1-4 De este salmo, nuestros corazones deben estar debidamente afectados por el odio al pecado, y buscar satisfacci�n en la bondad amorosa de Dios. Aqu� est� la ra�z de la amargura, de donde proviene toda la maldad de los hombres malvados. Se deriva del desprecio de Dios y de la falta de la debida consideraci�n hacia �l. Tambi�n del enga�o que ponen sobre sus propias almas. Roguemos diariamente a Dios para preservarnos de la adulaci�n. El pecado es muy hiriente para el pecador mismo y, por lo tanto, debe ser odioso; Pero no es as�. No es de extra�ar, si los que se enga�an a s� mismos, buscan enga�ar a toda la humanidad; �Para qui�n ser�n fieles, quienes ser�n falsos para sus propias almas? Es malo hacer travesuras, pero peor idearlo, hacerlo con complot y gesti�n. Si voluntariamente desterramos las meditaciones santas en nuestras horas solitarias, Satan�s pronto ocupar� nuestras mentes con imaginaciones pecaminosas. Los pecadores endurecidos defienden lo que han hecho, como si pudieran justificarlo ante Dios mismo.
5-12 Los hombres pueden callar su compasi�n, sin embargo, con Dios encontraremos misericordia. Esto es un gran consuelo para todos los creyentes, claramente para ser visto, y no para ser quitado. Dios hace todo sabiamente y bien; pero lo que sabe no lo sabemos ahora, es tiempo suficiente para saberlo m�s adelante. La bondad amorosa de Dios es preciosa para los santos. Se ponen bajo su protecci�n, y luego son seguros y f�ciles. Las almas bondadosas, aunque todav�a desean m�s de Dios, nunca desean m�s que Dios. Los dones de la Providencia hasta ahora los satisfacen, que est�n contentos con las cosas que tienen. El beneficio de las ordenanzas sagradas es dulce para un alma santificada y fortalece la vida espiritual y divina. Pero la plena satisfacci�n est� reservada para el estado futuro. Sus alegr�as ser�n constantes. Dios no solo obra en ellos un deseo misericordioso de estos placeres, sino que por su Esp�ritu llena sus almas de alegr�a y paz al creer. �l da vida a quien quiera; y el que quiera, puede venir y tomar de �l las aguas de la vida libremente. Que podamos conocer, y amar, y servirle al Se�or con rectitud; entonces ning�n enemigo orgulloso, en la tierra o en el infierno, nos separar� de su amor. La fe llama a las cosas que no son, como si lo fueran. Nos lleva hacia el final de los tiempos; nos muestra al Se�or, en su trono de juicio; el imperio del pecado ca�do para no levantarse m�s
Declaración de derechos de autor Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Información bibliográfica Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Psalms 36". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/psalms-36.html. 1706.
Introducción
* El mal estado de los malvados. (1-4) La bondad de Dios. (5-12)
Versículos 1-4
1-4 De este salmo, nuestros corazones deben estar debidamente afectados por el odio al pecado, y buscar satisfacci�n en la bondad amorosa de Dios. Aqu� est� la ra�z de la amargura, de donde proviene toda la maldad de los hombres malvados. Se deriva del desprecio de Dios y de la falta de la debida consideraci�n hacia �l. Tambi�n del enga�o que ponen sobre sus propias almas. Roguemos diariamente a Dios para preservarnos de la adulaci�n. El pecado es muy hiriente para el pecador mismo y, por lo tanto, debe ser odioso; Pero no es as�. No es de extra�ar, si los que se enga�an a s� mismos, buscan enga�ar a toda la humanidad; �Para qui�n ser�n fieles, quienes ser�n falsos para sus propias almas? Es malo hacer travesuras, pero peor idearlo, hacerlo con complot y gesti�n. Si voluntariamente desterramos las meditaciones santas en nuestras horas solitarias, Satan�s pronto ocupar� nuestras mentes con imaginaciones pecaminosas. Los pecadores endurecidos defienden lo que han hecho, como si pudieran justificarlo ante Dios mismo.
Versículos 5-12
5-12 Los hombres pueden callar su compasi�n, sin embargo, con Dios encontraremos misericordia. Esto es un gran consuelo para todos los creyentes, claramente para ser visto, y no para ser quitado. Dios hace todo sabiamente y bien; pero lo que sabe no lo sabemos ahora, es tiempo suficiente para saberlo m�s adelante. La bondad amorosa de Dios es preciosa para los santos. Se ponen bajo su protecci�n, y luego son seguros y f�ciles. Las almas bondadosas, aunque todav�a desean m�s de Dios, nunca desean m�s que Dios. Los dones de la Providencia hasta ahora los satisfacen, que est�n contentos con las cosas que tienen. El beneficio de las ordenanzas sagradas es dulce para un alma santificada y fortalece la vida espiritual y divina. Pero la plena satisfacci�n est� reservada para el estado futuro. Sus alegr�as ser�n constantes. Dios no solo obra en ellos un deseo misericordioso de estos placeres, sino que por su Esp�ritu llena sus almas de alegr�a y paz al creer. �l da vida a quien quiera; y el que quiera, puede venir y tomar de �l las aguas de la vida libremente. Que podamos conocer, y amar, y servirle al Se�or con rectitud; entonces ning�n enemigo orgulloso, en la tierra o en el infierno, nos separar� de su amor. La fe llama a las cosas que no son, como si lo fueran. Nos lleva hacia el final de los tiempos; nos muestra al Se�or, en su trono de juicio; el imperio del pecado ca�do para no levantarse m�s