Bible Commentaries
Colosenses 2

Comentario completo de Henry sobre la BibliaCompleto de Henry

Introducción

El ap�stol expresa su amor y su alegr�a por los creyentes. (1-7) Advierte contra los errores de la filosof�a pagana; tambi�n contra las tradiciones jud�as y los ritos que se hab�an cumplido en Cristo. (8-17) Contra la adoraci�n de los �ngeles; y contra las ordenanzas legales. (18-23)

Versículos 1-7

1-7 El alma prospera cuando tenemos un conocimiento claro de la verdad tal como es en Jes�s. Cuando no s�lo creemos con el coraz�n, sino que estamos dispuestos, cuando se nos llama, a hacer confesi�n con la boca. El conocimiento y la fe enriquecen el alma. Cuanto m�s fuerte sea nuestra fe, y cuanto m�s c�lido sea nuestro amor, mayor ser� nuestro consuelo. Los tesoros de la sabidur�a est�n escondidos, no de nosotros, sino para nosotros, en Cristo. Estos estaban ocultos para los orgullosos incr�dulos, pero se mostraron en la persona y la redenci�n de Cristo. Vean el peligro de las palabras seductoras; �cu�ntos se arruinan por los falsos disfraces y las bellas apariencias de los malos principios y las pr�cticas perversas! Tened cuidado y temed a los que quieren seducir a cualquier mal, porque pretenden arruinaros. Todos los cristianos han recibido, al menos de profesi�n, a Jesucristo el Se�or, han consentido en �l y lo han tomado por suyo. No podemos ser edificados en Cristo, ni crecer en �l, si antes no estamos arraigados en �l, o fundados en �l. Estando establecidos en la fe, debemos abundar en ella, y mejorar en ella cada vez m�s. Dios retira justamente este beneficio a quienes no lo reciben con acci�n de gracias; y la gratitud por sus misericordias es justamente requerida por Dios.

Versículos 8-17

8-17 Hay una filosof�a que ejercita correctamente nuestras facultades razonables; un estudio de las obras de Dios, que nos lleva al conocimiento de Dios, y confirma nuestra fe en �l. Pero hay una filosof�a que es vana y enga�osa, y que mientras complace las fantas�as de los hombres, obstaculiza su fe: tales son curiosas especulaciones sobre cosas que est�n por encima de nosotros, o que no nos conciernen. Los que andan por el camino del mundo, se apartan del seguimiento de Cristo. Tenemos en �l la sustancia de todas las sombras de la ley ceremonial. Todos los defectos de la ley ceremonial se compensan en el evangelio de Cristo, por su completo sacrificio por el pecado y por la revelaci�n de la voluntad de Dios. Ser completo es estar provisto de todas las cosas necesarias para la salvaci�n. Por esta palabra "completa", se muestra que tenemos en Cristo todo lo que se requiere. "En �l", no cuando miramos a Cristo, como si estuviera alejado de nosotros, sino que estamos en �l, cuando, por el poder del Esp�ritu, tenemos la fe obrada en nuestros corazones por el Esp�ritu, y estamos unidos a nuestra Cabeza. La circuncisi�n del coraz�n, la crucifixi�n de la carne, la muerte y la sepultura al pecado y al mundo, y la resurrecci�n a una vida nueva, expuestas en el bautismo, y por la fe operada en nuestros corazones, demuestran que nuestros pecados son perdonados, y que estamos plenamente liberados de la maldici�n de la ley. Por medio de Cristo, nosotros, que est�bamos muertos en pecados, somos vivificados. La muerte de Cristo fue la muerte de nuestros pecados; la resurrecci�n de Cristo es la vivificaci�n de nuestras almas. La ley de las ordenanzas, que era un yugo para los jud�os y un muro de separaci�n para los gentiles, el Se�or Jes�s la quit� de en medio. Cuando lleg� la sustancia, las sombras huyeron. Puesto que todo hombre mortal es culpable de la muerte por la letra de la ley, �qu� terrible es la condici�n de los imp�os e impiadosos que pisotean la sangre del Hijo de Dios, la �nica que puede borrar esta letra mortal! Que nadie se preocupe por los juicios intolerantes relacionados con las carnes o las solemnidades jud�as. Apartar una parte de nuestro tiempo para la adoraci�n y el servicio a Dios es un deber moral e inmutable, pero no depende necesariamente del s�ptimo d�a de la semana, el s�bado de los jud�os. El primer d�a de la semana, o el d�a del Se�or, es el tiempo que los cristianos guardan como sagrado, en recuerdo de la resurrecci�n de Cristo. Todos los ritos jud�os eran sombras de las bendiciones del Evangelio.

Versículos 18-23

18-23 Parec�a una humildad el dirigirse a los �ngeles, como si los hombres fueran conscientes de su indignidad para hablar directamente con Dios. Pero no es justificable; es tomar ese honor que se debe s�lo a Cristo, y d�rselo a una criatura. Realmente hab�a orgullo en esta aparente humildad. Los que adoran a los �ngeles, reniegan de Cristo, que es el �nico Mediador entre Dios y el hombre. Es un insulto a Cristo, que es la Cabeza de la iglesia, usar cualquier intercesor que no sea �l. Cuando los hombres se desprenden de Cristo, se aferran a lo que no les servir� de nada. El cuerpo de Cristo es un cuerpo que crece. Y los verdaderos creyentes no pueden vivir a la moda del mundo. La verdadera sabidur�a consiste en mantenerse cerca de las citas del Evangelio; en total sujeci�n a Cristo, que es la �nica Cabeza de su iglesia. Los sufrimientos y ayunos autoimpuestos pueden dar una muestra de espiritualidad y voluntad de sufrimiento poco comunes, pero esto no es "en ning�n caso" un honor para Dios. Todo tend�a, de manera equivocada, a satisfacer la mente carnal, gratificando la voluntad propia, la sabidur�a propia, la justicia propia y el desprecio de los dem�s. Las cosas son tales que no llevan consigo m�s que la apariencia de la sabidur�a; o una apariencia tan d�bil que no hacen ning�n bien al alma, y no proporcionan la satisfacci�n de la carne. Lo que el Se�or ha dejado indiferente, consider�moslo como tal, y dejemos a los dem�s la misma libertad; y recordando la naturaleza pasajera de las cosas terrenales, procuremos glorificar a Dios en el uso de ellas.

Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Colossians 2". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/colossians-2.html. 1706.