1-7 Los amigos de Job lo culparon como un hombre malvado, porque estaba muy afligido; aqu� describe su crueldad, mostrando que lo que condenaron fue capaz de excusar. El lenguaje �spero de los amigos aumenta enormemente el peso de las aflicciones: sin embargo, es mejor no ponerlo en serio, para que no alberguemos resentimiento. En vez de eso, veamos a Aquel que soport� la contradicci�n de los pecadores contra s� mismo y fue tratado con mucha m�s crueldad de lo que Job fue, o podemos ser.
8-22 �Qu� lamentables son las quejas de Job! �Qu� es el fuego del infierno sino la ira de Dios! Las conciencias chamuscadas lo sentir�n m�s adelante, pero no lo teman ahora: las conciencias iluminadas lo temen ahora, pero no lo sentir�n m�s all�. Es un error muy com�n pensar que aquellos a quienes Dios aflige los trata como a sus enemigos. Toda criatura es para nosotros lo que Dios hace que sea; Sin embargo, esto no excusa las relaciones y los amigos de Job. �Qu� incierta es la amistad de los hombres! pero si Dios es nuestro amigo, no nos fallar� en momentos de necesidad. La peque�a raz�n que tenemos para consentir al cuerpo, que, despu�s de todo nuestro cuidado, es consumido por las enfermedades que tiene en s� mismo. Job se recomienda a la compasi�n de sus amigos, y justamente culpa de su dureza. Es muy angustiante para alguien que ama a Dios, estar afligido de inmediato por el consuelo externo y el consuelo interno; sin embargo, si esto, y m�s, llega a un creyente, no debilita la prueba de que �l es un hijo de Dios y heredero de la gloria.
23-29 El Esp�ritu de Dios, en este momento, parece haber influido poderosamente en la mente de Job. Aqu� fue testigo de una buena confesi�n; declar� la solidez de su fe y la seguridad de su esperanza. Aqu� hay mucho de Cristo y el cielo; y el que dijo tales cosas son estas, declar� claramente que buscaba el mejor pa�s, es decir, el celestial. A Dios se le ense�� a Job a creer en un Redentor viviente; buscar la resurrecci�n de los muertos y la vida del mundo venidero; se consol� con la expectativa de estos. Job estaba seguro de que este Redentor de los pecadores del yugo de Satan�s y la condenaci�n del pecado, era su Redentor, y esperaba la salvaci�n a trav�s de �l; y que �l era un Redentor viviente, aunque a�n no hab�a venido en la carne; y que en el �ltimo d�a aparecer�a como el Juez del mundo, para resucitar a los muertos y completar la redenci�n de su pueblo. �Con qu� placer el santo Job se agranda sobre esto! Que estos dichos fieles sean grabados por el Esp�ritu Santo en nuestros corazones. A todos nos preocupa ver que la ra�z del asunto est� en nosotros. Un principio vivo, vivificante y dominante de la gracia en el coraz�n, es la ra�z del asunto; tan necesario para nuestra religi�n como la ra�z del �rbol, al que debe tanto su fijaci�n como su fecundidad. Job y sus amigos difer�an en cuanto a los m�todos de la Providencia, pero estaban de acuerdo en la ra�z del asunto, la creencia de otro mundo.
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Información bibliográfica Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Job 19". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/job-19.html. 1706.
Introducción
* Job se queja de uso desagradable. (1-7) Dios fue el autor de sus aflicciones. (8-22) la creencia de Job en la resurrecci�n. (23-29)
Versículos 1-7
1-7 Los amigos de Job lo culparon como un hombre malvado, porque estaba muy afligido; aqu� describe su crueldad, mostrando que lo que condenaron fue capaz de excusar. El lenguaje �spero de los amigos aumenta enormemente el peso de las aflicciones: sin embargo, es mejor no ponerlo en serio, para que no alberguemos resentimiento. En vez de eso, veamos a Aquel que soport� la contradicci�n de los pecadores contra s� mismo y fue tratado con mucha m�s crueldad de lo que Job fue, o podemos ser.
Versículos 8-22
8-22 �Qu� lamentables son las quejas de Job! �Qu� es el fuego del infierno sino la ira de Dios! Las conciencias chamuscadas lo sentir�n m�s adelante, pero no lo teman ahora: las conciencias iluminadas lo temen ahora, pero no lo sentir�n m�s all�. Es un error muy com�n pensar que aquellos a quienes Dios aflige los trata como a sus enemigos. Toda criatura es para nosotros lo que Dios hace que sea; Sin embargo, esto no excusa las relaciones y los amigos de Job. �Qu� incierta es la amistad de los hombres! pero si Dios es nuestro amigo, no nos fallar� en momentos de necesidad. La peque�a raz�n que tenemos para consentir al cuerpo, que, despu�s de todo nuestro cuidado, es consumido por las enfermedades que tiene en s� mismo. Job se recomienda a la compasi�n de sus amigos, y justamente culpa de su dureza. Es muy angustiante para alguien que ama a Dios, estar afligido de inmediato por el consuelo externo y el consuelo interno; sin embargo, si esto, y m�s, llega a un creyente, no debilita la prueba de que �l es un hijo de Dios y heredero de la gloria.
Versículos 23-29
23-29 El Esp�ritu de Dios, en este momento, parece haber influido poderosamente en la mente de Job. Aqu� fue testigo de una buena confesi�n; declar� la solidez de su fe y la seguridad de su esperanza. Aqu� hay mucho de Cristo y el cielo; y el que dijo tales cosas son estas, declar� claramente que buscaba el mejor pa�s, es decir, el celestial. A Dios se le ense�� a Job a creer en un Redentor viviente; buscar la resurrecci�n de los muertos y la vida del mundo venidero; se consol� con la expectativa de estos. Job estaba seguro de que este Redentor de los pecadores del yugo de Satan�s y la condenaci�n del pecado, era su Redentor, y esperaba la salvaci�n a trav�s de �l; y que �l era un Redentor viviente, aunque a�n no hab�a venido en la carne; y que en el �ltimo d�a aparecer�a como el Juez del mundo, para resucitar a los muertos y completar la redenci�n de su pueblo. �Con qu� placer el santo Job se agranda sobre esto! Que estos dichos fieles sean grabados por el Esp�ritu Santo en nuestros corazones. A todos nos preocupa ver que la ra�z del asunto est� en nosotros. Un principio vivo, vivificante y dominante de la gracia en el coraz�n, es la ra�z del asunto; tan necesario para nuestra religi�n como la ra�z del �rbol, al que debe tanto su fijaci�n como su fecundidad. Job y sus amigos difer�an en cuanto a los m�todos de la Providencia, pero estaban de acuerdo en la ra�z del asunto, la creencia de otro mundo.