1-7 El profeta se lamenta de haber vivido entre un pueblo que est� madurando r�pidamente para la ruina, en el que sufrir�an muchas personas buenas. Los hombres no ten�an consuelo, ni satisfacci�n en sus propias familias o en sus parientes m�s cercanos. El desprecio y la violaci�n de los deberes dom�sticos son un triste s�ntoma de corrupci�n universal. Es probable que nunca lleguen a ser buenos quienes no son dignos de sus padres. El profeta no vio seguridad ni consuelo sino mirar al Se�or y esperar en Dios su salvaci�n. Cuando estamos bajo pruebas, debemos mirar continuamente a nuestro Divino Redentor, para que podamos tener la fuerza y ??la gracia de confiar en �l y ser ejemplos para quienes nos rodean.
8-13 Aquellos verdaderamente penitentes por el pecado, ver�n una gran raz�n para ser pacientes bajo la aflicci�n. Cuando nos quejamos al Se�or de la maldad de los tiempos, debemos quejarnos de la maldad de nuestros corazones. Debemos depender de Dios para que nos libere a su debido tiempo. No solo debemos mirarlo, sino buscarlo. En nuestras mayores angustias, no veremos ninguna raz�n para desesperarnos por la salvaci�n, si por fe miramos al Se�or como el Dios de nuestra salvaci�n. Aunque los enemigos triunfen e insulten, ser�n silenciados y avergonzados. Aunque los muros de Sion pueden estar en ruinas durante mucho tiempo, llegar� un d�a en que ser�n reparados. Israel vendr� de todas las partes remotas, sin retroceder en busca de des�nimo. Aunque nuestros enemigos parezcan prevalecer contra nosotros y alegrarse por nosotros, no debemos desanimarnos. Aunque derribados, no somos destruidos; podemos unir la esperanza en la misericordia de Dios, con sumisi�n a su correcci�n. Ning�n obst�culo puede impedir los favores que el Se�or pretende para su iglesia.
14-20 Cuando Dios est� a punto de liberar a su pueblo, agita a sus amigos para orar por ellos. Aplique espiritualmente la oraci�n del profeta a Cristo, para cuidar de su iglesia, como el gran Pastor de las ovejas, y para ir delante de ellas, mientras est�n aqu� en este mundo como en un bosque, en este mundo pero no de �l. Dios promete en respuesta a esta oraci�n, har� lo que sea por ellos, lo cual repetir� los milagros de �pocas pasadas. As� como su pecado los llev� a la esclavitud, as� Dios perdonando su pecado los sac�. Todos los que encuentran la indulgencia de la misericordia, no pueden sino maravillarse de esa misericordia; Tenemos razones para quedarnos asombrados, si sabemos lo que es. Cuando el Se�or quita la culpa del pecado, para que no nos condene, �l romper� el poder del pecado, para que no tenga dominio sobre nosotros. Si nos dejamos a nosotros mismos, nuestros pecados ser�n demasiado dif�ciles para nosotros; pero la gracia de Dios ser� suficiente para someterlos, para que no nos gobiernen, y luego no nos arruinar�n. Cuando Dios perdona el pecado, se encarga de que nunca m�s se recuerde contra el pecador. �l arroja sus pecados al mar; No cerca de la orilla, donde pueden aparecer de nuevo, sino en la profundidad del mar, para nunca m�s levantarse. Todos sus pecados ser�n arrojados all�, porque cuando Dios perdona el pecado, perdona a todos. Perfeccionar� lo que nos concierne, y con este buen trabajo har� todo por nosotros, lo que nuestro caso requiere y lo que ha prometido. Estos compromisos se relacionan con Cristo, y el �xito del evangelio hasta el fin de los tiempos, la restauraci�n futura de Israel y el triunfo final de la verdadera religi�n en todas las tierras. El Se�or llevar� a cabo su verdad y misericordia, ni una jota ni una tilde de ella caer�n al suelo: fiel es el que ha prometido, que tambi�n lo har�. Recordemos que el Se�or ha dado la seguridad de su pacto, para un fuerte consuelo a todos los que huyen en busca de refugio para aferrarse a la esperanza puesta delante de ellos en Cristo Jes�s.
Declaración de derechos de autor Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Información bibliográfica Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Micah 7". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/micah-7.html. 1706.
