Bible Commentaries
1 Corintios 3

Comentario completo de Henry sobre la BibliaCompleto de Henry

Introducción

Los corintios son reprendidos por sus contenciones. (1-4) Los verdaderos siervos de Cristo no pueden hacer nada sin �l. (5-9) �l es el �nico fundamento, y cada uno debe tener cuidado con lo que construye sobre �l. (10-15) Las iglesias de Cristo deben mantenerse puras y ser humildes. (16,17) Y no deben gloriarse en los hombres, porque los ministros y todo lo dem�s les pertenece por medio de Cristo. (18-23)

Versículos 1-4

1-4 Las verdades m�s sencillas del Evangelio, en cuanto a la pecaminosidad del hombre y la misericordia de Dios, el arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se�or Jesucristo, expuestas en el lenguaje m�s sencillo, convienen m�s al pueblo que los misterios m�s profundos. Los hombres pueden tener muchos conocimientos doctrinales, pero ser meros principiantes en la vida de la fe y la experiencia. Las contiendas y peleas sobre la religi�n son tristes evidencias de carnalidad. La verdadera religi�n hace a los hombres pac�ficos, no contenciosos. Pero es de lamentar que muchos que deber�an andar como cristianos, viven y act�an demasiado como los dem�s hombres. Muchos maestros, y tambi�n predicadores, demuestran ser todav�a carnales, por sus vanas y gloriosas disputas, su af�n por disputar y su disposici�n a despreciar y hablar mal de los dem�s.

Versículos 5-9

5-9 Los ministros sobre los que los corintios discut�an, eran s�lo instrumentos utilizados por Dios. No debemos poner a los ministros en el lugar de Dios. El que planta y el que riega son uno, empleados por un solo Maestro, a quienes se les conf�a la misma revelaci�n, ocupados en una sola obra y comprometidos en un solo prop�sito. Tienen sus diferentes dones de un mismo Esp�ritu, para los mismos prop�sitos; y deben llevar a cabo el mismo dise�o de coraz�n. Aquellos que trabajan m�s duro tendr�n la mejor suerte. Los m�s fieles tendr�n la mayor recompensa. Trabajan junto con Dios para promover los prop�sitos de su gloria y la salvaci�n de las almas preciosas; y �l, que conoce su trabajo, se encargar� de que no trabajen en vano. Se emplean en su labranza y edificaci�n; y �l los vigilar� cuidadosamente.

Versículos 10-15

10-15 El ap�stol era un sabio constructor; pero la gracia de Dios lo hizo as�. El orgullo espiritual es abominable; es utilizar los mayores favores de Dios, para alimentar nuestra propia vanidad, y hacer �dolos de nosotros mismos. Pero que cada uno tenga cuidado; puede haber una mala construcci�n sobre un buen fundamento. No se debe poner nada sobre �l, sino lo que los cimientos soporten, y lo que sea de su agrado. No nos atrevamos a unir una vida meramente humana o carnal con una fe divina, la corrupci�n del pecado con la profesi�n del cristianismo. Cristo es una Roca firme, permanente e inamovible, capaz de soportar todo el peso que Dios mismo o el pecador puedan poner sobre �l; tampoco hay salvaci�n en ning�n otro. Si dejamos de lado la doctrina de su expiaci�n, no hay fundamento para nuestras esperanzas. Pero de los que se apoyan en este fundamento, hay dos clases. Algunos no sostienen nada m�s que la verdad tal como est� en Jes�s, y no predican nada m�s. Otros construyen sobre el buen fundamento lo que no soportar� la prueba, cuando llegue el d�a del desastre. Podemos equivocarnos en nosotros mismos y en los dem�s; pero viene un d�a que mostrar� nuestras acciones a la luz verdadera, sin cobertura ni disfraz. Aquellos que difundan la religi�n verdadera y pura en todas sus ramas, y cuya obra perdure en el gran d�a, recibir�n una recompensa. Y �cu�n grande! �cu�nto excede a sus merecimientos! Hay otros, cuyas opiniones y doctrinas corruptas, o vanas invenciones y usos en el culto a Dios, ser�n conocidos, repudiados y rechazados en aquel d�a. Esto se refiere claramente a un fuego figurado, no a uno real; porque �qu� fuego real puede consumir ritos o doctrinas religiosas? Y es para probar las obras de cada hombre, las de Pablo y Apolos, as� como las de otros. Consideremos la tendencia de nuestras obras, compar�moslas con la palabra de Dios, y juzgu�monos a nosotros mismos, para no ser juzgados por el Se�or.

Versículos 16-17

16,17 �De otras partes de la ep�stola se desprende que los falsos maestros entre los corintios ense�aban doctrinas imp�as. Tales ense�anzas tend�an a corromper, contaminar y destruir el edificio, que deb�a mantenerse puro y santo para Dios. Aquellos que difunden principios poco claros, que hacen que la iglesia de Dios sea imp�a, traen la destrucci�n sobre s� mismos. Cristo por su Esp�ritu mora en todos los verdaderos creyentes. Los cristianos son santos por profesi�n, y deben ser puros y limpios, tanto en el coraz�n como en la conversaci�n. Se enga�a quien se considera el templo del Esp�ritu Santo, pero no se preocupa por la santidad personal ni por la paz y la pureza de la iglesia.

Versículos 18-23

18-23 Tener una alta opini�n de nuestra propia sabidur�a, no es m�s que adularnos a nosotros mismos; y la adulaci�n de uno mismo es el paso siguiente al autoenga�o. La sabidur�a que los hombres mundanos estiman, es una tonter�a para Dios. Con cu�nta justicia la desprecia, y con cu�nta facilidad puede desconcertarla y confundirla. Los pensamientos de los hombres m�s sabios del mundo tienen vanidad, debilidad y locura. Todo esto deber�a ense�arnos a ser humildes, y hacernos estar dispuestos a ser ense�ados por Dios, para no dejarnos llevar, por pretensiones de sabidur�a y habilidad humana, de las simples verdades reveladas por Cristo. Los hombres son muy propensos a oponerse al designio de las misericordias de Dios. Observad las riquezas espirituales de un verdadero creyente; "Todo es vuestro", incluso los ministros y las ordenanzas. No, el mundo mismo es suyo. Los santos tienen tanto de �l como la Sabidur�a Infinita considera que les conviene, y lo tienen con la bendici�n divina. La vida es vuestra, para que teng�is una temporada y una oportunidad de prepararos para la vida del cielo; y la muerte es vuestra, para que vay�is a la posesi�n de ella. Es el amable mensajero que te saca del pecado y de la pena, y te gu�a a la casa de tu Padre. Las cosas presentes son tuyas, para tu apoyo en el camino; las cosas futuras son tuyas, para deleitarte para siempre al final de tu viaje. Si pertenecemos a Cristo, y somos fieles a �l, todo el bien nos pertenece, y es seguro para nosotros. Los creyentes son s�bditos de su reino. �l es el Se�or sobre nosotros, debemos poseer su dominio, y someternos alegremente a su mandato. Dios en Cristo, reconciliando consigo a un mundo pecador, y derramando las riquezas de su gracia sobre un mundo reconciliado, es la suma y la sustancia del evangelio.

Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre 1 Corinthians 3". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/1-corinthians-3.html. 1706.