Bible Commentaries
1 Corintios 2

Comentario completo de Henry sobre la BibliaCompleto de Henry

Introducción

La manera clara en que el ap�stol predic� a Cristo crucificado. (1-5) La sabidur�a contenida en esta doctrina. (6-9) No puede ser debidamente conocido sino por el Esp�ritu Santo. (10-16)

Versículos 1-5

1-5 Cristo, en su persona, sus oficios y sus sufrimientos, es la suma y la sustancia del Evangelio, y debe ser el gran tema de la predicaci�n de un ministro evang�lico, pero no para dejar de lado otras partes de la verdad y la voluntad reveladas de Dios. Pablo predic� todo el consejo de Dios. Pocos conocen el temor y el temblor de los ministros fieles, por un profundo sentido de su propia debilidad Saben cu�n insuficientes son, y temen por s� mismos. Cuando se predica claramente nada m�s que Cristo crucificado, el �xito debe provenir enteramente del poder divino que acompa�a a la palabra, y as� los hombres son llevados a creer, para la salvaci�n de sus almas.

Versículos 6-9

6-9 Los que reciben la doctrina de Cristo como divina, y, habiendo sido iluminados por el Esp�ritu Santo, han mirado bien en ella, ven no s�lo la historia clara de Cristo, y de �l crucificado, sino los profundos y admirables designios de la sabidur�a divina en ella. Es el misterio manifestado a los santos, Colosenses 1:26, �aunque antes estaba oculto al mundo pagano; s�lo se mostraba en tipos oscuros y profec�as lejanas, pero ahora es revelado y dado a conocer por el Esp�ritu de Dios. Jesucristo es el Se�or de la gloria; un t�tulo demasiado grande para cualquier criatura. Hay muchas cosas que la gente no har�a, si conociera la sabidur�a de Dios en la gran obra de la redenci�n. Hay cosas que Dios ha preparado para los que le aman y esperan en �l, que el sentido no puede descubrir, ninguna ense�anza puede transmitir a nuestros o�dos, ni puede entrar todav�a en nuestros corazones. Debemos tomarlas tal como est�n en las Escrituras, tal como Dios se ha complacido en revel�rnoslas.

Versículos 10-16

10-16 Dios nos ha revelado la verdadera sabidur�a por medio de su Esp�ritu. He aqu� una prueba de la autoridad divina de las Sagradas Escrituras, 2 Pedro 1:21. Como prueba de la divinidad del Esp�ritu Santo, obs�rvese que �l conoce todas las cosas, y las escudri�a todas, incluso las cosas profundas de Dios. Nadie puede conocer las cosas de Dios, sino su Esp�ritu Santo, que es uno con el Padre y el Hijo, y que da a conocer los misterios divinos a su iglesia. Este es el testimonio m�s claro, tanto de la verdadera Divinidad como de la persona distinta del Esp�ritu Santo. Los ap�stoles no se guiaban por principios mundanos. Tuvieron la revelaci�n de estas cosas por el Esp�ritu de Dios, y la impresi�n salvadora de ellas por el mismo Esp�ritu. Estas cosas las declararon en un lenguaje claro y sencillo, ense�ado por el Esp�ritu Santo, totalmente diferente de la oratoria afectada o de las palabras seductoras de la sabidur�a del hombre. El hombre natural, el sabio del mundo, no recibe las cosas del Esp�ritu de Dios. El orgullo del razonamiento carnal es realmente tan opuesto a la espiritualidad, como la m�s baja sensualidad. La mente santificada discierne las verdaderas bellezas de la santidad, pero no se pierde el poder de discernir y juzgar sobre las cosas comunes y naturales. Pero el hombre carnal es ajeno a los principios, a los placeres y a los actos de la vida divina. S�lo el hombre espiritual es la persona a quien Dios da el conocimiento de su voluntad. �Cu�n poco han conocido los hombres la mente de Dios por el poder natural! Los ap�stoles fueron capacitados por su Esp�ritu para dar a conocer su mente. En las Sagradas Escrituras se nos da a conocer plenamente la mente de Cristo y la mente de Dios en Cristo. Es el gran privilegio de los cristianos, que tienen la mente de Cristo revelada a ellos por su Esp�ritu. Experimentan su poder santificador en sus corazones, y producen buenos frutos en sus vidas.

Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre 1 Corinthians 2". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/1-corinthians-2.html. 1706.