Introducción
* La prevalencia general de la maldad. (1-7) Conf�a en Dios y triunfa sobre los enemigos. (8-13) Promesas y est�mulos para Israel. (14-20)
Versículos 1-7
1-7 El profeta se lamenta de haber vivido entre un pueblo que est� madurando r�pidamente para la ruina, en el que sufrir�an muchas personas buenas. Los hombres no ten�an consuelo, ni satisfacci�n en sus propias familias o en sus parientes m�s cercanos. El desprecio y la violaci�n de los deberes dom�sticos son un triste s�ntoma de corrupci�n universal. Es probable que nunca lleguen a ser buenos quienes no son dignos de sus padres. El profeta no vio seguridad ni consuelo sino mirar al Se�or y esperar en Dios su salvaci�n. Cuando estamos bajo pruebas, debemos mirar continuamente a nuestro Divino Redentor, para que podamos tener la fuerza y ??la gracia de confiar en �l y ser ejemplos para quienes nos rodean.
Versículos 8-13
8-13 Aquellos verdaderamente penitentes por el pecado, ver�n una gran raz�n para ser pacientes bajo la aflicci�n. Cuando nos quejamos al Se�or de la maldad de los tiempos, debemos quejarnos de la maldad de nuestros corazones. Debemos depender de Dios para que nos libere a su debido tiempo. No solo debemos mirarlo, sino buscarlo. En nuestras mayores angustias, no veremos ninguna raz�n para desesperarnos por la salvaci�n, si por fe miramos al Se�or como el Dios de nuestra salvaci�n. Aunque los enemigos triunfen e insulten, ser�n silenciados y avergonzados. Aunque los muros de Sion pueden estar en ruinas durante mucho tiempo, llegar� un d�a en que ser�n reparados. Israel vendr� de todas las partes remotas, sin retroceder en busca de des�nimo. Aunque nuestros enemigos parezcan prevalecer contra nosotros y alegrarse por nosotros, no debemos desanimarnos. Aunque derribados, no somos destruidos; podemos unir la esperanza en la misericordia de Dios, con sumisi�n a su correcci�n. Ning�n obst�culo puede impedir los favores que el Se�or pretende para su iglesia.
Versículos 14-20
14-20 Cuando Dios est� a punto de liberar a su pueblo, agita a sus amigos para orar por ellos. Aplique espiritualmente la oraci�n del profeta a Cristo, para cuidar de su iglesia, como el gran Pastor de las ovejas, y para ir delante de ellas, mientras est�n aqu� en este mundo como en un bosque, en este mundo pero no de �l. Dios promete en respuesta a esta oraci�n, har� lo que sea por ellos, lo cual repetir� los milagros de �pocas pasadas. As� como su pecado los llev� a la esclavitud, as� Dios perdonando su pecado los sac�. Todos los que encuentran la indulgencia de la misericordia, no pueden sino maravillarse de esa misericordia; Tenemos razones para quedarnos asombrados, si sabemos lo que es. Cuando el Se�or quita la culpa del pecado, para que no nos condene, �l romper� el poder del pecado, para que no tenga dominio sobre nosotros. Si nos dejamos a nosotros mismos, nuestros pecados ser�n demasiado dif�ciles para nosotros; pero la gracia de Dios ser� suficiente para someterlos, para que no nos gobiernen, y luego no nos arruinar�n. Cuando Dios perdona el pecado, se encarga de que nunca m�s se recuerde contra el pecador. �l arroja sus pecados al mar; No cerca de la orilla, donde pueden aparecer de nuevo, sino en la profundidad del mar, para nunca m�s levantarse. Todos sus pecados ser�n arrojados all�, porque cuando Dios perdona el pecado, perdona a todos. Perfeccionar� lo que nos concierne, y con este buen trabajo har� todo por nosotros, lo que nuestro caso requiere y lo que ha prometido. Estos compromisos se relacionan con Cristo, y el �xito del evangelio hasta el fin de los tiempos, la restauraci�n futura de Israel y el triunfo final de la verdadera religi�n en todas las tierras. El Se�or llevar� a cabo su verdad y misericordia, ni una jota ni una tilde de ella caer�n al suelo: fiel es el que ha prometido, que tambi�n lo har�. Recordemos que el Se�or ha dado la seguridad de su pacto, para un fuerte consuelo a todos los que huyen en busca de refugio para aferrarse a la esperanza puesta delante de ellos en Cristo Jes�s.