* Todos los sacrificios deben ser perfectos, los id�latras deben ser muertos. (1-7) Controversias dif�ciles. (8-13) La elecci�n de un rey, sus deberes. (14-20)
1-7 Ninguna criatura que tuviera alg�n defecto deb�a ser ofrecida en sacrificio a Dios. De esta manera, se nos llama a recordar el sacrificio perfecto, puro e inmaculado de Cristo, y se nos recuerda que debemos servir a Dios con lo mejor de nuestras capacidades, tiempo y posesiones, o nuestra pretendida obediencia le ser� odiosa. A los id�latras jud�os se les inflig�a un castigo tan grande como la muerte, y una muerte tan notable como la lapidaci�n. Que todos los que en nuestros d�as erigen �dolos en sus corazones recuerden c�mo Dios castig� este crimen en Israel.
8-13 Se deb�an establecer tribunales de justicia en cada ciudad. Aunque su juicio no ten�a la autoridad divina de un or�culo, era el juicio de hombres sabios, prudentes y experimentados, y ten�a la ventaja de una promesa divina.
14-20 Dios mismo era de manera especial el Rey de Israel; y si ellos pon�an a otro sobre ellos, era necesario que �l escogiera a la persona. En consecuencia, cuando el pueblo dese� tener un rey, acudieron a Samuel, un profeta del Se�or. En todos los casos, la elecci�n de Dios, si tan solo podemos conocerla, deber�a dirigir, determinar y prevalecer sobre la nuestra. Se dan leyes para el pr�ncipe que deb�a ser elegido. Debe evitar cuidadosamente todo lo que lo alejar�a de Dios y de la religi�n. Las riquezas, los honores y los placeres son tres grandes obst�culos para la piedad (los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida), especialmente para aquellos en posiciones elevadas; contra estos, el rey est� advertido aqu�. El rey debe estudiar cuidadosamente la ley de Dios y hacer de ella su norma; y teniendo una copia de las Escrituras escrita por �l mismo, debe leerlas todos los d�as de su vida. No es suficiente tener Biblias, sino que debemos usarlas, usarlas diariamente, mientras vivamos. Los disc�pulos de Cristo nunca aprenden m�s all� de sus Biblias, pero siempre tendr�n necesidad de ellas, hasta que lleguen a ese mundo donde el conocimiento y el amor ser�n perfeccionados. La escritura y lectura del rey no servir�an de nada si no practicaba lo que escrib�a y le�a. Y aquellos que temen a Dios y guardan sus mandamientos, se beneficiar�n mejor incluso en este mundo.
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Información bibliográfica Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Deuteronomy 17". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/deuteronomy-17.html. 1706.
Introducción
* Todos los sacrificios deben ser perfectos, los id�latras deben ser muertos. (1-7) Controversias dif�ciles. (8-13) La elecci�n de un rey, sus deberes. (14-20)
Versículos 1-7
1-7 Ninguna criatura que tuviera alg�n defecto deb�a ser ofrecida en sacrificio a Dios. De esta manera, se nos llama a recordar el sacrificio perfecto, puro e inmaculado de Cristo, y se nos recuerda que debemos servir a Dios con lo mejor de nuestras capacidades, tiempo y posesiones, o nuestra pretendida obediencia le ser� odiosa. A los id�latras jud�os se les inflig�a un castigo tan grande como la muerte, y una muerte tan notable como la lapidaci�n. Que todos los que en nuestros d�as erigen �dolos en sus corazones recuerden c�mo Dios castig� este crimen en Israel.
Versículos 8-13
8-13 Se deb�an establecer tribunales de justicia en cada ciudad. Aunque su juicio no ten�a la autoridad divina de un or�culo, era el juicio de hombres sabios, prudentes y experimentados, y ten�a la ventaja de una promesa divina.
Versículos 14-20
14-20 Dios mismo era de manera especial el Rey de Israel; y si ellos pon�an a otro sobre ellos, era necesario que �l escogiera a la persona. En consecuencia, cuando el pueblo dese� tener un rey, acudieron a Samuel, un profeta del Se�or. En todos los casos, la elecci�n de Dios, si tan solo podemos conocerla, deber�a dirigir, determinar y prevalecer sobre la nuestra. Se dan leyes para el pr�ncipe que deb�a ser elegido. Debe evitar cuidadosamente todo lo que lo alejar�a de Dios y de la religi�n. Las riquezas, los honores y los placeres son tres grandes obst�culos para la piedad (los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida), especialmente para aquellos en posiciones elevadas; contra estos, el rey est� advertido aqu�. El rey debe estudiar cuidadosamente la ley de Dios y hacer de ella su norma; y teniendo una copia de las Escrituras escrita por �l mismo, debe leerlas todos los d�as de su vida. No es suficiente tener Biblias, sino que debemos usarlas, usarlas diariamente, mientras vivamos. Los disc�pulos de Cristo nunca aprenden m�s all� de sus Biblias, pero siempre tendr�n necesidad de ellas, hasta que lleguen a ese mundo donde el conocimiento y el amor ser�n perfeccionados. La escritura y lectura del rey no servir�an de nada si no practicaba lo que escrib�a y le�a. Y aquellos que temen a Dios y guardan sus mandamientos, se beneficiar�n mejor incluso en este mundo.