Bible Commentaries
Colosenses 3

Comentario completo de Henry sobre la BibliaCompleto de Henry

Introducción

Se exhorta a los colosenses a tener mentalidad celestial; (1-4) a mortificar todos los afectos corruptos; (5-11) a vivir en el amor mutuo, la paciencia y el perd�n; (12-17) y a practicar los deberes de las esposas y los esposos, los hijos, los padres y los sirvientes. (18-25)

Versículos 1-4

1-4 Como los cristianos son liberados de la ley ceremonial, deben caminar m�s estrechamente con Dios en la obediencia evang�lica. Como el cielo y la tierra son contrarios el uno al otro, ambos no pueden seguirse juntos; y el afecto a uno debilitar� y disminuir� el afecto al otro. Los que nacen de nuevo est�n muertos al pecado, porque su dominio es quebrantado, su poder gradualmente sometido por la operaci�n de la gracia, y finalmente ser� extinguido por la perfecci�n de la gloria. Estar muerto, entonces, significa esto, que aquellos que tienen el Esp�ritu Santo, mortificando dentro de ellos las lujurias de la carne, son capaces de despreciar las cosas terrenales, y desear las celestiales. Cristo es, por el momento, alguien a quien no hemos visto; pero nuestro consuelo es que nuestra vida est� segura con �l. Las corrientes de esta agua viva fluyen en el alma por las influencias del Esp�ritu Santo, a trav�s de la fe. Cristo vive en el creyente por su Esp�ritu, y el creyente vive para �l en todo lo que hace. En la segunda venida de Cristo, habr� una reuni�n general de todos los redimidos; y aquellos cuya vida est� ahora escondida con Cristo, aparecer�n entonces con �l en su gloria. �Esperamos esa felicidad, y no deber�amos poner nuestros afectos en ese mundo, y vivir por encima de �ste?

Versículos 5-11

5-11 Es nuestro deber mortificar nuestros miembros que se inclinan a las cosas del mundo. Mortificarlos, matarlos, suprimirlos, como la mala hierba o las alima�as que se extienden y destruyen todo a su alrededor. Hay que oponerse continuamente a todas las obras corruptas, y no hay que dar cabida a las indulgencias carnales. Hay que evitar las ocasiones de pecado: los deseos de la carne y el amor al mundo; y la codicia, que es idolatr�a; el amor al bien presente y a los goces exteriores. Es necesario mortificar los pecados, porque si no los matamos, ellos nos matar�n a nosotros. El Evangelio cambia tanto las facultades superiores como las inferiores del alma, y apoya el gobierno de la recta raz�n y la conciencia, sobre el apetito y la pasi�n. Ahora no hay diferencia con el pa�s, ni con las condiciones y circunstancias de la vida. Es el deber de cada uno ser santo, porque Cristo es el Todo del cristiano, su �nico Se�or y Salvador, y toda su esperanza y felicidad.

Versículos 12-17

12-17 No s�lo no debemos hacer da�o a nadie, sino hacer el bien que podamos a todos. Aquellos que son los elegidos de Dios, santos y amados, deben ser humildes y compasivos con todos. Mientras estemos en este mundo, donde hay tanta corrupci�n en nuestros corazones, a veces surgir�n peleas. Pero es nuestro deber perdonarnos los unos a los otros, imitando el perd�n por el que hemos sido salvados. Que la paz de Dios reine en vuestros corazones; es obra suya en todos los que son suyos. La acci�n de gracias a Dios, ayuda a hacernos agradables a todos los hombres. El evangelio es la palabra de Cristo. Muchos tienen la palabra, pero mora en ellos pobremente; no tiene poder sobre ellos. El alma prospera, cuando estamos llenos de las Escrituras y de la gracia de Cristo. Pero cuando cantamos salmos, debemos estar afectados con lo que cantamos. Sea lo que sea que empleemos, hagamos todo en el nombre del Se�or Jes�s, y en dependencia creyente de �l. Los que hacen todo en el nombre de Cristo, nunca les faltar� materia de acci�n de gracias a Dios, incluso al Padre.

Versículos 18-25

18-25 Las ep�stolas que m�s se ocupan de mostrar la gloria de la gracia divina y de magnificar al Se�or Jes�s, son las que m�s insisten en los deberes de la vida cristiana. Nunca debemos separar los privilegios y los deberes del Evangelio. La sumisi�n es el deber de las esposas. Pero es la sumisi�n, no a un se�or severo o a un tirano severo, sino a su propio marido, que est� comprometido con el deber afectivo. Y los maridos deben amar a sus esposas con afecto tierno y fiel. Los hijos obedientes son los que m�s prosperan. Y los padres deben ser tiernos, as� como los hijos obedientes. Los siervos deben cumplir con su deber y obedecer las �rdenes de sus amos, en todo lo que sea compatible con el deber hacia Dios, su amo celestial. Deben ser justos y diligentes; sin designios ego�stas, ni hipocres�a ni disimulo. Los que temen a Dios, ser�n justos y fieles cuando est�n bajo la mirada de su amo, porque saben que est�n bajo la mirada de Dios. Y hagan todo con diligencia, no con desidia y pereza; con alegr�a, no descontentos con la providencia de Dios que los puso en esa relaci�n. Y para est�mulo de los siervos, que sepan que al servir a sus amos seg�n el mandato de Cristo, sirven a Cristo, y �l les dar� al fin una gloriosa recompensa. Pero, por otra parte, el que hace el mal, recibir� por el mal que ha hecho. Dios castigar� al injusto, as� como recompensar� al siervo fiel; y lo mismo si los amos hacen mal a sus siervos. Porque el justo Juez de la tierra har� justicia entre el amo y el siervo. Ambos estar�n en el mismo nivel en su tribunal. Cu�n feliz ser�a el mundo si la verdadera religi�n prevaleciera en todas partes, influyendo en todos los estados de cosas y en todas las relaciones de la vida. Pero la profesi�n de aquellas personas que no tienen en cuenta sus deberes, y que dan un motivo justo de queja a aquellos con los que se relacionan, se enga�a a s� misma, adem�s de traer reproche al evangelio.

Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Colossians 3". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/colossians-3.html. 1706.