Si las maravillas que se han hecho en ti hubieran estado en Sodoma, habr�a permanecido hasta el d�a de hoy".

Los pecadores que viven en este d�a de gracia con la luz resplandeciente de la gloria de la gracia de Dios rebosante de plenitud a su alrededor, deben tener cuidado de no atesorar para s� mismos con su rechazo la ira para el d�a de la ira. En las silenciosas vigilias de la medianoche

�Escucha la puerta de tu seno!

C�mo golpea, golpea, golpea,

�Golpea eternamente!

No digas que tu pulso late

Es tu coraz�n de pecado;

'Tis tu Salvador golpea y clama,

"�Lev�ntate y d�jame entrar!"

La muerte desciende con pasos imprudentes

Al sal�n y la caba�a;

Crees que la muerte se demorar� llamando

Cuando la puerta esta cerrada?

Jes�s espera, espera, espera;

Pero la puerta es r�pida:

Apesadumbrado, tu Salvador se va,

La muerte irrumpe por fin.

Entonces es hora de estar de pie suplicando

Cristo para dejarte entrar;

A la puerta del cielo golpeando,

�Llorando por tu pecado!

�No! ay, criatura culpable.

�Te has olvidado entonces?

Jes�s esper� mucho para conocerte

�Ahora no te conoce!

VII. LOS JUICIOS DE DIOS SON JUSTOS TODOS ( Romanos 2:2 ; Romanos 2:5 )

El d�a de la ira del que acabamos de escuchar traer� la revelaci�n del justo juicio de Dios. Los juicios de Dios ser�n conforme a la verdad.

En el Gran Trono Blanco ning�n pecador podr� decir que recibi� m�s de lo que le correspond�a, ni recibir� menos. Los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia, recibir�n indignaci�n e ira, tribulaci�n y angustia. F�jense en la palabra, esto le suceder� a toda alma de hombre que hace el mal, del jud�o primero y tambi�n del gentil.

Todos los imp�os, todos los incr�dulos, todos los temibles y abominables y asesinos tendr�n su parte en el lago que arde con fuego y azufre, y sin embargo, todos recibir�n conforme a los pecados cometidos en el cuerpo.

Cuando los muertos, peque�os y grandes, est�n delante de Dios, se abrir�n los libros que llevan los registros de sus hechos terrenales, y todo hombre ser� juzgado por las cosas que fueron escritas en el libro de acuerdo con sus obras.

Cuando la muerte y el infierno sean arrojados al lago de fuego, y se completen los juicios de Dios, no habr� lugar para disputas ni razones para apelar a un tribunal superior. Los juicios de Dios no solo son definitivos, sino eternamente justos.

UNA ILUSTRACI�N

EN UN ANILLO DE FUEGO

Un europeo imp�o una vez estaba tratando de convencer a un converso en la India de que su religi�n era in�til y que nunca ser�a mejor por ello. "�Qu�, despu�s de todo", dijo el burlador, "ha hecho tu Jes�s por ti?"

"�Me ha salvado!" dijo el nativo, con gran animaci�n: "�Me ha salvado!"

"�Y qu� es eso?" dijo el europeo.

"Acomp��ame a la puerta", fue la respuesta, "y te lo mostrar�". Dicho esto, lo sac� de la casa, recogi� una cantidad de hojas secas y paja (de las cuales hab�a muchas a mano) e hizo un gran c�rculo con ellas. Luego busc� un gusano; y, habiendo encontrado uno, lo coloc� en el centro del anillo. Enseguida aplic� una cerilla encendida al material que lo rodeaba, el burl�n mir�ndolo todo el tiempo sin poco asombro.

A medida que el calor del fuego se acercaba al pobre gusano, este comenz� a retorcerse y mostrar s�ntomas de angustia, pero no pudo salir del anillo en llamas. El hombre pas� la mano por el humo, sac� al gusano de su peligrosa posici�n y lo coloc� sobre la hierba verde, fuera del alcance de todo peligro.

"Ah�", dijo, "eso es lo que el bendito Jes�s ha hecho por m�: estuve expuesto a las llamas del infierno no hab�a posibilidad de escapar; estaba condenado y listo para perecer, y me rescat� muriendo por mi pecados, arrebat�ndome as� como un tiz�n del fuego; y me ha dado, pobre gusano moribundo, un lugar cerca de su coraz�n ".

�Puedes hablar as� de ti mismo como salvo de la muerte de Jes�s? �Puedes decir, como el pobre ind�gena: "Me ha salvado"? No, te rogamos que vengas ahora, como pecador, a Jes�s, que est� a la diestra de la Majestad en las alturas, y �l te dar� descanso. Ref�giate en su sangre y ser�s limpiado del pecado y librado de la ira venidera.

"Cuando a�n est�bamos sin fuerzas, a su debido tiempo Cristo muri� por los imp�os" ( Romanos 5:6 ).

"L�bralo de descender a la fosa; he hallado rescate" ( Job 33:24 ).

"T� con amor la has librado de mi alma del pozo de la corrupci�n, porque t� echaste todos mis pecados a tus espaldas" ( Isa�as 38:17 ).

Información bibliográfica
Neighbour, Robert E. "Comentario Pozos de agua viva en Romans 1". "Agua viva". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/lwc/romans-1.html.