Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
Tired of seeing ads while studying? Now you can enjoy an "Ads Free" version of the site for as little as 10¢ a day and support a great cause!
Click here to learn more!
Click here to learn more!
Bible Commentaries
Comentario completo de Henry sobre la Biblia Completo de Henry
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre 1 Corinthians 12". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/1-corinthians-12.html. 1706.
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre 1 Corinthians 12". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/
Introducción
Se muestra la variedad de uso de los dones espirituales. (1-11) En el cuerpo humano cada miembro tiene su lugar y uso. (12-26) Esto se aplica a la iglesia de Cristo. (27-30) Y hay algo m�s excelente que los dones espirituales. (31)
Versículos 1-11
1-11 Los dones espirituales eran poderes extraordinarios otorgados en las primeras �pocas, para convencer a los incr�dulos y difundir el evangelio. Los dones y las gracias son muy diferentes. Ambos fueron dados libremente por Dios. Pero cuando se da la gracia, es para la salvaci�n de los que la tienen. Los dones son para la ventaja y la salvaci�n de otros; y puede haber grandes dones donde no hay gracia. Los dones extraordinarios del Esp�ritu Santo se ejerc�an sobre todo en las asambleas p�blicas, donde los corintios parecen haber hecho alarde de ellos, faltos de esp�ritu de piedad y de amor cristiano. Siendo paganos, no hab�an sido influenciados por el Esp�ritu de Cristo. Ning�n hombre puede llamar a Cristo Se�or, con dependencia creyente de �l, a menos que esa fe sea obrada por el Esp�ritu Santo. Ning�n hombre puede creer con su coraz�n, o probar por un milagro, que Jes�s era Cristo, a menos que sea por el Esp�ritu Santo. Hay varios dones, y varios oficios que desempe�ar, pero todos proceden de un solo Dios, un solo Se�or, un solo Esp�ritu; es decir, del Padre, del Hijo y del Esp�ritu Santo, el origen de todas las bendiciones espirituales. Ning�n hombre las tiene s�lo para s� mismo. Cuanto m�s beneficie a los dem�s, m�s se volcar�n en su propia cuenta. Los dones mencionados parecen significar el entendimiento exacto y la expresi�n de las doctrinas de la religi�n cristiana; el conocimiento de los misterios y la habilidad para dar consejos y asesoramiento. Tambi�n el don de sanar a los enfermos, el de obrar milagros, y el de explicar las Escrituras mediante un don peculiar del Esp�ritu, y la capacidad de hablar e interpretar idiomas. Si tenemos alg�n conocimiento de la verdad, o alg�n poder para darla a conocer, debemos dar toda la gloria a Dios. Cuanto mayores son los dones, m�s se expone el poseedor a las tentaciones, y mayor es la medida de gracia necesaria para mantenerlo humilde y espiritual; y se encontrar� con experiencias m�s dolorosas y dispensaciones m�s humillantes. Tenemos pocos motivos para gloriarnos de los dones que nos han sido concedidos, o para despreciar a los que no los tienen.
Versículos 12-26
12-26 Cristo y su iglesia forman un solo cuerpo, como cabeza y miembros. Los cristianos se convierten en miembros de este cuerpo por el bautismo. El rito externo es de instituci�n divina; es una se�al del nuevo nacimiento, y por eso se le llama el lavado de la regeneraci�n,� Tito 3:5. Pero es por el Esp�ritu, s�lo por la renovaci�n del Esp�ritu Santo, que somos hechos miembros del cuerpo de Cristo. Y por la comuni�n con Cristo en la cena del Se�or, somos fortalecidos, no por beber el vino, sino por beber en un solo Esp�ritu. Cada miembro tiene su forma, su lugar y su uso. El m�s insignificante forma parte del cuerpo. Debe haber una distinci�n de miembros en el cuerpo. As� que los miembros de Cristo tienen diferentes poderes y diferentes lugares. Debemos cumplir con los deberes de nuestro propio lugar, y no murmurar, ni re�ir con los dem�s. Todos los miembros del cuerpo son �tiles y necesarios los unos para los otros. No hay ning�n miembro del cuerpo de Cristo que no pueda y deba ser �til a sus compa�eros. Como en el cuerpo natural del hombre, los miembros deben estar estrechamente unidos por los m�s fuertes lazos de amor; el bien del conjunto debe ser el objetivo de todos. Todos los cristianos dependen unos de otros; cada uno debe esperar y recibir ayuda de los dem�s. Tengamos, pues, m�s esp�ritu de uni�n en nuestra religi�n.
Versículos 27-31
27-31 El desprecio, el odio, la envidia y las disputas son muy poco naturales en los cristianos. Es como si los miembros de un mismo cuerpo no se preocuparan los unos por los otros, o se pelearan entre s�. El esp�ritu orgulloso y contencioso que prevalec�a, en cuanto a los dones espirituales, fue as� condenado. Los oficios y dones, o favores, dispensados por el Esp�ritu Santo, son notados. Los ministros principales; las personas capacitadas para interpretar las Escrituras; los que trabajaban en la palabra y la doctrina; los que ten�an poder para curar enfermedades; los que ayudaban a los enfermos y a los d�biles; los que dispon�an del dinero dado en caridad por la iglesia, y administraban los asuntos de la iglesia; y los que pod�an hablar diversas lenguas. Lo que ocupa el �ltimo y m�s bajo rango en esta lista, es el poder de hablar idiomas; �qu� vano, si un hombre lo hace simplemente para divertirse o exaltarse! V�ase la distribuci�n de estos dones, no a todos por igual, ver.� 1 Corintios 12:29; 1 Corintios 12:30. Esto har�a que la iglesia fuera toda una, como si el cuerpo fuera todo o�do, o todo ojo. El Esp�ritu distribuye a cada uno como quiere. Debemos estar contentos aunque seamos m�s bajos y menos que otros. No debemos despreciar a otros, si tenemos mayores dones. �Qu� bendita ser�a la iglesia cristiana si todos sus miembros cumplieran con su deber! En lugar de codiciar los puestos m�s altos, o los dones m�s espl�ndidos, dejemos la designaci�n de sus instrumentos a Dios, y a aquellos en quienes �l obra por su providencia. Recordad que no ser�n aprobados en el futuro los que busquen los puestos principales, sino los que sean m�s fieles a la confianza depositada en ellos, y m�s diligentes en la obra de su Maestro.