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Bible Commentaries
Daniel 9

Comentario completo de Henry sobre la BibliaCompleto de Henry

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Introducción

* Daniel considera el tiempo del cautiverio. (1-3) Su confesi�n de pecado y oraci�n. (4-19) La revelaci�n acerca de la venida del Mes�as. (20-27)

Versículos 1-3

1-3 Daniel aprendi� de los libros de los profetas, especialmente de Jerem�as, que la desolaci�n de Jerusal�n continuar�a setenta a�os, que estaban llegando a su fin. Las promesas de Dios son alentar nuestras oraciones, no hacerlas innecesarias; y cuando vemos que se acerca el desempe�o de ellos, debemos suplicarles con m�s fervor a Dios.

Versículos 4-19

4-19 En cada oraci�n debemos confesar, no solo los pecados de los que hemos sido culpables, sino tambi�n nuestra fe en Dios y nuestra dependencia de �l, nuestro dolor por el pecado y nuestras resoluciones contra �l. Debe ser nuestra confesi�n, el lenguaje de nuestras convicciones. Aqu� est� el discurso humilde, serio y devoto de Daniel a Dios; en el cual le da gloria como un Dios a quien temer, y como un Dios en quien confiar. Deber�amos, en oraci�n, mirar tanto la grandeza de Dios como su bondad, su majestad y misericordia. Aqu� hay una confesi�n penitente de pecado, la causa de los problemas que la gente por tantos a�os gimi�. Todos los que encontrar�an misericordia deben confesar sus pecados. Aqu� hay un reconocimiento abnegado de la justicia de Dios; y es siempre el camino de los verdaderos penitentes para justificar a Dios. Se env�an aflicciones para que los hombres se aparten de sus pecados y entiendan la verdad de Dios. Aqu� hay un llamado creyente a la misericordia de Dios. Es un consuelo que Dios siempre ha estado dispuesto a perdonar el pecado. Es alentador recordar que las misericordias le pertenecen a Dios, ya que es convincente y humillante recordar que la justicia le pertenece. Hay abundantes misericordias en Dios, no solo el perd�n, sino tambi�n los perdones. Aqu� se suplica el reproche que estaba bajo el pueblo de Dios, y las ruinas en las que estaba el santuario de Dios. El pecado es un reproche para cualquier persona, especialmente para el pueblo de Dios. Las desolaciones del santuario son dolor para todos los santos. Aqu� hay una solicitud sincera a Dios para restaurar a los pobres jud�os cautivos a sus antiguos placeres. Oh Se�or, escucha y haz. No escuchar y hablar solamente, sino escuchar y hacer; haz eso por nosotros que nadie m�s puede hacer; y diferir no. Aqu� hay varias s�plicas y argumentos para hacer cumplir las peticiones. Hazlo por amor de Dios; Cristo es el Se�or de todos. Y por su bien, Dios hace que su rostro brille sobre los pecadores cuando se arrepienten y se vuelven hacia �l. En todas nuestras oraciones, esta debe ser nuestra s�plica, debemos mencionar su justicia, incluso la suya. La seriedad humilde, ferviente y creyente de esta oraci�n deber�a ser seguida por nosotros.

Versículos 20-27

20-27 Una respuesta fue enviada inmediatamente a la oraci�n de Daniel, y es muy memorable. Ahora no podemos esperar que Dios env�e respuestas a nuestras oraciones por parte de los �ngeles, pero si oramos con fervor por lo que Dios ha prometido, podemos tomar la promesa por fe como respuesta inmediata a la oraci�n; porque es fiel lo que ha prometido. A Daniel se le descubri� una redenci�n mucho mayor y m�s gloriosa, que Dios resolver�a para su iglesia en los �ltimos d�as. Aquellos que estar�an familiarizados con Cristo y su gracia, deben estar mucho en oraci�n. La ofrenda de la tarde fue un tipo del gran sacrificio que Cristo deb�a ofrecer en la tarde del mundo: en virtud de ese sacrificio, la oraci�n de Daniel fue aceptada; y por eso, este glorioso descubrimiento del amor redentor fue hecho para �l. Tenemos, en los vers�culos Daniel 9:24, una de las profec�as m�s notables de Cristo, de su venida y su salvaci�n. Muestra que los jud�os son culpables de la m�s obstinada incredulidad, al esperar otro Mes�as, tanto tiempo despu�s del tiempo expresamente fijado para su venida. Las setenta semanas significan un d�a por un a�o, o 490 a�os. Hacia el final de este per�odo, se ofrecer�a un sacrificio, que expiar�a por completo el pecado y traer�a justicia eterna para la justificaci�n completa de cada creyente. Entonces los jud�os, en la crucifixi�n de Jes�s, cometer�an ese crimen por el cual la medida de su culpa se llenar�a, y los problemas vendr�an sobre su naci�n. Todas las bendiciones otorgadas al hombre pecador provienen del sacrificio expiatorio de Cristo, que sufri� una vez por los pecados, los justos por los injustos, para que �l pudiera llevarnos a Dios. Aqu� est� nuestra forma de acceso al trono de la gracia, y de nuestra entrada al cielo. Esto sella la suma de la profec�a y confirma el pacto con muchos; y mientras nos regocijamos en las bendiciones de la salvaci�n, debemos recordar lo que le costaron al Redentor. �C�mo pueden escapar aquellos que descuidan tanta salvaci�n!

Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Daniel 9". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/daniel-9.html. 1706.
 
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